Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.
Mariana Giménez
52 años / Buenos Aires, Argentina
Lugar principal de trabajo México, CDMX
Oficio: Actriz
¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?
En Málaga, cursaba el primer semestre de Psicología y desde la ventana del aula veía entrar a las alumnas y los alumnos al Conservatorio que estaba justo enfrente. Pensé que yo tenía más que ver con esa gente que con la que me rodeaba en ese momento, así que crucé la calle y ya no volví. Allí descubrí que se podía vivir de hacer teatro, aunque yo viví haciéndolo desde muy niña, con mis hermanas en el garaje de la casa de mis padres. Muchas horas, años haciendo teatro con todos los juguetes y objetos raros o de deshecho de la casa encima de una manta tirada en el piso. Sin duda, todo el imaginario y la mirada de mundo, la convención enloquecida, los mundos dentro de los mundos y la construcción del personaje provienen de allí, de ese origen infantil delirante y genial durante las siestas calurosas de la provincia de Buenos Aires.
En México se dice «gente de teatro». Gente deriva del latín y significa tribu o familia. Esa es mi gente. Me encanta.
¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?
Todo es preguntas en el teatro. Últimamente me rondan algunas que tienen que ver con la enfermedad, la transmutación, el miedo a lo desconocido, a lo distinto. Pero casi todas las preguntas confluyen en amor, locura y muerte, de alguna manera.
Mi anhelo tiene que ver este preciso instante con seguir haciendo teatro. No tengo prisa, sólo deseo. Tratar de percibir lo que nos rodea y establecer la conexión, descubrir el código.
Del hacer deviene el discurso, la poética. Ahora toca despejar esta equis: Si la cosa está así, entonces… ¿cómo lo vamos a hacer?
Poner todo en duda es un ejercicio sano, también. Que la sacudida sea útil para revisarlo todo.
Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?
¿Sólo tres palabras?
Libertad, misterio, trabajo.
Pienso que un artista lo es porque mira el mundo así, de forma única. Me gusta mucho descubrir otras miradas y sorprenderme con ellas, identificarme y maravillarme. Pero si soy honesta, nunca entendí esa aspiración de ser «cómo». Lo que yo amo es todo eso que pasa cuando se crea un personaje o un concepto. Y lo vivo de manera muy íntima, muy personal.
Primero vas a tientas, y de pronto aparece una pista, una señal. Y luego una especie de posesión, todo llega de manera caótica y muy intensa. Es el momento en donde vas al súper y la fruta te habla, y el metro es un escenario, y una foto te abre la puerta. Y después llega un espíritu ordenador obsesivo, que le da aparente estructura a la costumbre demencial de construir un mundo dentro del que existe.
Y sí… todo viene de la infancia, irremediablemente. De esa primera vez que miramos algo, y se quedó grabada esa impresión como una huella indeleble. Cuando la mirada propia se mezcla con la del equipo creativo, la experiencia se vuelve total, colectiva.
Lo que más me gusta del proceso creativo es construir algo con mucho cuidado y detalle, y luego destruirlo, para volver a construirlo, y así. Una pradera verde hermosa, y de la nada se abre una grieta y aparece el Averno. Entendemos mejor esa cualidad impermanente en el teatro que en la vida. Por eso hacer teatro es adictivo.
Uno lo entiende todo mejor, hasta no entender.
¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?
¿Cuál es la importancia? Toda.
Ahora más que nunca, porque el teatro está fundado en un acuerdo tácito que hacen las personas para encontrarse corporalmente. Entonces imagínate, ahora que tocarse es imposible, ¿dónde será posible este encuentro sino en el Teatro, que es el territorio de la imposibilidad?
¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?
Tener postura crítica hacia nuestro trabajo permite dialogar, revisar, confirmar, decidir.
No todo tiene que cambiar, hay cosas que funcionan, otras necesitan desaparecer y otras modificarse.
Creo que hacen falta más proyectos incluyentes y diversos, que apoyen la mirada propia del artista, que vinculen a las compañías estatales, las distintas escuelas de teatro, el teatro institucional con el teatro independiente, las distintas comunidades. El arte teatral con otras disciplinas artísticas, con la ciencia. Lo más productivo surge siempre del encuentro con lo distinto. Ese encuentro hay que propiciarlo más.
Los modelos deben estar pensados para fomentar el diálogo creativo, el recurso es un medio para lograr un fin, esto no debe olvidarse: el fin último es la creación artística.
¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?
Yo quiero seguir cerca de los jóvenes y las jóvenes del teatro. Esa es la razón por la que doy clases, principalmente. Cuando se descubre todo por primera vez, es tan vital e inspirador. Eso es contagioso, en el mejor de los sentidos.
Deseo para las generaciones venideras, que vivir del teatro sea una tarea más amable, que puedan dedicarse profesionalmente a nuestro quehacer sin la eterna incertidumbre de la supervivencia. Parece que ese propósito se vuelve doblemente difícil en estos momentos que estamos viviendo.
Sin embargo, creo que es una oportunidad única para la creación, es el momento de hacerse aquellas grandes preguntas de las que hablo más arriba, y otras nuevas, o viejas y olvidadas.
Y eso es esperanza.
Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?
La incertidumbre es un territorio tremendo. Todo era raro de por sí, pero esto…
No obstante, pienso que el teatro me salvará, como otras veces, y nos salvará a todos los que necesitamos superar ciertos obstáculos para poder vivir. Desde hace unos años entiendo la vida como un riesgo constante, quien no lo entiende no vive. Pienso en la vulnerabilidad más que en el peligro. Este riesgo no es inútil ni estéril, es un linde desconocido que hay que explorar para descubrir algo fundamental y urgente sin tener garantía cierta. Ese algo merece el riesgo.
Yo sigo haciendo teatro porque no lo puedo evitar. Todo lo que ocurre a mi alrededor es inspiración y referente.
Creo que encontraremos la manera, sin duda. Aunque se vuelva un espacio limitado, será aún más precioso justamente por eso. El amor cortés era la sublimación erótica del encuentro amoroso, que por breve o difícil, era más preciado. Como el arte de la alquimia, el teatro será el territorio donde se pueda tocar al otro sin tocarlo. Eso ocurrirá cuando volvamos a estar juntos: alquimia, milagro. Teatro.
Más participantes
Rocío Leal
Muchas veces me pregunto qué más puedo dar de mí en mi práctica teatral. Me pregunto constantemente: ¿Cómo puedo reinventarme? ¿Cómo evito la mecanización? ¿Cómo...
Leer másAssira Abbate
¿Por qué me da placer hacerlo? ¿Me regodeo en el sufrimiento ajeno? ¿Vivimos en una dimensión sensorial y el teatro es la escenificación de ello?...
Leer másMaribel Carrasco
Me pregunto mucho sobre lo que estamos haciendo los artistas por construir diálogos e imaginarios inteligentes y provocadores, que estén a la altura y a...
Leer másBryant Caballero
¿Cómo y desde dónde usar el teatro para una mejor realidad? ¿Cuáles son sus límites? ¿Qué posibilidades hay después de ese límite?
Leer más