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Categoría: Instantánea

Silvia Ortega Vettoretti

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Silvia Ortega Vettoretti

48 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Siempre hice teatro, desde niña, en mis juegos y mis lecturas. Cuando crecí estudié una carrera que no me satisfizo y en cuanto la terminé decidí formarme y profesionalizarme en el teatro. El teatro lo siento como una vocación, un llamado a los idealistas.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Yo creo en el potencial del relato, en el arte del actor y el paganismo del ritual previo al drama. Esa combinación me es fascinante. Por eso mis preguntas hoy se centran en la exploración de las estructuras del relato en la escena, su ruptura y reorganización para crear universos simbólicos propios y actuales.
Mis preguntas están también en lograr entramar el sistema nervioso del actor al relato y viceversa para hacer de la escena un sistema orgánico, con un lenguaje cautivante y vivo que emule a la condición humana.
El anhelo está en lograr el vínculo inmediato y profundo con el espectador. Y, como mujer dramaturga y directora, darles una sacudida a los empolvados arquetipos de género.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Arte, transformación, acontecimiento.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Desde mi perspectiva, pienso que el teatro —así sea en su exploración mediatizada— tiende a ser un arte muy honesto ya que, por su carácter efímero, local y colectivo, es más difícil que se infecte de capitalismo y de todos esos intereses mezquinos y retorcidos. Para mi ahí está su relevancia, en la legitimidad de su discurso. Entonces digamos que ante la inmensidad de la geopolítica y la inequidad social, el teatro es contra-hegemónico y, por lo tanto, tan necesario hoy en día como las piedritas que David usó para combatir a Goliat.
Ahora, si hablamos del teatro ante la mirada futurista y catastrófica de la amenaza de los virus, pienso en Artaud… «cuando llega la peste, las formas se derrumban»; así que ante esta visión el teatro tendería a hibridarse totalmente; pero, en el otro escenario, una vez pasada la temporal amenaza viral, el teatro se re-apropiará con mayor pasión de su espacio presencial, vital, carnal y sudoroso. En ambos casos, según yo creo, lo único que el teatro no podría perder y lo que lo hace necesarísimo en este momento histórico de hipótesis distópicas es su carácter contra-hegemónico.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La política cultural que tiende cada vez más a paralizar y precarizar nuestro trabajo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que logren hacer teatro en condiciones estables y dignas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Respondí un poquito allá arriba jugando con escenarios hipotéticos. Sin embargo, pienso que cuando regresemos a estar juntos, la experiencia del COVID-19 sobre todo afectará la profundidad y la complejidad de nuestros contenidos: hay que cambiar los rumbos.
Y como gremio, estoy convencida que saldremos mucho más solidarios y fortalecidos.

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José Alberto Gallardo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

José Alberto Gallardo

42 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Diría que la casualidad me llevó a encausar una vocación: Desde niño dibujaba historias, luego fui muy aficionado a los cómics, sobre todo Batman, así que como a los 8 años, ya dibujaba historias alternas de Bruce Wayne, mismas que luego con mis muñecos, «ponía en escena» y las imaginaba en un set de cine, cuyo resultado filmado, habitaba sólo en mi imaginación.
Luego, desde los 13 años, quise ser torero. Debuté como novillero ya grande, a los 20 años. Toreé muy poco, unas 10 – 15 novilladas. En esas andaba en el 97, cuando un grupo de estudiantes de actuación (la primera generación de la Casa del Teatro -Zúñiga, Marina, Roberto Peralta, Claudia Guerrero, Alekseiv Treviño, Mauricio Pimentel, Miroslava Saenz, Lucía Puente, Raúl Méndez, Miguel Cooper, Angélica Andreu y Magaly Sánchez) fue a los Viveros de Coyoacán, donde entrenábamos los toreros y se acercó a un maestro para que les enseñara a usar los avíos de torear para la obra con que se titularían («La suerte suprema» de José Caballero). Yo no estaba presente, pero un amigo mío escuchó todo y siendo habilidoso, me dio el pitazo y nos le «atravesamos» al maestro. Así, dos veces a la semana, comencé a ir con él a la Casa del Teatro a enseñarles a usar los avíos a tan entrañable grupo. No sabía nada de teatro ni me gustaba. Pero ahí comenzó todo. Caballero nos invitó a algunos ensayos. Mi curiosidad creció exponencialmente.
Cuando vi que no podía ser torero y decidí retirarme de eso, le llamé a Caballero para que me aconsejara. Me llevó a San Cayetano unos días. Quedé profundamente impactado. Luego entré a un taller -por mera casualidad, pues ví el anuncio en Tiempo Libre- con Natalia Traven y me abrió el horizonte de manera brutal. Luego entré a la Facultad, cuando recién terminó la Huelga….

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me pregunto desde que comencé acerca de la pertinencia de mi quehacer. Entonces de forma muy naive, que me hizo caer en aposturas de todo tipo. Pero reconozco que a la fecha sigo preguntándome acerca de ella en todo sentido: sobre su relación con la realidad, sobre su relación con la sociedad, su relación con el desarrollo social -lo que sea que eso signifique-, su relación con lo político, su relación con la experiencia estética, su relación con quienes llamamos espectadores, su relación con las teatralidades de otras latitudes y de diversas corrientes…
En fin, anhelo poder ser honesto en relación a esa pregunta ¿cuál es la pertinencia de mi quehacer? y en todo caso, que en mis puestas en escena esté viva esa pregunta. He fracasado continuamente en torno a ello y eso me motiva de forma permanente.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Desde MI incomodidad.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Es una importancia VITAL por tratarse de un «ingrediente» constituyente de la experiencia existencial humana tremendamente escaso: Creo que el Teatro tiene un valor en sí mismo y que actúa a contra corriente de la dinámica de vida que ha impuesto el mercado – capitalismo – neoliberalismo.
Es un espacio para detener la inercia, la prisa y los condicionamientos que la persecución del mercado nos impone, para que todos quienes participamos de ese instante, podamos enfocar nuestra atención, contemplar fuera de las preocupaciones impuestas -o no- de la vorágine y de la narrativa de realidad y entonces, propiciar un auténtico proceso de pensamiento -no sólo de transferencia de información, como decía Deleuze, sino de pensamiento a partir de la libertad que puede propiciar la imaginación-. Y en ese sentido, la sola convención teatral ya es un estímulo para que la imaginación despliegue al pensamiento y ello en un encuentro además colectivo. En suma, es la oportunidad de lo que Chul Han menciona como acto revolucionario: La contemplación.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que nuestro modelo teatral es un rehén. Y como tal, nuestro deber humano es liberarlo. Desde mi punto de vista, la mayoría de nuestras estéticas son rehenes o se supeditan (para ser suaves), al menos a tres factores: El mercado (la comprensión de toda relación humana como un sistema de intercambio mercantil y que ve a la obra como producto y el fin último de modelo teatral en conformarlo como industria), la burocracia (todo sistema burocrático acaba privilegiando el cumplimiento de sus requisitos por sobre los contenidos, tal como ocurre en todas las instancias de todas las instituciones de cultura de nuestro país, aún a su pesar) y el utilitario (suponer que el Teatro debe estar al servicio de algo -un proceso educativo, una causa política, una denuncia social, etc…).
La creación teatral se encuentra rehén de esos tres factores al menos, de modo que, toda obra que como principio no parta de satisfacer a alguno de estos tres secuestradores, difícilmente tendrá lugar. Entonces, ello limita lo que desde mi punto de vista es la génesis de toda obra de arte: la experimentación estética como vía de contemplación -otra vez- de la realidad. Esto nos ha llevado a una repetición y copia de modelos que alimentan este Síndrome de Estocolmo en el que nos hallamos: un buscar satisfacer a los elementos captores para que a su vez nos legitimen.
En resumen, creo que hemos de alimentar el ecosistema de la experimentación. Esto no implica necesariamente sólo subvención. Implica espacios, reflexión – como ésta a la que tan generosamente me invitan- , intercambio con el resto de los habitantes y sí, tiempo, recursos y espacios.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Libertad. Ante todo libertad de pensamiento. Libertad de complejos.
Creo que sólo siendo libres -sobre todo mentalmente-, es que podemos llegar a realmente imaginar y con ello, imaginar las nuevas convenciones, tal como ha ocurrido cada que las teatralidades se expanden. Lo que las contrae, es buscar satisfacer la demanda de intereses opresivos tal como el mercado o la legitimación – consecuencia «de izquierda» de la competencia-.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

He estado triste. Luego, me he visto desenmascarado, he visto cómo he traicionado a lo que creo que el Teatro puede ser. Entonces he buscado reflexionar con colegas y alumnos. Ante todo, creo que es un tiempo de reflexión. La mayor ventaja, creo, sería realmente lograr detenernos, reflexionar, pensarnos -Dubatti lleva la mitad de su vida insistiendo en que es necesario pensarnos como Teatro-.
La inercia teatral es producto de la inercia capitalista, no tengo la menor duda. Resulta paradójico cómo en esta emergencia, han efectivamente «emergido» un sinnúmero de convocatorias para «hacer teatro virtual» en poquísimo tiempo, de forma express para tener videos tan desechables como, desde mi punto de vista, opuestos al instante vivo. Y sin embargo, creo que esto último que escribo no deja de estar condicionado por anhelos que necesitan, efectivamente, expandirse a los medios de relación de la actualidad. Hoy hay muchas relaciones humanas, sentimentales, incluso sexuales, que ocurren más en lo virtual que en la carne. Yo sigo creyendo que hay que privilegiar la carne.
Quisiera que cuando volvamos a estar juntos, nos atrevamos a desterrar tanta sofisticación, tanta producción y tanta burocracia. Volvamos a lo esencial, a lo que este virus nos ha demostrado es necesario: el contacto de las pieles, las pieles expuestas a los fluidos del otro.

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Alfonso Cárcamo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alfonso Cárcamo

45 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde la infancia participé de muchos eventos escénicos escolares, nadie me obligó; luego, llegando al bachillerato me uní a los talleres de teatro, fue natural y creo que hasta ahí nunca lo reflexioné, solo hice lo que hice. Entrar al Centro Universitario de Teatro y compartir aula con una total diversidad de universos que desconocía hizo que por primera vez tomara conciencia de lo que había venido haciendo, entonces todas las dudas acerca de mi vocación teatral surgieron e hice lo necesario para que me corrieran.
Solo estando fuera del Centro Universitario de Teatro fue que comprendí que eso era lo que quería hacer, expandir mis días en ficciones, entenderme en otros zapatos, poner preguntas en ojos extraños. Entonces regresé a terminar la carrera con la plena conciencia que iba a hacer teatro desde cualquier trinchera, fuera actuando, produciendo, escribiendo o dirigiendo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Los problemas más comunes son mi detonador: ¿Por qué no se pueden llevar bien mamá e hija? ¿Qué dije o no dije a mi amiga más querida que ahora no quiere hablarme? ¿Por qué mi gran amigo se va a divorciar? ¿Cómo se imagina que será la vida cualquier persona luego de que se muera su papá? ¿Cuánto de lo que nos inventamos para sobrevivir en familia nos está alejando de la familia? Y así, cosas muy simples que veo en mi círculo de amigos y familia, cosas que luego conecto con premisas filosóficas o artísticas, estructuro en un discurso y las decanto en un texto dramático o en un concepto de dirección.
Ahora mismo y hacia delante, quiero desarrollar comedia, hendir la piel de los espectadores con temas cercanos a lo cotidiano y que la risa provoque la reflexión de largo aliento.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Observar, sintetizar, expandir.
Mi forma de habitar el teatro es absolutamente móvil y eso me encanta, puedo dirigir o hacer la adaptación de una pieza para una productora privada y al tiempo estar en un proceso de investigación escénica súper clavado, en esencia sigo jugando a expandir mis días a punta de ficciones.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La simpleza. Que una persona que ha entrenado representar una historia pueda mostrarse ante otra con total convicción y que esa persona que observa se entregue a la historia sin mediar ningún artificio, la facilidad con la que el teatro puede acceder a la creación del momento presente basado en un alguien que representa y un alguien que observa.
Ahora esa simpleza del mecanismo esencial del teatro es la ventana de oportunidad.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Expandir a otros espacios distintos del edificio teatral, crear comunidades afines a un discurso y en obediencia a sus inquietudes, poner en juego la creación del instante presente en lugares y momentos donde la inmensa mayoría de las personas jamás imaginarían que podría ocurrir algo teatral.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que su trabajo artístico, su posibilidad de crear piezas escénicas, dependa en el menor porcentaje posible del Estado y en el mayor porcentaje posible del público que han creado con su discurso.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

El escenario más aburrido que visualizo tras la pandemia es que volvamos a lo mismo, de vuelta a hacer teatro dentro del edificio teatral y ahí los mejores presupuestos; volver a armar carpetas y competir; diseñar la pieza correcta para el cliente o insistir en un discurso hasta que pegue en alguna institución. Con base en ese escenario voy enfrentando la emergencia sanitaria, así que estoy desarrollando textos y planificando puestas en escena.
¿Qué deseo? Que mis vecinos toquen a mi puerta y me digan que ya juntaron a 200 personas, que tienen equis cantidad de dinero y que quieren que arme una obra de teatro al respecto de eso que un día charlamos en el pasillo.

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Mario Marín del Río

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mario Marín del Río

45 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Tuve un acercamiento al teatro desde niño. Pasé de espectador a actor de obras infantiles en el Centro Cultural del Bosque. Años -muchos- después, mientras estudiaba arquitectura, me inscribí al taller de teatro y descubrí que más que actuar, me gustaba diseñar para la escena. Fui escenógrafo y actor amateur otros tantos años hasta que se volvió algo tan vital que me llevó a estudiar en la Escuela Nacional de Arte Teatral…

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Muchas. En estos días, no sé por qué, me interesa mucho el tema de la percepción. Los mecanismos de entendimiento entre diseño y espectador.
¿Por qué son efectivos los modelos y las convenciones paradigmáticas? ¿Cuál es su vigencia, cuál es el efecto artístico de transgredirlas? ¿Qué papel juega la ficción en las nuevas teatralidades? ¿Se puede anular la ficción o solo hay rangos para moverse?
Anhelo desarrollar diseños y proyectos que exploren una teatralidad de riesgo.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Concepto Es Todo.

 

 

 

 

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro, al ser un fenómeno vivo, siempre ha sido potente y particular; pero actualmente es interesante contrastarlo a una realidad en donde hasta las interacciones humanas más básicas se permean de lo digital.
Las artes gravitan a la virtualidad, la tecnología y el registro. El teatro no está atravesado por una pantalla y su crudeza nos muestra, más que nunca, la capacidad del arte para suspendernos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La prisa, la saturación. Los modelos de producción y programación institucionales aparentemente menos rigurosos y arriesgados en lo artístico y cada vez más dependientes de la viabilidad efiteatrera.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que no caigan en el modelo mediático de dirección de arte. Que no sigan las viejas prácticas de quienes los antecedimos y desarrollen visiones nuevas para el quehacer específico del Teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

50% paciencia y 50% frustración. Intentando, en la virtualidad, seguir en contacto con los colegas y con los procesos, aunque sea un gesto más simbólico que efectivo.
Ahorita deseo la simple normalidad. La crisis nos tendría que mover a muchas reflexiones y un sentido de comunidad más genuino. Pero los veintes, creo, me tardarán en caer.

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Alicia Laguna

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alicia Laguna

56 años / Ciudad Valles, San Luis Potosí

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Todas las Semanas Santas que recuerdo de niña y adolescente mi padre nos llevaba a Guanajuato a ver los Entremeses Cervantinos y los Pasos.
Después de la preparatoria en San Luis Potosí capital, me fui a Monterrey a estudiar Historia, a los 3 semestres supe que había una escuela de teatro en la universidad y decidí hacer las dos carreras, al poco tiempo me quedé solo en la de teatro y desde entonces no he hecho otra cosa.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo seguir dialogando con la realidad? ¿Cómo traducir, trasladar, imaginar, pensar, las preguntas de nuestra realidad en algo que se hace o construye para que otros lo vean y lo reflexionen?

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No sé si es distinta, es la que hago y la que puedo hacer o la que deseo hacer.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Podrías resistir la tentación que dan las redes sociales, podríamos callar, podríamos pensar, podríamos introspectar, podríamos simplemente no hacer nada.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Problematizar nuestros formatos, diversificar, ser plurales, no decretar formas de hacer o no, pensar en lo diferente, no estandarizar, ir en contra de la corriente, desobedecer, ser anarquistas por convicción, romper con modelos aprendidos, darle la vuelta a las estructuras rígidas, etc. etc. etc. etc. etc.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que sean valientes.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La enfrento callando, que podamos ver al otro, tocarlo, cruzarlo, pensar en cómo se encuentra, y ver la posibilidad de que las cosas no sean iguales a como las dejamos…

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Bárbara Colio

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Bárbara Colio

50 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Como espectadora. Tenía 5 o 6 años. Electra. Mi primera obra. Con Ofelia Guilmain. Me pareció extraordinario el que tantas personas nos reuniéramos en un mismo lugar, para que nos dejaran entrar a otros mundos. Ver a otros siendo otros, y a la vez, ser nosotros. Sigo siendo espectadora. Luego fui actriz, directora, luego autora, luego todo lo que fuera necesario ser y hacer para crear teatro, ponerlo en pie, echarlo a andar, compartirlo.
Pude haber sido muchas cosas, sé hacer muchas cosas incluso las hice, pero, si le vas a dedicar la vida a algo, decidí dedicárselo a aquello que me hacía sentir plena. No basta solo quererlo, hay que dedicarse, clavarse y hacerlo lo mejor posible, el teatro es rudo, pero si te mantienes a su altura, es también, inconmensurablemente generoso.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Por qué la gente hace lo que hace? ¿Por qué yo hago lo que hago? ¿Por qué tú, haces lo que haces? ¿De qué estamos hechos? ¿Qué hay en la última capa del corazón?
Anhelo no terminar de hacerme preguntas, porque entre que sea así, voy a seguir escribiendo.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Imagino, transformo, toco.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Dicen que la cuarentena servirá para estar con nosotros mismos, para vernos en nuestra real naturaleza, para comprendernos. Eso, el teatro, siempre lo ha hecho, nos ha enfrentado con lo que somos, nos ha activado los mecanismos adormilados o escondidos, y los ha puesto a funcionar a través de ver a otro, haciendo o pensando o deseando lo que nosotros mismos hemos deseado, hecho, pensado.
El teatro nos delata ante lo que somos, nos hace reconocernos secretamente en los personajes, haciéndonos sentir un tanto menos solos. Hablo como espectadora, hoy es tiempo de guarecerse, sabiendo que el mundo entero lo hace también. Pero al cruzar de nuevo la puerta, porque la cruzaremos, cuando volvamos a las calles a estrechar la distancia, a dejar el miedo, sé que volveremos al teatro, porque tendremos la imperiosa necesidad de exhalar, de soltar, de suspirar, de reír, de llorar, de sentir una caricia, de encontrar un canal en el cual podamos encontrarnos, vernos, reconfigurarnos, y poder seguir por este mundo, sintiéndonos, un tanto menos solos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los sistemas de producción. Definitivamente. Los sistemas de producción actuales parecen cada vez más ir en contra de la misma creación, del mismo teatro, de los mismos hacedores.
Habría que replantearse el preguntarle a aquellos encargados de las modificaciones a EFIARTES, a los que diseñan algunas convocatorias, a ciertos programadores, a los que huyen y no pagan y no tratan con respeto a sus creadores, «disculpen, ¿qué es lo que usted cree que es el teatro? ¿por qué lo quiere chingar?»

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que exista. Que sea. Que perseveren. Entre paros, protestas, pandemias y contingencias, la han tenido difícil, pero, que si esto es, que si el teatro ES lo que quieren hacer y lo hacen bien: Lo hagan. Lo hagan.
Siempre deberá existir quien, en la reunión alrededor del fuego, cuente la historia para espantar el miedo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La última palabra de esta pregunta es la respuesta: Juntos. Juntos tenemos que volver a abrir los espacios, convocar al otro, reunir a los que lo hacemos, empatizar con los programadores, echar mano de todo, empujar la rueda con fuerza para que vuelva a girar. El teatro necesita imperiosamente el reunir al que lo hace y al que lo ve en un mismo espacio físico, ESO es el teatro, no ninguna otra cosa. La reunión en el espacio es imprescindible, lo humano con humano, básicamente es lo que es. El teatro toca, y nos toca levantarlo. Por mientras, hay que nombrarlo, hay que seguirlo pensando.



Yo he seguido con mi proyecto de DESCORCHE CASERO para hablar de los procesos teatrales en transmisiones en FB LIVE, hablo con aquellas compañías que se quedaron varadas por la pandemia, compañías que estaríamos ahora en cartelera. Mantener la llama encendida hasta que llegue el momento de avivar el fuego. Son conversaciones donde puedes aprender, descubrir y están en FB: BarcoDrama, y en Youtube: Bárbara Colio

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mayté Valencia

Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Fue un encuentro fortuito y, a la vez, lleno de conmoción. Empecé a ver teatro porque obtuve entradas gratis. Recuerdo, en especial, el teatro El Milagro y a David Olguín. Las obras me impactaron de tal forma que supe, desde ese momento, que no había vuelta atrás: ya no dejaría de ver nunca más teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Qué mundos se están imaginando desde el teatro? ¿Cómo representan la realidad y de qué forma se vinculan con el contexto y con el público? ¿Cuáles son las poéticas de la escena mexicana?
Mi anhelo, como periodista y crítica, es seguir teniendo más preguntas que respuestas; es mantener la curiosidad por descubrir talentos emergentes o por re-descubrir a creadoras/es ya conocidos; es investigar y escribir un pedacito de la historia teatral de nuestro país.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Mirar, preguntar, investigar.
La práctica del periodismo y/o crítica teatral te posiciona en un punto intermedio –a veces privilegiado, otras tantas ignorado y muchas veces despreciado– dentro del ecosistema teatral.
Siempre he pensado en mi quehacer como un puente entre el público y los creadores; entre los lectores y la futura documentación teatral. El periodismo, tomado con seriedad, es una historia del arte escrita casi de forma inmediata, por lo que el compromiso con la investigación, la lectura constante, la sensibilidad en la apreciación y la ética son esenciales.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro, como arte vivo, dialoga estrechamente con el presente: es el encuentro y convivio de cuerpos en un mismo espacio y tiempo.
¿Cómo detonar este encuentro ahora que todo está suspendido? El teatro, desde la ficción o el documento, desde el cuerpo y la memoria, también es el espacio para crear nuevos imaginarios y concebir otros mundos posibles. Y es en esa potencia inventiva y en esos encuentros cuerpo-a-cuerpo donde radica su importancia actual.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La precariedad laboral, la endogamia, el machismo y las pedagogías crueles.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que rompan con lo que les enseñen; que se arriesguen y desborden los límites de su quehacer y de la historia que éste conlleva. Que tengan mejores condiciones y que su trabajo sea más consumido por la sociedad y no sólo por la comunidad cultural.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Deseo que aprovechemos este tiempo para reinventarnos e imaginar otros caminos; que la incertidumbre colectiva se transforme en una escena con energía renovada.
Que volvamos a estar juntos, siendo conscientes de lo efímeros que podemos ser y, entonces, busquemos más la unión, el amor y la solidaridad.

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Zavel Castro

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Zavel Castro

30 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

De familia me viene un carácter curioso y suspicaz, aunado al gusto por el teatro que descubrí en mi adolescencia y a mi formación como historiadora, que me brindó bases muy sólidas como investigadora, descubrí un camino propicio para el desarrollo de mi razón sensible en el ejercicio del pensamiento teatral.
Reconocí el sentimiento de plenitud habitando el territorio de la crítica y la teoría. La respuesta a un llamado y la decisión de comprometerme a enriquecerlo me tienen todavía aquí.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Quisiera aportar al enriquecimiento y especialización de la crítica escénica. Alejarla del dominio del capricho y de la opinión basada en simplificaciones y calificativos que solo buscan determinar si una obra es «buena o mala» según prejuicios y razones obsoletas y acercarla a la comprensión del fenómeno escénico como un problema complejo que requiere del estudio teórico, del ejercicio de la razón sensible y de la argumentación, para elevar el nivel de la discusión, para abrir nuevos problemas y nuevas preguntas, rehabilitar los conceptos, entenderla como un ejercicio creativo, político (en términos de Ranciere) que ponga en crisis las convenciones y resquebraje los lugares comunes. Reformularla. Revitalizarla. Mostrar toda su potencia. Todo aquello de lo que es capaz y todo aquello que no ha podido hacer por la comodidad con la que se ha practicado.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Racional, sensible, feroz.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Me parece que en su estado agónico contiene la potencia para fracturar aquello del modelo que ya no funciona y que ha debilitado su fuerza significativa en la sociedad.
Creo que nos encontramos en un punto de inflexión en el que es momento de cuestionar la práctica, de ser capaces de observar no solo sus aspectos luminosos y defender su derecho a existir a partir de sus aspectos positivos, sino poder vislumbrar las sombras, los aspectos vergonzosos y oscuros que, sin embargo, constituyen muchas veces la condición de posibilidad de la estructura tal como la conocemos.
Sabemos que la importancia del arte radica en su fuerza simbólica, pero podemos intuir que ahora mismo no basta. Acaso esta pausa pandémica nos otorgue el valor y el tiempo necesario para reflexionar las razones de su actual insignificancia y de su impotencia frente a lo terrible.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Es muy complicado pensar que se puede cambiar el modelo teatral sin cambiar además la estructura de la sociedad y el funcionamiento mismo del poder. Podría decir que la estructura de dominación y sumisión en el teatro es mucho más evidente, mucho más cruel y mucho más inhumana que en otros ámbitos, pero quizá esté sucumbiendo a la tentación de exagerar.
Si existe alguna posibilidad de mejorar el modelo, quizá dependa de reestructurar los modelos pedagógicos sostenidos en el ejercicio de la violencia que domina cuerpos y que afecta la psique de los futuros actores y de las futuras actrices al grado de hacerlos pensar que el precio por existir en el mundo teatral es su rendición, lo que una vez incorporado el dispositivo llamarán «la entrega».
Pensando que en el ámbito educativo se aprende y se enseñan las formas de hacer que aseguran el sometimiento (en esto retomo a Althusser), quizá convendría revisar el funcionamiento de las escuelas de teatro y proponer una reformulación absoluta que pueda eliminar de la ecuación la aplicación reiterada de la violencia y la domesticación a través del miedo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Una mayor disposición y apertura al diálogo y un ámbito en donde la violencia no sea la condición para su desarrollo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

En lo inmediato, desearía que esta emergencia hubiera sido una pausa introspectiva en la cual se haya reflexionado sobre el quehacer desde la honestidad, la compasión y el pensamiento crítico.
Desearía mucho que eligiéramos pasar del oportunismo, del sensacionalismo y de la literalidad. Lamentaría mucho que de esta experiencia terrible surgiera una nueva ola de teatro pandémico y que el sistema de competencia en el que existimos y que nos impide conformar una comunidad, premiara a quienes sí saben y a quienes sí pueden hablar del tema: ¿Quién determina los saberes? ¿Quién decide las competencias? Esto solo sirve para enfatizar las jerarquías, para dividir y para lastimar a los y las que quedan fuera.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Nora Huerta

43 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Me inicié por suerte, la suerte ha dirigido mi estar en la escena. Por suerte estudiaba en el Centro Universitario de Teatro. Tuve el privilegio de llegar a una de las escuelas más importantes del país, tuve el privilegio de ser apoyada por mi familia (que no entendía nada), tuve el privilegio de conocer a maestros extraordinarios, tuve el privilegio de vivir la vida universitaria, que sí, era un gran universo y tuve el privilegio de conocer a mis maestros de cabaret… en los días en que me gradué del CUT ya tenía mis primeras presentaciones al lado de Tito Vasconcelos en un lugar en la Zona Rosa del entonces Distrito Federal.
Tuve el privilegio de subirme al escenario escribiendo mis textos en un mundo lleno de algarabía, fiesta, libertad y muchas risas… la segunda pregunta creo que se responde sola, ¿Por qué decidí dedicarme a hacer Cabaret? Es difícil renunciar a la libertad y a la risa… por no decir también que a la fiesta y al PODER de ser lo que quiero ser cada mañana o inventar muchas otras posibilidades de ser yo misma. El cabaret me ayuda a encontrar respuestas y me da una enorme felicidad.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo reinventarse para no morir en la repetición? ¿Cómo abordar los temas que nos duelen? ¿Cómo seguir encontrando respuestas aunque la pregunta sea la misma? ¿Cómo enseñar esto que he aprendido durante tantos años? ¿Cómo hacer para que el público salga feliz? ¿Cómo hacer para que esto que haces valga la pena?
Siento un compromiso enorme por enseñar lo que la escena me ha enseñado, más allá de escribir un espectáculo y que medianamente funcione, me gustaría enseñar que el cabaret es un espacio potente para analizar la realidad desde una perspectiva personal. Muchas veces creemos que lo que nos pasa o lo que vivimos no tiene valor alguno y que solo lo que han escrito otros es importante… No, el cabaret que yo he hecho parte de lo personal y es la reflexión desde la intimidad lo que ha logrado resonancia en la intimidad del espectador. He descubierto que aquello que me duele en lo más íntimo le duele a muchas personas más. Y hacer del dolor un acto liberador y festivo es la mejor herramienta para ser feliz. Todas las personas que quieran ser felices deberían de hacer cabaret, una vez por lo menos… Transformar los discursos personales en hechos escénicos es una acto de libertad y de profunda valentía, además de ser un acto liberador y de conquista para el ser, el Cabaret tiene un medio de producción muy generoso, donde sólo se necesita de una persona valiente y dispuesta a hacer el ridículo, principalmente para sí mismo.
¡MI anhelo es hacer del mundo un cabaret!… o por lo menos sembrar en los que están a mi alrededor la inquietud de que por medio de la risa también se limpia el sufrimiento.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Tres palabras: Realidad, delirio, risa…
Mi realidad al habitar mi práctica es el juego y mi propia opinión, lo cual me obliga a ser responsable, a convertirme en la voz de muchas otras y en aprovechar al máximo el gran privilegio que tengo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Siempre existiremos almas con ganas de reír, de encontrarnos, de contarnos nuestras historias, de hacernos cómplices, de analizar la realidad desde distintos puntos de vista, seres necesitados de la historia para no olvidar, para hacer que la memoria se vuelve un músculo y no una idea, para hacer de la vida un presente y no algo intangible que se vive en el pasado de alguien sin rostro.
El teatro es vida, es presente y es realidad y es también una manera de acompañarnos en esta realidad, de acercarnos para mirarnos a los ojos, para reconocernos y sabernos menos solos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

¡¡¡Charros!!!
No lo sé, en principio diría que todo y después… lo que cada uno necesite. Pienso en mi ser mujer y pienso en mis colegas que sí sabemos lo que ya no queremos en el teatro:
Ya no queremos esas formas arcaicas en la educación donde había que desintegrar a un ser para hacerle el mejor intérprete. QUE NUNCA MÁS EXISTA LA TORTURA PSICOLOGICA EN UNA ESCUELA DE TEATRO PARA SER ACTRIZ o ACTOR.
NO AL ACOSO.
NO AL ABUSO
NO AL ACOSO
NO AL ABUSO
NO QUEREMOS QUE SOLO SE FAVOREZCA A CREADORES HOMBRES… entre una larga lista de NOOOOOOOO
Como mujer y creadora quiero:
Contar mis propias historias.
Cambiar la narrativa para las mujeres que vendrán. Ya estuvo bueno de contar historias de locas, celosas, o sometidas al poder.
Quiero imaginar cientos de historias donde las mujeres tienen el poder… y la cagan como los hombres, para hacer de ello hechos históricos y no expedientes clínicos o de ministerios públicos…
Quiero que las mujeres podamos conquistar nuestras ideas y las podamos llevar a escena y así ser materia de inspiración para muchas otras.
¡¡¡Quiero que muchas mujeres puedan hacer teatro !!!!! ¡¡¡Al mismo tiempo que son madres, cuidadoras, indígenas, cocineras o lesbianas!!!


¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que no pierdan el amor por su profesión, nunca. El trabajo siempre deja una sonrisa bajo la piel.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Enfrento la emergencia escribiendo y pensando en otras posibilidades…
¿Qué deseo? Que volvamos al teatro y escribamos obras sobre ¡¡¡¡NUESTRA REALIDAD!!!!

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Karina Gidi

48 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Empecé muy joven. Mi entrada al teatro se dio por una casualidad. Después se volvió una decisión y finalmente una declaración de amor y un compromiso.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

En este momento de mi vida me interesa explorar territorios alejados del realismo. Me pregunto cómo puedo volver a abordar la dramaturgia. Me gustaría seguir explorando una actuación que involucre más el cuerpo. Me entusiasmaría hacer un trabajo teatral que combine con la música, en formato pequeño, íntimo.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Exploro como puedo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

En este preciso momento, importa por ausente. El teatro nos convoca a reunirnos para espejearnos, y para soñar con otras posibilidades de ser y de convivir. Ahorita no podemos convocarnos, ni reunirnos a convivir.
Tenemos la esperanza de que esta pandemia pase en unos cuantos meses, así que creo que es momento de guardar, de estar en silencio y concebir. De abrazar lo que estamos viviendo, a plenitud, con toda conciencia. Ya veremos después qué hacemos con eso como materia dramática. Si insistimos en hacer vivir al teatro en estas circunstancias, me parece que desperdiciamos la oportunidad de callar. Si no nos hundimos tantito, no podemos ver el coral.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No lo sé.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo a ellas lo mismo que eso para mí. Una vida larga y sana, como personas y como artistas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Me abrazo mucho al cariño de familia y amigos. Estoy extrañando. Trato de estar en calma y de tener orden. Interno. Siento mucha preocupación por varios sectores de la población que están en situaciones muy desventajosas, y me siento con incertidumbre por las secuelas que la pandemia nos pueda dejar.
Deseo que esta ola que nos revuelca nos haga entender cosas, deseo que salgamos un poco más listos y con una perspectiva renovada. Sobre todo deseo que andemos menos a las carreras, para que cuando nos volvamos a ver nos tomemos el tiempo que haga falta.

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