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Categoría: Instantánea

Helena Hernández

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Helena Hernández

Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

 

1- Desde niña tuve una fascinación especial por las artes escénicas. Mi juego preferido era organizar la pastorela familiar de fin de año [evento que sigo organizando]. Sin dudarlo podría asegurar que llegué al mundo con el teatro bajo el brazo.
2- Después de la muerte de mi madre encontré en el estudio de las artes escénicas el abrazo que reconfortó mi alma y que me dió las razones suficientes para seguir viviendo. No exageró cuando digo: «mi vida es puro teatro».

 

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

 

1- No tengo una pregunta especial o única. Cada día me surgen más dudas pero creo que las siguientes cuestiones han sido el eje principal de mi estudio. ¿El fenómeno teatral puede ser la pieza clave en el cambio social del país? ¿El quehacer teatral es fundamental para un país qué vive al día en cuestión económica? ¿El arte teatral cambia la perspectiva de quién se involucra en su creación? ¿El creador escénico piensa en su espectador o en satisfacer su propia necesidad creativa? …

 

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

 

Crítico, audaz, divertido.

 ¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

 

Responder a esta pregunta en este momento sería complicado. Creo que la cuestión necesita una reflexión más argumentada posterior a nuestros cuarenta días sin teatro. Ahora solo podría decir que para mi vida el teatro siempre será fundamental.

 

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

 

Ufff existen varios puntos, pero me centraría en las condiciones de trabajo de quiénes hacen teatro. No se puede crear en la precariedad


¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

 

Deseo que logren construir un espacio de creación crítico que dialogue con sus espectadores para generar pensamiento. Un espacio libre de violencia en el que las mujeres se sientan seguras.

 

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

 

1- Para mí «el teatro teatra» cómo diría Dubatti. Sin embargo, la situación actual del país me ha llevado a pensar el teatro desde una perspectiva «digital». El Internet nos da infinidad de posibilidades que creo valen la pena indagar.
2- Un convivio teatral lleno de abrazos.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Antonio Rojas

47 años / Durango

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Pude ver la obra “De película…” de Julio Castillo muchas veces, pues mi mamá (Lourdes Villarreal) trabajó ahí. Quedé muy impresionado. ¡Nunca había visto un teatro así! ¡Y los actores! Más tarde participé en el montaje “Clotilde en su casa” dirigido por Luis de Tavira y decidí que eso quería. Pude estar en un par de obras más y finalmente me fui al Centro Universitario de Teatro a ver si me aceptaban…y sí.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Sigo preguntándome por la naturaleza de la actuación. Pero ahora me pregunto si existe una actuación que podamos definir como “de arte”. Una que mientras pueda crear un mundo y una expresión en sí misma, también converja en el colectivo en su correcto balance. Quiero vivir todo en el teatro. Todos los estilos, todos los experimentos.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Yo soy tú.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La paciencia. El goce de la contemplación, de la reunión, de la presencia. La desgracia hecha arte que nos enseñe como vivir mejor.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El afán de gustar. Debemos hacernos preguntas excitantes sobre el mundo y hacer un teatro que al intentar responderlas se encuentre con otras.
Debemos regresar a los procesos largos de experimentación y para eso se necesita dinero para que los que participen se concentren.
Voluntad de riesgo y por supuesto, mucho trabajo. Invadir espacios nuevos para la teatralización.
Olvidarse del éxito, concentrarse en las necesidades culturales de nuestro pueblo, sin folclores.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Libertad de creación.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Me preparo, entreno diariamente mi voz, mi cuerpo, mi sensibilidad, mi pensamiento, busco ampliar mi cultura, mis referentes.
Espero que este periodo de guardarse nos permita contemplarnos otra vez desde un escenario y que podamos descubrir a las personas que queremos llegar a ser.

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Teresa Díaz del Guante

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Teresa Díaz del Guante

33 años / Culiacán, Sinaloa

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Hace 15 años asistí a un taller de Teatro por primera vez, y aunque no encontré mi espacio de inmediato, siempre tuve la certeza de que este era el camino. Anduve de grupo en grupo en Mazatlán, hasta que me tocó ver “Martina y los hombres pájaro” de Mónica Hoth, con un joven grupo de Culiacán. De ahí que decidiera mudarme a la capital a estudiar la licenciatura y desde hace ya 10 años, el TEATRO se convirtió en mi 24/7. No estuve en la mejor escuela, ni lo cercano, pero trate de estar y ser como si fuera la mejor.

Decidí hacer TEATRO -y lo decido cada día- porque es el lugar donde mejor respiro, porque es un conjuro y si hay algo certero en él, es que es un lugar donde no se miente, podrá haber artificios, pero cuando hay verdad, todos lo sabemos.

Me parece que el TEATRO es una pequeña utopía para cada uno, donde se grita, construye, donde se ES. Pero también creo que es la mesa donde todo se tiene que exponer.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me cuestiono todo el tiempo. Cada proyecto me responde a las dudas que he tenido en ese momento. Antes decía ¿Teatro para qué?, pero era un cuestionamiento repetido, dicho por los demás. Sin embargo, mi búsqueda o exploración realmente cuestiona desde “dónde” es que debemos hacer Teatro. Desde qué herida, ya sea la propia o la que tengo que indagar, y eso es algo que me mueve.

Si no me produce rabia, si no me inquieta, no le veo sentido, no me muevo, porque creo que el Teatro es ese conjuro y conjunto de voluntades que pueden potenciar a las minorías, exponer dolores y cuando menos gritar y decir en lo que no estoy (estamos) de acuerdo.

Me alimenta saber que el Teatro me permite decir, me permite incluso, construir y reparar un poquito el mundo aunque sea en la ficción.

El Teatro es un lugar para cuestionar y cuestionarse siempre. A mí me mueve mucho cuestionar lo que pasa. Vivo en un lugar de severa violencia y para mí el Teatro además de ser el lugar desde donde cuestiono, es mi resistencia.

Creo en el poder de la escena, y anhelo que cada “verdad” resuelta me empuje a otra y otra, para no parar.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Memoria, verdad, herida   

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

TODA, el Teatro tiene toda la importancia.

Pensaba el otro día que los tiempos absurdos que vivimos dan para no pensar en metáforas, que la realidad ya era lo suficientemente irreal, surrealista, y en ese sentido buscar decir la verdad, voltear las costuras, decir lo piensas, se convierte en un acto de valentía, en un acto poderoso.

La metáfora es que no la hay porque la realidad nos rebasa y están tan normalizados todos los males que exponerlos se vuelve necesario, pertinente.

El Teatro tiene que caminar a la par de las denuncias, de las marchas, de la duda, no tiene por qué dibujar o figurar verdades, tiene que ser remanso y cuchilla.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que deberíamos de deshacernos de los malos hábitos y conductas que me parecen violentas. Es difícil ver el arte como agente de cambio cuando en sus adentros se vive la violencia. Debemos desprendernos de esos modos de operar, donde resulta más complicado el ambiente que encarar el oficio.

Alejarnos de los modelos o fórmulas que por años han estado y que si bien funcionan, no tienen que ser regla para todos, menos para el Teatro, que es un arte vivo, que tiene pulso, que camina con nosotros… si el mundo cambia y además pide a gritos la revolución, pues el Teatro también.

Pensar en un modelo o en un camino diseñado, es contradecirme. Cada proyecto camina distinto, cada creador, se va construyendo así mismo e ira buscando estrategias que vayan a favor de su discurso, de lo que siente y no de un “modelo”.

Yo creo que mientras no se pierda la esencia del Teatro, que es contar una historia, la verdad, la memoria… los modos de llegar serán lo de menos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

A la generación que sigue, sobre todo la de mi tierra, les deseo que rompan, que se alejen con el modo de operar que hay en el estado, donde es más importante sobrellevar al resto de los creadores que al Teatro mismo.

Yo deseo que sea una comunidad sin competencia, sin temor de hacer. Es que me parece inútil gritar que el Teatro cambia la vida, o propone la paz, cuando es tan duro ser joven creador, es tan duro ser mujer, es tan duro ser creativo y es ahí donde cuestiono el amor que se le profesa al Teatro. De modo que deseo que tengan amor al Teatro y no por cómo se ven al centro de un escenario.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La cuarentena alejó a mi grupo del estreno del PNTE en Sinaloa, estábamos al hilo esperando si se paraba o no. Nos hemos replanteado el trabajo, pues no se puede ni se debe parar. Nos quedamos con todo, frente al estreno, pero esto nos ha dado un respiro para cuestionarnos desde otro lugar lo que tratamos de decir con el montaje. La pausa me ha dado la posibilidad de pensar, cuestionarme como directora y cuestionar el proyecto mismo, que a veces nos vamos en la prisa del «hacer».

Es claro que el Teatro necesita del otro, del encuentro. Supongo que frenarlo todo y alejarnos, cuando estamos tan acostumbrados al conjunto, nos obligará a encontrar formas de estar con el otro pese a la distancia. Siento que nos hará darnos cuenta de que la mayoría del tiempo estamos cerca pero a prisa. La pausa nos hará pensar, creo, en si solo el hacer y hacer es suficiente.

Veo cómo han surgido estrategias en redes para no dejar de trabajar, sin duda al volver eso enriquecerá ya que el encierro, parece, nos está obligando a acercarnos al otro de diferente manera, de una manera que no queríamos hacer y seguramente nos tendremos que replantear …¿Qué es el Teatro?

Así que espero que cuando “regresemos” sea el Teatro lo que nos una para solucionar y ver por él y no sean los intereses particulares porque además el Teatro es y tiene que ser diverso.

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Natalia Sedano

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Natalia Sedano

30 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

 

Fue en el 2015, tenía 15 años, estaba estudiando Técnico en Construcción en el Politécnico porque quería ser Arquitecto, ahí entré al taller de teatro, entré participando como actriz, pero tuve un maravilloso maestro, Isaac Pérez Calzada, él fue el primero en darse cuenta de mis inquietudes como diseñadora porque me encargaba cosas escenográficas o de utilería sin que yo le manifestara algún interés en particular. En ese momento sólo tenía inquietudes y no sabía que tuviera futuro como diseñadora, pero él sí, lo intuyó y caí…
Entré siendo actriz, pero confieso que tengo pánico escénico, así que abandoné muy pronto la carrera de actriz para adentrarme al diseño.

 

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

 

El teatro como herramienta colectiva del futuro, creo que esa es la única constante, en lo demás soy muy cambiante, ahora estoy muy inquieta con la iluminación, con la instalación escénica más que con el teatro, también porque estoy enojada con cierto teatro en el que curiosamente antes participé, estamos en constante cambio y mi único anhelo es seguir cambiando y encontrando nuevas formas de ser y sentir a través del arte.
No pretendo cambiar a nadie, no creo que sea la función del teatro, me gusta crear desde la colectividad y horizontalidad, con mis amigas y establecer nuevas utopías escénicas entre nosotras, me gustan los proyectos en donde, por ejemplo, nos planteamos entre todas detener el tiempo con el espectador.

 

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

 

Crear cartografías efímeras.

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

 

Pienso que está en un momento crítico como el mundo entero: por un lado siento cierto vouyerismo y oportunismo hacia ciertos temas y teatralidades, por el otro mucha inquietud por resignificar lo establecido, no creo que haya absolutamente nada nuevo por descubrir, tampoco creo que el teatro nos vaya a ayudar a salvar al mundo, pienso que incluso está en crisis, por un lado veo a todos volviendo virtual algo que tiene su génesis en el convivio y contacto, no es desde la pandemia que esto viene funcionando así, pienso en el daño que nos han hecho las plataformas de entretenimiento, en específico, las series. 

 

Siento que nos estamos alejando de lo esencial del teatro e intentando crear una hegemonía escénica que ni yo misma entiendo y a la que ciertamente le huyo, creo que cada creador establece sus parámetros de importancia, en mi caso es ser sincera, paciente y esperar a que esto pase porque sigo creyendo en el teatro como herramienta de contacto humano.

 

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

 

Sinceramente, el patriarcado, pienso que ahí está el problema de todo.

 

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

 

Más amor propio y menos ego, que todos deconstruyan sus masculinidades.
Que la colectividad, horizontalidad, respeto e igualdad, pero sobre todo escucha y diálogo entre todas y todos continúe y no la volvamos a dejar ir nunca más.

 

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

 

Con mucha paciencia.
Deseo que esto nos haga replantearnos nuestro lugar como creadores y aceptar que no hay nada nuevo por descubrir, que nuestro arte tiene una esencia muy bonita que justo hemos olvidado: EL CONTACTO CON EL OTRO. Ojalá que el tiempo nos alcance para crear, compartir e inspirarnos el uno con el otro.

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Marisa de León

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

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53 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Comencé a los 14 o 15 años invitada por el grupo Contigo…América para actuar en una obra de teatro infantil que nunca se estrenó. Estuve con el grupo hasta los 18 años y supe que el teatro era mi mayor pasión por lo que decidí estudiar Literatura Dramática y Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Estudié 3 años, del 86 al 89 y por trabajo en el ámbito de la producción de espectáculos y la gestión cultural dejé trunca la carrera. A esto me dedico desde hace 30 años.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me interesa profundizar en la organización de festivales artísticos, investigar sobre las nuevas formas de organización de los grupos, colectivos y otras maneras alternativas para realizar proyectos escénicos.
Mi anhelo es que la figura del productor ejecutivo sea necesaria, imprescindible y no se cuestione la necesidad de contar con este integrante en el equipo, al que habrá que darle oportunidades de formación profesional a nivel licenciatura y posgrados.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Gestora y productora escénica.
He logrado sistematizar un método de trabajo que integra la teoría y la práctica en el proceso creativo y de producción de las artes escénicas.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro siempre ofrece otras miradas de la realidad y ayuda a comprender fenómenos y situaciones de la condición humana y del universo. Es un espacio de diálogo e interacción a través de la interpretación y la identificación entre personas.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los sistemas de producción, los sistemas de financiamiento, los sistemas de organización al interior de los grupos y los sistemas de difusión y comunicación de la oferta.
Contar con tabuladores que ayuden a regular o estandarizar la remuneración del trabajo de todos los implicados en el hecho teatral a nivel oficial-institucional / independiente-alternativo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que recuperen la mística teatral. Que trabajen con ética y pasión. Que cuenten con mayores apoyos y opciones formativas de calidad.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Estoy atenta a las propuestas y recomendaciones a través de las redes sociales y de las instituciones culturales, así como en los canales y/o programas culturales de la televisión y radio. Deseo que no falte nadie.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Shaday Larios

41 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

 

Me inició la conmoción de ver actuar en el escenario a un niño de mi edad, la primera vez que me llevaron al teatro. Me contagió el deseo de comprender una forma de estar, de observar y de apropiarse de la vida, que ya nunca se me salió del cuerpo. Y eso indefinible que implicaba aprender a forjarse la fuerza de una presencia y de una escucha cabal del instante, de los otrxs, con el fin de intercambiar con un grupo social algo de la potencia aparecida en el detenimiento, es lo que me mantiene aquí, en el estremecimiento del tejido.

 

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

 

En esta forma de habitar la vida, me rige un cuestionamiento latente sobre la idea de visibilidad inseparable de su dimensión situada en un presente puntual: ¿Qué es aquello a lo que decidimos construirle un marco de visibilidad en las artes vivas, por qué, para qué, para quién, desde dónde, bajo la herencia de qué saberes, convenios, formas de aprehensión y transferencia del conocimiento? ¿Cómo transita lo que me constituye como ser político en un acto contextualizado de construcción creativa, en un acto de imaginación colectiva como lo es el teatro?
Deseo encontrar maneras de tejer redes afectivas, de pensamiento a través de lo escénico, de lo performativo, que estén en un latido distinto al de las temporalidades e intereses que impone el mercado y fuera del condicionamiento que imprime en nuestra sensibilidad la inercia de la auto-explotación.

 

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

 

Materia, memoria, investigación.
Colocamos la trayectoria social de la cultura material como problema, observatorio y estímulo desde el que abrir un núcleo de experiencia escénica. Los objetos como documentos, como transgresores de silencios, acompañantes subjetivos, archivos de memorias que piden encontrar su propio lenguaje y defender su capacidad de agencia.

 

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

 

Persistir en su inherencia de devolverle la experiencia del cuerpo al cuerpo.
Recuperar la afirmación de la existencia en lo humano tangible, en la realidad vulnerable de la tez, de la voz. Defenderse como punto de fuga que nos haga sentir que el tiempo, que la vida, sí nos pertenece.

 

 

Proponer espacios para dejarnos atravesar por el sentido más digno que pueda tener la palabra ficción y con ella, reivindicar una y otra vez el juego de contrastar desde la micro experiencia algunas mentiras sociales; adentrarse ahí en esa posibilidad de ser que deserta a la saturación avasallante del mundo, etcétera.

 

 

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

 

La autocomplacencia de los modelos económico culturales de nuestras instituciones.
La falta de autocrítica, de autodiagnóstico, de estudio y comparativa con otras estructuras de distribución de los presupuestos, en la búsqueda de desjerarquizar unos modos de producción respecto a otros (y con ello la preeminencia de una formación educativa frente a otras, la creación de un tipo de público frente a otros), en la necesidad de redimensionar y comprender su compromiso con la dignidad y los derechos de lxs trabajdrxs del arte.
Falta transformar también los discursos machistas dentro y fuera de los aparatos oficiales que sustentan las artes escénicas en México: más atención a la paridad de género en proyectos apoyados, más conciencia del lugar que tienen las mujeres en el contenido de las narrativas que se deciden promover, trabajar a favor de una red de cuidados incluyente, etcétera.
Lo mismo para el plano pedagógico, en el que pienso que es urgente darle un sitio importante a la educación política, aprender a habitar el verbo “politizar” “politizar (nos)” para ser críticos con el ensimismamiento estético y con las relaciones de poder implícitas en aquello que se nos enseña.

 

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

 

Un lazo gremial vinculante, una red humana sólida que les permita crecer en términos de complejidad y respeto mutuo, más que en rivalidad, aprendiendo así de la salud del disenso.
Apropiarse de la etimología de la palabra “teatro” para voltear a verse a sí mismos como grupo social en potencia capaz de dignificar la heterogeneidad de prácticas y posturas que la habitan.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

 

Esta pausa me parece un impasse reflexivo para pensar y valorar qué entendemos por “el encuentro con los otros” dentro del teatro.
No creo que “el estar juntxs en la distancia” se resuelva con promover miles de actividades culturales en línea, metiéndonos otra vez en una rutina auto-infligida que le da un sentido de ocupación, de productividad a nuestra vida. ¿Acaso buscamos el estar juntos en el teatro para potenciar este hábito de productividad, de rentabilidad de nuestras vidas? ¿Es así?
Creo que hay una cierta calidad del acompañamiento que en el mejor de los casos proponen las artes vivas, que sin romantizarla tampoco, ha conseguido que no nos hayamos extinguido como régimen de lo sensible a pesar de todo y que va más allá de la ansiedad productiva.
Creo también que en esta catástrofe estamos juntos de por sí, más allá de la constante necesidad de contacto físico o virtual, porque hay algo de nosotros que se vulnera y aprende de las relaciones humanas en estado de excepción.
Lo que deseo que ocurra cuando todo se normalice es que no volvamos al cotidiano creativo simplemente como si hubiéramos hecho un reset, sino que no se nos olvide lo frágiles que somos, que hagamos memoria de esta dimensión subjetiva del estar juntxs en desequilibrio social y emocional, para preguntarnos por la calidad del acompañamiento, del espacio común que estamos proponiendo en nuestras propias prácticas.

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Jimena Eme Vázquez

29 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Recuerdo que como a los diez años me metí a un taller de teatro, creo que por puro instinto. Fui muy poco a ese taller. Cuando iba en la secundaria decidí que quería ser actriz y cuando iba en la prepa, decidí que quería estudiar Literatura Dramática y Teatro. No fui actriz, pero me quedé escribiendo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Trato de no repetir las puertas de entrada que construyo para llegar a las obras y de que cada motivo que me lleva a escribirlas sea único y efímero, como lo son las obras de teatro cuando las vamos a ver. Creo que siempre trato de renovar esa sorpresa de no saber exactamente cómo le voy a hacer para llegar a las treinta o cuarenta cuartillas que los actores van a engargolar meses después.
Algo que me ayuda mucho a escribir desde puntos de vista distintos, son las aliadas que tengo. Directoras, diseñadoras o actrices, no importa: mientras haya una creadora con la que quiera trabajar, habrá una nueva obra por escribir.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

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¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Si tomo eso de «momento histórico» como el aislamiento al que nos tiene confinadas el virus, creo que es evidente que la importancia es la misma de siempre: el convivio, el presente absoluto en el que existe el teatro, siempre y cuando se comparta con otros seres humanos en el mismo lugar.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que podemos aprender a dejar pasar cualquier oportunidad de habitar la superioridad moral, en el sentido que sea.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que sus maestros y maestras les traten bien.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Sergio López Vigueras

35 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Siendo niño, mi familia procuraba acercarme regularmente al teatro. Regresa siempre a mi memoria una obra que imprimió imágenes fascinantes hasta el día de hoy: «Servando o el arte de la fuga» que se presentó en el Foro Sor Juana de la UNAM. Ocasionalmente descubro reminiscencias de esas impresiones en mis juicios estéticos posteriores. Ahí se plantó la semilla de la vitalidad en el escenario, el pastiche como estrategia de dramaturgia actoral, la síntesis que un aparato de iluminación puede operar para narrar una mazmorra.
La idea de una «disciplina» teatral llegó hasta la preparatoria. Ahí participé en el taller de teatro y descubrí mi condición de malo-malísimo para actuar. Mi profesor tuvo a bien no desanimarme y proponerme que me sentara a su lado y anotara todas sus indicaciones. Descubrí entonces El Libreto de Dirección y ese encuentro revolucionó mi entendimiento del teatro como acontecimiento poético. En ese engargolado cabía una idea, un concepto, y los planos para descifrarlo, materializarlo y darle vida. Tres años fui asistente de ese maestro, que formó mi primera idea de «disciplina» teatral: disciplina era volver al texto, recordar el concepto, repetir y perfeccionar. La cumbre de este proceso llegó en el Festival de Teatro Universitario (entonces no era Internacional), en una función en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM que transitamos con más asombro que apego a cualquier «disciplina».
Con el tiempo he encontrado que lo que hay es una «indisciplina» teatral, afortunadamente. Hay poemas que no caben en un libreto. Hay tantos teatros como creadores. Más que un ecosistema, donde cada parte cumple una función determinada, el teatro es una selva fértil, cálida, húmeda y próspera, donde cada rama se retuerce y entrecruza con una raíz o una liana. Encontrarse en medio de esta selva y transitarla es la contemplación de un misterio, acaso un ejercicio de disciplina espiritual.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

«¿Acaso en verdad se vive en la tierra?», se preguntaba Clarissa Malheiros como Nezahualcóyotl, en la obra del mismo nombre. La pregunta del tlatoani arquitecto es a un tiempo poética y filosófica. Preguntas de esta doble índole son las que me interesa plantear sobre un escenario.
Investigar el ser, la identidad, el origen, la causa, la potencia, la esencia, y comprender que las preguntas de esta investigación no son metafísicas ni abstractas, sino sublime y patéticamente humanas, hechas siempre de sangre, pelo y piel.

En aquella función que mencioné en la respuesta anterior, en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, representábamos Bodas de Sangre. Acabé por actuar un pequeño papel, uno de los leñadores que van tras la novia y Leonardo después de su huida. Estando sobre el escenario, haciendo como que corría al lado de dos compañeros y haciendo como que buscaba a otros dos que yo sabía que estaban entre piernas, intuí que una magia secreta nos unía a todos, un hilo de miel eléctrica que nos recorría y si éramos suficientemente sensibles, podíamos notar su vibración y hacerlo resonar. Sigo buscando en cada función, en cada obra en la que participo, abrir mi percepción a esta sutileza.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Tres palabras cotidianas: Aprender, trabajar, gozar.
Abro un paréntesis sobre lo singular y lo distinto. Crecí en un tiempo (y en una familia) donde la idea era ser todos iguales. Noto que ahora interesa mucho lo distinto. No deja de causarme suspicacia.
No seré yo quien evalúe «lo distinto» o «lo singular» en mí o en mi práctica artística. Me parece un ejercicio propio de la crítica.
Puedo decir que me rijo por algunos principios viejos: «Conócete a ti mismo», «No robarás», «Solo sé que no sé nada» y tal vez un par más. Pero lo cierto es que cada día me reconozco menos, cada día robo más (sobre todo artísticamente). Tal vez la única verdad sigue siendo que no sé nada. La práctica es, ante todo, incertidumbre.
Existe una energía creativa. Revienta átomos, ilumina plantas, las hace crecer. Me considero un canal de esa energía, un conductor que la transmite a los espectadores con los recursos que tengo a la mano. Poco más. Lo demás son accidentes, coyunturas, cruces de caminos.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

No estoy seguro de entender este momento histórico, pero en todo caso el papel del teatro siempre ha sido el mismo.
El teatro no es protagonista de la historia, es su mirada lateral. Como Feste, el bufón de «Noche de reyes», escupe verdades disfrazadas de burla y carcajada, a cambio de unas monedas. Si el bufón de Lear tuviera algún poder político o militar, su lucidez habría logrado pronto parar la espiral de estupidez de la historia, pero lo cierto es que no tiene ninguna injerencia. Y eso lo libera. Eso le da voz.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Considero que el problema es más grande y viene del modelo cultural entero. Papá Gobierno de México no sabe qué es la cultura ni con qué se come ni para qué la quiere. No entiende si es educación, recreación, esparcimiento, lujo, formación cívica, tejido social o qué.
Administración tras administración se heredan instituciones sin definir su sentido. Los mejores momentos de la política cultural mexicana se deben a esfuerzos y visiones individuales que han sabido sortear mares burocráticos de apatía o francas embestidas aniquiladoras.

Imaginar, detonar y articular han sido logros de la necedad de creadores y contados funcionarios sensibles (muchas veces ellos mismos, creadores), más que de una visión de Estado con capacidad y profesionalismo.
La tendencia actual, que ve al artista como un «prestador de servicios» o «beneficiario» y a las compañías como «empresas culturales», es perversa. El sueño húmedo de un contador vengándose desde su escritorio. Es profundamente destructiva a la creatividad, a los procesos artísticos, a los tiempos de maduración de las ideas, a la diversidad de lenguajes. He visto a las empresas socialmente más responsables negarse a financiar, a través del modelo en turno, obras por causa de su temática o elenco. El espeluznante panorama que se avecina es el de la estandarización.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que se equivoquen mucho.
Que hagan obras muy malas, largas y aburridas, pero de las que estén convencidos.
Que no le crean a nadie que les diga qué es «lo correcto», «lo efectivo» o «lo que sí funciona».
Que no le teman al «fracaso», menos aún al de la taquilla, menos aún al de los «likes».
Que experimenten.
Que recuerden que Rulfo solo publicó dos libros y Kafka apenas unos cuentos mientras vivió. El arte es proceso, no resultados.
Que tengan el tiempo, el espacio y los recursos para experimentar.
Que se den cuenta de que ya los tienen.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Para tener un encuentro con el otro, primero tengo que tener un encuentro conmigo mismo. Más allá de que la situación actual brinde el pretexto para este auto-reconocimiento, esta condición debería ser anterior a cualquier práctica.
Me preocupa la precariedad con que nuestro gremio enfrentará esta crisis.
Deseo que cuando volvamos a estar juntos, las instituciones hayan imaginado estrategias para que la dignidad laboral se verifique efectivamente como un derecho universal, pero supongo que como siempre, serán más bien los creadores mismos quienes generen estrategias de supervivencia.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

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45 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Me interesaba el arte en general, el teatro fue la disciplina que durante algún tiempo me atrajo con mayor fuerza.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Considero que todo está por hacerse, por descubrirse, como una premonición, me interesa todo del mundo, o casi todo, y ese descubrimiento me parece más potente a través de las artes escénicas.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Imaginación, disciplina y goce.

 

 

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La misma de siempre: ser el reflejo de las prácticas humanas, una de las pocas posibilidades que tenemos para hacernos conscientes del tiempo en que vivimos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El hermetismo, la idea de sacrificio y la veneración de los cánones.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que se no se conformen con las formas bellas y efectivas del oficio teatral, que busquen en la creación algo que en verdad les «mantenga el corazón en su lugar» y que sean conscientes que el teatro no lo es todo en la vida, hay un sinfín de opciones creativas para estar en el mundo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Esta emergencia que vivimos ha sido enunciada desde hace mucho tiempo por el arte, la literatura, la pintura y el teatro que han vislumbrado siempre esa posibilidad de aniquilamiento, esa es su potencia.
El desafío que enfrentamos actualmente requerirá de toda nuestra capacidad para generar nuevas formas de relación; con el planeta y con el vecino que tenemos al lado. Ahí estarán las artes vivas para mostrar esa otra posibilidad de estar juntos.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

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29 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

De niña y adolescente no encontraba muchos espacios donde pudiera encontrarme con mis compañeros de clase y los talleres de teatro eran un punto de encuentro en el que se establecían lógicas colectivas que me gustaban y que sentía que entendía mejor que los juegos que jugaban en la escuela.
Siempre tuve un acercamiento muy íntimo con la literatura y me gustaba que en esos talleres se construían historias que podía habitar desde el cuerpo y transformar el mundo. También me gustaba mucho el rompimiento en el tiempo y el espacio cotidiano que se generaba. Y especialmente, cómo ciertas convenciones eran tan poderosas que lograban modificar mi manera de sentir, de pensar y de mirar.
Decidí que quería dedicarme al teatro cuando estaba en el último año de secundaria, nunca me lo cuestioné, y creo que las razones por las cuáles lo decidí y sigo dedicándome a crear proyectos escénicos son casi las mismas que cuando era niña: me gusta que a través del teatro es posible encontrarnos en espacios de escucha y empatía para crear universos o dispositivos que construyen nuevos mundos posibles; a través del teatro podemos transformar y transformarnos.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Es suficiente nombrar un acontecimiento como teatro para que lo sea? Mi línea de investigación está en un cruce entre el teatro y el performance. Me interesa pensar el teatro como un concepto que podemos empezar a dinamitar desde dentro, nombrar prácticas artísticas como teatro no porque ocurran en un edificio teatral si no por decisión conceptual y establecer un juego de recepción con los espectadores desde las preguntas: ¿por qué esto que estoy viviendo es teatro? ¿por qué es ficción? ¿son estas personas actrices y actores?
Otro de los cuestionamientos que me alimentan es explorar en la construcción de proyectos escénicos feministas, no sólo desde la temática, si no desde el cómo se encaran los procesos y las relaciones entre creativos y creativas.
Anhelo poder actuar más de lo que actúo. Siento que, a pesar de mis esfuerzos a lo largo de mi carrera, siguen existiendo muchos prejuicios e ideas que buscan presionarme hacia decidir si quiero actuar, dirigir, dirigir teatro de texto, seguir haciendo proyectos performáticos, escribir teoría, escribir teatro, dirigir una escuela de cine. Anhelo vivir un mundo con menos miedo a contaminarnos entre roles y disciplinas.
Anhelo vivir un contexto de equidad de género en los teatros y las instituciones culturales. Anhelo seguir viendo el trabajo de mujeres creadoras que admiro y colaborar con ellas.
Anhelo que los habitantes de las ciudades de México asistan al teatro porque se sienten partícipes de un acontecimiento que nos permite mirarnos, conversar y encontrarnos.

 

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Feminismo, encuentro, documental.
Me interesa habitar el teatro desde el feminismo y la interdisciplina; no busco la singularidad ni la distinción, si no la colectividad. Habitar el teatro desde la escucha y la atención, desde la libertad creativa, pero siempre con el fin de construir encuentros extraordinarios entre personas. Me gusta habitar el teatro como mujer y ciudadana por encima de la idea del artista, y hacer teatro para mujeres y ciudadanas como yo. 

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Creo que su importancia radica en lo que para mí es su esencia: construir espacios de encuentro. Y el encuentro entre desconocidos y desconocidas a través de un acontecimiento performático o ficcional no tiene que ocurrir necesariamente en un edificio teatral. Tampoco creo que tenga que ocurrir entre cuerpos habitando un mismo espacio físico.
El teatro es importante porque construye ficciones, realidades, propone formas de mirar y pensar el mundo en el que vivimos. Es importante en la medida en la que los proyectos se centren en los espectadores y espectadoras como constructoras fundamentales de las piezas escénicas. Y por lo tanto, el teatro debe establecer un diálogo con las espectadoras y espectadores. Completarse con su presencia, sus ideas y su mirada.
Nos construimos a través de las representaciones que conocemos a lo largo de nuestras vidas, y el teatro es el espacio de la representación. Es importante porque tiene la posibilidad de representar el mundo desde nuevas ópticas, de representar a la mujer desde una perspectiva feminista, representar cuerpos que no han sido representados, representar historias que hasta ahora han sido silenciadas.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El machismo y la violencia de género. Los procesos de denuncia a los que se enfrentan las víctimas de violencia de género en la comunidad teatral y las escuelas de formación escénica. El derecho de piso, que dicta que para habitar ciertos espacios hay que haber recorrido un camino que determinan unos cuantos. Las leyes que no protegen a los espacios escénicos independientes para que puedan sobrevivir. El abuso de poder en la pedagogía actoral. El abuso de poder en los procesos de creación. El adoctrinamiento de los cuerpos que ejercen las escuelas de actuación. El miedo a la contaminación. Los proyectos que se hacen por acceder a espacios de poder en lugar de hacerse desde la necesidad de contar algo, compartir algo, debatir en torno a algo. La idea jerárquica de que hay roles que son más importantes que otros. El machismo y la violencia de género.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo que se sientan poderosas, libres, fuertes. Que no pidan permiso. Que encuentren en el teatro espacios de contención, de empatía, espacios de afecto y de goce. Que las políticas culturales se adapten a sus necesidades artísticas y no a la inversa. Que puedan vivir del teatro. Que se sepan hermosas. Que amen y sean intensamente amadas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Creo que hay muchas maneras de encontrarnos desde la virtualidad de los cuerpos. También creo que el teatro tiene una tradición tan sólida, que es posible construir proyectos teatrales que ocurran a través de otros medios y tecnologías.
Me parece que la situación del encierro y la distancia es una oportunidad para reflexionar en torno a lo que cada una de nosotras y nosotros piensa que es la esencia del teatro. Para algunos compartir obras grabadas es una manera de rescatar esa esencia. Yo difiero.
Deseo que esta oportunidad de construir propuestas escénicas desde otros lenguajes se mantenga cuando podamos reunirnos cuerpo a cuerpo. Podemos estar juntos a la distancia y el teatro puede moverse de su lugar tradicional.

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