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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Emma Dib

55 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Siempre quise ser actriz. De niña había participado en obras de teatro escolar y mi madre me llevó al teatro. El impacto de esas experiencias fue contundente para mí. Pero no fue sino después de dos años de haber terminado la carrera de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, que tomé la decisión.

Considero que llegué justo cuando estaba preparada. Tenía que vivir tres acontecimientos fundamentales en mi vida: Primero, estudiar pedagogía con grandes maestros -mujeres sobre todo- transitando este camino en un equipo de trabajo muy interesante. Segundo, y al mismo tiempo, ser Consejera Técnica Alumna de la Facultad y formar parte activa en el Movimiento Estudiantil del 86, dentro del CEU, Consejo Estudiantil Universitario. Y el Tercero, que catapultó mi decisión, fue trabajar dos años en Educación Tecnológica y Educación para los adultos, eran interesantes, pero no estaba en mi sitio. Estas tres experiencias me permitieron aproximarme a mí misma, a los otros y a un propósito de vida de un modo que no había conocido, intenso, profundo, solidario y comprometido, excepcional. Entonces, me di a la tarea de ver dónde podía estudiar.

«Pero ¿qué estoy buscando? -me dije- tengo que ser una actriz universitaria, si no es en la Facultad -tenía que tomar distancia-, será en el Centro Universitario de Teatro». Recuerdo en mi primera entrevista, cuando Julieta Egurrola me preguntó ¿por qué actuación?, le contesté «no puedo dejar pasar más tiempo». A pesar de que ese proceso fue de un alto nivel de exigencia en todos sentidos, me sentía muy bien. Entonces, recuerdo haberle dicho a mi madre, «estoy en el camino, pero si no es aquí será en otro lado» y cuando me aceptaron le dije «estoy en el camino y estoy en el lugar». Desde entonces el Teatro es mi trinchera y la actuación mi compromiso vital.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Estoy siendo consecuente con lo que siento, quiero y pienso? ¿Estos tres aspectos están en armonía o no? ¿Qué tengo que hacer para encontrar un equilibrio?

Creo que mi anhelo fundamental es aspirar a un crecimiento y un aprendizaje continuos, constantes y consistentes en el Teatro, en lo ontológico, mi ser actriz, en lo axiológico, mi ethos profesional y en lo poético, en mis procesos creativos.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Actuación, pedagogía e investigación, tanto del proceso escénico como del proceso pedagógico.

En mi devenir, he tenido la fortuna de aprehender al lado de grandes maestros y grandes compañeros, tanto en la Pedagogía como en el Teatro, porque a pesar de que cuando inicié en el segundo, en un proceso de autoafirmación medio ingrata e ignorante, quise olvidar y dejar por completo a la primera, pero fueron precisamente dos grandes maestros de teatro quienes me lo impidieron: Esther Seligson y José Ramón Enríquez. Entonces, considero que si en algo es particular mi manera de habitar el teatro es el cruce de ambos caminos. Además de que provengo de una familia muy numerosa y eso me ha hecho entender, vivir y valorar desde siempre, a veces a trompicones, la importancia del colectivo. Por esto último es que, a pesar de que he cometido varios errores en mi vida, creo que soy una persona que tiende a mediar y a cooperar más que distanciar y competir, sin que por ello haya dejado de plantear mi posición.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El Teatro es una de las manifestaciones artísticas más complejas del ser humano. Es un arte que congrega, concilia y confronta. Es un espejo de la naturaleza humana en toda su dimensión, desde la parte más luminosa hasta las zonas más oscuras.

Tiene el poder de develar y revelar hasta los rincones más intrínsecos del ser, no por nada ha sido referente de la Filosofía, la Literatura, la Sociología y la Psicología. Es la unión de los contrarios, es -como dijera Ludwik Margules- una militancia, yo diría vital, poética, estética y discursiva. Es pasión y es vida.

Es y ha sido siempre imprescindible porque es liberador y propicia la consciencia de lo que somos y de lo que somos capaces de pensar, sentir y hacer. En momentos como éste, tan abrumadoramente difíciles, su ausencia de los escenarios ha evidenciado la necesidad invaluable de su presencia, porque en su cualidad efímera, es un presente que deja huellas indelebles.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No sé bien a bien qué significa «nuestro modelo teatral». Yo creo que no existe una forma sino varias de aproximarse a y hacer teatro y esto es muy sano, porque abre la posibilidad del diálogo.

Por otro lado, me parece que el Teatro está siempre en constante cambio y nosotros tenemos que estar a la altura de las circunstancias, si no es así, no es él, sino nosotros quienes nos estamos anquilosando.

Estos tiempos nos están enseñando, desde mi punto de vista, que es fundamental que no pierda su esencia viva del presente in situ, pero que puede dialogar, sin que esto se vuelva una condición, con los nuevos lenguajes que ofrece la virtualidad, como en otro tiempo ha ocurrido de maneras muy afortunadas con el cine.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que desplieguen todo su potencial con determinación, pero con humildad, respeto y agradecimiento tanto al Teatro como a todos aquellos que les han antecedido, porque si bien pueden tener -y es deseable- posiciones distintas, innovadoras y hasta opositoras, pueden andar y generar nuevos caminos gracias a todo lo que se ha sembrado con anterioridad.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Digamos que estoy tratando de prepararme para el reencuentro vivo e inexorable del acontecer vital del teatro. Extraño mucho las presencias, la experiencia cuerpo a cuerpo con el otro, pero trato de valorar estos momentos en su carácter excepcional e intento acompañar y sentirme acompañada por mis familiares, amigos y colegas, ya sean docentes, estudiantes y compañeros de montaje en esta dura batalla contra el virus. Estoy segura que algo tenemos que aprehender y escuchar de la Naturaleza, del otro, de lo Otro, del Teatro y de nosotros mismos.

Cuando volvamos a estar juntos espero que hayamos aprehendido lo que a cada quien nos toca y hayamos pasado por una «metamorfosis» que nos haga mejores seres humanos y mejores personas de Teatro.

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