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Categoría: Instantánea

Ana Graham

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Ana Graham

54 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Me inicié como actriz en el cine. A los tres años participé en el largometraje “La muñeca perversa” bajo la dirección de Rafael Baledón, continué trabajando en cine, en algunas obras de teatro infantil y posteriormente en televisión, en donde conocí y trabajé con Julio Castillo en una serie titulada “Cuidado con los niños”; esto es relevante porque en aquel tiempo Julio Castillo estaba también dirigiendo “El pájaro azul”, una obra para niños pero con un montaje enloquecido y maravilloso, yo nunca había visto algo así, recuerdo haber pensado que ese era el tipo de teatro que yo quería hacer.
Mi carrera de niña actriz terminó cuando cumplí diez años y mis padres me enviaron a estudiar a un internado en Inglaterra, en donde -entre otras materias- estaba la de teatro. Cuando regresé a México decidí estudiar mercadotecnia, pero en cuanto conseguí mi primer trabajo supe que eso no era lo que me hacía feliz. Localicé a Julio Castillo, quien me invitó a tomar un curso de perfeccionamiento actoral con él en el Núcleo de Estudios Teatrales.
Yo no sabía nada, no tenía un entrenamiento formal y en el grupo había actores increíbles como Alejandro Reyes y Daniel Giménez Cacho, quienes realmente estaban perfeccionando su técnica actoral. La intensidad del trabajo me asustó, después de la tercera clase le dije a Julio que creía que eso no era para mí, pero él opinó lo contrario, me dijo que solo tenía miedo y que no hay que tomar decisiones por miedo, que él creía en mí y que me tocaba pasar a hacer mi ejercicio al día siguiente. Por supuesto que Julio tenía razón, una vez superado el miedo tuve la absoluta certeza de que mi lugar en el mundo era el teatro. Tristemente ese fue el último curso que Julio Castillo dio antes de abandonar este mundo. Yo me inscribí a la carrera de teatro en el Núcleo de Estudios Teatrales.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Cada vez que me enfrento a un nuevo proceso como actriz me pregunto si seré capaz de crear un personaje. Como directora me pregunto si seré capaz de imaginar el montaje.
En general me pregunto si seré capaz de inyectar vida a una historia que logre por unos minutos tocar la vida de algún espectador de la misma manera que algunas obras y algunas actuaciones han tocado mi vida.
A nivel intelectual sé que tengo las herramientas y la experiencia de los procesos anteriores para hacerlo, pero mi sensación al enfrentarme al texto es siempre la misma. El reto de transformar palabras en algo vivo es enorme y el resultado incierto pero la posibilidad de lograrlo me apasiona.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Una sola palabra: Pasión.
No pienso que mi forma de habitar el teatro sea singular, creo que todos los que realmente habitamos el teatro lo hacemos de la misma manera: desayunamos, comemos y cenamos teatro. Hacemos teatro, vemos teatro, hablamos de teatro (debe ser insoportable para los demás). No es que nuestra vida sea solo el teatro, pero la única manera de habitarlo es pasando la mayor parte de nuestras vidas en él; en tiempos buenos vivir del teatro y en tiempos malos invertir nuestro trabajo, nuestro dinero y nuestra energía para mantenerlo vivo.
Supongo que hay por ahí unos cuantos turistas que disfrutan de su belleza, de sus atracciones turísticas, que lo visitan cuando el clima es templado pero se alejan cuando ven venir la tormenta, esos son los que no echan raíces y no conocen esos lugares secretos, porque esos lugares secretos están reservados para los que lo habitamos todos los días.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Considero que debido a las características específicas de este momento histórico que tiene bajo amenaza de muerte a la humanidad, el teatro, como arte vivo y colectivo, se encuentra incapacitado para cumplir su función. Podemos distraer la mente un rato transmitiendo obras grabadas, incluso transmitir en tiempo real creaciones escénicas que no impliquen mayor producción, pero no podemos percibir la energía colectiva del público o atestiguar su emoción al final de la función.
La importancia del teatro vendrá después cuando volvamos a estar juntos. Cuando este momento histórico haya pasado, el teatro abrirá nuevamente sus puertas para celebrar la vida, mitigar el dolor, aumentar la moral, inspirar y cuestionar el intelecto; para contar historias que nos recuerden quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes queremos ser.
Mientras tanto dejemos que los dramaturgos trabajen en soledad y que otras artes, como el cine y la música, alimenten el espíritu de la sociedad. Dejemos los aplausos y los bravos para los doctores, las enfermeras, los que limpian los hospitales, los que mantienen la cadena alimenticia y todos los trabajadores esenciales que arriesgan sus vidas para que la humanidad sobreviva.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Nuestro modelo teatral institucional -que supongo que es del que estamos hablando- no es en sí mismo un mal modelo, por el contrario, considero que es un modelo estupendo: los apoyos y espacios institucionales son fundamentales para la exploración y el desarrollo del lenguaje teatral, son los apoyos que nos permiten y los espacios en donde podemos tomar riesgos, probar nuevas tecnologías, hablar de lo que queremos, de la forma en que queremos y colaborar con quién queremos, (a diferencia de las otras formas de financiamiento que hoy día tenemos a nuestro alcance como EFITEATRO y la inversión privada, que de una forma u otra comprometen el discurso estético, pues tenemos que hacer concesiones para obtener esos apoyos. He de decir que no estoy en contra de EFITEATRO, es una forma de financiamiento importante, pero hay cierto tipo de proyectos que nunca tendrán acceso).

El problema es que ese maravilloso modelo teatral envejeció, se lleno de vicios y de enfermedades y que a pesar de todas las mesas de discusión tituladas «¿Qué le duele al teatro mexicano?» en donde se menciona hasta el cansancio que el presupuesto es insuficiente, que los espacios son pocos, que están sobreexplotados, que las temporadas son demasiado cortas, que los tabuladores están bajos, que no se desarrollan públicos, que los sindicatos no cooperan, etc., etc. No hemos logrado rehabilitarlo y estamos divididos y paralizados, atestiguando su lenta muerte y cuando finalmente desaparezca lo vamos a extrañar.
Sabemos qué es lo que tenemos que hacer, tenemos que defenderlo y rescatarlo; lo único que nos falta es ponernos de acuerdo en cómo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que sean felices haciendo teatro. Que puedan vivir de hacer teatro. Que disfruten cada función en vez de estar preocupados por un trabajo futuro que no saben si tendrán o por el otro trabajo que tuvieron que rechazar.
Que no les tome muchos años darse cuenta que el teatro puede ser parte fundamental de su vida pero que hay muchas cosas más importantes que el teatro en la vida. Que aprovechen cada proyecto para aprender pero sobre todo para hacer buenos amigos, porque el teatro es un muy buen lugar para hacer buenos amigos.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La enfrento tratando de darle su justa dimensión tanto a la emergencia como al teatro. Estoy encerrada en casa para evitar el contagio, viviendo un día a la vez, ocupándome de lo que está bajo mi control y aceptando que hay cosas que no puedo controlar. Trato de distraerme pero no demasiado para no desconectarme de la realidad. Trato de aprovechar el tiempo para resolver pendientes, inventar nuevos proyectos y explorar maneras de generarlos pero acepto que me es difícil enfocarme. Me asomo por la ventana, me paro junto a la ventana para que me dé el sol, hago un poco de ejercicio, me mantengo en contacto con mi familia y amigos. Trato de compartir mis sentimientos y de ser empática con los sentimientos de los demás.
Cuando volvamos a estar juntos deseo abrazar a mis seres queridos, estrenar la obra de teatro que se quedó en pausa, generar trabajos pagados para los colaboradores de Por Piedad Teatro, deseo que el público llene los teatros.

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Stefanie Weiss

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Stefanie Weiss

45 años / Mexicana

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Fue sin duda muy importante el lugar que el teatro ocupaba en las distintas escuelas en la que estuve. Ensayar la obra de teatro en los recreos de la primaria, que mis maestros del taller de teatro fueran actores apasionados y el refugio que supuso en los años de la adolescencia.
Yo no me pensaba en el teatro profesionalmente, fue a través de un diplomado de extensión educativa que promovió Héctor Bonilla en la UAM-Xochimilco, mi servicio social en una casa de protección social para indigentes y las lecturas de los seminarios de la licenciatura en psicología social los que detonaron la experiencia irreversible de ver al ajedrecista de pie, debajo de una lluvia de plumas azules.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me interesa indagar si en la pedagogía de la actuación se vive una tensión entre las nuevas condiciones socio-técnicas que cambian las relaciones, los relatos y las formas de presencia en el espacio y las tradiciones de la formación teatral.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No creo que mi manera de habitar el teatro sea singular, pero disfruto particularmente actuar, hacer escuela e investigar.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Que nos permite experimentar y recuperar ciertas capacidades sustanciales que como seres humanos se van desplazando o perdiendo, por ejemplo: el trato cara a cara, la posibilidad de imaginar por fuera de los formatos provistos por los medios dominantes, el contacto con el propio cuerpo y el cuerpo de los otros.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El modo de mirarnos, escucharnos y aprender unos de otros.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

La emoción de la creación teatral y artística, la ilusión del trabajo colectivo y las ganas e impulso de seguirse compartiendo con las generaciones por venir.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Que nos encuentre fuertes, unidos y con la capacidad de sabernos solidarios los unos con los otros.

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Ricardo Ruiz Lezama

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Ricardo Ruiz Lezama

32 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Me inicié en un taller en el bachillerato. El primer día, al entrar al salón, estaban jugando y me incluyeron de inmediato. En ese tiempo, como suele suceder cuando uno es menor de edad, yo me sentía una persona muy grande y madura. Me sorprendió y maravilló el hecho de que un grupo de gente «grande y madura»» estuviéramos jugando. Volví a la siguiente sesión y a la siguiente y a la siguiente… cuando me di cuenta ya estábamos haciendo una obra. Nos presentamos en el Festival de Teatro Universitario. No ganamos, sólo nos presentamos un día, pero esa experiencia me marcó hondo; antes de la función me imaginé que sería extraordinario dedicarme a jugar toda la vida. En esas sigo.
Por ahí he de tener aún mi constancia de participación de aquel festival. Tiene mi nombre mal escrito: Ricardo Ruiz Ledesma. Me sigo preguntando quién es ese, pero al final, en el teatro tenemos esa facultad de ser y no ser nosotros mismos. Esa constancia es un recordatorio de la voluntad transformista y de contacto con la alteridad que nos impulsan al teatro. Y sobre todo de una época muy alegre de mi vida. Quizá sigo en esto para volver a contactarme constantemente con esa primera dicha de jugar a hacer teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las preguntas que me orientan son: ¿Cómo producir una experiencia realmente significativa con mi teatro? ¿Cómo acercarme más a las y los artistas que generan acontecimientos sobrecogedores y cómo alejarme más de la gente que hace teatro muerto?
Más que preguntas, me alimenta -espero se me perdone el juego de palabras- un hambre de infinito, un ansía de inefable. Porque el teatro, para mí, es aquello que no se puede decir. ¿Cómo tocar el misterio?
Mi anhelo es seguir indagando en mi propio camino sin sucumbir a las exigencias de un sistema que ha concentrado sus esfuerzos en la producción serializada de obras, alejándose de la creación genuina. Deseo nunca dejar de buscar.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Reflexiva, intuitiva y lúdica.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro no es un experiencia masiva. Quizá ahí radica su importancia: en el encuentro de unas cuantas personas que necesitan estar juntas para que ese acto tenga sentido.
El teatro ahora está, quizá, para recordarnos la importancia de lo pequeño, de lo particular y de la potencia que puede surgir cuando un grupo de personas, por reducido que sea, entran en un contacto franco y contundente las unas con las otras, creyendo en algo que es imposible.
El teatro nos vuelve a conectar con nuestra capacidad de creer en las y los otros. Y tal vez esa sea su importancia. En un mundo de mentiras, volver a creer, aunque sea en una ilusión.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Muchas cosas. El nepotismo, el acoso sexual por parte de directores y docentes y la falta de justicia ante esto, el abuso de poder, el silencio ante las injusticias dentro del gremio, el racismo, el clasismo, la gordofobia, la repartición de lugares -¿por qué siempre los mismos?-, la repartición de los recursos -¿por qué mucho para tan pocos?-.
El maltrato como eje «pedagógico». La meritocracia. El oportunismo discursivo. La centralización. La corrupción. Los derechos laborales, deberían haber más garantías para las y los trabajadores del teatro. La seguridad social, debería haber protección en materia de salud para los artistas teatrales.
Y por último, el teatro en México se dice revolucionario pero poco ha hecho para cambiar el sistema de injusticias y favoritismos sobre los cuales está sustentado. Hay que revolucionar todo el funcionamiento del modelo teatral mexicano.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que encuentren su goce creativo independientemente del sistema de validación que existe. Que generen nuevas maneras de entender el quehacer teatral y que hagan algo tan contundente que deje aún más en evidencia la mediocridad de todos los artistas teatrales mexicanos que les anteceden, y que en la mayoría de los casos solo están ahí por sus relaciones públicas, no porque realmente su arte tenga algo valioso que aportar, ni al espectador, ni a la escena contemporánea, ni al pensamiento ni a nada.
Que aprendan a desconfiar de sus maestros y que aprendan a poner límites, tanto con éstos como con los directores, en materia de maltrato verbal, psicológico y de acosos y abusos sexuales. Que entiendan y practiquen que el arte nunca está arriba de la dignidad humana.
Que revolucionen la escena nacional y den de que hablar, no solo por su capacidad artística sino también por su calidad humana. Que dejen de justificar la violencia en el gremio y descubran nuevas formas de relacionarse. Que no plagien. Que dejen de normalizar las conductas antiéticas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Estos días me han hecho pensar que sin encuentro no hay teatro. Es aparentemente una obviedad, pero nunca lo había vivido tan contundentemente, ahora está prohibido encontrarse, ahora se entiende más esa necesidad e importancia del contacto humano. Pero a la vez el mundo, más o menos sigue. O sea que no hemos hecho del teatro algo indispensable. Tal vez esa sea parte de su esencia, como decía Ionesco. Pero tal vez no.
Deseo que cuando volvamos a estar juntas y juntos, hagamos que valga la pena y que el encuentro logre ser significativo. Y si no, hay que buscar crear un teatro necesario.

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Camila Villegas

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Camila Villegas

45 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

A partir de un taller con Hugo Argüelles en la Sociedad General de Escritores de México decidí escribir textos dramáticos. Ya antes escribía narrativa, principalmente cuento. Mi pasión siempre fue escribir pero el teatro me regaló algo que no tiene la novela ni el cuento ni la poesía y es la posibilidad de que un texto forme parte de un proceso colectivo en donde lo comunitario es primordial.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

En estos tiempos, se hace casi ensordecedora la pregunta en torno a la pertinencia del teatro. Más allá de preguntas en torno a lo formal (estructuras, lenguajes, procesos) – que tienen que ver con un CÓMO- dentro de la dramaturgia y el teatro en general, me importan más la pregunta PARA QUÉ, en un contexto más amplio.
Yo sé por qué escribo, me apasiona y no me imagino haciendo otras cosa pero no quiero hablar para mí y por mí, siempre me cuestiono qué rol juega en mi comunidad lo que hago.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

En tus zapatos.
Cuando hago teatro, aunque se que es una imposibilidad, siempre ensayo ponerme en los zapatos del otro, de los otros. De quienes hablo y a quienes me dirijo. Es un juego de desdoblamientos.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Muchas razones. En primer lugar, el teatro sin la comunidad no es posible. Esto para mí es lo más importante en el teatro: yo sin tí y tú sin mí no es posible, a diferencia de otras experiencias como el cine, la televisión, las redes sociales. Tenemos que estar PRESENTES todos para que suceda.
En segundo lugar, el teatro puede permitirnos no sólo ver realidades que de otra manera no conoceríamos sino que lo hace de una manera singular, aún alejada del discurso y formato de los medios a los que estamos cada día más acostumbrados.
También, el teatro nos obliga a participar como espectadores, el buen teatro involucra al espectador, lo hace parte del proceso.
En resumen: su aspecto comunitario, su presencialidad, su manera de contarnos, su punto de vista. Esto hace importante al teatro.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Me parece que deberíamos ser capaces de imaginar, admitir y registrar una experiencia del teatro que es mucho más amplia que la que se da a nivel institucional, en los recintos tradicionales. Por otra parte, creo que debería desacralizarse un poco este concepto que tienen muchos teatreros de sí mismos y de su importancia en un país como el nuestro.
Creo que debería de existir más presencia femenina y de otros géneros en la escena teatral nacional. Creo que debemos escuchar más voces. Creo que debe haber apoyos institucionales más claros y organizados (obviamente un mayor presupuesto destinado a la cultura). Y creo que se debe dar mayor importancia al teatro infantil, por múltiples razones.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que encuentren además de su voz, la respuesta al PARA QUE y que sus procesos sirvan para formar comunidad.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Me gustaría ver en el teatro una reflexión profunda en torno a lo que está sucediendo, que el cambio se dé no solo a nivel de que lo que se pueda ver en puestas en escena (que sin duda resultará interesante) pero que sobre todo sea palpable en la manera en que establecemos las relaciones unos con otros. En los procesos.

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David Gaitán

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

David Gaitán

35 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mientras estudiaba la licenciatura en psicología me apunté a cursos de actuación que fueran un poco más serios que los talleres que durante la preparatoria había tomado; estaba dispuesto a convertirlo en una actividad paralela -un hobby muy serio- al que dedicaría buena parte de mi tiempo libre. Estando ahí, pasaron dos cosas: por un lado, me di cuenta que lo que tenía que ver con el teatro iba ocupando cada vez más espacio en mi cabeza y que «mi tiempo libre» no bastaba. Junto a eso, logré quitarle la etiqueta de «exotismo inviable» a la actuación como camino profesional y estilo de vida. Una vez que tuve eso claro, me di de baja en psicología y empezó el camino de ingresar a una escuela formal de actuación. Hice mi carrera, felizmente, en la Escuela Nacional de Arte Teatral.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las preguntas que alimentan mi práctica van en dos sentidos:
Por un lado, al interior de los equipos con quienes tengo oportunidad de colaborar. Ahí las preguntas van en torno a ¿cómo favorecer que el dedicarse a esto sea un giro hacia la libertad? ¿Cómo crear, en el mundo íntimo y acotado que la realización de una puesta en escena implica, un universo de colaboración utópica? ¿Cómo garantizar que todas las personas que trabajan para un objetivo común se sientan escuchadas? ¿Qué espacios de conversación y acción hay que crear para que todxs tengan la certeza (y asuman la responsabilidad que conlleva) de que sus ideas son determinantes en el resultado final? ¿Cómo asegurarse que todas las personas del equipo se sientan representadas por el discurso de una obra? En una profesión que tiene tanto en contra, me parece vital que los procesos sean gozosos, que sean un espacio de excepción para quienes los creamos, no una reiteración de la realidad violenta.
Por otro lado, hay preguntas en torno a la relación entre la obra y quien asiste a verla:
Aquí la inquietud rectora siempre es: ¿Qué tipo de experiencia quiero que el espectador(a) tenga después de ver una obra en la que participo? Por supuesto que dependiendo de qué rol en el equipo se tenga de un montaje a otro es que se puede incidir más o menos en esto, pero si pienso en piezas que escribo y dirijo, mi interés es claro: abrir espacio (intelectual, emotivo) para un pensamiento nuevo. A veces se logra a partir de lo que la escena presenta, otras como resultado de la conversación que la obra detona… Esto siempre es una hipótesis que implica el riesgo de no verificarse, pero el ejercicio de hacer una apuesta que desafíe las certezas del espectador me parece apasionante.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Tres son pocas.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Es posible que la siguiente aseveración sea una constante en la historia de la humanidad y, por lo tanto, lo que voy a decir quizá hable más de mi momento de vida que de la realidad misma, sin embargo…
«Hoy más que nunca» la realidad se ha inclinado a organizar el pensamiento en códigos binarios, listas negras y listas blancas, fronteras ideológicas peligrosas porque castigan los cuestionamientos y terminan por fomentar la autocensura. Las redes sociales (valga el lugar común de la aseveración) han favorecido mucho esta manera de organizar el mundo en trazos gruesos, en dos o tres colores que, encima, son irreconciliables entre sí.
El teatro es una plataforma idónea para contrarrestar esto. Creo que es momento de utilizar la escena para hacer las preguntas más difíciles, al menos como un gesto en defensa de la complejidad del pensamiento, aseverar que la contradicción es parte de la condición humana, otorgar un espacio que legitime la posibilidad de dudar de todo.
El riesgo con esto es que los equipos artísticos sean señalados como «enemigxs de las causas», pero a cambio muchxs espectadorxs verán -en ese gesto escénico- oxígeno frente a una realidad binaria.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La verdad no sabría responder a la pregunta ¿Cuál es nuestro modelo teatral? Teatro UNAM (promotor de estas breves entrevistas) tiene uno, pero sin duda es distinto al de otras instituciones, al de otras regiones del país, al circuito independiente, el comercial, el amateur…
En todo caso, creo que todos los modelos deberían de favorecer la diversidad (de creadorxs, estéticas, generaciones, latitudes). Por supuesto que esto implica una paradoja, ya que a la vez que hay que favorecer la diversidad en áreas que competen a quienes nos dedicamos a hacer teatro, también considero que la gran prioridad tendrían que ser lxs espectadorxs.
Me parece que los modelos ideales son los que logran encontrar el equilibrio más estable entre estos dos frentes.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo que abracen la especificidad y escapen de las generalizaciones.
Les deseo que se resistan a accionar sólo por la inercia de lo que crean que «deben» hacer o decir.
Les deseo que el miedo no dicte sus decisiones.
Les deseo mucha rebeldía y que hagan de la toma de riesgos estéticos un camino de satisfacción.
Les deseo un contexto sin violencia en el ámbito teatral; tanto en lo académico como en lo profesional. (Pero de máxima violencia en la ficción.)
Les deseo que los gobiernos y la sociedad valoren la cultura en un lugar más alto que el actual.

Les deseo batallas nuevas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La emergencia la enfrento como puedo, supongo. Como el resto. He visto cómo lo planeado para este año se cancela o -en el mejor de los casos- se pospone. Sigo las noticias de la tragedia. Trato de pensar en las paradojas detrás de todo esto: que la manera de ayudar sea alejándonos del problema (tan en contra de cierto carácter nacional frente al desastre, como ocurre en los terremotos), o que lo más sano es buscar -si se tienen las condiciones-, crear una pequeña burbuja de rutina utópica en casa, mientras que en los hospitales está el vértigo opuesto. Nunca el desapego había sido la receta de la solidaridad.
Tengo la fantasía de que cuando volvamos a estar juntos nos desbordaremos al encuentro, al contacto, a la tercera dimensión (nuestro gran recinto). Deseo que el uso de la virtualidad se depure después de esto; en algunos casos para usarla más, pero sobre todo para usarla menos. Que la economía mundial, los sistemas de salud, viren hacia un lugar que implique un golpe a la injusticia, a la cultura de la devoción al mercado… Soy consciente de que puede parecer ingenuo, pero como estamos en el territorio de los deseos…
También fantaseo con que este simulacro de distopía ayude a revaluar los antagonismos; muchos (de verdad, muchísimos) son absurdos y espero que, frente a la tragedia que el confinamiento verifica, nos demos cuenta que muchas distancias merecen disolverse, que el desencuentro es una mierda que sólo tendríamos que padecer en emergencias sanitarias.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Antonio Vega

45 años / Guadalajara, Jalisco

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

En el primer año de la preparatoria teníamos que escoger una actividad extra escolar; primero escogí fútbol pero después del primer entrenamiento, pensé que el futbol era demasiado correr, demasiado cansado y ni siquiera me gustaba; de las opciones que quedaban, “Teatro” era lo que menos parecía una tortura.
Después de tres años de estar en el grupo de teatro de la escuela pensé que eso era algo que me gustaría seguir haciendo; me enamoré de los procesos colectivos, de la convivencia en los ensayos y de la adrenalina de las funciones. Ya después me interesé en los autores, la mística y lo demás. Cuando entré a la escuela de actuación teníamos entrenamiento corporal, ballet, jazz, acrobacia, yoga y otras formas de mover el cuerpo. Creo que hubiera hecho menos ejercicio si hubiera sido futbolista profesional.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las mismas de siempre, preguntas que me torturan: ¿Qué? ¿Para qué? y ¿Cómo?
Anhelo que no se me acabe el entusiasmo ni la curiosidad, la disciplina para crear obras que sean dignas de ser compartidas. Quiero encarnar personajes que al mismo tiempo que me reten, me ayuden a contar una historia relevante o muy interesante o muy divertida o bella o profunda o todo eso junto.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Me es imposible.
Mi forma de habitar el teatro cambia constantemente, dependiendo del proyecto, del momento histórico, del equipo, de mi edad, etc. Cuando empezaba creía que el teatro era todo en mi vida y que era sagrado; ahora pienso que el teatro es algo mundano y que nos importa a pocos, pero a esos a los que nos importa, nos importa mucho y aunque no estoy peleado en absoluto con que exista un teatro con una aspiración de mera recreación, me entusiasma más cuando un proyecto tiene la aspiración de convertirse en una obra de arte. Aspirar a crear belleza.
Más allá de que cada artista o creador escénico tiene referentes y bagajes distintos y por ende una poética propia, no creo que mi forma de habitar el teatro sea singular y distinta por sí misma.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. Podemos valorarlo más, supongo; eso que teníamos, el poder congregarnos festivamente a presenciar un fenómeno vivo, efímero, irrepetible. Es escalofriantemente extraño porque en este momento el teatro no puede y no debe existir, al menos como lo percibíamos hasta ahora.
El teatro, esa cosa que sólo necesitaba a un espectador y a un actor para suceder, se ve obligado a hacer una pausa, a desaparecer por completo indefinidamente. Mi pensamiento se va de inmediato a la subsistencia de los artistas y de toda la gente que directa o indirectamente vive del teatro, eso es lo único que me preocupa realmente, la precariedad económica de los que se dedican a esto. Porque esta pandemia pasará y los teatros se reabrirán y los volveremos a habitar. Mi punto es que en este momento el teatro no va salvar a nadie pero nosotros cuando esto pase tenemos que salvar al teatro, a reactivar los espacios, registrar y contar historias de este momento y, sobre todo, ayudar a los más golpeados por esta maldita pandemia mundial.
Aunque en el aislamiento recurrimos a otras manifestaciones artísticas y de entretenimiento como el cine, la música y la literatura, he visto a muchos artistas de la escena mutar, adaptarse y crear, contar historias desde el aislamiento para público en vivo, a la distancia; pero en vivo, es un fenómeno que vale la pena observar, que no es necesariamente teatro en el sentido estricto de la palabra, pero se le parece.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No sé cuál es ese modelo, pero me gustaría que las instituciones culturales se tomaran más en serio la responsabilidad y el privilegio que tienen en las manos.
Lo mismo va para nosotros, los creadores escénicos. Creo que las escuelas de teatro deberían tener una metodología clara, pero sobre todo, deberían ser un espacio de crecimiento, descubrimiento y aprendizaje y no de trauma; creo que el abuso y acoso no debería ser tolerado ni en las escuelas ni en las instituciones culturales.
Creo que el INBA debería producir más, creo que el FONCA no debería desaparecer, creo que se deberían encausar más recursos para las artes. Creo un montón de cosas.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo lo mismo que deseo para mí y mi generación y la generación anterior: Que el entusiasmo de hacer el mejor teatro que nos sea posible no se desvanezca. Que sus esfuerzos se vean recompensados. Que el fracaso no los desmotive y que el éxito no se les suba a la cabeza. Pero sobre todo, en este momento deseo que la herida que esto nos deje, cicatrice pronto.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Sintiéndome afortunado, pero con miedo, incertidumbre, frustración y un sentimiento enorme de impotencia. Honestamente no pienso mucho en el teatro en este momento.
Cuando esto acabe, sólo quiero abrazar a mi familia y a mis amigos y sé que en mi primer ensayo después de esto, no podré contener las lágrimas.

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Karina Gidi

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Karina Gidi

48 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Empecé muy joven. Mi entrada al teatro se dio por una casualidad. Después se volvió una decisión y finalmente una declaración de amor y un compromiso.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

En este momento de mi vida me interesa explorar territorios alejados del realismo. Me pregunto cómo puedo volver a abordar la dramaturgia. Me gustaría seguir explorando una actuación que involucre más el cuerpo. Me entusiasmaría hacer un trabajo teatral que combine con la música, en formato pequeño, íntimo.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Exploro como puedo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

En este preciso momento, importa por ausente. El teatro nos convoca a reunirnos para espejearnos, y para soñar con otras posibilidades de ser y de convivir. Ahorita no podemos convocarnos, ni reunirnos a convivir.
Tenemos la esperanza de que esta pandemia pase en unos cuantos meses, así que creo que es momento de guardar, de estar en silencio y concebir. De abrazar lo que estamos viviendo, a plenitud, con toda conciencia. Ya veremos después qué hacemos con eso como materia dramática. Si insistimos en hacer vivir al teatro en estas circunstancias, me parece que desperdiciamos la oportunidad de callar. Si no nos hundimos tantito, no podemos ver el coral.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No lo sé.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo a ellas lo mismo que eso para mí. Una vida larga y sana, como personas y como artistas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Me abrazo mucho al cariño de familia y amigos. Estoy extrañando. Trato de estar en calma y de tener orden. Interno. Siento mucha preocupación por varios sectores de la población que están en situaciones muy desventajosas, y me siento con incertidumbre por las secuelas que la pandemia nos pueda dejar.
Deseo que esta ola que nos revuelca nos haga entender cosas, deseo que salgamos un poco más listos y con una perspectiva renovada. Sobre todo deseo que andemos menos a las carreras, para que cuando nos volvamos a ver nos tomemos el tiempo que haga falta.

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Nora Huerta

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Nora Huerta

43 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Me inicié por suerte, la suerte ha dirigido mi estar en la escena. Por suerte estudiaba en el Centro Universitario de Teatro. Tuve el privilegio de llegar a una de las escuelas más importantes del país, tuve el privilegio de ser apoyada por mi familia (que no entendía nada), tuve el privilegio de conocer a maestros extraordinarios, tuve el privilegio de vivir la vida universitaria, que sí, era un gran universo y tuve el privilegio de conocer a mis maestros de cabaret… en los días en que me gradué del CUT ya tenía mis primeras presentaciones al lado de Tito Vasconcelos en un lugar en la Zona Rosa del entonces Distrito Federal.
Tuve el privilegio de subirme al escenario escribiendo mis textos en un mundo lleno de algarabía, fiesta, libertad y muchas risas… la segunda pregunta creo que se responde sola, ¿Por qué decidí dedicarme a hacer Cabaret? Es difícil renunciar a la libertad y a la risa… por no decir también que a la fiesta y al PODER de ser lo que quiero ser cada mañana o inventar muchas otras posibilidades de ser yo misma. El cabaret me ayuda a encontrar respuestas y me da una enorme felicidad.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo reinventarse para no morir en la repetición? ¿Cómo abordar los temas que nos duelen? ¿Cómo seguir encontrando respuestas aunque la pregunta sea la misma? ¿Cómo enseñar esto que he aprendido durante tantos años? ¿Cómo hacer para que el público salga feliz? ¿Cómo hacer para que esto que haces valga la pena?
Siento un compromiso enorme por enseñar lo que la escena me ha enseñado, más allá de escribir un espectáculo y que medianamente funcione, me gustaría enseñar que el cabaret es un espacio potente para analizar la realidad desde una perspectiva personal. Muchas veces creemos que lo que nos pasa o lo que vivimos no tiene valor alguno y que solo lo que han escrito otros es importante… No, el cabaret que yo he hecho parte de lo personal y es la reflexión desde la intimidad lo que ha logrado resonancia en la intimidad del espectador. He descubierto que aquello que me duele en lo más íntimo le duele a muchas personas más. Y hacer del dolor un acto liberador y festivo es la mejor herramienta para ser feliz. Todas las personas que quieran ser felices deberían de hacer cabaret, una vez por lo menos… Transformar los discursos personales en hechos escénicos es una acto de libertad y de profunda valentía, además de ser un acto liberador y de conquista para el ser, el Cabaret tiene un medio de producción muy generoso, donde sólo se necesita de una persona valiente y dispuesta a hacer el ridículo, principalmente para sí mismo.
¡MI anhelo es hacer del mundo un cabaret!… o por lo menos sembrar en los que están a mi alrededor la inquietud de que por medio de la risa también se limpia el sufrimiento.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Tres palabras: Realidad, delirio, risa…
Mi realidad al habitar mi práctica es el juego y mi propia opinión, lo cual me obliga a ser responsable, a convertirme en la voz de muchas otras y en aprovechar al máximo el gran privilegio que tengo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Siempre existiremos almas con ganas de reír, de encontrarnos, de contarnos nuestras historias, de hacernos cómplices, de analizar la realidad desde distintos puntos de vista, seres necesitados de la historia para no olvidar, para hacer que la memoria se vuelve un músculo y no una idea, para hacer de la vida un presente y no algo intangible que se vive en el pasado de alguien sin rostro.
El teatro es vida, es presente y es realidad y es también una manera de acompañarnos en esta realidad, de acercarnos para mirarnos a los ojos, para reconocernos y sabernos menos solos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

¡¡¡Charros!!!
No lo sé, en principio diría que todo y después… lo que cada uno necesite. Pienso en mi ser mujer y pienso en mis colegas que sí sabemos lo que ya no queremos en el teatro:
Ya no queremos esas formas arcaicas en la educación donde había que desintegrar a un ser para hacerle el mejor intérprete. QUE NUNCA MÁS EXISTA LA TORTURA PSICOLOGICA EN UNA ESCUELA DE TEATRO PARA SER ACTRIZ o ACTOR.
NO AL ACOSO.
NO AL ABUSO
NO AL ACOSO
NO AL ABUSO
NO QUEREMOS QUE SOLO SE FAVOREZCA A CREADORES HOMBRES… entre una larga lista de NOOOOOOOO
Como mujer y creadora quiero:
Contar mis propias historias.
Cambiar la narrativa para las mujeres que vendrán. Ya estuvo bueno de contar historias de locas, celosas, o sometidas al poder.
Quiero imaginar cientos de historias donde las mujeres tienen el poder… y la cagan como los hombres, para hacer de ello hechos históricos y no expedientes clínicos o de ministerios públicos…
Quiero que las mujeres podamos conquistar nuestras ideas y las podamos llevar a escena y así ser materia de inspiración para muchas otras.
¡¡¡Quiero que muchas mujeres puedan hacer teatro !!!!! ¡¡¡Al mismo tiempo que son madres, cuidadoras, indígenas, cocineras o lesbianas!!!


¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que no pierdan el amor por su profesión, nunca. El trabajo siempre deja una sonrisa bajo la piel.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Enfrento la emergencia escribiendo y pensando en otras posibilidades…
¿Qué deseo? Que volvamos al teatro y escribamos obras sobre ¡¡¡¡NUESTRA REALIDAD!!!!

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Zavel Castro

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Zavel Castro

30 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

De familia me viene un carácter curioso y suspicaz, aunado al gusto por el teatro que descubrí en mi adolescencia y a mi formación como historiadora, que me brindó bases muy sólidas como investigadora, descubrí un camino propicio para el desarrollo de mi razón sensible en el ejercicio del pensamiento teatral.
Reconocí el sentimiento de plenitud habitando el territorio de la crítica y la teoría. La respuesta a un llamado y la decisión de comprometerme a enriquecerlo me tienen todavía aquí.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Quisiera aportar al enriquecimiento y especialización de la crítica escénica. Alejarla del dominio del capricho y de la opinión basada en simplificaciones y calificativos que solo buscan determinar si una obra es «buena o mala» según prejuicios y razones obsoletas y acercarla a la comprensión del fenómeno escénico como un problema complejo que requiere del estudio teórico, del ejercicio de la razón sensible y de la argumentación, para elevar el nivel de la discusión, para abrir nuevos problemas y nuevas preguntas, rehabilitar los conceptos, entenderla como un ejercicio creativo, político (en términos de Ranciere) que ponga en crisis las convenciones y resquebraje los lugares comunes. Reformularla. Revitalizarla. Mostrar toda su potencia. Todo aquello de lo que es capaz y todo aquello que no ha podido hacer por la comodidad con la que se ha practicado.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Racional, sensible, feroz.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Me parece que en su estado agónico contiene la potencia para fracturar aquello del modelo que ya no funciona y que ha debilitado su fuerza significativa en la sociedad.
Creo que nos encontramos en un punto de inflexión en el que es momento de cuestionar la práctica, de ser capaces de observar no solo sus aspectos luminosos y defender su derecho a existir a partir de sus aspectos positivos, sino poder vislumbrar las sombras, los aspectos vergonzosos y oscuros que, sin embargo, constituyen muchas veces la condición de posibilidad de la estructura tal como la conocemos.
Sabemos que la importancia del arte radica en su fuerza simbólica, pero podemos intuir que ahora mismo no basta. Acaso esta pausa pandémica nos otorgue el valor y el tiempo necesario para reflexionar las razones de su actual insignificancia y de su impotencia frente a lo terrible.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Es muy complicado pensar que se puede cambiar el modelo teatral sin cambiar además la estructura de la sociedad y el funcionamiento mismo del poder. Podría decir que la estructura de dominación y sumisión en el teatro es mucho más evidente, mucho más cruel y mucho más inhumana que en otros ámbitos, pero quizá esté sucumbiendo a la tentación de exagerar.
Si existe alguna posibilidad de mejorar el modelo, quizá dependa de reestructurar los modelos pedagógicos sostenidos en el ejercicio de la violencia que domina cuerpos y que afecta la psique de los futuros actores y de las futuras actrices al grado de hacerlos pensar que el precio por existir en el mundo teatral es su rendición, lo que una vez incorporado el dispositivo llamarán «la entrega».
Pensando que en el ámbito educativo se aprende y se enseñan las formas de hacer que aseguran el sometimiento (en esto retomo a Althusser), quizá convendría revisar el funcionamiento de las escuelas de teatro y proponer una reformulación absoluta que pueda eliminar de la ecuación la aplicación reiterada de la violencia y la domesticación a través del miedo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Una mayor disposición y apertura al diálogo y un ámbito en donde la violencia no sea la condición para su desarrollo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

En lo inmediato, desearía que esta emergencia hubiera sido una pausa introspectiva en la cual se haya reflexionado sobre el quehacer desde la honestidad, la compasión y el pensamiento crítico.
Desearía mucho que eligiéramos pasar del oportunismo, del sensacionalismo y de la literalidad. Lamentaría mucho que de esta experiencia terrible surgiera una nueva ola de teatro pandémico y que el sistema de competencia en el que existimos y que nos impide conformar una comunidad, premiara a quienes sí saben y a quienes sí pueden hablar del tema: ¿Quién determina los saberes? ¿Quién decide las competencias? Esto solo sirve para enfatizar las jerarquías, para dividir y para lastimar a los y las que quedan fuera.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mayté Valencia

Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Fue un encuentro fortuito y, a la vez, lleno de conmoción. Empecé a ver teatro porque obtuve entradas gratis. Recuerdo, en especial, el teatro El Milagro y a David Olguín. Las obras me impactaron de tal forma que supe, desde ese momento, que no había vuelta atrás: ya no dejaría de ver nunca más teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Qué mundos se están imaginando desde el teatro? ¿Cómo representan la realidad y de qué forma se vinculan con el contexto y con el público? ¿Cuáles son las poéticas de la escena mexicana?
Mi anhelo, como periodista y crítica, es seguir teniendo más preguntas que respuestas; es mantener la curiosidad por descubrir talentos emergentes o por re-descubrir a creadoras/es ya conocidos; es investigar y escribir un pedacito de la historia teatral de nuestro país.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Mirar, preguntar, investigar.
La práctica del periodismo y/o crítica teatral te posiciona en un punto intermedio –a veces privilegiado, otras tantas ignorado y muchas veces despreciado– dentro del ecosistema teatral.
Siempre he pensado en mi quehacer como un puente entre el público y los creadores; entre los lectores y la futura documentación teatral. El periodismo, tomado con seriedad, es una historia del arte escrita casi de forma inmediata, por lo que el compromiso con la investigación, la lectura constante, la sensibilidad en la apreciación y la ética son esenciales.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro, como arte vivo, dialoga estrechamente con el presente: es el encuentro y convivio de cuerpos en un mismo espacio y tiempo.
¿Cómo detonar este encuentro ahora que todo está suspendido? El teatro, desde la ficción o el documento, desde el cuerpo y la memoria, también es el espacio para crear nuevos imaginarios y concebir otros mundos posibles. Y es en esa potencia inventiva y en esos encuentros cuerpo-a-cuerpo donde radica su importancia actual.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La precariedad laboral, la endogamia, el machismo y las pedagogías crueles.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que rompan con lo que les enseñen; que se arriesguen y desborden los límites de su quehacer y de la historia que éste conlleva. Que tengan mejores condiciones y que su trabajo sea más consumido por la sociedad y no sólo por la comunidad cultural.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Deseo que aprovechemos este tiempo para reinventarnos e imaginar otros caminos; que la incertidumbre colectiva se transforme en una escena con energía renovada.
Que volvamos a estar juntos, siendo conscientes de lo efímeros que podemos ser y, entonces, busquemos más la unión, el amor y la solidaridad.

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