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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Enrique Gorostieta Damm

55 años / México, Nuevo León, Monterrey

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Nuevo León, Monterrey

Oficio: Fotógrafo escénico, historiador gráfico teatral, traductor, director

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

En 1984 entré a estudiar teatro en la Universidad Autónoma de Nuevo León, en ese entonces mi interés principal era el cine y tenía curiosidad de saber qué tan difícil era ser actor, lo más cercano era estudiar Teatro ya que no había ninguna escuela de actuación para cine en la ciudad. En la Escuela de Artes Escénicas tuve la suerte de tener como primer maestro de actuación a Sergio García, gracias a él se me fue descubriendo el gran valor del teatro. Fui reconociendo y experimentando muchos de los factores que hacen única e irrepetible esta experiencia. Había mucho que aprender tanto de las magníficas obras que iba viendo como de los trabajos menos afortunados.
Siempre me ha asombrado reconocer esas cualidades que el Teatro brinda al público y que el cine o la televisión no puede. En 1993, casi por accidente, empecé a tomar fotografías de varías obras en las que participaba o que iba a ver como público. Alentado por el resultado de las fotografías descubrí la vocación de registrar obras teatrales y otros espectáculos escénicos. Para mí era muy importante que no se perdiera todo ese esfuerzo, que quedara algo físico que sirviera para recordar lo que ahí sucedió, tanto para los que pudieron verlo, como para los que no fueron tan afortunados.
Para mí era una manera de repensar el teatro sin la necesidad de tener que participar activamente en las obras. Creo que esa es una de las razones de porque se pierden muchos talentos que no pueden encontrar oportunidades para actuar tan seguido como quisieran. A final de cuentas y a lo largo de tantos años lo único que he podido enunciar para explicar esa relación es: “El teatro es un bicho raro que cuando bien te muerde, no te suelta”.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Qué nuevo proyecto tienen en puerta los grandes directores que me han sorprendido antes? ¿Cuáles son los nuevos actores, directores o dramaturgos que vienen a marcar la diferencia? ¿Qué tratamiento darán a un texto que ya ha sido montado anteriormente? ¿Cuáles son los elementos en común que pueden reconocerse entre las diferentes obras como una nueva tendencia, moda o estilo?
Siempre me gustará escuchar y ver historias, nuevas o re-enunciadas que me hagan vibrar junto a los actores. Interpretaciones, en todos los sentidos, que sean entrañables y reveladoras. Espacios transformados por atmosferas llenas de energía actoral o de “dispositivos escénicos” ingeniosos y sorprendentes.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Observar, fotografiar, revalorar.
Aunque el ser fotógrafo escénico pudiera ser apreciado como un proveedor más de ese producto artístico, la calidad de las imágenes y el uso que se le da a ellas determina el compromiso y vocación de este oficio, pocas veces se puede compartir con palabras lo que las fotos no dicen. Lo que todo este oficio significa: por qué y para quién lo hacemos.
Hay tantas dimensiones que descubrir atrás de una fotografía escénica más allá de lo que a simple vista se percibe. Somos cronistas que, a pesar de cualquier opinión personal sobre la obra registrada, siempre procuramos registrarlas de la manera más atractiva y contundente posible.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Creo que la pandemia ha venido a trastocar mucho ese concepto de importancia que pudimos haber tenido del teatro. Ahora sabemos que no es esencial y que nadie va a morir por no hacer teatro o no ver teatro, pero las consecuencias no son inmediatas y requieren un análisis más complejo y elaborado; algo tiene que perderse, debe de haber un costo.
Creo que casi todos estamos convencidos que el teatro no morirá, muy probablemente se transformará pero responderá a las mismas necesidades de antes, pero en su materialización como producto tendrá que adaptarse y quizá con esas modificaciones muchos de esos agentes que participaban de la producción teatral lo abandonen o sean reemplazados por alguien más, como la rotación de personal en cualquier otra industria.
Habrá gente que de un nuevo impulso y ayude a repensar la producción teatral, pero también habrá muchos oportunistas que sólo buscarán reacomodarse para sobrevivir creando una dura competencia y poniendo en peligro la recuperación de públicos

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Hay mucha dependencia de las instituciones culturales públicas o privadas en la que los funcionarios abusan de su posición para beneficio personal o de sus círculos de privilegio.
Deben de cambiar los métodos para la asignación de oportunidades a través de apoyos, becas, temporadas, espacios para funciones o ensayos. Se asignan muchos ya sea por meritocracia o por la elaboración de proyectos “apantalladores” que cuando se realizan no cumplen con las expectativas y de cualquier manera sean buenos o malos los resultados alimentan la lista curricular de los creadores, creando un círculo vicioso.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que puedan recuperar el convivio presencial de antes de la pandemia.
Que se den la oportunidad de revisitar a textos clásicos de todas las épocas.
Que se den la oportunidad de experimentar el ver y hacer teatro más “ortodoxo” y menos “contemporáneo”.
Que puedan reconocer sus zonas de confort y experimentar cosas nuevas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Es sumamente triste cuando tienes arraigada la experiencia presencial y la oferta de contenido en línea no la puede substituir. Sólo queda resistir y esperar.
No me despiertan mucho interés la oferta y la promoción de las “nuevas teatralidades a distancia” hay muy pocas excepciones que se revelan como verdaderas joyas de creatividad e ingenio que asimilan esta circunstancia y logran destacar. En verdad espero que la nueva normalidad no condicione ni a los creadores ni al público.
Quisiera volver al teatro sin que las medidas de sanidad alteren la experiencia de hacer o ver teatro como antes.

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