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Categoría: Instantánea

Jaime A. Rosales D.

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Jaime A. Rosales D.

60 años / México, Veracruz, Tuxpan

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Periodista

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

En la secundaria participé en la representación de El Auto de los Reyes Magos. Una vaga intuición me hizo percibir en aquel ejercicio que el teatro era como de otra dimensión; un juego cercano y ajeno a un tiempo. No lo supe precisar entonces y quedó ahí. Luego estudié periodismo y entre mis intereses culturales siguió figurando el teatro. Durante mis años en Gaceta UNAM, fui asignado a la cobertura de la Coordinación de Difusión Cultural. Ahí pude entrevistar, entre otros, a Luis de Tavira por el estreno de La séptima morada; a Héctor Mendoza, por Secretos de Familia; a Alejandro Aura por Los empeños de una casa. Asistí entre maravillado y perplejo al descubrimiento de Francisco Tario y El caballo asesinado. El teatro se instaló de nuevo en mí.
El periodismo procura a sus practicantes un lugar de primera fila frente los acontecimientos que importan. A poco de estar en ese sitio de privilegio, uno quiere indagar y descubrir más acerca de lo que escribe. Eso me ocurrió con el teatro y por ello parte de mi ejercicio profesional está dedicado a preguntarme, desde la crítica y el ejercicio periodístico, sobre lo que podemos decir y comunicar acerca de este arte esencialmente inefable.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Qué tanto el desplazamiento del pensamiento crítico acerca del teatro y las artes escénicas está relacionado con un modelo de difusión que privilegia la comercialización de las obras como parte de la sociedad del espectáculo y del entretenimiento, y no como una experiencia vital y humana? ¿Puede aspirar el lenguaje escrito a dar cuenta de la experiencia efímera que supone la complejidad de una puesta en escena? ¿Cómo equilibrar el papel del crítico como analista del acontecimiento teatral y las tendencias recientes, según las cuales su papel no es juzgar –algo implícito en ese análisis– sino solo mediar entre el público y las obras? ¿Qué tipo de consumo cultural se promueve desde los medios? ¿Cómo puede la crítica y el periodismo favorecer la formación de públicos y no solo promover al teatro como una forma de distracción?
Mis anhelos dentro de las artes escénicas y desde el periodismo tienen que ver con la existencia de un periodismo y una crítica no complaciente ni de amigos, que cuenten con las herramientas de análisis que permitan, en su caso, confrontar el status quo que prevalece en nuestro medio y que con frecuencia invade a los hacedores y creadores escénicos.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Periodismo teatral.
Habitar el teatro desde el periodismo y la crítica implica un constante compromiso con la preparación que permita tener las herramientas teóricas y discursivas para diseñar entrevistas, notas informativas y críticas que no se queden en la inmediatez del «de qué trata» una obra, sino que cada pieza sea un oportunidad de reflexionar con los espectadores y creadores sobre las formas de representación, de los procesos creativos que conducen una obra al escenario, como forma de favorecer la relación inmediata de los espectadores con las obras, condición indispensable de la experiencia estética.
Nuestro ejercicio está orientado a una deliberación que se pregunta por los valores del fenómeno teatral (actorales, dramatúrgicos, escenográficos, ideológicos) y que apuesta por la formación de audiencias críticas y mejor dotadas para apreciar y disfrutar el hecho escénico.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

En este y en todo momento histórico, el teatro es relevante por su capacidad de generar un discurso paralelo y opuesto al que priva en la cultura hegemónica que normaliza interpretaciones y visiones del mundo que responden a intereses y necesidades, que con frecuencia no son los de la colectividad. El teatro está ahí para mostrar, mediante la comedia o el drama, las imposturas de hombres y sociedades y para señalar, mediante la identificación, la no identificación y hasta mediante la confrontación, de dónde cojean las verdades que en cada época son asumidas por todos, pero no para proponer otras, sino como una permanente indagación que se pregunta sobre lo humano.
Ese constante preguntarse sobre sí mismo y sobre lo demás es lo que ha otorgado y otorga al teatro su condición de posibilidad, en todo tiempo y lugar.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Desde la perspectiva comunicacional, debería cambiar el modelo de difusión teatral de conferencias de prensa en donde el objetivo es dar a conocer al público que una obra estará en cartelera, pero sin hablar del teatro mismo. Reporteros poco familiarizados con el arte y los términos teatrales y compañías poco interesadas en profundizar sobre su propio quehacer se combinan para seguir en un modelo de comunicación y difusión del teatro que no contribuye a la formación de nuevos públicos, ni se refleja en el ingreso en taquilla, que es lo que paradójicamente se busca.
En el fondo parecería como si tanto productores, directores, dramaturgos y elencos se consideraran en la obligación de no ir más allá de las generalidades cuando hablan de su quehacer; como si el teatro mismo tuviera miedo de no ser comprendido, de evitar o eludir hablar de las honduras que implica el proceso de montaje de una obra, por pensar que nadie entendería, y así el teatro se derrota un poco a sí mismo, pues considera al público como un consumidor al que hay que dar gusto en la lógica del mercado y al que por lo tanto se debe convocar desde la lógica de la diversión y el entretenimiento.
Más extraño resulta esto cuando muchos creadores coinciden en que resulta más enriquecedor el proceso que el resultado, pero privan del conocimiento de éste al público receptor de las obras, cuando el camino recorrido hacia lo que se mira pudiera proveer de mayores elementos para la recepción de cualquier obra, es decir, para cuando se produce el milagro de la transfiguración sobre el escenario.
Aun cuando se insiste en señalar que el proceso creativo que conduce a una puesta en escena es algo íntimo, mucho favorecería la comprensión del arte teatral, no solo en la formación de críticos sino en la apreciación de los públicos, si cada compañía permitiera el acompañamiento de un comunicador teatral que reseñe paso a paso la composición de un montaje.
Quizá la nueva realidad en que estamos favorezca este tipo de iniciativas que permitan atraer de nuevo al público.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Un ejercicio muy deliberativo acerca de sus responsabilidades artísticas y de su papel en la revaloración social del teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


La enfrentamos desde el estudio y la reflexión, así como asistiendo a las diversas propuestas que se presentaron vía Online y tratando de dilucidar los lenguajes en que incursionó el teatro ante el confinamiento de los cuerpos.
Ahora que empezamos paulatinamente a encontrarnos espero que el teatro, consciente ya de su condición prescindible, persista en seguir dando cuenta de esa otra voz, a veces indecible e inaudible de la experiencia humana.

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Luis Santillán

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Luis Santillán

63 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Dramaturgo, señor de las sombras

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Propiciándome tiempo de ocio.
Impulsado por el mucho tiempo de ocio que coleccionaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades Sur de la UNAM, donde pasaba el día en el cubículo del entonces Consejo Estudiantil Universitario, llegué al salón de teatro y lo que encontré ahí me atrapó. Ya en la Facultad de Filosofía y Letras, la capacidad por generar tiempo de ocio me mantenía en la cafetería más horas de lo que una persona productiva se lo permitiría; el cambio de administración de esa cafetería y la invitación de Fernando Martínez Monroy para entrar a su clase de Composición dramática me llevó a la dramaturgia.
Soy producto 100% de la UNAM, sin el CCH, sin la Fac. jamás me hubiera iniciado en la disciplina teatral; si no hubiera pasado por las clases de la Facultad de Arquitectura nunca hubiera disciplinado mis procesos de escritura. No tengo un “cómo” mágico, ancestral, genético, epifánico, ni siquiera los elementos para armar una buena historia que entretenga un poco. Llegué al teatro porque no tenía más a dónde ir.
Llegué a la dramaturgia quizá porque es el único lugar al que vale la pena ir.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las preguntas cambian tanto como la luna. En este periodo la pregunta que me lleva a escribir es: ¿Qué obra les gustaría ver a mis hijas? Y a partir de eso surgen tantas como lo necesite el texto. La mayoría son sobre la estructura, intercalando constantemente “¿alguien querrá leer esto?”. Propiamente no son las preguntas las que alimentan la práctica, sino las provocaciones.
Anhelo ser dramaturgo residente, de un espacio, de una compañía. Tener procesos de largo aliento donde el texto sea sobre las necesidades y posibilidades de los residentes. Anhelo, en otro periodo, ser dramaturgista residente de un espacio. Escribir para generar públicos cautivos a partir de personalizar las propuestas de los espacios.
Y Scarlett y Sarah Josepha me recriminarían para siempre si no pongo: Anhelo la paz mundial.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Incertidumbre, zozobra, caos.
Decir que es distinta a las demás puede resultar falso. Leo y veo lo que hacen los demás y, aun cuando no quiera, existe la influencia, quizá de manera inconsciente, quizá muy consciente.
Me gusta pensar que habito el teatro como se habita un espacio de transición, como si fuera un extranjero o una especie de “Alicia”, “como se habita el olvido”.
Quizá, y solo quizá, lo puedo volver singular porque lo veo desde la incertidumbre, la curiosidad, el juego, el asombro; porque me interesa el teatro de línea anecdótica, el que se sostiene por medio de la ficción.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Imagino al teatro como un ser antediluviano, por eso creo que es el mismo de los últimos dos mil y pico de años: su importancia está en que nada más tiene la capacidad de ficción, de transmutación, de traer al presente lo que está en ausencia, de poner a la persona ante la persona.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El cambio necesario y urgente debería suceder tanto en los recintos y las instancias que programan y distribuyen los recursos.
Los recintos deberían ser generadores de sus públicos, promotores de un compromiso con quien consume sus ofertas. Si los recintos crean público a partir de su propuesta de cartelera, de su apuesta estética, de una visión que les defina tanto en lo creativo como en la atención al público podrán incidir en generar todo lo demás cambios.
Las instancias pueden ser los motores de vinculación para que el modelo se ramifique, para que el espectro se enriquezca. Si bien es importante replantearse cómo los financiamientos pueden ser posibles, igual de importante es que asuman que las apuestas creativas deben estar equilibradas con la creación de públicos y la diversificación de manifestaciones escénicas para poder cubrir varias capas de la sociedad.
Un creador puede generar un público que le siga, si los espacios e instancias quieren seguir siendo los “caseros”, el modelo no podrá cambiar.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Vino y fortuna.
Un mundo habitable.
Un México donde las instancias de gobierno entiendan que invertir en el teatro es una prioridad, que al teatro no le es ajeno estar en los terrenos de activación económica, en la inserción social, en la consolidación cultural.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


El encuentro con el otro se sigue dando, negarlo implica desvalorar a quienes habitan con sus familias y se han visto obligados a reencontrarse, convivir y descubrirse en el confinamiento. Aunque eso no es teatro, claro. Aunque yo crea que habito una tragicomedia. Aunque…
Yo no enfrento la emergencia, como un segmento de la población la veo desde la ventana o los noticieros y la padezco. Permanezco como testigo de la historia; quizá, si algún productor lo propone, pueda convertirme en alguien que la registre de manera ficcional por medio de la escritura y sólo así la enfrente. ¿Por qué no lo hago en este momento? Porque para mi voluntad es el momento de hacer silencio y escuchar, observar, aprender.
Deseo que el público sea más exigente. Que asumamos el reto de generar ficciones con la suficiencia para convocar al público que hoy está cómodo con las opciones de entretenimiento que tiene.
La COVID-19 ha exhibido la nula aportación de la cartelera teatral a la sociedad. Los teatros están cerrados y el público halló refugio en todas las opciones que pueden llegar a su hábitat. Esto es una oportunidad para renovarse, para volverse terco, para volverse loco. Y en unos años podremos ver qué provocó esta pandemia. El virus cambiará de nombre y la humanidad se volverá a saber frágil, pero el confinamiento no puede ser igual, el teatro va a hallar cómo usar otras herramientas, otras tecnologías, otros recursos, ese es un camino que deseo se empiece a recorrer.
Deseo que el teatro siga siendo el lugar de encuentro con el otro, de manera presencial, pero también a distancia, de forma virtual, con todas las posibilidades que se están abriendo.
Deseo que seamos como esas generaciones que tuvieron que aprender a no olvidar y usaron el teatro como el medio idóneo para hacerlo.

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Noé Germán Rendón Jara

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Noé Germán Rendón Jara

46 años / México, Zacatecas, Zacatecas

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Zacatecas, Zacatecas

Oficio: Teatrista

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié con las audiciones para una comedia musical de un grupo en vías de profesionalización. Crecí junto con el grupo hasta hacernos profesionales.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Qué me falta por hacer?
Anhelo seguir viajando.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Dejar que suceda.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Es un continente que se está llenando para desbordarse cuando el contacto humano sea irrefrenable.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Hay que tener una postura, pero permitirnos explorar aun lo que nos resulta ajeno.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que encuentren sus espectadores.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Encontrándome conmigo, con los objetos, con los discursos y los lenguajes.

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Azalia Ortiz

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Azalia Ortiz

40 años / México, Aguascalientes, Aguascalientes

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Artista escénica

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié por intuición, por gusto. Desde los once años entré al taller de teatro de la secundaria donde estudié en Aguascalientes y me seguí. Tanto la educación secundaria como la media superior estuve en un taller de teatro con distintos maestros, hasta que finalmente decidí estudiar la carrera en una de las primeras escuelas de teatro en Aguascalientes, el Centro de Investigación Teatral del Centro Cultural Los Arquitos, del Instituto Cultural de Aguascalientes.
Decidí dedicarme a la disciplina teatral porque desde que empecé a hacer teatro lo disfrutaba muchísimo, nunca cuestioné ese gusto; pero, además, pude observar que abría en mí perspectivas de la vida distintas a las que estaba acostumbrada. El teatro me abrazó para poder viajar en mí, para crear, para preguntarme, para reorganizarme, para constituirme.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Hay una pregunta constante y vital que alimenta mi práctica y que en el teatro por ser un arte vivo y colectivo, desde mi perspectiva, es la más importante: ¿Cómo me comunico con el otro? Y de ésta se desprenden: ¿Quiero comunicarme con el otro? ¿Qué es aquello tan crucial que quiero compartir contigo? ¿Creamos juntos? ¿Accionamos juntos? Juntos entiéndase: actores, directores, equipo creativo, asistentes, espectador, participante del acontecimiento escénico, equipo técnico, etc.
Todos los anhelos imaginados e insospechados son los que quiero vivir dentro de las artes escénicas, siempre he querido transitar SU TODO. Me emocionan mucho las apuestas artísticas que me retan, que me hacen crecer. El anhelo en realidad es crecer, seguir aprendiendo, seguir concibiendo.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Honesto, ritual, al servicio social.
Para mí, todas las formas son singulares. No hay una sola que se repita, podrá parecer que lo hacen pero cada una es particular. En mi caso, con lo que he tenido que trabajar de manera “especial” – digamos -, es con aceptar quién y cómo soy, para romper determinadas estructuras añejas o prejuicios sobre qué tipo de actriz puedo ser y a qué tipo de historias/ficciones/convenciones escénicas puedo acceder. Y en realidad, creo profundamente que nada ni nadie determina qué tipo de actriz puedo ser; en este sentido, soy la única que establece cómo habito mi práctica y mis posibilidades, lo cual contribuye a que yo pueda ser un ente escénico muy abierto y dispuesto a distintos lenguajes, realidades, estilos, técnicas, etc. Eso sí, siempre desde la honestidad, lo genuino, lo franco y lo generoso.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es fundamental para repensar nuestros acuerdos sociales, el comportamiento humano –individual y colectivo -, la relación con el lugar que habitamos y sus costumbres, etc. Un momento de crisis, arroja también un teatro en crisis, o cual para nada es una catástrofe, al contrario, para mí significa que el teatro está dispuesto a modificarse, a cambiar, a transformarse. Y no me refiero a la estructura arquitectónica del edificio teatral, sino a quienes lo hacemos.
Si el momento que vivimos es histórico, el teatro también debe serlo. Esto, lógicamente, nos genera una mayor responsabilidad como hacedores teatrales. Y ahí la importancia del teatro en este momento, que debe plantear todas las preguntas posibles e imposibles, llevarlas a la acción, a la reflexión, al encuentro con el otro para entender, si no con la mente, con el cuerpo, si no con las acciones con lo que subyace en nuestro pensamiento. ¿Qué es esta experiencia enorme de todos los matices, que estamos viviendo?

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Esperar a que el espectador vaya a las salas de teatro. ¿Por qué nosotros no vamos a ellos? Sé que existen una gran cantidad de programas culturales e institucionales que permiten que el arte escénico vaya a las plazas, a los barrios, ¿pero si lo hiciéramos más? Es decir, hablo de presencia. Y aunque la nueva modalidad vía streaming ha contribuido con lo suyo, me refiero a buscar con el público un acercamiento de presencia tangible y real pero también simbólica; acercarnos a sus necesidades, a sus búsquedas, a sus motivaciones que muchas veces, también son las nuestras.
Por otro lado, me resulta interesante cómo hemos relegado del modelo teatral en muchas ocasiones -no digo que siempre-, el conocimiento de la antropología o la sociología, que como el teatro, están estrechamente ligadas a nuestra actividad cultural, a la comunicación de los individuos en sus comunidades o al ser humano de una forma integral. Posiblemente si revisitamos nuestras tradiciones, costumbres y creencias populares podríamos acercarnos a prácticas teatrales más complejas, genuinas, profundas y diversas conformes a nuestra identidad.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo muchas reuniones, muchos abrazos, momentos intensos de debate frente a frente, sudores interminables cuerpo a cuerpo, libros que los atrapen, pasiones de las buenas.
Mucha fuerza y vida interna. En fin, infinitas experiencias individuales y colectivas que nutran su viaje teatral y artístico.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Primero que nada traté de no enfrentarla, más bien, de escucharla, de observarla. Estoy muy atenta a lo que me pasa día a día. He cambiado algunas rutinas y estoy tratando de desestructurar muchos patrones de conducta. Básicamente, creo que la mejor forma que encontré de habitar esta emergencia ha sido ir profundo en mí. Reconocerme, reordenarme, reconciliarme.
Pero reconozco que el otro me ha hecho falta y en esta avidez por el encuentro con el otro, a pesar de la distancia y no con la intensidad del encuentro presencial, pero si con otro tipo de intensidad, me he encontrado con el otro; tal como sucedió los últimos meses de mi estancia en la Compañía Nacional de Teatro. De manera muy estrecha a través de redes digitales y virtuales pude conectarme más con algunos de mis compañeros que cuando teníamos una carga muy intensa de trabajo. En reuniones interminables por Zoom, hablamos de la justicia, del miedo, de la peste, de lo que nunca habíamos confesado al otro, conocí de su búsqueda, de su vida, charlamos mucho sobre nuestros caminos, de nuestros procesos.
El teatro no sólo es el escenario, es el proceso colectivo, el individual y el del individuo en el acompañamiento. Posiblemente, el teatro y nosotros necesitábamos una pausa en la que aparentemente todo se desmoronaba, pero también todo se refrescaba y transformaba.
Deseo que regresemos con un panorama más amplio y compasivo de la vida en general, pero también de nuestro trabajo creativo y artístico. Somos tan frágiles como cualquier ser que habita esta tierra, estamos en igualdad de condiciones con otras especies – nos guste o no, lo aceptemos o no-, ni superiores ni inferiores. Entender eso por lo menos a mí me hace darme cuenta de dónde estoy, cómo estoy y a dónde voy.
Cuando volvamos a estar juntos, me gustaría crear con la conciencia de que algo cambió. Recordar que durante esta contingencia, viví algo así como un ritual de iniciación en el que comprendí que somos memoria colectiva en transición, hecha acción. Por lo tanto, siempre es tiempo de reconectar con el otro, de crear con el otro, de hacer teatro en compañía del otro.

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Eduardo Ruiz Saviñón

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Oscar Gordillo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Oscar Gordillo

35 años / México, Tabasco

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actor

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Decidí dedicarme a esta disciplina desde toda mi vida: cuando era niño en kínder, primaria y secundaria siempre dije que quería ser actor, pero mis papas decían que un día se me iba a quitar la idea y ya en la preparatoria me empezaba a dar por vencido y empezaba a buscar una carrera alterna cuando al salir conocí un grupo de teatro al que me uní y, a la par de la universidad, inicié en la disciplina teatral a la edad de 18 años.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Cada que me involucro en un trabajo (para obtener ingresos extras) que no tiene nada que ver con el arte de la puesta en escena, me pregunto si ¿es algo que me gusta? ¿Me llena? ¿El dinero es un pago suficiente para sentirme vivo? ¿Si voy por la vida radiante o de menos satisfecho? o, simplemente ¿es algo que me gustaría hacer toda mi vida? Hasta el día de hoy las respuestas siempre han sido «no, no, no y NO». Cosa contraria a cuando mi trabajo es actuar, en este caso ni siquiera me cuestiono y, si lo hiciera, las respuestas serían siempre «SI».
Me gustaría vivir la utopía de encontrar una estabilidad laboral y económica dentro de las artes escénicas; aunque a veces también pienso que tal vez ese es el sazonador de vivir una vida como artista. Quizá esa es la montaña rusa que nos mantiene al pie del cañón.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Disposición, apertura, canalización.
Mi corporalidad no va muy de la mano con mi agilidad y destreza, eso hace que muchas veces la gente vea en mis personajes algo que pueda sorprenderlos y que no se lo esperarían del actor.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La capacidad de sanación que tiene el arte teatral, así como cualquier modelo artístico.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que no se debería de cambiar nada, el teatro se reinventa por sí mismo a lo largo de la historia y bajo cualquier circunstancia. La transmutación es parte del modelo teatral.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que tengan la oportunidad de vivir el arte en cualquiera de sus formas y que ningún factor trunque su capacidad creativa.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Mientras el aislamiento no sea de comunicación, se pueden tener encuentros mediante plataformas digitales.
Desearía que cuando la pandemia termine, la gente valore el trabajo que hacemos los artistas y que se consagre como modelo de vida que las salas de cualquier espacio teatral estén llenas.

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Mariano Olivera

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MariCarmen Núñez Utrilla

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Xóchitl Fabiola González Quintanilla

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Xóchitl Fabiola González Quintanilla

52 años

México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Escenógrafa, diseñadora de iluminación

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Estudié historia y danza contemporánea, allí conocí a Raúl Parrao quien me incorporó como asistente a su compañía y con él tuve la primera oportunidad de diseñar iluminación.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las preguntas surgen a partir de cada proyecto: ¿Cómo aporto a la obra? ¿Qué discurso paralelo puedo construir? ¿Cómo comunico mejor al público desde mi labor?
Anhelo qué logremos trabajar con contratos y mejores condiciones laborales.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Estudio, creatividad y responsabilidad.
Es una práctica que requiere conocimientos artísticos, técnicos y habilidades para el trabajo en equipo (inteligencia emocional).

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Crear en el público empatía y conciencia hacia los diversos problemas humanos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Debemos incidir en los modelos de producción para revisar nuestras condiciones laborales, contratos, sueldos, créditos, tiempos de montaje y desmontaje, asistencias, etc.
Profesionalizar nuestra relación con la producción para garantizar mejores trabajos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que ojalá encuentren mejores condiciones de trabajo, eso dependerá de que los hacedores de teatro actuales trabajemos en ello.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


La emergencia la estoy enfrentando con mis ahorros, que ya están muy menguados y no sé cómo llegaré al final de la pandemia.
Deseo que no tardemos mucho en reactivar las producciones.

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Carlos López Tavera

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Hilda María Soto González

¿Si por medio del teatro puedo transformar el mundo o al menos la vida? Anhelo estar en grandes escenarios, tener un protagónico y que no...

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Bawixtabay Torres

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Eunice de la Cruz

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Eunice de la Cruz

36 años / México, Nayarit, Tepic

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Nayarit, Tepic

Oficio: Actriz, directora, dramaturga

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié en talleres de formación actoral a la edad de 14 años. En el año 2009 me involucro de forma constante y profesional en el medio, tomando varios cursos, clínicas, talleres y diplomados con creadores y creadoras de gran trayectoria nacional e internacional; con el mismo ímpetu me refugié también en los saberes impresos que ofrecen los libros.
Decidí dedicarme al teatro como un acto de rebeldía y de resistencia en varios sentidos: el primero fue que se me prohibió estudiar la licenciatura, así que cuando me sentí dueña de mí misma, decidí que yo no iba a censurarme, desde entonces he puesto mi energía en prepararme profesionalmente; y el segundo es que descubrí en el teatro una forma de comunicación y de exploración activa que me permite compartir con los y las otras de forma presente y multisensorial, que la comunicación cotidiana pocas veces permite y menos entre quienes consideramos personas extrañas o desconocidas.
El teatro une, es un universo de posibilidades que se disponen llanas para la compartición y se transforman dentro de quien le observa. El teatro es un prisma.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Creo que las preguntas que alimentan mi práctica son las mismas preguntas que han puesto en jaque a la humanidad desde que el tiempo es tiempo: ¿Quién soy? ¿Por qué existo? ¿Para qué existo? ¿Existe el destino? ¿Por qué a veces el mundo es tan vil? ¿Por qué existen personas tan terribles? ¿Las personas «malas» nacen o se hacen? ¿Qué puedo hacer para cambiar mi entorno? ¿Qué puedo hacer por los demás? ¿Cómo puedo escucharles? ¿De qué forma puedo hablarles? Etc.
Para mí es sumamente importante la observación y la forma de observar, no es lo mismo observar un paisaje que observar a detalle los elementos que le conforman, para esto, creo, hay que aprender primero a mirar hacia adentro. Creo que el principal anhelo es vivir, vivir para poder crear.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No sé si mi forma de habitar el teatro sea singular o distinta, pero si tuviera que describir mi quehacer en tres palabras, estas serían: Sensorial, íntimo, insumiso.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Creo que el teatro puede ser muchas cosas y tiene la capacidad de transformarse y adaptarse a cualquier circunstancia. El teatro es un sobreviviente desde donde se le observe, no me sorprende que haya trasmutado para coexistir en este momento histórico y que ahora habite las pantallas y llegue a los otros a través de un clic. Este acto de resiliencia no sólo hace que el teatro siga presente en la conciencia del espectador asiduo, sino que ha abierto nuevos canales para llegar a otros, a otras que probablemente no habían tenido la oportunidad de dialogar con él.
Visto desde otra perspectiva, el teatro también abraza, acompaña y, en ocasiones, nos da esperanza.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Esta es una pregunta difícil, hay en general varios aspectos que podrían ser perfectibles en distintos ámbitos. Por ejemplo, aún hay que seguir insistiendo para que los hacedores de teatro que no laboran en las instituciones puedan contar con un seguro médico, aún hay que seguir luchando por hacer comunidad más allá de las poéticas y perspectivas individuales con respecto a las formas, unir fuerzas sin entrar en debates separatistas entre el academicismo y la formación externa, etc.
Creo que la clave está en aprender a escucharnos y a respetar nuestras diferencias, cuando esto sea posible, entonces podremos -en comunidad- lograr todas esas cosas por las que se han luchado a través de los años y que nos son tan urgentes.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que vivan su vocación sin prejuicios, que se liberen de ataduras, rencillas y cánones anquilosados y caducos. Deseo que exploren, conozcan, aprendan; aparte de todos los pormenores sobre el quehacer teatral, que aprendan a verse y sobre todo a escucharse (independientemente de lo que hagan y de donde vengan), todos, siempre, podemos aprender de todos.
Deseo que se atrevan a hacer y a decir. Que nadie les quite esa libertad.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Personalmente, enfrento la emergencia sanitaria con esperanza, con paciencia.
Deseo que cuando esto se resuelva, los teatros, los foros, las salas, las calles, etc. se vean repletas de personas hambrientas de experimentar este encuentro con el otro.
Larga vida al teatro.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Francia Castañeda

39 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actriz

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Siempre tuve una inclinación hacia las humanidades y las artes en general. Desde muy chica participé en compañías de teatro, danza, música… la verdad no estaba muy segura de dedicarme a este oficio de manera profesional y aún me sigue sorprendiendo. Creo que en el fondo sigo confiando en que esta carrera pertenece a la rama de Humanidades y como tal, quiero confiar en que podemos tratarnos como tales dentro y fuera de ella.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Creo que lo que más me entusiasma de las artes escénicas es la indagación desde la interdisciplina. He decidido no creer en las artes puras ni en absolutismos (y entiendo la paradoja, porque eso mismo se vuelve un absoluto). Es decir, sé que las distintas categorías en las artes existen para nombrarlas, pero no creo que sea posible crear algo meramente teatral o únicamente musical o absolutamente dancístico.
Creo que hemos inventado las fronteras para sentirnos medianamente a salvo, como si lográramos definir algo de lo que hacemos, pero creo que es totalmente artificial. ¿Quién ha decidido que una forma teatral empieza y termina en dónde? ¿Por qué hasta ahí? ¿Quién dijo que sólo podemos jugar con ciertos elementos? Me cansa la retórica de las palabras y entonces intento crear desde la sorpresa, a veces incluso desde la ignorancia.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

{Preguntas – Morbo – Confianza}
No tengo idea si mi forma de habitar el teatro es singular y distinta a la de los demás, ya no sé si me interesa buscar mi singularidad por encima de lxs otrxs. Nos han vendido el cuento que tenemos que ser únicxs e irrepetibles, y creo que eso ha generado un estado de constante competencia que ha desplazado el trabajo en equipo y no me interesa fomentarlo más.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Sin duda, el contacto. La pausa antes de hacer una propuesta. La escucha. El volver a mirarnos a los ojos. Ser capaces de reconocernos humanxs, falibles, acongojadxs y felices, dejarnos llevar desde la generosidad a la creación con lxs otrxs.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

De inicio, ese estado latente y constante de peligro, de sentirnos amenazadxs por nuestrxs propixs colegas. ¿Por qué sentirnos en desventaja si tal o cual tiene un apoyo? ¿Si seleccionaron su proyecto en la misma convocatoria de la que a mí me batearon? Y al mismo tiempo, creo que podríamos hacer una pausa antes de seguir creando proyectos que no le hablan al público. Preguntarnos en serio, cuál es la urgencia de presentar tal o cual proyecto.
Y todavía hurgando más, que de algún modo nos preguntemos hasta -quizá- poder ponernos de acuerdo, sin que el gobierno ni ninguna autoridad tenga que avalarlo, cuál es el papel de la cultura en nuestro país. Que dejemos de vernos como proyectos apoyados por, beneficiarios de, auspiciado por… si de alguna manera eso no se leyera entrelíneas como que la comunidad artística es la paria que quiere vivir del Estado.
En un contexto donde el arte es prescindible, ¿cuál es el papel que nos toca jugar como artistas?

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Paciencia y escucha. Menos necedad. Que sus vidas profesionales no estén supeditadas al número de seguidores que tienen en redes sociales. Y mucho público que se acerque voluntariamente al teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Debo confesar que me emocionan y al mismo tiempo me aterran las respuestas que la nueva normalidad ha traído a nuestras manos-pantallas. Me encantaría poder confiar en que todas las disciplinas artísticas serán consideradas como bienes imprescindibles en las generaciones futuras.
Que el bienestar emocional e imaginativo se vea como algo imprescindible para cualquier ser humanx y que desde ese lugar nos atrevamos a seguir creando.

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Olivia Lagunas

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Olivia Lagunas

40 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actriz

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Siempre estuve en contacto con el teatro, mis padres desde pequeña me llevaban a ver espectáculos teatrales. Mis abuelos paternos se conocieron en un taller teatral que dirigía Seki Sano. Mi abuelo, al ser un estudioso del teatro, tenía muchos libros del tema. Mismos que yo heredé. Además, en mi casa siempre había literatura que estimulaba mucho mi imaginación y la de mis hermanas.
El juego y la curiosidad, al ser una presencia constante, me llevaron a indagar qué había más allá del escenario. Al conocer «las tripas» de un teatro, me enamoré. Y quise estar ahí por siempre. Después, en la adolescencia, tomé varios talleres artísticos de danza, música y teatro. Ya en la carrera profesional estudié en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro.
Cuando llegué a mi primer día de clases en la escuela de teatro me sentí en casa. Conocí a todas esas personas, tanto las que me enseñaban como las que me acompañaban, y supe que había encontrado a mi Tribu.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Siempre me parecerá relevante preguntarme el ¿por qué sigo en esta profesión? Cuestionar los objetivos que no he logrado alcanzar, «los fracasos» y los rechazos. Creo que indudablemente el fracaso es la veta de la actriz, del actor, del artista. Pero también pienso sobre cambiar el concepto de éxito por el concepto de realización.
También creo que en el proceso de la profesionalización de cualquier oficio son relevantes tres puntos: aprenderlo, ejercerlo y enseñarlo. Así que una de mis metas es ser maestra; enseñar a otros lo que yo he aprendido en este camino. Y también me gustaría mucho explorar en el terreno de la dirección y la dramaturgia.
Por muchos años las circunstancias socioculturales de esta profesión nos han limitado a las mujeres a sólo destacar en el área de actuación y creo que hay un talento femenino desbordante que merece ser escuchado. Me parece que ya es hora que los nuevos personajes femeninos sean más relevantes y que sean escritos, contados y dirigidos por mujeres. Ya basta de que sólo tengamos la versión femenina desde el punto de vista masculino.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No sé si me falte capacidad de síntesis o es que tantos años de carrera y de haber visto tantas cosas en lugares tan distintos, me hacen imposible la labor de reducirlos a tres palabras, pero creo que al final soy una CREADORA ESCÉNICA NÓMADA.
Me gusta ir como las gitanas y gitanos: en grupo, en lugares diferentes. Nunca permaneciendo demasiado en un mismo sitio. Y respetando mi individualidad sobre todas las cosas, pero siempre en equipo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro siempre será relevante en cualquier época, entonces creo que voltearía un poco la pregunta: ¿Cuál es la importancia de este momento histórico en el teatro? y creo que tiene que ver con su capacidad de adaptación. Justo eso, que el teatro puede adaptarse a esta y a cualquier época.
Puede seguir subsistiendo incluso a pesar de que no haya recintos, incluso a pesar de que el público no pueda salir de sus casas, incluso a pesar de que quienes lo crean y lo hacen no puedan reunirse en persona. A pesar de todo esto el teatro seguirá existiendo. Siempre.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Definitivamente la manera de enseñarlo.
Podría haber muchos más temas dónde tendrían que existir algunos cambios, pero si no empezamos por las escuelas de teatro, entonces no estamos arreglando el problema de raíz. Definitivamente las escuelas de teatro necesitan una revisión no sólo de sus programas sino de la didáctica empleada y normalizada desde hace mucho.
En estas escuelas se nos ha enseñado a los creadores escénicos a primero ser sumisos que ser creativos, a obedecer en vez de cuestionar. Y eso se nota en puestas en escena, en la manera en la que hacemos teatro, en cómo cobramos, en cómo no lo cobramos, e incluso en la manera de acercarnos al público.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Libertad creativa.
Capacidad de análisis.
Respeto a su individualidad.
Acceso a capacitación constante.
Derecho a seguridad social.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Deseo que los teatros estén llenos. Pero que no sólo estén llenos de personas, que estén llenos de puestas en escena que valga la pena pagar. Que estén llenos de cuestionamientos acerca de temas que nos competen muchísimo como el feminismo, como el antiespecismo, como el antirracismo y un largo etcétera.
Qué estén llenos de empatía hacia grupos vulnerables, que estén llenos de cuestionamientos hacia grupos de poder. Si no es así yo no entendería un regreso al teatro pleno. Si el teatro solo sigue siendo un divertimento ante la tragedia, entonces estamos en una clara desventaja ante otros medios que pueden proporcionar distracción a las personas.
Como personas creativas de la escena necesitamos mucho más que sólo divertir y entretener si no ¿para qué regresar?

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Alan Uribe Villarruel

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alan Uribe Villarruel

36 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actor, director, diseñador de movimiento

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mi inicio en el teatro es, sin lugar a dudas, un afortunado accidente. Tramitando una beca de excelencia académica en el Instituto Politécnico Nacional (específicamente en la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas en el año 2002) se me solicitaba como requisito estar inscrito en alguna actividad extracurricular, deportiva o artística. El embudo se hizo angosto. No podía continuar mis estudios sin dicha beca, y los horarios de mis clases y trabajo eran por demás absorbentes. El único taller que se acoplaba a mi itinerario era el de teatro. A regañadientes acudí al primer día de actividades escénicas y me presenté con la profesora Elizabeth Montaño Ramírez, quien también se encontraba en ese espacio por primera vez. Ese fue nuestro primer día, ese encuentro extraño con la duela descalzo entre protoingenierxs, se prolongó semanas, meses, desvelos, estrenos, concursos y amistades. Total, para no hacer el cuento largo, un año y medio después me encontraba entrenando mi cuerpo y mi mente para intentar ingresar a la Escuela Nacional de Arte Teatral, pues algo me decía que el teatro, era para mí mucho más que un taller-requisito para una beca de excelencia.
Renuncié a la beca, a la informática, a la aprobación familiar y de paso también al closet y al cabello corto. Consumir teatro y consumirme en él, me regaló una perspectiva distinta de la vida. Me gustó más estar vivo y me emocionaba saber que muchas de las cosas en las que había creído eran mentira. Me gustaba ensayar, sobretodo ensayar, leer, ir a ver muchas obras, emocionarme intensamente y tener una tribu que, por primera vez, no me hacía sentir inseguro.
Decidí SER ACTOR y puse el objetivo a la distancia. Ahora que lo pienso no había marcha atrás. Para una persona como yo, difícilmente hay segundas oportunidades. Mi padre dice que uno no debe apostar a menos que tenga la certeza de que va a ganar, porque el juego es tramposo; yo en el fondo sabía que estaba ganando.
A pesar de las dificultades económicas y prácticas de estudiar una carrera en el sur de la ciudad, a 30 kilómetros de casa, el teatro se reveló como una actividad vital que me llenaba de energía y me estimulaba creativamente como nunca nada lo había hecho antes.
A 18 años de aquella decisión puedo decir que día a día sigo escogiendo el teatro porque es un hogar que me brinda, como cualquier buen hogar, cobijo, ocupación, protección, familia y sustento, porque no he encontrado nada que me haga disfrutar tanto estar vivo, desvelarme, leer, estudiar, sudar y provocar en todas direcciones y que además de todo me paguen por hacerlo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Hay una pregunta sencilla rodando desde hace un tiempo: ¿A quién le habla el teatro que hago?
Actualmente -y desde hace dos años-, formo parte del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro. Me siento por demás privilegiado de poder vivir dignamente de mi profesión y de formar parte de un equipo de artistas admirables en muchos sentidos. Al mismo tiempo soy director artístico de mi propia compañía independiente
JuegoTeatro, donde investigamos en equipo sobre el cuerpo de los actores y las actrices y los discursos que nos mueven ideológica y físicamente. Menciono esto porque ambas actividades me permiten tener una perspectiva más amplia de mi propio panorama artístico y mis proyecciones futuras y, por qué no, me ayuda a lanzar hipótesis sobre mi cuestión de inicio.
No creo que todo el teatro que hago ahora le hable a MI GENTE, a la gente que no puede acceder a los corredores culturales de la UNAM, el Teatro Helénico o el Centro Cultural del Bosque sin atravesar por completo la ciudad (ya ni hablemos de los teatros con boletos de dos mil o tres mil pesos), a la gente que no puede disponer de 150 pesos para comprar un boleto y sentarse en una butaca, a la gente que decide ocupar sus momentos fuera del trabajo en DESCANSAR y estar en su casa (mil veces antes que subirse al metro para llegar a una función), a las personas que nunca han asistido a una manifestación artística, a las amas de casa, a los adolescentes que coquetean con la delincuencia en sus entornos, a los que como yo descubren por accidente las artes, a mis vecinos de Ecatepec, a la gente de Naucalpan, de Neza, de Morelos, de Chiapas, de Las Juntas en Jalisco, de Chihuahua, de todas las fronteras, a las niñas y niños de escuelas rurales. En fin, a MÉXICO, a ese otro México que no figura tanto como quisiéramos en las numeralias ni en las estadísticas y que pide a gritos tener un pincelazo de belleza entre tanta violencia, pobreza, marginación y miedo. Eso ronda en mi cabeza y francamente me hace sentir muy pequeño.
El tiempo y las acciones que ejerza sobre él me irán dando respuestas, confío en ello. Me rodeo de personas con las que puedo empatar estas búsquedas, les llamo amigos y también les llamo interlocutores válidos. Propicio los encuentros, les comparto mis anhelos de omnipresencia, mis utopías y levantamos proyectos para seguirnos haciendo preguntas y respuestas que de tanto en tanto, se vuelven la misma cosa.
Creo que como creadores necesitamos encontrar el campo de cultivo más fecundo para que nuestro hacer encuentre eco y tierra fértil.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Identidad, humanidad, equivocación fértil.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El momento histórico que vivimos el teatro como lo conocemos necesita hacer una pausa. Esperar y madurar. La prioridad para mí en este momento está en crear redes entre personas, de soporte emocional, de salud, afectivo, económico, etc.
Insisto, el teatro va a estar ahí cuando podamos superar todo lo que viene en consecuencia de esta pausa mundial. Tal vez tengamos que hacer otras cosas, tal vez nos reinventemos y nada vuelva a ser igual, tal vez no todos sobrevivamos. He pensado a veces que el teatro es importante como medio para estar con los otros. Igual la música, igual las cooperativas, las llamadas telefónicas, los trueques y los mensajes.
Como actores y actrices, nos toca conectar verdaderamente con quien hemos llamado nuestro público. Ponerles nombre y rostro, tender la mano y también aprender a pedir ayuda.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Las élites. Los prototipos, los perfiles preconcebidos, los modelos de explotación, el hecho de no poder vivir dignamente de nuestro oficio, la burocracia absurda, los exámenes de admisión, el acoso laboral, el machismo, la misoginia, la homofobia, los modelos verticales, las vacas sagradas.
Estamos en proceso de cuestionar, denunciar y aprender. Aún falta mucho.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que hagamos equipo. Las generaciones jóvenes están ahí para enseñarnos otra perspectiva del mundo que resulta mucho más justa a mi parecer.
Les deseo energía y fuerza para seguir navegando contracorriente en un país que demerita la cultura. Les deseo agudeza y asertividad. Les deseo espacios de trabajo libres de violencia.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


La pandemia nos hizo estar más juntos. No hay mayor provocación para un alma rebelde que la prohibición. Nuestra creatividad se puso en juego y hemos aprendido a acompañarnos de otras formas. Lo único que pasó es que no pudimos tocarnos ni estar frente a frente. Los abrazos se volvieron riesgo de muerte, mejor dicho, de dar la vida en un abrazo. Nos recordamos que somos frágiles y que es importante mostrar afecto. La pandemia tiene que ser una ganancia a nivel humano. El teatro siguió ahí. Y resultaba que no era tan importante como creíamos. Valoramos estar con nuestros seres queridos, cuidarlos y tener la certeza de que un día nos despediremos de ellos definitivamente.
Me gustaría que al encontrarnos físicamente nos olvidáramos un poco de lo que hacemos y nos viéramos a los ojos desnudos de oficios y expectativas. Hoy estamos vivos y nos toca escribir este episodio de la historia, eso es muy estimulante.

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