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Categoría: Instantánea

Alan Uribe Villarruel

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alan Uribe Villarruel

36 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actor, director, diseñador de movimiento

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mi inicio en el teatro es, sin lugar a dudas, un afortunado accidente. Tramitando una beca de excelencia académica en el Instituto Politécnico Nacional (específicamente en la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas en el año 2002) se me solicitaba como requisito estar inscrito en alguna actividad extracurricular, deportiva o artística. El embudo se hizo angosto. No podía continuar mis estudios sin dicha beca, y los horarios de mis clases y trabajo eran por demás absorbentes. El único taller que se acoplaba a mi itinerario era el de teatro. A regañadientes acudí al primer día de actividades escénicas y me presenté con la profesora Elizabeth Montaño Ramírez, quien también se encontraba en ese espacio por primera vez. Ese fue nuestro primer día, ese encuentro extraño con la duela descalzo entre protoingenierxs, se prolongó semanas, meses, desvelos, estrenos, concursos y amistades. Total, para no hacer el cuento largo, un año y medio después me encontraba entrenando mi cuerpo y mi mente para intentar ingresar a la Escuela Nacional de Arte Teatral, pues algo me decía que el teatro, era para mí mucho más que un taller-requisito para una beca de excelencia.
Renuncié a la beca, a la informática, a la aprobación familiar y de paso también al closet y al cabello corto. Consumir teatro y consumirme en él, me regaló una perspectiva distinta de la vida. Me gustó más estar vivo y me emocionaba saber que muchas de las cosas en las que había creído eran mentira. Me gustaba ensayar, sobretodo ensayar, leer, ir a ver muchas obras, emocionarme intensamente y tener una tribu que, por primera vez, no me hacía sentir inseguro.
Decidí SER ACTOR y puse el objetivo a la distancia. Ahora que lo pienso no había marcha atrás. Para una persona como yo, difícilmente hay segundas oportunidades. Mi padre dice que uno no debe apostar a menos que tenga la certeza de que va a ganar, porque el juego es tramposo; yo en el fondo sabía que estaba ganando.
A pesar de las dificultades económicas y prácticas de estudiar una carrera en el sur de la ciudad, a 30 kilómetros de casa, el teatro se reveló como una actividad vital que me llenaba de energía y me estimulaba creativamente como nunca nada lo había hecho antes.
A 18 años de aquella decisión puedo decir que día a día sigo escogiendo el teatro porque es un hogar que me brinda, como cualquier buen hogar, cobijo, ocupación, protección, familia y sustento, porque no he encontrado nada que me haga disfrutar tanto estar vivo, desvelarme, leer, estudiar, sudar y provocar en todas direcciones y que además de todo me paguen por hacerlo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Hay una pregunta sencilla rodando desde hace un tiempo: ¿A quién le habla el teatro que hago?
Actualmente -y desde hace dos años-, formo parte del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro. Me siento por demás privilegiado de poder vivir dignamente de mi profesión y de formar parte de un equipo de artistas admirables en muchos sentidos. Al mismo tiempo soy director artístico de mi propia compañía independiente
JuegoTeatro, donde investigamos en equipo sobre el cuerpo de los actores y las actrices y los discursos que nos mueven ideológica y físicamente. Menciono esto porque ambas actividades me permiten tener una perspectiva más amplia de mi propio panorama artístico y mis proyecciones futuras y, por qué no, me ayuda a lanzar hipótesis sobre mi cuestión de inicio.
No creo que todo el teatro que hago ahora le hable a MI GENTE, a la gente que no puede acceder a los corredores culturales de la UNAM, el Teatro Helénico o el Centro Cultural del Bosque sin atravesar por completo la ciudad (ya ni hablemos de los teatros con boletos de dos mil o tres mil pesos), a la gente que no puede disponer de 150 pesos para comprar un boleto y sentarse en una butaca, a la gente que decide ocupar sus momentos fuera del trabajo en DESCANSAR y estar en su casa (mil veces antes que subirse al metro para llegar a una función), a las personas que nunca han asistido a una manifestación artística, a las amas de casa, a los adolescentes que coquetean con la delincuencia en sus entornos, a los que como yo descubren por accidente las artes, a mis vecinos de Ecatepec, a la gente de Naucalpan, de Neza, de Morelos, de Chiapas, de Las Juntas en Jalisco, de Chihuahua, de todas las fronteras, a las niñas y niños de escuelas rurales. En fin, a MÉXICO, a ese otro México que no figura tanto como quisiéramos en las numeralias ni en las estadísticas y que pide a gritos tener un pincelazo de belleza entre tanta violencia, pobreza, marginación y miedo. Eso ronda en mi cabeza y francamente me hace sentir muy pequeño.
El tiempo y las acciones que ejerza sobre él me irán dando respuestas, confío en ello. Me rodeo de personas con las que puedo empatar estas búsquedas, les llamo amigos y también les llamo interlocutores válidos. Propicio los encuentros, les comparto mis anhelos de omnipresencia, mis utopías y levantamos proyectos para seguirnos haciendo preguntas y respuestas que de tanto en tanto, se vuelven la misma cosa.
Creo que como creadores necesitamos encontrar el campo de cultivo más fecundo para que nuestro hacer encuentre eco y tierra fértil.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Identidad, humanidad, equivocación fértil.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El momento histórico que vivimos el teatro como lo conocemos necesita hacer una pausa. Esperar y madurar. La prioridad para mí en este momento está en crear redes entre personas, de soporte emocional, de salud, afectivo, económico, etc.
Insisto, el teatro va a estar ahí cuando podamos superar todo lo que viene en consecuencia de esta pausa mundial. Tal vez tengamos que hacer otras cosas, tal vez nos reinventemos y nada vuelva a ser igual, tal vez no todos sobrevivamos. He pensado a veces que el teatro es importante como medio para estar con los otros. Igual la música, igual las cooperativas, las llamadas telefónicas, los trueques y los mensajes.
Como actores y actrices, nos toca conectar verdaderamente con quien hemos llamado nuestro público. Ponerles nombre y rostro, tender la mano y también aprender a pedir ayuda.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Las élites. Los prototipos, los perfiles preconcebidos, los modelos de explotación, el hecho de no poder vivir dignamente de nuestro oficio, la burocracia absurda, los exámenes de admisión, el acoso laboral, el machismo, la misoginia, la homofobia, los modelos verticales, las vacas sagradas.
Estamos en proceso de cuestionar, denunciar y aprender. Aún falta mucho.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que hagamos equipo. Las generaciones jóvenes están ahí para enseñarnos otra perspectiva del mundo que resulta mucho más justa a mi parecer.
Les deseo energía y fuerza para seguir navegando contracorriente en un país que demerita la cultura. Les deseo agudeza y asertividad. Les deseo espacios de trabajo libres de violencia.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


La pandemia nos hizo estar más juntos. No hay mayor provocación para un alma rebelde que la prohibición. Nuestra creatividad se puso en juego y hemos aprendido a acompañarnos de otras formas. Lo único que pasó es que no pudimos tocarnos ni estar frente a frente. Los abrazos se volvieron riesgo de muerte, mejor dicho, de dar la vida en un abrazo. Nos recordamos que somos frágiles y que es importante mostrar afecto. La pandemia tiene que ser una ganancia a nivel humano. El teatro siguió ahí. Y resultaba que no era tan importante como creíamos. Valoramos estar con nuestros seres queridos, cuidarlos y tener la certeza de que un día nos despediremos de ellos definitivamente.
Me gustaría que al encontrarnos físicamente nos olvidáramos un poco de lo que hacemos y nos viéramos a los ojos desnudos de oficios y expectativas. Hoy estamos vivos y nos toca escribir este episodio de la historia, eso es muy estimulante.

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Carla Pedroza

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Carla Pedroza

35 años / México, Michoacán, Uruapan

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Quintana Roo, Playa del Carmen

Oficio: Docente, directora teatral

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié por un taller de teatro y me dedico a ello porque creo que es un puente de convivencia que la humanidad necesita.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo llegar a las emociones del espectador?
Anhelo crear un grado de conciencia.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Visual, musical, novedosa.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El aprender a que el encuentro con el otro es indispensable para el ser humano. Solos en nuestras casas cuadrados a una computadora no es libertad.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que no tengan que pasar por una pandemia para hacer teatro de verdad y no tratar de recrear la tele o el cine.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por ahora, recurrir a lo digital, pero tengo fe en que esto pasará y la humanidad descubrirá la importancia del encuentro.

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Sisu González

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Sisu González

48 años / México, CDMX

Lugar principal de trabajo: México, CDMX

Oficio: Directora, docente, investigadora

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Una vez tuve la oportunidad de estar en el escenario y los camerinos del Teatro Ferrocarrilero, una extraña sensación recorrió mi ser, descubrí que me sentía muy feliz. Así que busqué llegar nuevamente a esa sensación. Comencé a hacer teatro en la gloriosa prepa 9, Olga Harmony fue mi maestra. A la par asistía al Taller de Teatro de la Casa de Cultura «Jesús Reyes Heroles» y gracias a ello llegué a formar parte de una compañía, que dirigía la maestra Maricela Lara. Comencé actuando. Después llegue al Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM y ahí la dirección ganó mi atención.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Cada montaje que he hecho ha dado respuesta a las dudas que en algún momento de la vida han asaltado mi espíritu: ¿Qué es el amor? ¿Cómo seguimos nuestros sueños? ¿Por qué la injusticia? y ¿Quiénes somos? A veces logro contestarme y comparto ese descubrimiento con otros que, supongo, también tienen esos asaltos existenciales.

Mi anhelo es seguir cuestionándome y lograr compartir con los demás.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

¡Todos juntos ya!

Acercarme lo más posible al público, ¡me encanta! Disfruto mucho el contacto directo con él, provocarlo y recibir su respuesta. Esto trato de transmitirlo al equipo creativo con el que trabajo, sé que implica algo de riesgo y vulnerabilidad, pero finalmente el teatro es un espacio de riesgo y libertad.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Mantenernos vivos y juntos, aunque sea a la distancia. Recordarnos quiénes somos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Nada, creo que el teatro está encontrando su camino y va evolucionando a la par de sus creadores. Dar impulsos y abrir espacios a las generaciones jóvenes.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que no dejen de buscar respuestas a sus inquietudes y que experimenten todas las formas de comunicación que surjan de sus latidos hasta encontrar la más eficaz para el público.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Para cubrir la necesidad de ver teatro he asistido al convivio a través del streaming y me he conmovido mucho.

Cuando volvamos a estar juntos quiero que nos miremos a los ojos y nos tomemos de la mano para seguir construyendo el rito de la convivencia.

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Mahalat Sánchez

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mahalat Sánchez

45 años / México, Baja California, Mexicali

Lugar principal de trabajo: México, CDMX

Oficio: Actriz y directora

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Creo que fui una niña muy observadora y mi infancia estuvo llena de contrastes, de tragedias, de surrealismo, de sueños, de monstruos, de personajes excéntricos. Mi padre Jesús Sánchez era el alma de las fiestas, un histrión, mi madre Refugio Benítez, una mujer luchadora y de carácter muy complejo. Un tanto excéntrica en varios aspectos. Gente de frontera. Quizás la arquitectura del paisaje forma parte de nuestro mundo sentimental. Digamos que fue el impacto de distintos ámbitos los que tejían entre causas y azares un camino teatral. Pero la primera vez que fui al teatro, lo recuerdo perfecto, vi a mi hermana Lucila actuar en La Fábrica de los juguetes, de Jesús González Dávila. Ella formaba parte del grupo de teatro de la Normal Fronteriza y recuerdo muy bien ese instante de perplejidad ante el escenario y lo que en él sucedía.

Recuerdo también que en las tardes calurosas de Mexicali, iba al grupo de teatro con un maestro muy apasionado, Emeterio Méndez, y con mis compañeros compartía esa gran necesidad de expresarnos y de contar historias. Fue muy importante para mí aquél espacio artístico, donde me sentía aceptada y la creatividad se exploraba. Más adelante, acabando la prepa, llegó la pregunta mas formal ¿Y dónde puedo estudiar Teatro? Pues muy lejos, en la Ciudad de México. Entonces esa decisión fue muy difícil y tenía muchas implicaciones. Aún hoy me lo sigo cuestionando, a veces desde la ligereza y otras desde la intensidad.

Fue tras ingresar al Centro Universitario de Teatro de la UNAM que todo tomó forma y fondo. La ruta se fue nutriendo gracias a mis compañeros de generación del CUT, la verdad es que ellos para mí son fundamentales en los primeros pasos, en los primeros ejercicios, en los primeros acercamientos, las ficciones primigenias, los primeros intentos de generar «verdad». Me acuerdo y me da nervios. A ellos les debo mucho y, claro, a los maestros tan maravillosos que tuve.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Muchas cuestiones emergen de la simbiosis del proceso artístico y del momento de vida en el que estás. Hay temas que siempre vuelven para ser desentrañados desde otras perspectivas, como el miedo a la locura, el significado de nuestra existencia, la muerte, el vacío, el tiempo, los afectos, la memoria, etc.

Siempre se anhela que llegue a nuestras manos una buena escritura para la escena, un desarrollo que nos permita vivir ese momento místico en dónde aparecen imágenes extraviadas de nuestra psique, o ese instante donde experimentamos el soplo divino, sentirnos vivos, sentir el orden de la naturaleza. Navegar sobre Luz y Oscuridad. El intento de comprender la condición humana. Creo que cuando hay una búsqueda profunda nos conectamos todos como humanos; espectadores y creadores.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Intuición, comunión, diversidad.

Agregaría autoconocimiento. No soy de grandes ambiciones en el sentido de tener perfecta claridad de lo que se quiere alcanzar en un proceso o al finalizar una obra. Veo más bien que es un camino de la mano de los compañeros. Tengo presente siempre las enseñanzas que me ha dado cada unx de las directoras y directores con los que he trabajado y cada actriz o actor con los que he compartido el escenario, la generosidad de los que miran directo a los ojos para ver su alma. Se va labrando en conjunto y que requiere muchísima humildad, apertura, libertad creadora y honestidad porque siento que lo que abunda son manifestaciones individualistas, de yo estoy protestando, yo estoy diciendo, yo estoy proponiendo, y ese perro hambriento y rabioso que es el ego, obstaculiza mucho el flujo creativo. No sé, siempre intento vigilar eso como actriz y como directora. Quizás siempre estoy buscando esa fotografía del «ser» en escena, ese «ser» que expone abiertamente sus huellas, sus cicatrices, su historia y sus encuentros con todos los seres que le han precedido.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Quizá deberíamos dejar pasar unos cincuenta años. La distancia nos da esas claridades. Me parecen tiempos muy confusos aún.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Diversificar y aumentar los subsidios. Re-inventar nuevas políticas culturales. Que haya más inversión desde diversas esferas. Vivimos entre la espada y la pared. La angustia es la constante al hacer teatro en México. Y por otro lado debemos generar nuevos públicos: ¿Cómo podríamos hacer para que las personas sientan un gran deseo y necesidad de ir al teatro?

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que sean las mujeres quienes tomen las historias para contarlas, actrices, mujeres de teatro, mujeres dramaturgas, mujeres directoras, mujeres productoras, apoyos a mujeres, perspectivas de mujeres. Nos falta escuchar el eco de más mujeres en el teatro.

Y claro, a las nuevas generaciones: mayor posibilidad de llevar a cabo proyectos, así como dignificar nuestro trabajo en términos económicos.}

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

He pasado por varias etapas, la verdad la pandemia me ha llevado a conclusiones y reflexiones muy polarizadas. Un día pienso que el teatro por Zoom es pésimo y después soy testiga y he participado de alguna propuesta interesante que me hace cambiar de opinión. No sé, es como si no estuviéramos colectivamente en terreno sólido. El mundo al que pertenecemos hoy día, ha deconstruído todos nuestros paradigmas.



Al final extraño ese abrazo, ese consuelo que solo el Teatro presencial, es decir sin intermediarios, nos regala.

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Andrómeda Mejía

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Andrómeda Mejía

33 años / Edo de México, Toluca

Lugar principal de trabajo: México, CDMX

Oficio: Actriz, directora escénica, dramaturga

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

A mis 12 años admiraba profundamente a una de mis hermanas mayores, al querer seguir sus pasos, entré a mi primer taller de teatro. Luego, estudié psicología, un par de años después me encontraba trabajando como docente del Instituto de Formación Profesional de la Policía de Investigación (antes Policía Judicial), mi confrontación con la vocación, la entrega y compromiso de los estudiantes y policías con los que conviví me hizo decidir que debía dedicarme a lo que realmente deseaba y donde mi corazón se vivía pleno: El teatro.

Renuncié a mi trabajo y decidí entrar a la Escuela Nacional de Arte Teatral, me preparé y desde entonces me dedico al teatro desde el lugar en que los proyectos me albergan: como actriz, directora, dramaturga, productora, técnica, traspunte, realizadora… la cuestión está en contar historias y crear universos.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me pregunto siempre por la relación con los públicos, cómo lograr que se involucren, que vivan una experiencia y no se mantengan en el lugar de la expectación. Me pregunto por las diferentes maneras, por las herramientas, los universos poéticos existentes y por inventarse para comunicarnos como humanos a través del arte.

Anhelo acercarme con los espectáculos de los que soy (sea) parte a todos los espacios y personas posibles, con todos los contextos, deseos y formas de pensar y habitar el mundo que existan

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Prueba, arrojo, desafío.

Me gusta experimentarme en la diversidad, por ello creo desde contextos muy diferentes. Lo mismo me entrego a la creación de puestas en escena para jóvenes audiencias, que, al teatro contemporáneo en espacios no convencionales, que, a la técnica de máscara en áreas verdes, que a la desestructuración performática, que al trabajo teatral con comunidades específicas; a veces con miedo, a veces con dudas, pero decido lanzarme a las aventuras.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro nos remite a la experiencia vital, pienso que ése es su sentido esencial en este momento. Es una pausa para repensarnos desde esta potencia, al volver el teatro la apuesta y compromiso es que cada espectáculo sea una experiencia vital de la que nadie pueda irse sin haber sido tocado y que la decisión de haber tomado el riesgo de estar allí, valga cada segundo.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El compromiso con el que creamos. No podemos volver jamás a ignorar al público, no podemos jamás crear algo distante, somnoliento, por compromiso.

No podemos jamás crear por crear o por un viaje personal onanista.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Arrojo. Imaginación. Disciplina.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Me ha costado trabajo, sigue siendo un proceso; trato de asumir la pausa sin angustia y permitiéndome vivir las confrontaciones y aprendizajes personales que me ha traído la realidad que enfrentamos. Trato de mirar y ser empática, pues es un tiempo de reflexión y posibilidad de consciencia para todos y todas.

Cuando volvamos a estar juntos quisiera que el proceso nos haya llevado a ser más libres, con menos miedo y más amor. Quisiera encontrar miradas cómplices de un viaje profundo compartido, que a pesar del posible dolor, nos encamine a la plenitud

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Oscar Urrutia Lazo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Oscar Urrutia Lazo

56 años / México, CDMX

Lugar principal de trabajo: México, Yucatán, Mérida

Oficio: Cineasta, productor de Teatro, profesor universitario

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mi carrera como creador ha tenido muchos quiebres a lo largo de 25 años. Al Teatro me acerqué cuando aún era estudiante de Cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos en 1990, colaborando con Raquel Araujo en su primer montaje, Estrategias Fatales, una obra dividida en dos tiempos y dirigida por Rocío Carrillo y Raquel Araujo.

En ese montaje participé con Raquel realizando las porciones de video que la obra incluía e intervine en algunos aspectos sobre el uso del espacio. Se trataba de la adaptación de una amplia galería vacía en la Biblioteca de México para convertirla en escenario. No obstante, ese momento está lejos de ser un punto decisivo en mi carrera, ya que no contemplaba la idea de trabajar en Teatro, ni dedicarme a ello.

El paso del tiempo, más aún que la voluntad, ha sido el factor que me ha hecho permanecer y desarrollarme dentro de la disciplina teatral, siempre en compañía de Raquel.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

La creación artística en general me intriga por sí misma. El misterio que envuelve al acto creativo es suficientemente poderoso para dejarme sumergir en él. A lo largo de mi trayectoria he optado por buscar, anteponiendo la propia búsqueda –con sus procesos de experimentación y aprendizaje– por encima del producto obtenido.

El proceso creativo, pleno en cuestionamientos e incertidumbres, me es más cercano y enriquecedor que la obra terminada. Donde termina el proceso creativo termina también el misterio sobre lo creado.

En general, no establezco diferencias entre los campos disciplinares en los que me desenvuelvo, unos se conectan con otros y alimentan tanto el proceso como el resultado. Sin embargo, sí existe un leitmotiv que distingo claramente en lo que busco: la relación implícita que existe entre el tiempo y el espacio.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Buscar la sorpresa

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Remontándonos hacia el pasado, el Teatro ha sido un factor detonante en la forma como comprendemos la «representación», en el aspecto más amplio del término.

Necesitamos, ahora como nunca, encontrar caminos que nos conduzcan a reinventarnos y, por ende, a encontrar nuevas formas de «representarnos»; nuevas formas que nos ayuden a entender los por qués y los cómos, principalmente el ¿Cómo llegamos aquí?

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Como toda disciplina artística, el Teatro debe transformarse para seguir vivo, para mantenerse vigente.

La resistencia al cambio siempre extiende los procesos de transformación, pero no evita que sucedan.

El Teatro debe rendirse a la transformación y devenir en su curso sin demasiada resistencia.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que la Cultura y las Artes se entiendan como un factor de desarrollo y cambio social. Una prioridad en el modelo educativo del futuro

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La época en la que vivimos es sin duda la que más alternativas ofrece para el encuentro con el otro, encuentros no necesariamente presenciales, pero si diversos.

Explorar todos estos posibles encuentros nos ayudará sin duda a definir los mecanismos para alcanzar al otro, revitalizando aquellas prácticas que han probado su eficacia histórica

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Felipe Lara García

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Felipe Lara García

45 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Realizador de utilería, props, escenografía

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Durante mi curso de la carrera de Diseño Gráfico en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, empecé a acompañar a un amigo actor a sus ensayos. De ahí me ofrecieron trabajo de asistente de vestuario con Sara Salomón, eso me llevó a conocer el detrás de una producción. Me empecé a involucrar en otras puestas en escena y me empezaron a ofrecer la realización de la utilería. Poco a poco me fueron recomendando.
Y ahí fui creciendo y aprendiendo nuevas técnicas sobre el camino. Ningún trabajo es igual, son nuevos retos. Siempre me gustaron las artes plásticas, el diseño y el dibujo, eso me facilitó el acoplarme bien y sentir más confianza. Llevo más de 20 años en esto y desde que vi la magia que es llevar tu trabajo a escena hice clic inmediatamente.
Ahora ya soy reconocido y es fácil que me recomienden y ubiquen. Eso me halaga.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Cuando un cliente me dice: ¿Crees que se pueda? Yo sonrío y me río, ese es el reto. Me gustan los desafíos y al final todos terminamos felices de que lo logramos.
Deseo seguir aquí, dejar huella, dejar un legado.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Amo-mi-trabajo.
Eso. Lo distinto a todos los trabajos del mundo. Es un área que es tan versátil, que siempre te atrapa y nunca terminas de aprender.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro, sin lugar a dudas, es para mí un sentimiento visual efímero que nunca se acabará. Le pertenecemos. Yo soy y seré una célula que lo mantendrá vivo.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El teatro por sí solo se transforma y encuentra nuevas maneras de entablar diálogos con su público.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que sigan, el teatro los necesita.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Me uní a la causa y empecé haciendo caretas para todo público, eso me ayudó a servir y a sobrevivir. Ocupé mis habilidades para hacer un poco de todo en casa y ayudar a vecinos, jejeje. Ahora vendo
frappés, jajaja.
Yo espero ese gran momento como no tienen idea. Regresaremos con unas ganas de devorar los escenarios, de recibir aplausos, de gritarnos ¡Mucha mierda! Ese día seguro llegará.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Aldo Vázquez Yela

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Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México e Inglaterra, Bristol

Oficio: Diseñador escénico

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Soy pintor de formación, comencé haciendo un poco de pintura escénica. Así conocí a Mario Marín y me ofreció ser su asistente y hacer el atrezo de su vestuario. Lo asistí en varios proyectos, en uno de ellos trabajé con la Compañía Nacional de Teatro, después de ello me ofrecieron trabajo como técnico de utilería. Años después decidí hacer una maestría en diseño teatral.
Para mí el teatro es colaboración, trabajo en equipo, la relación con otros creativos, actores, realizadores y equipo técnico. El proceso de la creación colectiva/obra/pieza escénica y su relación directa con el público es lo que más disfruto. Por esto decidí dedicarme al teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Cada proyecto es una nueva pregunta, una posibilidad. Por lo tanto, cada proyecto te invita a investigar, proponer y conversar para crear. Afortunadamente cada montaje/proceso es único y por ello naturalmente alimenta mi práctica. La colaboración con tantos y diversos individuos y sus propios procesos/visiones enriquecen mi manera de entender el teatro.
Mi anhelo es continuar, seguir trabajando y experimentando. Me interesa explorar otras disciplinas como la danza, la ópera o el performance son lugares donde no me he desenvuelto aún.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Colaboración, creación, concepto.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Pienso que estamos en suspensión, la conexión física con el otro es imposible, algo tan natural está limitado. El ritual de juntarnos todos para vivirlo y verlo suceder no puede ser.
El teatro nos permite conectar, comunicar y liberar en el otro, reconocernos en la representación. Por tanto, en el aislamiento/miedo/claustrofobia de este momento histórico aunque sea a través de la pantalla, se nos permite conectar con la ficción, es un respiro, un espacio para la reflexión.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

En mi experiencia, hay modelos teatrales como existen compañías/instituciones con la que se pueda colaborar.
Pienso que todo puede ser perfectible. Un ejemplo es la diversidad de voces en los equipos creativos y técnicos. El trabajo en colaboración con comunidades para llegar a más públicos que no están familiarizados con el teatro.
En cuanto a proyectos, valorar el tiempo que cada proceso conlleva y por tanto cuidar del equipo. Matarse por sacar un proyecto no es sano.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Pensamiento crítico a la hora de crear.
Límites definidos al colaborar.
Claridad y transparencia en negociaciones de contratos y autorías.
Condiciones laborales dignas.
Cuidado en su salud mental.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Lo que deseo al estar juntos es apoyo, somos una comunidad, todos hemos padecido la pandemia de maneras distintas. Todos queremos volver a los escenarios, pero debemos ser precavidos.

Ahora que tuvimos que detenernos, debemos seguir estando atentos a lo que hemos reflexionado que nos mueve a hacer teatro, intentar no caer en la necesidad y la inercia.

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David Olguín

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

David Olguín

57 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Dramaturgo, director de escena

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

En la preparatoria, tras haber sido un espectador voraz de teatro universitario y de la Compañía Nacional de Teatro de entonces, fundé un grupo teatral que abordaba temas políticos que eran de nuestro interés.
En el teatro descubrí una plataforma de exploración personal que me ayudaba a entender mejor la vida. Fui aceptado al Centro Universitario de Teatro y, para mi enorme fortuna, me encontré con Margules y Tovar.
Como al viajar en los ríos salvajes y profundos, todo fue seguir una corriente donde dejé de saber cuándo remaba yo mismo porque quería llegar a ese destino y cuándo las propias corrientes me llevaban hacia donde me encuentro ahora.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

El teatro es mi herramienta para entender la complejidad del comportamiento humano y para transitar de una manera más amable, para mí y para los que tengo cerca, esta ocasión única, esta hora que me ha tocado agitarme en el gran teatro del mundo, este transcurrir en el tiempo y lugar que me tocó. Y aún, por fortuna, me hago preguntas que me dejan asombrado ante la grandeza del arte escénico, de su poderosa tradición de siglos, de su permanente condición efímera e inacabada.
¿Ambiciones? A medida que me descubro con más saberes en mi oficio, aspiro a serle lo más fiel posible a la compleja sencillez de pulsar fibras emocionales, carga de humanidad, tanto en mi escritura como en mi trabajo escénico. Y eso sin considerar que siempre hay preguntas técnicas por resolver.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Tradición y novedad.
La hace singular la frecuentación de un teatro de autor. Mis textos son resultado intrínseco de habitar la escena y mi visión escénica está profundamente ligada a mi ambición dramatúrgica.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Es un tema muy vasto que he tratado en dos ensayos a los que invito a dar lectura:

https://www.milenio.com/cultura/laberinto/teatro-vs-coronavirus-futuro-artes-escenicas

https://revista-liber.org


Estamos en un momento crucial para la vida humana, único para el teatro en términos del aislamiento en el que estamos inmersos y, en última instancia, estamos ante grandes desafíos que nos hacen cuestionarnos el futuro de nuestro arte pero, ante todo, la necesidad de grandeza ante el reto que significa el presente: ¿Hacer o no hacer? ¿Arte de la presencia?
Escribir teatro se hace bajo cualquier circunstancia, pero el arte de la acción solo florece en medio de la grey. Como afirma Chejov en
La gaviota: “no es posible vivir sin teatro” y la escena está allá afuera, lejos de la isla y con enormes dificultades para refrendarnos la idea de que “navegar es necesario”. Un puñado de conjurados lo sabemos porque en la escena se miran sueños colectivos, porque los hacedores sueñan despiertos por la comunidad y se atreven a hacer y decir lo que otros en el cotidiano no podemos o no nos atrevemos a pensar o sentir.
En el fondo de nuestros corazones, la gente de la escena se hermana como una secta sin más patria que los teatros del mundo entero, es incómoda y heterodoxa, capaz de hacer bullicio –aunque sean bullicios en sordina en sus espacios de cámara– pero bullicio comunitario, juntos, cuerpo a cuerpo –ese valor tan necesario de mirar una y otra vez en un siglo que viene de aquel que despreció la vida al punto del exterminio planificado en campos de concentración–, cuerpos vivos en un país de desaparecidos y que sigue siendo una fosa común con sus tres mil homicidios mensuales, en un presente rodeado de cuerpos de mujeres ultrajadas, de infancias violentadas o traficadas, de hombres y mujeres que precisamente desprecian sus cuerpos y de una pandemia que nos fragiliza y nos da la posibilidad de pensar, desde la isla solitaria, sin prisas, en el cuerpo; revalorar la ciencia y el arte; apreciar las bondades de la naturaleza sin nuestra destrucción cotidiana.
Pensar, a fin de cuentas, en la concordancia del uno con el todo, y en la posibilidad de una reorganización comunitaria porque de otra manera no podremos ser.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Mucho, demasiado y que le entré al tema, con más tiempo y vehemencia, en el concurso La necesidad de una pausa que organizó la UNAM.
Pero entre tanto, me conformo con que pudiéramos fortalecer, de manera radical, iniciativas que multipliquen la organización colectiva y grupal en el terreno del teatro de arte.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

En el Decamerón, rodeados de la peste, un grupo de jóvenes se reúnen a escuchar y contar historias. Hay humor de por medio y, por tanto, inteligencia. El espíritu humano construye diques contra la destrucción de todas las cosas, aún en las condiciones más adversas.
Como los mandalas, el arte escénico encierra una extraordinaria sabiduría de vida: te invita a un viaje aparentemente inútil, vives aventuras, aprendes de ti y de la vida, te conmueves, discutes, tocas –así sea con tus neuronas espejo y acariciando con los ojos– y la experiencia solo queda en tu memoria. No te llevas más que eso y parafraseando a Cavafis, si el viaje te defraudó no es culpa de Ítaca, ella solo te ofreció un viaje.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Escribo, le doy forma a mi angustia, verbalizo mi nostalgia de escena, reorganizo mi futura acción, trato de ser solidario con mi gente de la escena, batallo por sostener nuestro Milagro, me abro al mundo desde mi viaje sedentario, y vuelvo a escribir y re imaginar un teatro posible.
Y se amotinan los deseos y uno, en especial, se abre paso: abrazarte, espectador, simplemente eso, colega, abrazarte.

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Darinka Ramírez

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Darinka Ramírez

33 años / México, Jalisco, Guadalajara

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Chiapas, San Cristóbal de Las Casas

Oficio: Artista escénica: directora, narradora oral

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié bailando. Para mí ahí comenzó todo. Así empecé a descubrir el ritmo, la conciencia del movimiento, el otro, la magia del espectador, el espacio, las luces, la escena, la presencia. Después vino el teatro a inundarlo todo. Mi maestra Dora Arreola, se había formado con Jerzy Grotowski; ella fue para mí quien me inició. Cuando llegué a ser su alumna, sabía que había encontrado mi sitio.
Dora viajaba una vez al mes de Massachusetts a Tecate -mi pueblo- para enseñarnos ‘teatro’ a un grupo de adolescentes apasionados. Después me invitó a ser parte de
Mujeres en Ritual, lo que me llevó a temprana edad a viajar y trabajar de manera más profesional en el teatro. De ella aprendí la disciplina, el teatro-danza, profundizar el trabajo con y desde el cuerpo, mirar desde la esquina norte de México.
El teatro te escoge, y no hay más salida. Aunque uno pase la vida intentando más cosas, siempre vuelvo al teatro, como mi velero por el mundo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

El universo infinito del cuerpo y de sus posibilidades, me fascina. En torno a él giran muchas de mis preguntas y aspiraciones. Trabajar de adentro hacia afuera. Una pequeña caja de Pandora.
Intento buscar que las preguntas que se albergan en mis entrañas sean honestas con lo que me atraviesa en ese momento; procuro lanzarme a encontrar y a hacer lo que intuyo, que no tengo mucha certeza de que resulte. A veces su dimanar es bellísimo, otras veces no; pero sigo intentando y buscando.
Yo deseo hacer teatro y danza, siempre. Ese es mi anhelo ahora. Volver a las tablas y estar.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Búsqueda, intuición, movimiento.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Los hacedores de teatro traemos las raíces de nuestros ancestros teatreros, aferrados como hierba silvestre en los campos, por los tiempos de los tiempos.
Creo que el teatro siempre ahí está, siempre ha estado; en sus múltiples dimensiones y formas. Para mí es importante ahora porque es vida, respira, habla, siente, sobrevive la vida. Hace que lata el corazón, que estemos «a
live«.
El teatro es un pequeño aliento de vida, chiquititito, pero hace que el pabilo de la existencia se agite.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Pff… depende de cuál hablamos y desde dónde. Yo, al estar en las periferias de la escena en México (Chiapas o Baja California), me permito reflexionar en cada trabajo que hago, el sentido que tiene en este contexto, a quién voy dirigida, si realmente algo les dice, algo les mueve.
Aquí en Chiapas las prioridades son otras. El teatro busca sus espectadores en otros espacios. Yo sólo intento hacerlo lo más honesto y mejor que puedo. Me encantaría que no estuviera todo tan centralizado y se viera más la polifonía y las formas tan diversas que se tienen para vivir y hacer teatro. Eso de que hay una forma, un modo, unos códigos tan deíficos, no me resuenan.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que pudieran tener una vida digna viviendo del teatro, para poder crear y vivir de ello, para tener seguridad social.
Por otro parte, que resistan, que se aferren, que se escuchen. También que dialoguemos como los pocos que somos, no como titanes en combate.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Invernando ideas, creando desde las montañas con la sutileza del tiempo de diente de león; viendo y respirando. Cuestionándome a veces, y otras, observando la vida y la vida que descubren los ojos de mi cría.
Busco estar PRESENTE, si bien no se puede en escena estoy en el día a día. Aprendiendo qué posibilidades escénicas me da este tiempo.
Y con harta esperanza, de ver a los ojos, de respirar al otro, de apagar las luces, y de dar tercera llamada.

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