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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Antonio Salinas

44 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Tuve la suerte de estudiar el Bachillerato de Arte y Humanidades en un Centro de Educación Artística del INBA, ese fue mi primer acercamiento al arte. Tenía la disyuntiva de estudiar danza o teatro. Y gracias a una intuición y a la orientación de mis maestros hice primero la carrera de bailarín en la Escuela Nacional de Danza y luego la de actuación en la Casa del Teatro. El cuerpo tiene un tiempo y era importante darse prisa para aprovechar al máximo las posibilidades corporales. Ahora me encuentro muy contento fluyendo de un lenguaje a otro.
Pienso que uno se dedica al teatro por un contagio luminoso. Un día ves alguna obra que incendia tu mente, cuerpo y corazón y quieres ser parte de ese incendio. Ese fue mi caso, vi danza y teatro que me cautivaron. Conocí artistas multidisciplinarios que me inspiraron a crear obra y pensar el arte como una profesión compleja y respetable. Yo me dedico al teatro porque ante todo me provoca un enorme placer.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

La más importante para mí tiene que ver con el milagro y misterio del lenguaje. Los seres humanos hemos desarrollado complejas estrategias y herramientas para comunicarnos, para hablar de lo que inquieta nuestra razón, nuestro sentido de justicia, nuestro malestar emocional y lo sublime que es pensar la vida en sí. ¿Cómo estructurar el lenguaje escénico rompiéndose a sí mismo a la vez que toca al espectador? Para mí el final último del teatro es tocar.
Hay algo que a mi entender ningún arte puede lograr tan claramente como el teatro y es lo que denominamos ficción. La naturaleza puede aludir al canto, a la danza, la plástica e incluso a la arquitectura. Pero el concepto de ficción, según yo, solo pertenece a los seres humanos y eso me apasiona.
De ahí que mi anhelo por vivir en las artes escénicas es tocar y ser tocado. Hacerme y hacer sentir que la vida corre por nuestras venas. Uno hace y va al teatro para matar al monstruo del aburrimiento y recordar que está vivo y que vale la pena vivir.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Esas tres palabras más que una descripción, son un constante deseo: Prenderse en llamas.
Todos mis trabajos tienen implícita una pregunta que tiene que ver con los límites y bordes del lenguaje. ¿Cómo se transita entre la palabra y la acción física por ejemplo? ¿Cómo dialoga lo clásico y lo contemporáneo?

¿Cómo se relaciona lo real y la ficción?
Tuve una formación multidisciplinaria y eso me disciplinó de una manera que valoro y al mismo tiempo trato de romper constantemente. No sé si eso me hace singular porque muchos artistas nos estamos haciendo la misma pregunta. Sobre todo en una era donde lo tecnológico lo atraviesa todo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro ha sido importante por diferentes razones a lo largo de la historia, hoy me parece que es una especie de resistencia de la experiencia de lo vivido y presencial frente a una sociedad que se torna cada vez más virtual. Actualmente podemos reconocer y entender más o menos la importancia de ambas.
Hoy día es importante porque NO es posible dadas las condiciones de pandemia mundial. Y los “NOs” tan exacerbados derivan en “SIs”.
Hacedores y espectadores, de manera forzada y en algunos casos obligatoria nos tuvimos que encerrar y en algún momento tenemos que ponernos a pensar en qué queremos, quiénes somos, a dónde vamos. Este forzamiento por supuesto que provoca tensiones que generan más preguntas efervescentes que sin duda encontrarán posibles respuestas en el teatro, el arte, la ciencia, la política y un extenso etcétera.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Es una pregunta muy difícil de responder porque vivimos en un país muy grande, con muchos tipos de teatro y por lo tanto múltiples modelos posibles.
A cada lugar que he tenido la oportunidad de viajar le pregunto a los hacedores de teatro sobre las ventajas y desventajas del modelo que usan para crear y todos en muy diversas partes del mundo tienen las mismas quejas, todos creen que sus modelos son perfectibles y que dejan a alguien fuera.
He observado que cada gestión cultural mal o bien trata de incluir a los más diversos tipos de arte, pero ha sido imposible incluirnos a todos.
Lo que pienso que tenemos que revisar, es el modelo de mundo en el que vivimos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que sean muy felices haciendo teatro, parece una obviedad pero a veces no lo es. Les deseo que conserven su espíritu de cuestionar los paradigmas antiguos de éxito, de ser hombre, mujer, artista y más.
Y que tengan mucha fuerza, amor y valor de vivir un mundo que está cambiando de manera vertiginosa.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Extraño ya estar en el teatro, dando funciones, trabajando en el salón de ensayos, dando clases.
Es muy fuerte, pero comprensible dada la coyuntura no poder hacer la actividad para la que te has preparado constantemente toda tu vida porque tienes la esperanza de que el teatro le hace bien al mundo.

Pero hoy estar juntos es peligroso y eso impacta de manera muy resonadora en la mente de hacedores y espectadores. Por lo tanto, implica ser muy creativo para mantener la calma y la conexión con la gente que amas y aprecias profesionalmente.
Deseo que cuando volvamos a estar juntos valoremos nuevamente la presencia. El estar unos frente a otros disponibles para compartirnos. Mi deseo utópico es que no solo los hacedores de arte en todas sus áreas reactivemos la actividad cultural, si no que el público haya reclamado para que se abrieran prontamente los teatros porque es importante y porque todo esto ha pasado.

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