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Categoría: Instantánea

Darwin Enahudy Castillo López

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Darwin Enahudy Castillo López

37 años / México, Chiapas, Motozintla

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Chiapas, Tuxtla Gutiérrez

Oficio: Actor, director de escena, docente

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Tenía la necesidad de ser menos tímido y mi intuición me indicó que había que hacer algo, mi maestra de lectura hizo un anuncio, su grupo de teatro estaba buscando actrices… con la pena necesaria, pero con la determinación indispensable me acerqué y le pregunté qué sí podía asistir al ensayo, me dijo que sí, que podría servirme de algo. Un sábado a las 9 am empezó el camino hacia mi vocación, era un grupo de teatro de universitarios la mayoría egresados de la licenciatura en comunicación que en ese entonces yo estudiaba aquí en Chiapas.
Montamos
Dolores o la Felicidad de David Olguín y fue revelador algo de magia, algo de búsqueda se revelaba, en la obra la protagonista busca la felicidad y pasa por varias estaciones, de alguna manera fui avanzando en mi camino hasta que en un festival de Teatro Escolar en Aguascalientes al que acudimos un mago -o un duende no lo sé-, me pidió la mano izquierda y aseguró que leía que iba a ser actor, era el impulso de la magia lo que necesitaba para afianzar mi decisión pues durante los talleres que tomé en el festival supe que el Teatro es un espacio de juego y libertad, que era algo que quería hacer el resto de mi vida y aún tenía 18 años. Lo decidí así confiando en la magia, en la fuerza de la magia que me hacía sentir libre y un poco menos tímido.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Una de las más importantes puede ser: ¿Cómo producir espectáculos cómicos con discursos complejos? ¿Cómo hacer para que el público aquí en Chiapas quiera ir a mis propuestas y las de mis compañeros en el estado? ¿Cómo hacer para que siempre nos paguen lo justo y a tiempo las instituciones culturales del Estado?
Ahora mis deseos están en generar las condiciones necesarias para que exista una compañía estatal en Chiapas, promover y llevar a cabo las gestiones necesarias para que se funde la Licenciatura en Artes Escénicas aquí en Chiapas.
Desarrollar una metodología pedagógica. Ganar el premio Chiapas y viajar por el mundo con mi compañía de teatro.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Deseo, pasión y reflexión.
Cada creador escénico es único en su práctica, ahora en lo que pienso es que nuestra actividad debe procurar espacios seguros de violencias, todas. Trabajo mucho sobre la deconstrucción del Director o Directora escénico en la verticalidad de su ejercicio, procuro un diálogo que asegure confianza, libertad y seguridad a las actrices, actores, alumnas, alumnos.
Nadie está por encima del Deseo del otre, son sueños los que se depositan en nuestras manos cuando estamos frente a un grupo de alumnas, alumnos, actores y actrices.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Es un espacio de juego y libertad, así lo entendí desde siempre. En este momento el teatro desde su práctica y sea cual sea el lugar en el que nos toque jugar nos procuremos eso: juego, libertad y estar libre de violencias.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El uso del lenguaje violento y las prácticas violentas. Analizar qué es lo fundamental para realizarlo y no negarnos a lo que acontece, es fundamental mantenernos a salvo, cuidarnos en comunidad, estar atentos y adaptarnos cuando se pueda volveremos al convivio, cuando todos podamos estar y sentirnos seguros.
Cuando lo logremos revisemos qué es lo que comunicamos en nuestros discursos escénicos también (y además).

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que tengan seguro médico, que su trabajo siempre esté bien pagado y a tiempo, pensión para el retiro, que tengan maestros, maestras, maestres que los acompañen desde una metodología pedagógica que promueva la investigación y el pensamiento crítico.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Pienso que se podrá si procuramos a les otres, pienso que es momento de analizar lo que provocó la peste y modificar lo que sea necesario para que todos estemos mejor. Pienso que la prioridad es atender lo inmediato y lo inmediato es la salud de todes.
Deseo que todes estemos bien y volvamos a acariciar nuestra alma y apretarnos en un abrazo.

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Rocío Carrillo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Rocío Carrillo

57 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Directora de teatro, iluminadora

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Tuve la influencia de un grupo amateur conformado por los maestros de mi primaria. Entre ellos estaba Águeda Incháustegui, madre de María Rojo. Después, descubrí que era una pasión hacer teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Es posible comunicar emociones y símbolos universales prescindiendo de la palabra? ¿Puede el mito a través del teatro crear conciencia y alentar un cambio de percepción en los espectadores?
Me gustaría consolidar mi compañía a través de un subsidio que garantice sus honorarios.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Mito e interdisciplina.
Creo que todo proceso creativo conlleva una labor de investigación alrededor de la temática de la obra y sobre nosotros mismos, los involucrados. Que mis procesos son largos.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El sentido de colectividad inherente al teatro.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que no hay un sólo modelo teatral. Son expresiones cada vez más diversas.
Lo que creo que debería cambiar es la visión unilateral de las instituciones sobre lo que debe ser el teatro.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Optimismo

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Descubrí a través de la obra
Otra Electra, que actualmente estoy presentando en vivo en La Capilla a través de la plataforma Zoom que, de otra forma, el convivio es posible. En este formato hemos llegado a tener conversatorios de casi dos horas sumamente enriquecedoras con público de otras latitudes, con gente de teatro, críticos y artistas de otras disciplinas. Ha sido una retroalimentación que no es común en el teatro presencial.
Me gustaría que esto pudiera conservarse así como los hallazgos que hemos tenido los creadores en esta situación de emergencia.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alfredo Michel Modenessi

62 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Doctor en Literatura Comparada, catedrático UNAM, traductor escénico

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Originalmente, por la cruda emoción de habitar la ficción del escenario cuando adolescente, a la par de visitar frecuentemente sus potenciales desde muchas y muy diversas páginas. Tiempo después, tras un periplo por la academia y la literatura, volví como generador de opciones a través del trabajo textual y la producción crítica. Me dedico a esto porque casi no hay nada que me satisfaga más, creativa, espiritual, política y profesionalmente hablando.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Todas: para mí, no hay pregunta que en última instancia no se pueda ligar a la práctica profesional que he elegido y me hace feliz.
Anhelos: contribuir, aun de modo mínimo o efímero, a la claridad y gozo que el teatro pueda traerle a sus participantes dentro de la oscuridad en que hoy, aquí –y con frecuencia– vivimos.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Abrir la mente.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La de todos los momentos anteriores: ser eje y espacio de convergencia inmediata, real, tangible, sensible, de ideas, experiencias, sensaciones y demás que ubiquen y amplíen el horizonte de sus concurrentes y, por extensión, de ser posible, sus periferias.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Larga lista.
Tres cambios básicos: 1. La escasa promoción y educación teatral en numerosos niveles y ámbitos sociales. 2. La aburrida dependencia y codependencia de ciertos agentes escénicos en forma de cotos y egos incompatibles. 3. Lo que persiste de resistencia (bastante) a la generación e interacción de modos de producción económicamente más dinámicos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Los cambios señalados, cuando menos. Un ambiente de verdadera libertad educativa y creativa, acompañado de una real y sólida formación, libre de imposturas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Uno, no hemos dejado de «encontrarnos»; se ha vuelto diferente, y quizá más difícil, pero no ha dejado de suceder.
La enfrento produciendo en mis dos ámbitos: el práctico y el académico, y tratando de contribuir a la discusión respecto de esos modos diferentes de encontrarnos.
Cuando volvamos: que estemos/sigamos comprometidos con hacer teatro de modos honestos e incisivos.

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Andrea Salmerón Sanginés

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Andrea Salmerón Sanginés

47 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Gestora, directora

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Crecí en la última calle de Celaya, Guanajuato en un ámbito semirural. Mi curiosidad y mi imaginación eran grandes y mi entorno pequeño y diverso porque estuve siempre en escuelas públicas. Aunque teníamos muchas carencias económicas y emocionales, en mi casa había libros y eso nos salvó: los libros nos llevaban a mundos menos precarios.
Me gustaba cantar y contar cuentos; los actuaba y todo, así que quienes me rodeaban insistieron con que era yo talentosa y debería ser artista y me lo fui creyendo. También me creí que era mala para las matemáticas y el pensamiento abstracto.
En la preparatoria había un grupo de teatro. Ahí encontré una posibilidad para manifestarme desde lo creativo y contar historias. Después, en el 91, hicimos otro grupo muy amateur y nos fue muy bien, básicamente porque no había más opciones culturales en Celaya. Terminando la prepa migré a la Ciudad de México a estudiar teatro profesionalmente solo porque parecía lo natural, ya que todos decían que era buena en eso.
El primer año no entré. No tenía referentes y aparentemente no estaba a la altura. Ahora pienso que soy buena para las matemáticas y el pensamiento abstracto y que, si hubiera tenido más información, tal vez no hubiera estudiado teatro, pero en ese tiempo y lugar, parecía el único panorama creativo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mi principal interés es poder llegar a más personas y serles útil.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Intento decir algo.
Me llevó años dejar de preocuparme por el reconocimiento del gremio y por la crítica y asumir que no trabajo para ellos y que no tengo que demostrar nada. Ahora lo primero que pienso es para quién es ese algo que quiero hacer; me acerco al público objetivo, dialogo con ellos/ellas.
Y hago todo desde ese lugar: trabajo para un público objetivo que viene y recomienda la obra y el teatro se va nutriendo. Y nos hacen comentarios y opinan. Me ha dado gusto que mucha gente ha venido por primera vez al teatro y han salido contentos, se han sentido escuchados, reflejados e incluidos.
Eso quiero, que se sientan incluidos.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La posibilidad de compartir espacio, tiempo, mirada, diálogo. Cuando podamos volver a compartir, el teatro ayudará a despantallizar, a perderle el miedo a la calle y a la reunión.

Para mí, el teatro se enriquece tridimensionalmente: Hay una dirección de quienes lo hacemos hacia quien lo mira; otra de regreso y otra, más potente aún, entre los espectadores que miran y escuchan uno al lado del otro. Esta última es para mí la dirección más importante: la persona que mira de reojo a la de al lado a ver qué cara hace, que se pregunta por qué el otro se ríe o suspira y eso mismo le inspira preguntas y dudas. Ellos crean la atmósfera que nos contiene a todos y al final dialogan entre ellos. Cada dirección va y viene enriquecida.
El teatro sano es como una gráfica de frecuencia cardiaca sana: va arriba, abajo, al lado, arriba, abajo, al lado.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Siento que la demasiada teoría nos aleja de nuestros interlocutores. Parece que tratamos de encontrar sentido a nuestro quehacer desde nosotros mismos y nuestra propia necesidad. Nos reunimos demasiado entre nosotros para demostrar que lo nuestro tiene validez académica e inventamos nuevos términos cada vez más elaborados y excluyentes.
Para mí el sentido del teatro lo da el diálogo con los espectadores. Hay que mirar al público y a la gente que todavía no es público porque no siente que tiene cabida. También debemos mirar a nuestros colegas de todos los estados del país, de las ciudades más pequeñas y compartir con ellos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que rompan la endogamia y que no se enreden tanto con la demasiada teoría. Deseo que sigan su instinto, salgan y vean el mundo y sus habitantes, que hablen con las otredades y aprendan de ellas, horizontalmente; que no sean turistas del otro mirando desde la intelectualidad del artista de la alta cultura; sino que sean generosos, amorosos, que se diviertan y que sean útiles desde el gozo. Deseo que no se preocupen de lo que digan de ellos los colegas «más importantes». También deseo que hagan redes entre todos los estados.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Enfrento esta emergencia esperando. Soy paciente y lo seré hasta que podamos encontrarnos. Hasta que podamos cerrar el diagrama que conforma nuestro latido. En estos momentos, con los experimentos virtuales, siento incompletas las direcciones. Me falta el regreso de energía del espectador al hacedor y también me falta el espectador compartiendo con el espectador.
Deseo que cuando volvamos estar juntos, juntas, lo hagamos con una conciencia de nuestra justa dimensión y valor: servicio, humildad y generosidad.

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Daniel Austria

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Daniel Austria

38 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Difusión, relaciones públicas

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Aunque inicié actuando cuando era niño en un grupo de teatro de mi colonia en la Ciudad de México, mi verdadero encuentro con el teatro sucedió en un momento crucial en mi vida: cuando descubría quién era yo y hacia dónde quería dirigirme profesionalmente. Tras haber incursionado en los medios de comunicación, tuve la oportunidad de integrarme al equipo de difusión del Centro Cultural Helénico, donde encontré un refugio que me ayudó a encausarme. Pocos días después supe que había encontrado una auténtica pasión.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo acercar el teatro a cada rincón? ¿Cómo se comparte la emoción que te hace sentir el teatro?
Llegará algún día en el que el teatro tenga un lugar más importante dentro de la vida pública. Quien no lo haya hecho aún, descubrirá las bondades del teatro y hará de éste un hábito.
Hay muchos prejuicios en torno al teatro que impiden a las personas acercarse: que si es caro, que si se requiere tener cierto nivel académico o cultural. No es así. Lo único que se necesita es abrir la mente y el corazón; después solo debes entregarte a la experiencia y disfrutar.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Difusión, mediación, organización.
Quizá lo más característico en la labor de difusión sea desempeñarse como un enlace entre las y los artistas escénicos y su público. Para ello hay que entender a ambas partes; si eso se logra, la comunicación fluirá.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es un lugar de encuentro entre personas, ideas y emociones. ¿Cuándo ha prescindido de esto la humanidad? Ahora más que nunca es necesario.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

He visto más de un modelo teatral y no creo que haya uno que sea mejor o peor; simplemente cada quien debe ajustarse al que más le convenga para desarrollar su proyecto.
Lo que debería cambiar es nuestro modelo educativo, con el fin de acercar a las personas al arte en general y al teatro en particular. Eso transformaría, sin duda, a nuestra sociedad.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que su vida se enriquezca de experiencias, ¿acaso no es la mejor inspiración para la creación?
Que haya espacios para que todas y todos logren desarrollar su creatividad con compromiso y que esos espacios se llenen de espectadores.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Hay que resistir, ayudar en lo que se pueda desde donde estés, mantener el ánimo y permanecer cerca a pesar de la distancia.
En mi caso, lo más importante es hacer presente el teatro en la virtualidad. Aunque evidentemente no es lo mismo, la gente agradece seguir teniendo contacto de alguna manera con el teatro.
También toca planear, repensar y replantearse el regreso. Hay mucho por hacer y eso siempre me entusiasma.

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Auda Caraza

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Auda Caraza

41 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México

Oficio: Escenógrafa

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Creo desde que puedo recordar que he podido admirar el sitio desde donde se construyen imágenes para nombrar y descubrir procesos. He podido observar a través de un espacio, cómo muchas personas tienen preguntas en común y que es vital reunirse para crear respuestas. Viví mi infancia siendo observadora de lo que se procesaba en un salón de ensayos, para así, compartirlo orgullosamente en un escenario, al principio pensaba que era un entretenimiento ver el mundo laboral de mi madre, ahora me doy cuenta cuan preciso fue encontrarme en esa circunstancia, que me permite seguir haciendo preguntas vitales de responder para el entendimiento de la práctica espacial.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

El espacio escénico para mí ha sido un laboratorio de preguntas y de no tantas respuestas lógicas, por lo cual podría decir que se vuelve ciclo vicioso porque existen muchas respuestas que quiero entender, encontrar lógica y sentido, para así comprender la vida cotidiana, las relaciones humanas, los afectos, los dolores, los placeres, los miedos.
Mi manera de descifrar todo esto que nos acontece ha sido a través del diseño de espacio, del teatro. Mi anhelo es poder ubicar ese espacio de reflexión y creación como herramienta para descifrar el comportamiento humano a través del espacio.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Síntesis poética, claridad espacial.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

En estos tiempos de pandemia, lo que he podido entender es que el teatro no silencia, es un perpetuo estimulante de preguntas, un buen aliado que me ha permitido cambiar de lugar desde dónde observar y accionar.
Para mí la experiencia del teatro en este momento histórico ha sido situarme en mi propio escenario de interrogantes y muy pertinentes incertidumbres, esperando que lo teatral nos reúna para contarnos quiénes somos y quiénes estamos siendo dentro de ésta situación insólita y desde ahí ¿qué podemos crear?

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Hablando de preguntas, que difícil dar una respuesta y que sea lógica… considero este tiempo como un paréntesis que pueda albergar a la creación más como un proceso intuitivo e incierto, con demasiado espacio de prueba y error, para que la interrogante siga siendo la detonante vital de acción.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo conectar con lo otro, con los demás, encontrar en el lenguaje espacial el sitio y las herramientas para descifrar circunstancias, que sean necias (os), apasionadas (os), curiosas (os), imperfectas (os), que extiendan su potencia para transformar lo que nos acontece en algo más, un espacio de reflexión colectiva.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Deseo un espacio de pensamiento colectivo, un espacio que nos descubre después de la tormenta, sacudidos y confundidos.
Ojalá que nos encuentre haciendo distintas preguntas, que rompa la estructura vertical y nos encontramos en un estado horizontal de creación.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Angélica Rogel

45 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: TEATRO (Así en mayúsculas)

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Encontré la actuación queriendo ser gimnasta, a los ocho años. La gimnasia me trató con mucho desdén y, como a muchas y a muchos, el Teatro llegó a protegerme y a ser mi compañero de tardes de infancia. Después fue mi protector, el anti-bullying de mi adolescencia. Así llegué hasta la Escuela Nacional de Arte Teatral, en donde varias preguntas se fueron concentrando dentro de mí y las respuestas terminaron guiándome al camino de la Dirección escénica y de la Improvisación teatral.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las preguntas constantes son: ¿Qué está pasando a mi alrededor? ¿Cómo transformar lo que pienso y siento al acontecimiento escénico? Esas preguntas, casi siempre, se decantan en una hipótesis activa que me lleva a la tercera pregunta: ¿Cómo se imprimirá este hecho teatral en quién lo observa? Esas preguntas van modificándome, generando nuevas preguntas y siendo la base, hasta ahora, de lo que voy creando.
Si aplico el «aquí y ahora», mi anhelo es estar en presente. Futurear agota demasiado.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Me gusta jugar.
Esas son las tres palabras y se unen en una oración; son las que me han acompañado en este camino. Me gusta jugar, en serio… a veces tanto que el juego pesa. Pero creo en el teatro-juego. En la ficción con reglas y apuestas.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El Teatro ahora debe escuchar muy atentamente para poder reunir a las personas. RE-UNIRLAS. Somos personas rotas, fragmentadas, alejadas. Y sigo creyendo que el Teatro es un buen pegamento social.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Me parece una pregunta muy abierta. El modelo teatral como… ¿la forma de generarlo, de hacerlo, de producirlo, de gestionarlo, de interpretarlo, de etcétera? En general, creo que hay muchos esquemas que deben cambiar para no dar continuidad al anquilosamiento.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que encuentren su camino, el propio. Y que lo recorran de ojos abiertos y escucha alerta, para que no haya encrucijada que les traicione.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Le enfrento paso a paso. Extraño el espacio que nos convoca materialmente, que no reúne y nos permite sentirnos. Creo que los espacios virtuales nos han ayudado a explorar el convivio teatral y a buscar diferentes tipos de conexiones (no sólo de un buen wifi).
Deseo que, ahora que vamos de regreso, sepamos qué hacer con todo esto y que no se lo lleve el olvido, que tanto nos daña.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Rosa María Trujillo

36 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): España, Barcelona

Oficio: Gestora cultural, productora, coordinadora de difusión

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

De niña mi tía me llevaba a ver obras de teatro, recuerdo la primera vez que entré a un teatro, se apagaron las luces y se abrió el telón, quedé impresionada de aquel encuentro mágico, de esa ventana hacia nuevos mundos. Desde entonces supe que quería ser parte de esa magia tan real, que tiene el poder de transformar al mundo. Estudié Literatura Dramática y Teatro en la UNAM, donde cursé todas las asignaturas de dos especialidades: Actuación y Dirección Escénica. Soy una hiperactiva del teatro, he actuado, dirigido, escrito obras, coordinado producción, difusión, impartido clases y ahora he terminado un máster en Gestión Cultural.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mis principales reflexiones son sobre los modelos de gestión cultural en las artes escénicas, sobre los procesos de producción y financiamiento de obras de teatro y festivales.
Mi anhelo es que la cultura sea valorada a mayor escala, como una necesidad básica de todo ser humano y sustentada por políticas culturales acordes. También anhelo que haya más profesionales especializados en producción y gestión cultural que hagan sinergia con artistas, programadores y empresas, para construir un modelo sostenible de producción en el arte.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Colaboración, organización, comunicación.
Cada creador o hacedor teatral tiene una forma de habitar el teatro singular, ninguna es igual a otra. Todas son únicas y diferentes entre sí.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Hoy más que nunca la sociedad está tomando consciencia del valor de la cultura, como forma de expresión y vínculo para permanecer unidos. Durante esta etapa de confinamiento y de responsabilidad social, las personas han estado acompañadas desde lo digital, de la cultura en sus múltiples manifestaciones, siendo un instrumento para reflexionar, descubrir y replantear las cosas, hoy más que nunca es necesario el teatro para expresarnos y entendernos como individuos y como sociedad.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Estamos ante un momento de crisis y considero que toda crisis representa también una oportunidad para replantearse las cosas, obliga a cambios y respecto al modelo de hacer teatro en México y en el mundo, debe adaptarse y ser mucho más consciente del público al que se dirige sabiendo cuáles son sus necesidades y contexto, realizarse con claridad de mensajes y claridad de objetivos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo todo lo mejor, mucha luz y conciencia. Fuerza de decisión, el teatro es de las manifestaciones más hermosas y potentes de la humanidad y debe seguir siendo así.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


Me ha tocado vivir este momento lejos de México, desde Barcelona estoy en contacto con mis amigos de la comunidad teatral mediante las herramientas digitales, pieza clave del momento presente, pero también que plantea muchas preguntas para reflexionar: ¿La digitalización del teatro ha hecho más accesible el teatro al público? ¿Se han expandido los públicos? ¿Existe discriminación de públicos? ¿Cómo es el proceso de digitalización del teatro? Etc.
Deseo que cuando volvamos a estar juntos, me refiero a compartiendo un mismo espacio físico, porque en realidad nunca hemos dejado de estar juntos desde lo virtual, deseo que prevalezca la empatía y la consciencia que ahora nos une y nos hace más fuertes como comunidad.

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Hugo Alfredo Hinojosa

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Hugo Alfredo Hinojosa

43 años / México, Baja California, Tijuana

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Dramaturgo

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Comencé en 1993 a hacer teatro profesional en un taller de actuación donde nos pagaban por cada puesta en escena, lo que saliera de taquilla por supuesto. Ahora que lo pienso hace bastante tiempo de eso, aunque pareciera que inicié apenas hace 15 años con mi arribo a la Ciudad de México gracias a la Fundación para las Letras Mexicanas, lo cual habla bastante del centralismo que aún se vive y de la falta de reconocimiento de currículos fuera de la capital. Tuve que picar piedra en otros escenarios, en otra tradición cultural inclusive, aprender formas y maneras ceremoniosas a las que no estaba acostumbrado, y sobre todo entender que la cultura en la Ciudad de México es política viva.
En un principio no sabía que existían las escuelas de teatro ni las de cine. Entré por accidente al Centro de Artes Escénicas del Noroeste, el diplomado descentralizado del Instituto Nacional de Bellas Artes, ahora inexistente, y fue la plataforma ideal para descubrir que existían un sinnúmero de oportunidades para aprender y crecer dentro del teatro. Ese diplomado me llevó a formar parte en varias ocasiones de los Programas Nacionales de Teatro Escolar bajo el formato de preparación intensiva de los años 90, ya fuera con el equipo de Casa del Teatro o del Foro Contemporáneo, dos formas de ver el teatro, dos formas de entender las artes. Pude aprender de Luis de Tavira y de Ludwik Margules, con quienes después tomé clases de dirección. Para mí fue emocionante conocer en ese momento a tanta gente que llegué a admirar porque sabían cosas que yo no, pero no a tener fe ciega.
Al no saber de escuelas, ni tendencias, ni de gremios, no les daba importancia a las jerarquías, sólo me interesaba aprender. En ese momento para mí no significaba nada que me dijeran que tal o cual persona era tal o cual autoridad, no lo digo de forma petulante, sino que esa era mi realidad. Tijuana está bastante lejos del centro. Así fue como inicié.
Luego de recibir en comodato con el grupo Mexicali a secas el Teatro del IMSS de Mexicali, trabajé varios años como actor hasta que decidí irme a Los Ángeles a hacer mi examen de admisión a la Academia Americana de Artes Dramáticas; pasé el examen, pero la realidad económica me alcanzó y tuve que declinar. Lo mismo me ocurrió en UCLA, al querer estudiar cine, la colegiatura era algo que jamás podría haber pagado y el apoyo familiar era impensable, sobre todo cuando estudiar “artes” no forma parte del imaginario de una cultura del norte donde se apuesta por las ingenierías.
Así que, de regreso a Tijuana, sencillamente decidí alejarme de todo hasta que Hugo Salcedo, mi profesor de dramaturgia en el diplomado del INBA, me confrontó acerca de qué haría conmigo mismo. A Salcedo debo agradecerle varias cosas, la primera de ellas es que fue el maestro que me tuvo confianza como para ayudarme a publicar mi primera obra escrita. La segunda es que me impulsó a estudiar la universidad. Esto es importante: estudié filosofía porque Jean-Paul Sartre y Albert Camus, eran dramaturgos y después filósofos. Estudiar Literatura jamás fue opción. Así que fueron mis modelos a seguir inclusive a la fecha. De la experiencia universitaria y de las tablas aprendí, además porque lo viví de primera mano, que al no ser hijo, nieto, hermano, sobrino o protegido de nadie, el camino sería largo… por melodramático que se escuche decidí remar siempre a contra corriente. Aquí sigo, aunque la vida misma es un obstáculo a vencer. Comencé a escribir porque pensé que la escritura era más sencilla que los largos procesos de ensayos, gran falsedad. Sobre todo, comencé a escribir porque las obras que veía en la escena no me gustaban, sentía, según yo, que podía hacerlo mejor.
Hubo dos montajes que me abrieron los ojos: Cuarteto de Heiner Müller, dirigida por Ludwik Margules y Carta al artista adolescente de James Joyce, adaptada por Luis Mario Moncada, puestas en escena inolvidables que me hicieron enamorarme de la escena y que llegaron a mi vida en un momento ideal.


¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

No me gusta seguir modas. A mi arribo a la Ciudad de México estaba en auge el Teatro Argentino y ciertas obras del Teatro Alemán, el posdrama, entre otras cosas, que al leerlas, con toda honestidad lo digo, no me parecían lógicas, se me hacían divertimentos con terminología rimbombante. Sobre todo, porque tanto la teoría o las formas que leía eran refritos de teorías y postulados artísticos bastante añejos, digamos, disertaciones con tufo de los años 60 en el siglo XXI. En este sentido, batallé bastante en mi pragmatismo por entender qué era la dramaturgia contemporánea en ese momento. Soy mexicano sí, pero por mi vecindad con Estados Unidos leí primero a autores estadounidenses que a mexicanos, no me apena decirlo. Después descubrí que Sergio Magaña, Juan Tovar, Salvador Novo y Óscar Liera nada tienen que pedirle a los dramaturgos de otras tradiciones. Y tal vez soy un personaje decimonónico, pero siempre apostaré por la estructura aristotélica de inicio, los griegos, por Lessing, por escribir con coherencia. Una vez que logras eso, dar el salto hacia la abstracción es inmediata y sin discursos de “ingenierías teatrales, arquitecturas escénicas, paradigmas y nuevos lenguajes», demagogia pura que vende bien.
El peligro de las modas está en la repetición de la fórmula y los temas. Hubo una obra llamada La noche árabe de Roland Schimmelpfennig que tuvo gran impacto en el teatro mexicano del centro del país, por lo menos leí cinco obras copiadas al pie de la letra en un afán de los hacedores por ser contemporáneos. Así que al darme cuenta de eso entendí que, si no me interesaban ni esas formas ni las temáticas, debía de ser fiel a mi propio impulso y sensibilidad. De modo que hasta la fecha únicamente escribo acerca de la vejez, el tiempo, la guerra, la política y la soledad, son los temas que retratan a la naturaleza humana como la entiendo desde mi realidad de origen. Mejor aún, son las preocupaciones existencialistas que me ocupan y siempre intento explorar a partir de la lengua, del lenguaje y no de la forma, ni del espacio, alejado de las estructuras obligadas pues… de qué me sirve llenar una hoja de dibujos o palabras volando, cayendo. Sobre el escenario lo que vendes en el papel no es lo que queda al final. Así pues, ¿escribimos para el papel o para las tablas? No invento el hilo negro, ni intento aleccionar, cada quien descubre cómo debe trabajar para ser fiel a su propia naturaleza.
Mi anhelo es seguir escribiendo, consolidar el equipo de trabajo de Calypso Producciones con mi amiga y hermana Graciela Cázares. Hacer teatro bajo nuestras propias condiciones hasta donde sea posible. Crear un equipo de trabajo estable… llegar a la escena siempre.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Soy bastante honesto con mi escritura. No vendo espejismos, ni discursos para sonar más inteligente; sencillamente escribo desde una necesidad por explorar el caos humano que de alguna forma le otorga una lógica a mis problemáticas personales.
Me gusta el perfeccionismo al escribir. Cada obra que he escrito pasa por un largo proceso de edición. No me gusta soltar obras a medias, me tardo, claro, pero al ser las palabras los detonantes de la acción y la progresión, éstas para mí deben ser las ideales, aunque por supuesto siempre perfectibles. Además, el perfeccionismo es subjetivo.
La coherencia es fundamental para escribir. Intento no traicionarme a mí mismo, no repetirme y tratar de escribir así como lo expongo cuando doy un taller.

Lo único que tal vez puedo hacer diferente a los demás está en la exposición de los temas, en las preocupaciones del alma. Todos podemos escribir, la única diferencia entre unos y otros es la sensibilidad, además del estilo, eso no puede copiarse fielmente.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Lo primero que preguntaría es: ¿bajo qué contexto? ¿En el contexto pandémico o político? En ambos casos vivimos un momento caótico y existencial parecido a la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Previo a la pandemia, vimos en Europa el resurgir de la extrema derecha, del racismo radical por la necesidad nacionalista de varios países que están de nuevo en una búsqueda de identidad de frente al mundo. Lo cual es un peligro inminente por lejano que parezca. Pareciera que lentamente vamos de regreso a la guerra fría, pero ahora además sumando el universo virtual que es más maleable. En México vivimos un cambio político de proporciones épicas y no positivo del todo. Creo que en nuestro contexto hace falta bastante crítica y honestidad para decir si en verdad vamos bien como país. Creo que no, pero, vaya, mis razones tengo y no intento convencer a nadie.
La pandemia es un mal mayor, una limpia casi mística de la naturaleza sobre el ser humano. Hoy los humanos tienen miedo de otros humanos, algo divertido que puede dar muchas ideas para escribir. No me preocupa tanto la muerte como la permanencia en un mundo cada vez más desolador. La tarea del teatro, en todo caso, está en dejarnos de estupideces y escribir con verdad acerca de cada una de las cosas que nos duelen y afectan, sin impostaciones. Ser sucios… la pandemia en sí misma es suciedad… el arte en sí mismo al estar vivo está relacionado con toda aquella podredumbre, sudor, humores, sentimientos que son metáforas de la enfermedad. Las aristas pandémicas y políticas son infinitas, basta con pensar como hacedores teatrales a qué estamos dispuestos a confrontarnos. A decir la verdad de frente.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Hay que perder el miedo a ser mexicanos, entender que nuestra realidad es exactamente igual de poderosa y universal que aquella de los alemanes, españoles, franceses, ingleses, et. al. Sigo viendo bastante negacionismo cultural. ¿Por qué huimos de nosotros como cultura, acaso no tenemos las mismas problemáticas que los extranjeros? México es más que cultura prehispánica, penachos y mantas sobre la piel, ese es un malentendido.
De las últimas generaciones, esas de las cuales aprendí, David Olguín, Hugo Salcedo, Jaime Chabaud, Luis Mario Moncada, entre otros, nos han enseñado a no temer a lo mexicano, a explorar la vías del discurso nacional. Ni qué decir de Víctor Hugo Rascón Banda, podemos estar de acuerdo o no con sus formas, pero sus logros son mayúsculos.
Alguna vez tuve un encuentro público con Mike Bartlett, dramaturgo inglés, aquí en la Ciudad de México. Lanzó unas instrucciones bastante desafortunadas a las que ninguno de los asistentes replicó. Dijo: «Soy inglés, clase media, puedo hablar de problemas de pareja, política porque esa es mi realidad; ustedes como mexicanos hablen de lo que son: Frida Kahlo, Diego Rivera». Yo pregunté si, al no ser ingleses, no podemos abordar otros temas que no fueran los que él sugería para los mexicanos. Guardó silencio.

Si no alzamos la voz, corremos el riesgo de continuar siendo una colonia a la cual se le puede vender cualquier moda a cualquier precio, como siempre ocurre. Es tiempo de confrontarnos con aquello que estamos haciendo mal y no ser consumidores solamente, sino exportadores combativos de nuestra cultura escénica. Perdamos el miedo inclusive a nuestros nombres.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Bajo el riesgo de sonar como anciano: que estudien. Que cuestionen. Que se equivoquen. Que sean humildes. Que no caigan en las trampas del conformismo generacional. Que se esfuercen por encontrar su propia voz a pesar de que puedan equivocarse, es válido. Que no crean ciegamente en nada ni en nadie. Antes de comprar cualquier ideología, sepan bien por qué lo hacen. Aprendan a reconocer quién vende espejismos y quién certezas. Que como mexicanos también son parte de este mundo y como tal deben explorarlo. Aléjense de los malos profesores. Antes de hablar, sepan bien a bien qué significa cada palabra.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?


La enfrento con muchísimo cuidado. En este momento estoy por estrenar una puesta en escena, Fariseos. Tanto el equipo como yo estamos agotados. Solo esa pasión que nos mueve por la escena nos mantiene activos, pero queremos terminar, descansar, darle la vuelta a la página. En ocasiones, ni siquiera el amor da todo para seguir en la batalla.
Deseo algo bastante complejo: que seamos mejores personas, que entendamos por fin que no estamos solos en este mundo y lo que hacemos afecta al otro y viceversa, que no todos somos privilegiados y que nada nos da derecho de pisotear al otro. Nos falta bastante generosidad.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mauricio Garmona

46 años / México, Tlaxcala, Apizaco

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México / Tlaxcala, Apizaco

Oficio: Director, actor, docente

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicie en un taller de teatro en Apizaco, Tlaxcala en la última fase de mi adolescencia, cuando la presión del tiempo me indujo a buscar un oficio afín a mi carácter imaginativo. Por mucho tiempo pensé que se debió a mi buena fortuna porque fue la última opción que se me presentó como profesión. Más tarde un recuerdo de mi infancia me reveló la noción de que alguien siempre me observaba desde cualquier escondite donde me encontrara, así que no hallé más remedio que actuar siempre para ese ente desconocido. Aquello fue mi refugio, me convertí en actor y espectador de mis propias ficciones. Lo disfruté entonces y ahora lo disfruto con mucha mayor consciencia ante el público real, quien ha tomado ese rol divino de antaño. Esta reflexión la tuve mientras era estudiante del Centro Universitario de Teatro, entre 1997 y 2002, sin embargo, nunca olvido la magia de cuando fui novato, cuando el teatro me atrapó en sus redes para siempre; donde me permito seguir siendo ingenuo, curioso, atrevido, y un apasionado de la vida.
Decidí dedicar mi vida al teatro porque es el único lugar donde se me revelan la verdad y la mentira, donde se me aparece al desnudo la conducta humana; porque es un fenómeno singular paralelo al mundo real, donde se revela el principio de cualquier conflicto, ridícula, dolorosa o absurdamente, fuera de cualquier ideología.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Desde las preguntas básicas ¿quién soy? y ¿a dónde voy? hasta las más desesperadas: ¿para qué o para quiénes hacer teatro? Una de las preguntas más urgentes para mí en este momento es ¿cómo lograr que el arte escénico sea una necesidad cubierta en nuestra sociedad sin que forzosamente tenga que institucionalizarse?
Uno de mis grandes anhelos es que la hegemonía del arte escénico deje de congregar élites, se conduzca con ética y se reconozca entre la diversidad de sus comunidades.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Libertad, pasión, colectividad.
El teatro me apasiona porque sacude todo mi sistema nervioso al compartirlo con mis alumnos, por ello es siempre disfrutable. Cada actividad relacionada con las artes escénicas me invita al viaje del héroe a la manera de Joseph Campbell: no puedes regresar al plano real si no es transformado.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro siempre será importante y necesario, pero no es lo más urgente ahora. Cobraría muchísima más importancia si camina de la mano con el sentir social. Por consiguiente, hace falta que el teatro mexicano conecte con el entorno y se aprenda a mirar hacia dentro.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Pienso que no existe un modelo teatral, aunque sí un modelo institucional que se ha encargado de poner en disyuntiva a todo el teatro en México. Este patrón se sigue reproduciendo sistemáticamente al interior del país y es lo que ha dañado al teatro mismo.
Considero que el teatro institucional debería de ser más incluyente y menos paternalista. Es urgente descentralizar al teatro en todo el país. Hace falta un banco de agremiados que facilite la distribución justa de los recursos para financiar proyectos y actividades equitativamente. Soy tlaxcalteca y he tenido que ir y venir desde Tlaxcala a la Ciudad de México para no perder vigencia en ambos lugares; aunque por una parte no quiero perder el contacto con mi identidad, por la otra he llegado a sentir que no soy ni de aquí ni de allá. Así es como se ha venido legitimando la actividad profesional y el sistema cultural y artístico en el país, desde hace décadas.
Ocurre lo mismo en todo México; no solo no hay cohesión en el teatro sino en todas las artes. No siempre se toma en cuenta que venimos a la Capital desde distintos puntos de la República Mexicana para formarnos profesionalmente para regresar a compartir el saber adquirido a nuestro estado. Se debe descentralizar la actividad artística.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que se dignifiquen siempre, sean más rebeldes y menos dependientes de sus mentores para conseguir ser libres. Que resistan a la tentación de alienarse a las industrias del espectáculo. Que luchen por sus prestaciones de ley y derechos laborales ante las producciones privadas e institucionales.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Desde que comenzó el confinamiento me incliné por la reflexión. Es muy importante resistir corresponsablemente al aislamiento. Mucha gente está muriendo ahora, está convaleciente o se quedó sin trabajo, por lo tanto, está sin sustento. Pienso que es excesiva la actitud de sublimar el teatro virtual o presencial en medio de esta crisis tan atroz para todo el mundo.
Deseo que haya más empatía para con quienes menos tienen, que trabajan diez veces más para su supervivencia y que no están pensando en ver teatro por internet. Tal vez no habrá teatro por ahora, pero mantengamos viva la esperanza de que llegará ese día nuevamente en que nos sintamos con toda la dicha para compartir el hecho escénico en vivo, como debe de ser. Hoy no lo creo posible, así que seguiré en la reflexión.

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