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Autor: teatrounam

Bruno Castillo Díaz

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Bruno Castillo Díaz

47 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actor, director escénico, docente

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

En sexto año de primaria ingresé al taller de teatro de la escuela y fue una experiencia mágica. Ya en la preparatoria decidí volver a tomar el taller de teatro y eso hizo que decidiera dedicarme al teatro de manera profesional. Acabando la prepa apliqué para la Escuela de Arte Teatral y para el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM y me quedé en las dos.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Podemos por medio del teatro diseñar o al menos imaginar un mundo nuevo? ¿Podemos transformar el mundo a través del arte?
Ahora el principal anhelo es poder volver a hacer teatro después de esta pandemia.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Laboratorio-creación-humanidad.
Nuestro acercamiento al arte del teatro es y será siempre con el cuerpo como medio principal de comunicación y expresión.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Dejando un poco de lado la idea de que la actuación en series y en cine ha sido de fundamental importancia para el entrenamiento en confinamiento, el teatro ahora se muestra como el arte que más se preocupa porque los seres humanos vuelvan al encuentro artístico colectivo.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El sistema de competencia entre artistas para brindar apoyos gubernamentales, lo que provoca división y pugna entre los propios artistas, como una estrategia de divide y vencerás.
También el enfoque capitalista que dan las instituciones y empresas a la práctica teatral provocan que en el teatro actual todo gire en torno al dinero y no al encuentro y expresión humanas.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que podamos volver a encontrarnos en el ritual teatral e imaginar cómo queremos que sea el mundo y la humanidad.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Yo he mantenido la actividad teatral por medio de mis clases de Expresión Verbal y Corporal en línea, en ellas he explorado la «Semi-presencialidad» que se trata de hacer y presentar ejercicios por Zoom en tiempo real, en dichos trabajos nos hemos acercado -a partir de sus propios testimonios- a la sensación de nerviosismo y adrenalina que se experimenta frente a un público.
Deseo que cuando volvamos a estar juntos cambie el sistema corrupto en el que nos encontramos donde los apoyos económicos y los espacios de presentación se dan exclusivamente a familiares y amigos de «vaquillas sagradillas».

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Los Weros Teatro

6 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Compañía de teatro

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Nos conocimos en 2015 como parte del elenco del Carro de Comedias de la UNAM, posteriormente fundamos la compañía como respuesta a la necesidad de procurarnos un espacio creativo, de crecimiento laboral y personal, de exploración y juego. Encontramos respuestas al formularnos juntos las mismas preguntas, tomando la comedia como eje de investigación y propuesta escénica.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿De qué manera el teatro sigue siendo necesario? ¿Cómo se está transformando el teatro en esta época y qué nos corresponde hacer dentro de ese cambio? ¿De qué nos reímos y por qué?
Anhelamos reírnos juntos, volver a crear en presencia, el reencuentro entre nosotros y con el público.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Sentido de oportunidad…ergo: JA JA JA.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es una oportunidad de encuentro y relación, que en este momento son imposibles. La importancia de lo que hacemos radica en la oportunidad de volver a encontrarnos y reconocernos en el otro.
En momentos de crisis, el teatro es indispensable para tener un espacio de búsqueda y encuentro colectivo. («donde la comedia, es el rey…» JA JA JA)

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La reconquista del espacio, la reconquista de la presencia, la reconquista de la fiesta y el cuerpo. En general, el carnaval: lo horizontal, lo animal, lo libre, la catarsis colectiva.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseamos que encuentren la comedia en sus vidas y sus creaciones. Que la risa los separe del drama (drama como un vicio de carácter), deseamos que conecten con el sentido del humor para aligerar sus vidas. Que descubran el humor como una herramienta de objetividad, de liberación y de profundidad. («y que haya más chamba pa’todos…» JA JA JA)

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Que el teatro y el arte sean medio y fin para sanar el miedo, para acercarnos, para hacer nuestros los espacios.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

José Humberto Trejo Calzada

30 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Chiapas, Comitán de Domínguez

Oficio: Director Artístico de la Compañía Bezbeco, Gestor Cultural

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde niño jugaba a «actuar», inventaba «historias» -de hecho, las dictaba, antes de aprender a escribir- y «dirigía» a mis peluches. Pero fue en la secundaria, con la maestra Laura Furlán, donde aprendí que el escenario tenía -y tiene- un poder de comunicación brutal, como nada que hubiera visto antes: mi voz hacía que toda la compleja diversidad de identidades, que conformaban al público, se unieran en un mismo acto, el cual implicaba observar, escuchar e imaginar al mismo tiempo; el teatro trascendía las barreras de los prejuicios para hablarle, directamente, a los seres humanos frágiles que se escondían detrás de sus «máscaras sociales»; nada más bello, nada más peligroso.
Después, en la adolescencia, me acerqué a Casa del Teatro, donde la guía de Norah Manneck, Marco Norzagaray y Jorge León, me permitió darme cuenta que el primer «escenario», desde el cual se construye la ficción, es el cuerpo del intérprete; un espacio poético capaz de evocar y recrear todo. Así, estudié un tiempo la Carrera de Actuación; luego descubrí que, en realidad, me atraía más la posibilidad de estructurar el «mundo de la obra»; en lugar del «mundo interno» de los personajes, por lo que me cambié a la licenciatura de Literatura Dramática y Teatro para especializarme en Dirección Escénica, un campo inagotable donde he aprendido de grandes maestros, como Horacio Almada, Iona Weissberg y Mónica Raya.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mis preguntas son sobre el público para el cual me gustaría dirigirme: ¿Qué tema quiero comunicar a las niñas y los niños y no encuentro en otros productos culturales que consumen? ¿Cuáles son los personajes de mi sociedad que no veo representados en escena? ¿Cómo visibilizar las periferias? ¿Cómo hacer una puesta en escena inclusiva, sin segregar a nadie? ¿Qué nos une como mexicanos, considerando las profundas desigualdades del país? ¿Cuál es nuestra identidad o identidades?
Me gustaría escenificar obras de teatro novohispano porque me parece que existe una deuda con nuestra historia. Pienso que es importante redescubrir el pasado desde otra óptica, para que cada quien pueda hacerse de un criterio propio, respecto a las narrativas que le dan sentido. En el teatro novohispano se pueden encontrar personajes arquetípicos que siguen presentes actualmente en el imaginario popular, y que no están en ningún otro teatro. Además, las puestas en escena populares integraban elementos de los pueblos originarios (vestimentas, instrumentos musicales, danzas) e, incluso, de los afrodescendientes que habitaban estos territorios, por lo que también pueden verse desde un enfoque de inclusividad, decolonialidad, performatividad e interdisciplinariedad, lo que me parece muy pertinente en estos momentos dentro de las artes escénicas.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Respeto, escucha, cuidado.
Cuando hago teatro intento ser la mejor versión de mí mismo como ser humano, porque asumo la responsabilidad de guiar a otras personas hacia un objetivo común, que está más allá del propio «ego», esto es: construir ficción, la cual, en el caso del teatro, es un gesto de enorme humildad, porque aquello que tarda tanto tiempo en crearse, en un parpadeo, se deshace. Hago teatro para servir a otros; espero que mi trabajo les sea útil en algún sentido, tal vez, simplemente, pasar un momento de diversión.
Por otro lado, encuentro en la acción de dirigir la belleza de organizar y crear orden en donde antes no había; diseñar estructuras ficticias que enriquezcan la realidad de los espectadores; colaborar con los intérpretes para materializar juntos un ritmo en común que llene el tiempo y el espacio de la escena (ritmo, por cierto, que se modifica con la presencia del público). Creo que dirigir es un ejercicio positivo de empoderamiento, si se hace con escucha, empatía y comprensión del otro.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Quiero pensar que tenemos la oportunidad de utilizar las herramientas del teatro para relacionarnos con la sociedad desde un lugar diferente al escenario. En este sentido, destaco los talleres de rehabilitación pulmonar impartidos por docentes de voz; las clases en línea de escritura creativa que han dado muchos dramaturgos y que pueden apoyar a la salud mental de las personas; los intérpretes que se graban en formatos de video o podcast, y comparten su contenido en internet, contribuyendo a democratizar el arte; entre otras actividades que llegan cada vez a más personas, por medio de las redes sociales.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

En el caso particular del modelo de producción subvencionado por el Estado: 1) El gobierno federal puede generar estrategias para descentralizar los recursos, ya que más de la mitad suelen concentrarse, únicamente, en la Ciudad de México (específicamente, en tres alcaldías: Benito Juárez, Cuauhtémoc y Coyoacán). Fomentar la participación de los ciudadanos para la selección de proyectos, por ejemplo, consultando cuáles son los temas que les gustaría ver representados. 2) Los gobiernos locales deben asumir el compromiso de fomentar el acceso al teatro. Podrían conformar compañías de repertorio que se presenten en casas de cultura o auditorios al aire libre, ayudando así a subsanar el tejido social. Programas de este tipo se han llevado a cabo en algunas alcaldías y municipios, pero suelen desaparecer en cada cambio de administración. 3) Las compañías de teatro requieren ampliar sus redes de colaboración con otras, para fomentar alianzas laborales estratégicas que les ayuden a crecer artísticamente, capacitarse continuamente y configurar su identidad. Además, hacer estudios de mercado para atender a públicos específicos. 4) Las universidades públicas y privadas que oferten estudios de teatro necesitan colaborar más entre ellas para actualizar sus programas según las necesidades laborales, crear bolsas de trabajo e incentivar el intercambio de docentes de manera que todos los estudiantes adquieran herramientas sólidas de producción y gestión teatral.
Más allá de los modelos teatrales, considero que el mayor problema es la desigualdad del acceso al teatro (recordemos que el 67% de los mexicanos nunca ha visto una obra, según la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales 2010), para lo cual la sociedad civil organizada podría demandar que se incluya “teatro” como una materia transversal en los programas de educación básica -y media superior-, ya que es una parte del desarrollo integral del ser humano. Por otro lado, el gremio teatral, desde diversas plataformas, debe vincular sus agendas de trabajo con los Derechos Humanos; el teatro puede servir como una herramienta que complemente, al mismo tiempo, diversos derechos, por ejemplo, el derecho a la cultura, a la educación, al espacio público e, incluso, a la salud.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que valoren el teatro, más allá del teatro. Y que logren construir puentes de colaboración con otras áreas, como la industria audiovisual, las empresas culturales, el sector privado, la diplomacia cultural y la educación, por mencionar algunas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

En tiempos de crisis el teatro ha logrado adaptarse y resistir; eso me motiva para seguir adelante, sabiendo que siempre puedo imaginar un mundo mejor. Espero que todos, tanto espectadores como intérpretes, volvamos a crear y creer en la poesía; en la belleza de la vida.

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Arizbell Morel Díaz

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Arizbell Morel Díaz

22 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Investigadora, creadora escénica

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

El teatro en su sentido más tradicional no llegó a mi vida hasta la pubertad. Pero desde un poco antes de los dos años mi mamá me llevó a lecciones de ballet por un problema fisiológico y ortopédico. Al mismo tiempo, cuando era pequeña jugaba «al teatro» con mi hermano y mis primos de la manera menos disciplinada posible. Aunque nunca me llevaron a ningún taller en la infancia, una vez mi mamá (cansada de mis peticiones seguramente) me llevó al Centro Universitario de Teatro (aproximadamente a los 9-10 años) y le explicaron que ahí no daban clases para niñxs. Cuando entré a tercero de secundaria ya no pedí permiso y entré al taller de teatro a cargo de una maestra muy organizada en otras latitudes (su nombre era Belinda). Regresé a la Ciudad y llegué al Centro Universitario México con Salvador Petrola y Juan José Tagle Briseño, de ahí no he vuelto a despegarme del teatro.
Decidí dedicarme al teatro porque me gusta. De las materias era la que más me agradaba y (aunque no era la menos complicada) sí era la que más me emocionaba. Creo que ese es un principio del teatro y de la vida: no se puede dar lo que no se tiene. Entonces diría que ahora me dedico al teatro porque me da gusto, vida y espero poder compartirlo con otrxs.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Preguntas: ¿Existe una identidad compartida? ¿Qué es el teatro? ¿Puede el teatro, lo humano, ser realmente universal? ¿Qué diferencias existen en la expectación de acuerdo a la edad, esa taxonomía que nombra procesos de vida? ¿Cómo se crea una poética? ¿Cómo se reproducen modelos sociales en el teatro? ¿Qué es dirigir? ¿Cómo afecta el espacio a una representación/presentación/expectación? ¿Quién tiene derecho a ir al teatro? ¿Qué imágenes alimentan determinadas poéticas teatrales? ¿Cuál es el papel del humor en la subversión? ¿Puede el teatro no ser cuerpo? ¿Existe una hegemonía de los sentidos desde la creación teatral? Además de analizar los interminables diálogos entre música y escena.
Anhelos: Creo que en estos momentos anhelo que la vida cultural se reactive de manera segura y digna por sobre todo lo demás. También deseo volver a pisar un teatro tanto como espectadora como creadora recién egresada. Deseo también compartir algún convivio teatral con infancias, así como viajar a otras latitudes con mi trabajo para dialogar y conocer las creaciones de otrxs. Por último, creo que deseo encontrar mi voz escénica porque en estos momentos no estoy segura de conocerla.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Multifacético, disciplinado, joven.
No podría decir que mi forma de ser sea singular y distinta, creo que aún me faltan «horas de vuelo» para saberlo. Es muy pronto para determinar algo que es un pequeño brote. Aunque creo que algo que sí ha caracterizado mi forma de habitar el mundo en general es el diálogo (en muchos sentidos creo que mi práctica es más una lectura, una expectación atenta que una ruptura radical con otras poéticas.) También la caracteriza la inclusión de otras facetas de mi vida (la ciencia, la ecología, la danza y la literatura inevitablemente).
Algo que es más un anhelo que una característica: Que sea accesible a distintas edades y condiciones de vida (con todos los cuestionamientos constantes que esto implica) y sustentable ambientalmente.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Creo que el teatro (y las artes vivas en general) representan una esperanza de comunidad en estos momentos.
Mi anhelo es que el teatro sea una herramienta de cohesión social a pequeña escala en un futuro cercano (es decir, que nos permita compartir un espacio y un tiempo con desconocidos para expectar, vivenciar algo que liga y une por su belleza o solemnidad implícita.)
También es un vestigio de la vida pre-COVID, de cuerpos que podían afectarse mutuamente más allá de lo racional sólo por hacerse presentes en un mismo cronotopo.
Es una defensa de lo no esencial, porque en principio su propósito es compartir lo efímero. No podemos olvidar que esos encuentros son partes de la vida. Aunque ello no implique desdeñar las medidas de seguridad pertinentes.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que para cambiar al modelo primero hay que cambiar nosotrxs como participantes de éste. Escuchar, aprender a escuchar a lxs otrxs y a dialogar por sobre discutir.
También creo que falta el reconocer los procesos históricos que nos han llevado a las prácticas culturales actuales. Si pudiera cambiar algo sería el implementar una memoria crítica de las prácticas teatrales mexicanas en comunidad. Sanar heridas de memoria permite una especie de restitución social. Por muy optimista que suene esta afirmación, creo necesaria decirla.
Después creo que implementar modelos de producción diversos sería ideal. También creo que necesitamos buscar modelos más sustentables ambientalmente, el teatro como cualquier actividad humana genera desechos y hay que responsabilizarse de ello.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que se acerquen al teatro por ser una defensa de los cuerpos vivientes. También deseo diálogo compartido e informado. Deseo que sea un espacio lúdico y reflexivo. Por último, deseo que tengan la oportunidad de compartir un mismo espacio-tiempo con otrxs en algún momento post-COVID.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Creo que la he enfrentado con mucha esperanza gracias a las comunidades (teatrales y sociales) a las que pertenezco. Aunque es cansado, el dialogar con otrxs me ha permitido seguir en la emergencia. Sin embargo, he de reconocer que los límites trabajo-vida personal son una constante preocupación.
Paradójicamente, estos tiempos me han permitido encontrarme con mi escritura. Así que podría decir que la he enfrentado dialogando (sobre todo con las infancias).
Deseo que no seamos lxs mismxs que antes. También deseo que la memoria performe hacia una acción colectiva y respetuosa, a un acompañar el duelo que sea un constante compartir y no una carnicería por ser el o la menos peor.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Beatriz Bermúdez

26 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actriz, traspunte, productora, docente

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Comencé a bailar a los 13 años por admiración a mis artistas favoritos de la infancia. A nivel bachillerato entré a las asignaturas de teatro y dibujo, lo cual me conectó con una parte de mí que no conocía, una Beatriz creativa, curiosa, que deseaba compartir las experiencias nuevas y regocijarse en ellas; me enamoré del escenario. Allí decidí y descubrí que podía formarme profesionalmente como actriz en la Universidad.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Situándome desde un contexto pandémico: ¿qué le interesa a los espectadores de hoy? ¿Cómo dar visibilidad y denuncia a quiénes no pueden a través de una experiencia estética? ¿Cómo acceder a contratos/acuerdos/derechos laborales/puestos dignos en México?
Anhelo hacer teatro con y para personas que nunca han tenido contacto con las artes. Anhelo regresar a dar clases de teatro en tantos lugares como sea posible.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Disciplina, diversión, reflexión.
Me adapto: dejé de ser sólo actriz para ser creadora escénica: productora, traspunte, docente, asistente y estar al servicio de la obra, del espectador. Busco siempre ser honesta y vulnerable.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es un espejo que nos confronta, nos alivia, nos estruja y nos hace pensar a través de la ficción, pues podemos preguntarnos quiénes somos, la ficción nos facilita ver otras realidades y cuestionar honestamente ¿Quién soy yo?
Me parece importante ya que nos hace ver lo sustancial y vital que es el convivio en el aquí y ahora para las relaciones humanas, nos permite darle importancia al otro.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Todo; principalmente el cómo nos educan. Estamos en un sistema que exige de nosotros no sólo ser un artista disciplinado y virtuoso. Exige de nosotros tener conocimientos de leyes, de gestión, tener conocimientos que nos permitan ser creadores críticos.
En cuanto al modelo de producción: comenzar a romper cánones sobre lo que es bello; contar historias de individuos diversos, que su representación sea congruente a través de los ejecutantes, ver muchos tonos de piel, ver cuerpos de muchas dimensiones, escuchar voces distintas a la propia.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Como dice Eugenio Barba: «todo lo que hagas hazlo con todo tu ser». Exijan más, de todo y de todos, den más, sean generosos, piensen siempre en el espectador, esto que hacemos es para ellos. Deseo que sean pacientes y no cedan a la ansiedad del -éxito-.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Enfrento la emergencia con paciencia, poniendo la incertidumbre a mi favor, amando a mis seres queridos, con agradecimiento de estar en la Compañía Nacional de Teatro y con responsabilidad de creación.

Confío en que el teatro no va a desaparecer, porque a medida que pasa el tiempo a través de las video llamadas esa ausencia que se impregna en el corazón sólo nos hace desear y buscar aún más la presencia.
Deseo que cuando volvamos a vernos compartamos y valoremos más la vida.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Renée Sabina

27 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actriz, directora de teatro

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Crecí en camerinos, ensayos y giras ya que mis padres eran bailarines de contemporáneo. El recinto teatral siempre fue un espacio de mucha magia y comodidad para mí y a los 10 años tuve la fortuna de participar en mi primer montaje profesional. La sensación de haber conseguido un personaje en esta producción por mis propios medios y el sobrecogimiento que me invadió el primer día que visité el teatro de 2,500 butacas en el que me presentaría 3 veces por semana, son cosas que 17 años después no olvido y que me hicieron decir “esto quiero hacer toda mi vida”. Claro que el resto del camino ha sido menos glamoroso, pero no por ello menos mágico. Hay una fuerza poderosa que me atrajo al teatro desde siempre.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo hacemos para minimizar el carácter endogámico en el que ha caído el teatro? ¿Qué sacudida debemos darnos como gremio para volver a crear para el público de nuestro aquí y ahora (y no “a pesar de”)?
Mi anhelo más grande es crecer profesionalmente dentro de equipos de trabajo horizontales, éticos y lúdicos. Vivir de lo que amo y que lo que amo no pierda su cualidad de disfrute y si todo esto puedo lograrlo trabajando con creadorxs jóvenes, qué mejor.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Horizontalidad, creación, juego.
Estoy completamente en contra de la idea del actor como un
prop. Se me instruyó para crear con consciencia y capacidad crítica, y en cada proyecto que colaboro, busco llevar esa única visión del mundo que poseo al trabajo artístico. Ello implica tener una opinión, entablar un diálogo creativo con las cabezas del equipo y ser propositiva en correspondencia.
Cuando dirijo, busco que lxs actorxs se sientan en confianza de proponer y apostar en grande por sus creaciones. La sumisión del actor no hace más que contribuir a la escena muerta y a dinámicas caducas, desde mi punto de vista.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El aislamiento social y el miedo a la muerte nos tienen más necesitados que nunca de cualquier expresión colectiva que fomente el contacto (así sea de manera remota).
El teatro como experiencia
convivial tiene la virtud de hacernos sentir acompañados y “dichos” a través de las historias ajenas. Lxs creadorxs teatrales tenemos la responsabilidad de escuchar las necesidades del público en este momento tan particular (y siempre, pues) porque vivimos un momento de gran demanda. Con generosidad, humildad y arrojo, hay que estar a la altura de esta demanda.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Nos enfrentamos, una vez más, al viejo dilema “renovarse o morir”; creo que vivimos un momento de muchísima fertilidad creativa y que la única manera certera de quedarnos fuera es discutiendo sobre si las nuevas manifestaciones “son o no Teatro”.
Una vez más corremos el riesgo de perder de vista lo verdaderamente importante por enfrascarnos en discusiones bizantinas: el que cientos de miles de personas a través del mundo se hayan volcado hacia el hacer teatral una vez más buscando solaz y conexión humana en estos tiempos de aislamiento y miedo.
Es momento de atrevernos a equivocarnos, a ponernos en riesgo y a explorar nuevas maneras de producir y de organizarnos: tomar el teatro en nuestras manos y apropiarnos de nuestra capacidad autogestiva. Nadie nos va a “rescatar” ni va a arriesgar su vida gustosamente por ver nuestro arte. Es momento de ser creativos realmente y expandir nuestra noción del teatro.

Además, tenemos como asignaturas pendientes la tolerancia cero ante la violencia de género en la praxis y la pedagogía teatral, la búsqueda de paridad en las instituciones y una larga lista de etcéteras, pero dejémoslo allí.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que conozcan y defiendan su derecho al goce. Les deseo aplomo para poner límites, una entrada al mundo laboral sin vejaciones, les deseo equipos de trabajo amorosos y redes de cuidado sólidas. Les deseo saberse siempre acompañadxs, escuchadxs y válidxs. Les deseo que asumirse artistas no les cueste tanta duda como la que me costó a mí.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

El teatro y sus hacedores son resilientes por naturaleza. Es erróneo verle como una disciplina conservadurista: lo que lo mantiene vivo es precisamente su capacidad de adaptación.
Al “volver” a estar juntos (lo pongo entre comillas, porque creo que en este año hemos aprendido que la presencia es más amplia de lo que jamás creímos), deseo que hayamos (re)aprendido en dónde radica la importancia de lo que hacemos, que hayamos recordado que el/la otrx le da significado a nuestro arte y que es por el/la otrx que existe.
Tras este largo extrañamiento presencial nos deseo mucha inmersión y contacto y fiesta, pero también nos deseo menos miedo a alzar la voz, a denunciar las condiciones de trabajo impropias y el maltrato. Nos deseo el gozo del reencuentro acompañado de un cambio de consciencia.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alexis Briseño Jaramillo

24 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actor

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Comencé en los talleres de la secundaria. Había decidido estudiar en un Centro de Estudios Artísticos cuando terminé la primaría porque a los 6 años mi madre me preguntó qué quería ser de grande. Al no tener respuesta -nadie la tiene a esa edad- decidí guardar silencio hasta tener una. Por la noche vimos una película. A la mañana siguiente mi madre, que ya había olvidado su cuestionamiento anterior, se sorprendió con mi respuesta: «Quiero ser actor de teatro, madre».

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Más que una pregunta es la noción de que es un oficio que no tendrá fin, es algo que heredamos, una tradición humana. Quizá ahora me pregunto qué ficciones nos convocarán al encuentro, al re-encuentro, al combite y el convivio.
¿De qué formas el teatro organiza la vida social? ¿De qué forma culmina en celebración?

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Común, juego, fe.
Pienso y siento que lo que me permite habitar el teatro es justo lo contrario, lo común, quien me permite habitar son les otres. Quizá sea la franqueza que exige el teatro.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Ante todo, el convivio y el combite. Hay una sensación de fragmentación y asepticismo, por lo menos en mi generación, consecuencia no solo de la integración de lo virtual sino del momento socioeconómico que estamos viviendo.
Quizá el teatro pueda generar esa distancia y confrontación necesaria para reconocernos y hacernos de nuevo. Confrontarnos con las ficciones que nos constituyen. No solo somos ciudadanes, también somos productos, bancos de información, de qué manera resistimos ante esta multiplicidad de discursos que nos fragmentan.
Quizá el aquí y ahora del teatro con sus tiempos orgánicos de producción permitan al público construirnos desde otro tiempo más orgánico y un mismo espacio.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

En principio, las políticas culturales que asignan migajas de presupuesto y no atienden la infraestructura. En lo personal pienso que esta sociedad está fundada en acuerdos, uno de ellos es «Somos un Estado Nación llamado México»; bajo ese acuerdo el Estado debería atender y sostener la producción artística. Sin embargo, la política no son las instituciones, la política la ejercemos con nuestros actos.
Quizá podríamos comenzar dejando de alimentar la necesidad de producir por producir, para que el Estado cumpla su cuota. Detenernos a pensar que los modelos de producción pueden ser repensados y ser múltiples. Comenzaría por ahí.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Un mejor panorama socioeconómico. Madres y Padres del oficio generosxs y atentxs que hayan alimentado y congregado a un público a la espera de celebrar la próxima función.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Quizá no la enfrento, solo resisto de la mano de colegas y amistades. Desearía que la comunidad no se arrojará a producir por producir, sin reparar en el público y lo herido que estamos todes.
No espero nada del Estado y sus raquíticas políticas culturales. Quizá esperaría que la Universidad, la propia comunidad, tomará el espacio, los teatros, plazuelas, parques y anfiteatros.
Deseo que comencemos a hacernos cargo de nuestras formas de producir y del público que quizá no nos aguarda. Ahí estaremos.

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