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Categoría: Instantánea

Catalina Jiménez

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Catalina Jiménez

29 años / México, Zacatecas, Zacatecas

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Jalisco, Guadalajara

Oficio: Productora

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mi encuentro con las artes fue en la secundaria y el bachillerato del Centro de Estudios Artísticos, desde ahí conocí y me enamoré del teatro y decidí dedicarme a ello.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mi práctica es alimentada siempre por las nuevas experiencias, sobre todo con relación a las jóvenes audiencias y a la profesionalización del área a la que me dedico.
Mi anhelo es poder generar espacios dedicados específicamente a las jóvenes audiencias, así como generar escuelas especializadas en producción escénica.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Respeto. Servicio al otro.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El encuentro presencial con el otro para generar espacios de convivencia sana y respetuosa.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La poca importancia en generar nuevos públicos y puestas en escena para públicos específicos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que su arte sea respetuoso y respetado. Que se le dé a la cultura la importancia que en realidad tiene.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Buscando estrategias para generar encuentros seguros, aunque sea de puerta en puerta a dos o tres personas.
Deseo que se impulse la cultura y se le dé el respeto y la importancia que merece.

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Ramón Verdugo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Ramón Verdugo

36 años / México, Baja California, Tijuana

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Baja California, Tijuana

Oficio: Director escénico, docente, productor

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Me inicié como niño espectador que fue pocas veces al teatro, pero suficientes para intuir que algo le gustaba aunque no sabía el por qué; después lo revivía en constantes intervenciones en actividades artísticas en la escuela y ya en la adolescencia al tomar talleres de teatro. Después se abrió la puerta para estudiarlo “formalmente” y di el paso.
Fue justo en ese proceso de estudio que (re)afirmé que quería dedicarme a vivir y construir esas experiencias con los otros y para los otros. Ahí hubo posibilidad de articular un pensamiento racional de por qué quería hacerlo más allá del ímpetu y la emoción, y entonces tomé la decisión consciente de dedicar mi tiempo, energía y vida a una actividad que me permitía ser parte de experiencias que ponían en perspectiva paralela mi propia voz como ser humano, la colaboración con otros y una tradición teatral que apenas comenzaba a comprender. Fue una apuesta por una intuición racional que, siempre pienso, estoy ganando.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mi pregunta fundamental es cómo construir experiencias escénicas que sean significativas para nuestros equipos de trabajo y para las personas que comparten como espectadores. De ahí se derivan otras relacionadas con mi quehacer diario: ¿Cómo construir caminos creativos y retadores? ¿Qué quiero compartir con y a través del teatro? ¿Qué temas desconozco y me interesa profundizar? ¿Por qué y para qué hago lo que hago? ¿Quiénes son nuestros espectadores ahora?
De esas posibles respuestas surgen mis anhelos a corto y mediano plazo, que son mis nuevos proyectos de creación, mis deseos de explorar en la dirección de otras disciplinas de las artes escénicas, mi necesidad de escribir más sobre mis prácticas escénicas y también encontrar una voz desde la escritura.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Acción, territorio, necesidad.
Es un reto pensar nuestra singularidad en toda la historia y tradición teatral a lo largo de los siglos, así que ensayo pensarme como un creador que intenta, desde sus múltiples necesidades y contextos (personales, artísticos, sociales), generar acciones compartidas que abran caminos para construir/transformar (nuevos) territorios posibles. Y de esos procesos se desprenden experiencias, prácticas y conocimientos que hacen singular el camino.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La importancia radica en la propia auto-observación de la práctica teatral que se pregunta por qué/para qué continuar; ya que en la medida de sus respuestas (singulares y genuinas) encontraremos los caminos que debemos transitar ahora. Todo ello en un marco social e histórico que ha permitido repensar la convivencia y la relación con el otro como algo que nos hace ser humanos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Primero, reconocer que existen modelos, en plural, porque de ello se desprende una complejidad para afrontar los retos de un país diverso y de un mundo aún más amplio. Aunado a ello, es deseable generar diálogos fundamentados en la práctica escénica y el valor de cada territorio geográfico, que priorice la calidad de las experiencias no sólo en los resultados sino también en los procesos de creación; y que a su vez, permitan reconocer todos los agentes que intervienen en los modelos de creación y producción teatral.
En ese sentido, es importante no sólo ampliar y fortalecer los esquemas de formación y profesionalización artística, sino también, que los creadores asumamos una auto-observación ética para construir discursos artísticos y modelos de producción que sumen y construyan un territorio nacional más sólido.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Fuerza y energía para seguir construyendo condiciones laborales dignas en el trabajo escénico.
Conocimiento y generosidad en su quehacer para formar un territorio teatral sólido.
Capacidad de auto-observación para trabajar con ética en su accionar cotidiano.
Libertad para generar voces y experiencias artísticas significativas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Creo que la emergencia nos invitó, primero, a repensar nuestra relación y encuentro con nosotros mismos, en nuestro intento de comprender qué estaba pasando y cómo podíamos abrazarlo a pesar del temor y la situación adversa. Después vino una necesidad de seguir conectado con el otro; para ello buscamos múltiples plataformas para mantener viva la llama del convivio y el contacto aunque fuera a distancia, sorteando de manera paralela los nuevos retos laborales y económicos que vivimos.
Y así transcurrieron los meses, en una búsqueda incesante por mantener un nuevo arte del encuentro a distancia, que permitía por momentos darle la vuelta a la emergencia, para construir, cada día y con mayor fuerza, un deseo colectivo de encontrarnos en los espacios habituales con aquellos que queríamos abrazar nuevamente, para sonreírnos cara a cara y compartir la energía de los cuerpos presentes.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

La Compañiasauria

4 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Colectivo teatral

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Todo comenzó con el montaje de Litoral de Wajdi Mouawad, fuimos convocadxs por Simón y después de varios ensayos y encuentros, comenzamos a ser amigxs, comíamos juntxs, bailábamos, llorábamos, y de repente cuando el montaje estaba casi que terminado peleábamos y nos enojábamos. Fue en esos momentos de caos, incertidumbre y risas que decidimos ser un colectivo, lo que pasa es que descubrimos la palabra compañerx, y nos quedamos clavados ahí dándole vueltas a su significado, a lo que para nosotros significaba compartir el pan y más que una “obra”, intentábamos ensayar otras formas de vivir juntxs.
Hubo algunxs que se fueron y otrxs se unieron hace poco, pero siendo dinosaurixs ya llevamos como 4 años juntxs.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo vivir juntxs? ¿Cómo hacer del teatro nuestra forma de vida? Es decir, ¿cómo jugarnos la vida en cada ensayo, función, encuentro? ¿Cómo conquistar una autonomía económica, laboral y artística de cara al estado de crisis que vivimos? ¿Cómo hacer para que nuestros discursos y posturas (artísticos, políticos y éticos) no solo estén en nuestras obras sino también en nuestros procesos? Es decir, ¿que la forma en que nos relacionamos en nuestros procesos creativos y fuera del colectivo sea atravesada también por esos discursos y posturas?
Anhelamos viajar haciendo teatro, sobrevivir y resistir al desempleo, disfrutar y compartir nuestra juventud, nuestro idealismo. Crear un espacio rebelde, autónomo, lejano de las metrópolis y su imperio, en el que nuestra forma de vida esté pensada en torno al teatro que queremos y a las alternativas que nos hemos planteado para enfrentar la catástrofe en la que vivimos. Tal vez nuestro anhelo más grande es hacer del teatro (más en sus procesos que sus resultados) un lugar para ensayar la existencia, para configurar otros mundos posibles. Más que un oficio es una forma en la que queremos vivir.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Una Compañía Sauria.
La Compañíasauria es en sí misma nuestra forma de habitar el teatro y la vida. La singularidad es que buscamos ser un soporte de vida más allá de los escenarios. Sin ser solemnes ni serixs, sino ligerxs y saurixs.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Ninguna, y he ahí su fuerza, ya que se nos ha enseñado que cualquier práctica, acción o cosa tendrían que tener una utilidad y por lo tanto una comercialización: “esto sirve, esto no, esto funciona, esto no”, pensar de esta manera solo ha hecho de este mundo una fábrica gigante que sigue acumulando cadáveres y desechos.
Ahora más que nunca el mundo no tiene sentido, tal vez es momento de abandonarnos a lo inútil e innecesario. Tal vez valga la pena insistir en algo tan absurdo y arcaico, no será la primera vez que apostemos todo a cambio de nada, no será la primera ni la última vez que intentemos apagar una fogata a punta de escupitajos, pero en fracasar nos hemos vuelto cada vez mejores. Nos enorgullece hacer teatro mientras todo arde.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Esta pregunta nos abrumó demasiado. Hay tantas cosas que nos molestan que nombrarlas parecía una tarea imposible, pasamos horas y horas intentando decir algo coherente, algo en serio, pero una vez más fracasamos, incluso espiamos las respuestas de otrxs, pero nuevamente escribíamos cosas agobiantes, aburridas y tristes. Finalmente decidimos afirmar de manera sauria: La Sombra, nuestro modelo teatral (si es que existe tal cosa) ha perdido u olvidado su sombra y para explicarlo nos apoyamos en las letras de alguien más:
“El intelectual (teatrerx), por su parte, puede ser un fervoroso defensor del Estado o un crítico del Estado. Al Estado no le importa. El Estado lo alimenta y lo observa en silencio. Con su enorme cohorte de escritores más bien inútiles, el Estado hace algo. ¿Qué? Exorciza demonios, cambia o al menos intenta influir en el tiempo mexicano. Añade capas de cal a un hoyo que nadie sabe si existe o no existe. Por supuesto, esto no siempre es así. Un intelectual puede trabajar en la universidad o, mejor, irse a trabajar a una universidad norteamericana, cuyos departamentos de literatura son tan malos como los de las universidades mexicanas, pero esto no lo pone a salvo de recibir una llamada telefónica a altas horas de la noche y que alguien que habla en nombre del Estado le ofrezca un trabajo mejor, un empleo mejor remunerado, algo que el intelectual cree que se merece, y los intelectuales siempre creen que se merecen algo más. Esta mecánica, de alguna manera, desoreja a los escritores mexicanos. Los vuelve locos. Algunos, por ejemplo, se ponen a traducir poesía japonesa sin saber japonés y otros, ya de plano, se dedican a la bebida. Almendro, sin ir más lejos, creo que hace ambas cosas. La literatura/el teatro en México es como un jardín de infancia, una guardería, un kindergarten, un parvulario, no sé si lo podéis entender. El clima es bueno, hace sol, uno puede salir de casa y sentarse en un parque y abrir un libro de Valéry, tal vez el escritor más leído por los escritores mexicanos, y luego acercarse a casa de los amigos y hablar. Tu sombra, sin embargo, ya no te sigue. En algún momento te ha abandonado silenciosamente. Tú haces como que no te das cuenta, pero sí que te has dado cuenta, tu jodida sombra ya no va contigo, pero, bueno, eso puede explicarse de muchas formas, la posición del sol, el grado de inconsciencia que el sol provoca en las cabezas sin sombrero, la cantidad de alcohol ingerida, el movimiento como de tanques subterráneos del dolor, el miedo a cosas más contingentes, una enfermedad que se insinúa, la vanidad herida, el deseo de ser puntual al menos una vez en la vida. Lo cierto es que tu sombra se pierde y tú, momentáneamente, la olvidas. Y así llegas, sin sombra, a una especie de escenario y te pones a traducir o a reinterpretar o a cantar la realidad.” Roberto Bolaño

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

No sabemos. Nos sentimos muy jóvenes para ponernos en ese lugar, con suerte podríamos considerarnos parte de esa “siguiente generación”. Entonces, cambiando la pregunta a ¿qué nos deseamos?
Nos deseamos devenir autónomos e ingobernables en un sentido amplio, nos deseamos encontrar formas de vida más fuertes que el “mundillo del arte”, nos deseamos estar juntxs, nos deseamos volver a un encuentro más humano, nos deseamos romper y quemar todo lo que sea necesario, nos deseamos recuperar y habitar las calles que siempre fueron nuestras y, cómo diría Pedro Lemebel, deseamos que nuestra revolución (cualquiera que sea) tenga un pedazo de cielo rojo para que podamos volar.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Ha sido terriblemente difícil, sobre todo porque el ambiente generalizado terminó por afectar el estado anímico de todxs en el colectivo, por todxs ha pasado la idea de dejar esto que hacemos, porque si nos ponemos serixs, el teatro no sirve de nada y hacerlo es una terquedad que nos va matar de hambre. Entonces, la única forma que hemos encontrado para hacer frente a esta crisis ha sido estar juntxs, no dejarnos caer en la tristeza y la desesperación, o por lo menos acompañarnos en la caída. Hemos sobrevivido a meteoritos, glaciaciones, cavernícolas que nos cazaban y aun así aquí seguimos.
Hoy gritamos desde la ruina.
No nos han extinto, nuestra revolución es estar vivxs.
¿Que deseamos? Tirar por la ventana el Zoom, el Facebook, el
Whats App, el Google, y a todos sus siniestros compañeros que ahora rigen nuestras vidas. Deseamos un mundo, como dirían Mujeres Creando, “Sin Dios, sin amo y sin Facebook”.
Deseamos compartirnos como un lugar de investigación de la libertad.
Deseamos volver a ensayar, frente a frente. Ensayar la vida, el encuentro, ensayar otros mundos posibles. Ensayar nuevas formas de emancipación con la misma intensidad con la que ellos ensayan nuevas formas de opresión. Ensayar el teatro como una trinchera contra el nuevo orden cibernético que se avecina.
Ensayar, equivocarnos y volver a ensayar.

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Irina González

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Irina González

40 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): Canadá, Quebec, Quebec

Oficio: Directora de teatro

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Cuando tuve que elegir qué estudiar estaba realmente perdida. Empecé ingeniería biónica, luego comunicación social, pero sentía que me faltaba algo. En mi búsqueda llegué a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. A la entrada del área de teatros encontré un letrero que decía “AQUÍ COMIENZA EL INFIERNO”. Ahí empezó la fascinación que prosiguió cuando entré a mis primeras clases: actuación, dirección, musicalización… Y hasta ahora no he dejado de fascinarme.
El teatro me apasiona, me divierte, me hace sufrir, me hace rabiar, me pone a jugar, me permite reflexionar y aprender y compartir y explorar. Desde entonces mi vida ha girado en torno a la creación teatral como hacedora y también como espectadora. Y, en efecto, es tan divertido y tan lleno de pasiones como imagino que debe ser el infierno.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Desde hace unos años he reflexionado sobre los cambios en las relaciones humanas a partir del uso cotidiano de internet. Comencé por tomar el tema como “contenido” de una obra que escribí y monté. Ahora continúo reflexionando sobre este tema, aunque desde “la forma” o más bien desde la estructura. Es por ello que exploro las escrituras intermediales escénicas actuales.
Anhelo terminar el doctorado que hago en Literatura y Artes de la escena y de la pantalla. Anhelo continuar el desarrollo de mi práctica como investigadora-creadora. Anhelo compartir mis reflexiones tanto en la escena como en la academia. Anhelo seguir disfrutando del teatro como hacedora y espectadora. Anhelo que podamos volver a los teatros sin miedo. Anhelo que todos tengamos ganas de ir al teatro en la nueva cotidianeidad.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Excitante, divertido, loco.
Actualmente puedo decir que la singularidad de mi trabajo es que me tomo el tiempo de explorar los elementos con los que quiero crear. Ahora, por ejemplo, estoy explorando con
videomapping y me estoy divirtiendo mucho y durmiendo poco.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Hacernos convivir de maneras extraordinarias.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los financiamientos por concursos. Todos merecemos tener trabajo bien remunerado.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Bienestar económico para que puedan crear y reflexionar sin estar angustiados por cubrir sus necesidades básicas. Que estén libres de la violencia patriarcal tanto en la academia como en el ámbito profesional. Que cuenten con el reconocimiento del público y de sus pares. Que se apasionen y se diviertan.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por ahora hago exploraciones en un foro y con un solo performer. Y asisto virtualmente a las funciones de colegas.
Deseo que volvamos a abrazarnos sin miedo, a encontrarnos en las filas de los teatros antes de entrar, a reírnos a carcajadas o llorar sin preocuparnos, que gocemos las funciones en teatros llenos, que a la salida nos volvamos a encontrar y platiquemos de cómo nos fue, y que nos vayamos de farra juntos para seguir hablando de la obra.

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Karina Miranda

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Karina Miranda

30 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actriz, cantante, titiritera, promotora de lectura

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

He adoptado la certeza de que uno realmente termina siempre llegando al lugar en donde se le espera. Primero cantar con mi padre me llevó a cantar a todas horas. Luego aprender a bailar Tap me llevó a que una amiga de la prepa me viera practicando en todos los rincones y me invitó a mi primera obra de comedia musical. Pisar un escenario y palpar esa magia volvió imposible bajar de ahí y entonces me decidí por estudiar la carrera de Teatro. Literatura Dramática y Teatro. Estar en la carrera me hizo encontrar un lenguaje único al acercarme a los títeres y luego, de un momento a otro, todo se volvió un imparable frenesí de compartir historias, risas y cantos a la menor provocación.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Lo primero que busco responder, es siempre ¿Para qué? y ¿Para quién?
Me es importante darle sentido a lo que hago, con quién lo hago y visualizar con quién he de compartirlo más adelante. ¿Cuál es la historia? También es algo valioso que me sirve como eje y como propósito. Partiendo de ahí, cada proyecto viene siempre como un regalo lleno de más preguntas. Algunas que se responden en el camino, otras que sólo generan más preguntas. Otras que por más incertidumbre que generen, no encontrarán nunca la luz. Pero todas bienvenidas.
Mi anhelo sigue siendo poder contar historias. Por todas las vías posibles. Y tantas como la misma vida, su ritmo, su ánimo, su corazón y su energía me lo permitan.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Mi quehacer teatral es:
Comprometido/Intenso: Siempre, paso firme y decidido.
Diverso: Desde el lenguaje o las reglas para cada juego, hasta el rol que me toque cubrir en cada producción.
Magnético (para ésta me ayudó mi hermana): Por la sonrisa involuntaria y la energía que va y viene con el público. Vínculos entrañables e invisibles que cambian vidas arriba y abajo del escenario.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Elemental.
El teatro siempre será una luz de bengala que nos permita ver, entender y adentrarnos en cada momento y época en la historia de la Humanidad. Justo ahora, vivimos en un capítulo que forzó a todo el globo terráqueo a someterse a un periodo de ajustes por supervivencia: condicionar su cotidiano, encontrar nuevas formas de trabajar, de convivir, de comunicarse, de establecer contacto, de mostrar afecto. Y, por supuesto, nuevas formas de hacer teatro. Formas que pienso, nos han abierto nuevos caminos que ya no han de abandonarse y ahora nos obligan a crear nuevas cepas teatrales.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Pensando que el modelo teatral casi siempre cumple la función de replicar el modelo político-económico y social de su entorno, pienso que romper el pacto patriarcal en la escena sería un acto verdaderamente amoroso y revolucionario.
Se debería anular el ego que en muchas ocasiones es motor de creación.
Se debería generar un espacio con verdadera y genuina cabida a la inclusión, a la diversidad, a la perspectiva de género, al trato equitativo entre colaboradores y colegas.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Principalmente, deseo de corazón que pese a todo, exista una nueva generación de hacedores teatrales.
Les deseo escuelas seguras y una formación libre de violencia, libre de acoso y abuso de cualquier tipo. Un espacio que defienda de forma genuina la integridad humana y la libertad de expresión.
Les deseo un entorno fuera del esquema de falsas pretensiones, egos y superioridades morales. Un espacio fraterno, sonoro, solidario y respetuoso.
Les deseo un público ávido de historias, que abarrote los espacios y camine a casa sintiendo que su vida ha cambiado gracias a esa experiencia estética. Que su vida no será igual.
Les deseo una vida llena de teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Enfrento esta emergencia con fe en que es un momento pasajero. Con la mayor calma posible frente a una incertidumbre de este tamaño. Con gratitud por formar parte de una compañía y una familia que ha buscado la manera de adaptarse y seguir generando contenidos ahora con el apoyo de nuevos lenguajes. Con paciencia y temple, soñando con volver a pisar un escenario pronto y poder compartir historias de viva voz, sintiendo al público respirar y bailar a un solo ritmo.
Y sobre todo, eso: deseo que las salas de teatro vuelvan a estar llenas, como hace mucho antes de esta pandemia no lo habían estado.

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Elvira Cervantes

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Elvira Cervantes

28 años

México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actriz, titiritera, aerolista

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Antes de estudiar teatro de manera «profesional» -a los 16 años de edad-, tuve la oportunidad de llevar teatro de títeres a una comunidad de Puebla. Mientras caminaba muy cerca de las faldas de Popocatépetl, con una fila de niñas y niños que nos ayudaban a llevar los telones y los títeres a la siguiente comunidad, supe que «eso» era lo que quería seguir haciendo. A los 18 elegí la carrera de teatro en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Qué necesitamos ver, escuchar, sentir? Quiero regresar al origen, caminar sobre mi propio camino.
Tiene que ver con la primera pregunta; al estudiar teatro de manera profesional y académica, me alejé del teatro de la calle, del que se llevaba al hombro escuchando lo que la gente necesitaba ver.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Más que querer ser o hacer las cosas distintas, para mí lo esencial es que sea genuino. Que mi voz, lo que quiero decir, se escuche y que resuene.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El poder de narrar.
Todo lo que se escriba y represente hoy será parte fundamental de la historia del futuro. Tener la capacidad de narrar (no solo informar) la propia historia, la del otrx.
Sanar, sentirse acompañadxs.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

El sistema de pagos: los actores siguen estando muy precarizados, imposible de sostener en una pandemia (hasta sin pandemia) y que tal sistema permea a las clases sociales, haciendo que dedicarse a las artes sea un verdadero lujo, dejando las voces de las clases bajas y de los oprimidos marginados.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que dignifiquen su trabajo, en todos los sentidos.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Que esté al alcance de todxs, existen muchos espacios (teatros, espacios públicos), descentralizar el teatro y que literal y espacialmente esté más cerca de toda la gente.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Frida Chacón Huicochea

28 años / México, Morelos, Cuernavaca

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Productora, gestora de artes escénicas

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié a los 20 años cuando terminé mi carrera de Profesional Asociado en Producción de Espectáculos de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Pocos meses después de egresar me incorporé como asistente de producción en una ópera profesional.
Decidí dedicarme a esta carrera porque siempre supe que quería desarrollarme en el ámbito profesional relacionado con las artes escénicas.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

El cómo desarrollar, reinventar y repensar nuevos modelos de producción, gestión y autogestión donde podamos construir diálogos pertinentes y atender las necesidades emocionales y sociales de las audiencias. El cómo crear mecanismos de acercamiento a las audiencias jóvenes y contribuir a la formación de nuevos públicos.
Un anhelo es el vernos a las mujeres recuperar cada vez más espacios dentro de la escena nacional.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Inexacta, impredecible, presente.
Los proyectos artísticos que se gestan son únicos e irrepetibles, cada uno requiere del product@r exigencias y retos distintos entre sí, cada uno tiene su forma de ser y sus propias características, algunas exceden los límites de lo usual y eso hace que mi habitar sea inexacto y misterioso.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Sin duda el teatro tiene mucho que decir en este momento. A raíz de esta crisis -estoy segura- se desarrollarán obras necesarias, que cuestionarán nuevos imaginarios, el teatro como antídoto en tiempos de caos, una fuerza de resistencia y reparación, creando nuevos registros, nuevos lenguajes y nuevas imágenes.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Pienso que el teatro debe poder dialogar con su tiempo y contexto histórico, incluso en las peores condiciones, anticipándose al tiempo por venir con nuevos modos de hacer y producir.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que en su quehacer teatral rescaten la necesidad de respuestas, de soluciones, de intimaciones; que escuchen y trabajen para, con y en conjunto con las audiencias.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Que nos interroguemos las formas en que podemos los creadores de arte contribuir a transformar nuestras condiciones laborales y que no volvamos a normalizar la imagen del artista que vive con inseguridad pensando siempre en el próximo proyecto para mantenerse a flote.

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Vincent Pavel Ortega Gonzalez

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Vincent Pavel Ortega Gonzalez

24 años / México, Jalisco, Tlaquepaque

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Payaso

Oficio: Payaso

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Estaba en un grupo de teatro en un centro artístico en el barrio donde vivía en la época de la secundaria, después entré a un Centro de Educación Artística en el bachillerato y decidí quedarme haciendo teatro y circo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo crear ficción? ¿Cómo crear realidad en esa ficción?

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Objeto, comedia, juego.
La práctica de sistemas lúdicos y juegos para generar dispositivos habitables por los participantes-espectadores a través del circo y el teatro de objetos.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La capacidad de narrar y documentar la vida.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La forma de crear festivales.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que seamos unidos y respetuosos con el trabajo y tiempo del otro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

¡Que nos encontremos!

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Sabrina Tenopala

27 años / México, Estado de México / Michoacán

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Creadora escénica, cabaretera, docente

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

La verdad es que inicié sin la menor idea de nada, pero deseando encontrar algo -aún lo deseo-. No sabía qué, ni por qué, ni por dónde empezar. Mucho menos me pasó por la cabeza que a partir de ese momento me dedicaría al teatro y empezaría un camino lleno de búsquedas y resistencias. Cuando entré al Centro de Estudios Artísticos todo me fascinaba y llenaba de emoción.
Conocí el teatro y la actuación desde la curiosidad, la disciplina y el juego, pero uno que se jugaba muy en serio, tan en serio que era un asunto sagrado. Un juego al que había que entrarle sin certeza alguna y con un montón de preguntas. Un juego que tenía reglas muy claras, pero que a su vez, era cambiante, emocionante y misterioso. Nada de lo que había vivido antes se le parecía, claro que a los 15 años tampoco se ha vivido demasiado, pero desde el primer día que salí al escenario a dar función, supe muy bien que eso no era cualquier cosa, que afuera eso no se vivía, que era un extraño privilegio y que por eso había que cuidarlo. Por ello quise dedicarme a esto, porque el teatro implica cosas que me hacen sentido, porque no hay ninguna certeza, hay un montón de preguntas compartidas, y eso me parece emocionante, conmovedor y extraordinario.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Pienso que mis preguntas nacen y ordenan según mis circunstancias, mis inconformidades, mis deseos y las prioridades de mi curiosidad. Cambian, se mueven o se reformulan. Las preguntas que alimentan mis prácticas van desde: ¿Por qué carajos estoy haciendo esto? hasta ¿A quién va dirigido? ¿Qué me interesa decir? ¿Qué sería necesario hacer? ¿Algo es necesario? ¿Por qué seguimos insistiendo en el teatro? ¿Es el teatro lo que nos importa o es nuestro ego? ¿Dónde están las poéticas, las propuestas, la técnica en nuestro teatro? ¿Qué están viendo los y las espectadoras? ¿Alguien más que la gente de teatro va al teatro? ¿Los y las creadoras hacemos teatro porque nos da sentido o lo hacemos mientras esperamos que nos llamen a una serie? ¿Cuál es el lugar del teatro en estos tiempos? No tengo ninguna respuesta, ni siquiera pienso que sean tiempos para tenerlas, pero lo que sí pienso es en la necesidad de preguntarse cosas, de cuestionar y ser críticos y críticas frente al panorama que tenemos en la actualidad, el cual nos implica a todos y todas y a nuestras prácticas dentro del teatro.
Mi anhelo dentro de las artes escénicas sería el de un día presenciar un teatro con sentido ritual, que se haga sin inmediatez, sin pretensiones, donde no haya que exponer grandes ideas ni discursos, donde se apele a la convivencia, al misterio, a la duda. Donde ocurra el teatro y nadie tenga que explicar nada.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Las tres palabras serían: PONER EN DUDA.
Honestamente no pienso que mi manera de habitar el teatro sea singular o distinta. Me gusta más bien pensar en que yo formo parte de una comunidad, que a su vez forma parte de ciclos históricos en donde no somos singulares, sino que venimos de compartir cosas a través de las tradiciones y maneras de hacer teatro que nos conectan, y que aunque cada uno y una agrega o aporta cosas, no somos tan importantes como sujetos particulares, somos importantes en el colectivo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La de apelar a la memoria. El teatro existe porque reunirse es importante, y aunque ahora no sea eso posible, el teatro nos recuerda la importancia de vivir en comunidad, de compartir historias, de contar cosas, de imaginar y construir juntos y juntas. Y mientras sigamos buscando maneras de hacerlo, seguiremos haciendo del teatro un espacio de convivencia e indagación.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Pienso que deberían cambiar un montón de cosas: la falta de compromiso en el quehacer teatral, los discursos forzados en las obras, la corrupción en las instituciones culturales, el recorte y el mal uso de los presupuestos para el teatro institucional, la precariedad del teatro independiente, los abusos de poder y la misoginia en el teatro, el adultocentrismo en el teatro para niños y niñas, la falta de sentido crítico y el exceso de frivolidad en los y las creadoras escénicas y la centralización del teatro en la Ciudad de México, entre otros.
Sin embargo, pienso que algo que urge cambiar en nuestro modelo teatral cotidiano es el dar por hecho. Dar por hecho que no pasa nada, dar por hecho que no hay nada que hacer, dar por hecho que se acabaron las preguntas, dar por hecho que tenemos la razón, dar por hecho que nuestro pensamiento o nuestras ideas son importantes solo porque son nuestras. Dar por hecho que el teatro es una herramienta que está para servirnos y complacernos hasta exprimirlo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo que encuentren los medios, la fuerza y la imaginación para seguir creando desde el amor, el deseo y la curiosidad, y nunca desde la precariedad, el conformismo o el fastidio. Que puedan vivir dignamente de su trabajo. Que todos los días escriban algo, vean algo, imaginen algo. Que lleven sus vidas y sus carreras con inquietudes, descubrimientos y sorpresas. Que formen comunidades. Que hagan teatro y crean en el arte.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Enfrento la emergencia haciendo lo que puedo para volver al teatro y para no perder la cabeza. Escribo, estudio, doy clases, leo, imagino cosas, cuento cosas que me imagino, trabajo en cosas que nada tienen que ver con el teatro, vuelvo de nuevo a leer, salgo a patinar, se me va la esperanza, veo cosas, vuelve la esperanza y así cada día.
Deseo que ocurra que el teatro vuelva a tener un lugar sagrado y que un día me toque participar de ello.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Itzhel Razo

30 años / México, Yucatán, Mérida

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actriz, directora de teatro

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

De niña me gustaba inventar historias y crear personajes, siempre tuve un talento para la imitación. Recuerdo que uno de mis pasatiempos favoritos era sentarme en una banca del parque y observar a los desconocidos, pensaba: ¿Cómo se llamarán? ¿A qué se dedicarán? ¿Qué les gustará? ¿Dónde y con quién vivirán? Estudiaba cada detalle de sus gestos y sus movimientos y trataba de descifrar su personalidad, incluso algunas veces llegaba a hablarles para cerciorarme que mi lectura sobre ellos había sido la correcta, la mayoría de las veces acertaba. De alguna manera estaba ya estudiando al mundo desde una perspectiva teatral.
Después en la secundaria comencé a imitar a todos mis maestros, era tan precisa y diestra que mis compañeros del salón me pagaban por estudiar a alguien e imitarlo, comencé a ganar dinero pasando el «sombrero» con mis imitaciones, un maestro que un día me vio me recomendó asistir a clases de teatro, finalmente lo hice y desde el primer momento supe que esa era mi vocación. Todo lo demás se fue dando naturalmente. Me gusta estudiar al mundo y al otro para entenderme a mí misma, y el teatro ha sido siempre un espejo certero de nosotros mismos.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Hago teatro como un medio, así lo he dicho siempre, como un medio de salvación, personal y social; confío en que este arte vivo tenga la fuerza suficiente para transformar tanto a quien lo hace, a quien lo vive, lo escribe, lo interpreta, así como quien lo recrea y a quien lo percibe desde las butacas. A diferencia del cine o digamos del audiovisual que pasa por un filtro, una edición, una corrección, el teatro es el momento que se vive y sucede; permite la magia, la mística, que permite también el ritual: la ritualidad. Sus orígenes, justo el nacimiento del teatro que tenía que ver con la posesión de un Dios, me hacen muchísimo sentido.
¿Me pregunto si el teatro tiene el mismo poder de reencarnar, de vivir en la piel y experimentar situaciones únicas que suceden sólo en ese momento? Si ese hilo conductor que al mismo tiempo se transforma en el actor también se está transformado en el espectador, ¿si el teatro logra un estado metafísico?
Estas preguntas me mantienen en una búsqueda constante y hacen que se mantenga viva y radiante la añoranza de volver al escenario.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Ritualidad, poética, liminalidad.
Me gusta interpretar y crear desde ese lugar que es el riesgo, desde la escena Liminal, desde las Disidencias y desde un sitio Border, del que no sabes cómo vas a salir; meterme en trances.
Hago teatro como un medio de salvación, personal, social e histórico. Siempre he puesto un cachito de mi vida en cada uno de los personajes que he interpretado y las obras que he escrito y dirigido…algo que he tenido necesidad de exorcizar.
El teatro me ha regalado la cura a muchos de mis males, ¿qué más le puedo pedir?

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Resistir. No tenemos ahora un escenario, pero tenemos este escenario que es la vida.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Es una pregunta interesante, creo que más que cambiar se trata de aperturar. Somos muchos y la queja del millón es que no alcanza para todos. Me pregunto constantemente ¿Cómo podríamos todos tener oportunidades de recibir apoyos y mostrar nuestro trabajo escénico?
Se vienen tiempos difíciles y ahora más que nunca hay que construir comunidad, ser un verdadero gremio, lo que sea que esto signifique.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Crear comunidad, crear sistemas de apoyo, generar un gremio teatral desde un nuevo lugar y una nueva perspectiva. Mantenerse fieles a sus ideales, a sus intuiciones, a sus impulsos creativos. Y sobre todo no desistir. El teatro seguirá y se transformará como lo ha hecho durante años. No bajemos la guardia. Aún hay mucho por hacer.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

¿Qué es lo que me ha mantenido a flote este año? Me preguntaba justo hace unos días, luego de varios meses de no pisar un escenario. Creo que la respuesta más satisfactoria que pude responderme a mí misma es mi creatividad, todas las obras de teatro, los personajes que se viven en el día a día, la magia misma de la vida, del observar, de cuestionarme y de crear ficción. Esa chispa creativa sigue aquí, sigue en mí; cómo habito mi espacio, modifico o no mi casa, cómo vivo el día a día y cómo construyo historias, aunque sean para para mí misma o un espectador menor.
Espero con mucha urgencia volver a mi oficio, estoy paciente, estoy convencida que el teatro volverá con mucha más fuerza. Aunque suene paradójico y aunque creemos que nadie nos extraña, esa idea de que no somos indispensables para la sociedad, creo que si lo somos, y quizás no nos hemos dado cuenta de qué tanto. El teatro se está modificando, está surgiendo una transformación y cuando regrese lo hará con más fuerza, con la necesidad urgente de hablar, de estar y de vibrar. Esto una gran lección, estábamos demasiados sistematizados en esta idea de las convocatorias, las temporadas, una rutina de vida; ahora esto nos puso en pausa, nos hizo entrar más en nosotros mismos, entrar más –en mi caso- en mí misma, en tocar mi esencia creativa, ese primer impulso de cuando era adolescente, una niña, y pensaba «quiero hacer teatro». Creo que regresé a mi niña artista y es algo que agradezco mucho.
Cuando volvamos a estar juntos, ¡uy!… lo que suceda será maravilloso. ¡Abriremos telón!

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