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Categoría: Instantánea

Carmen Zavaleta

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Carmen Zavaleta

49 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Nuestro encuentro fue cuando era niña, tendría unos cinco años, mi familia siempre fue asidua espectadora del teatro, mi abuelita seguía incondicionalmente al SAI y el papá de mi mejor amiga era director de escena. La conocí y me llenó la cabeza de ideas, realidades que alimentaban mis días y me imaginaba que la vida transcurría porque había una mano gigante que nos colocaba en el escenario para hacer lo que queríamos.
Decidí dedicarme a ella cuando tenía doce años, durante la función de un musical; la energía y el universo que se construyó ante mis ojos, me hizo preguntarme en qué pensaban las actrices antes de salir a escena, qué hacían entre las piernas y decidí descubrirlo por mi cuenta.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Quién? ¿Quiénes somos? ¿Cómo se transforma nuestro lenguaje escénico? ¿Desde dónde observo y estoy entendiendo a la otra y el otro? El cuerpo, el pensamiento, las experiencias estéticas, están en constante movimiento y me pregunto los caminos para construir, crear, prueba y error, abrir caminos diferentes.
Anhelo continuar, preguntarme siempre.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Observar, reflexionar, crear.
El teatro me ha colocado en dos posiciones y yo me he dejado: actriz y crítica, es un privilegio y una tarea difícil pero endemoniadamente disfrutable ser parte desde dentro y fuera, un ejercicio que siempre me tiene al vilo. Estoy convencida de que es necesario compartir, entablar diálogos, reconocer los diversos discursos y formas escénicas.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

En una época en la que cada vez nos miramos menos de frente y no hablamos voz a voz, el teatro es para cuestionarnos qué estamos haciendo, cómo nos atraviesa-modifica-condiciona la violencia, las pasiones, el poder.
Es fundamental para unir, observarnos, generar y mantener la convivencia. Reconocernos a través de la otra y el otro que somos nosotros mismos, reinterpretar el mundo y resonar con otras voces, o no, pero nunca, nunca dejar de mirarnos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Gran pregunta. Las condiciones laborales, las condiciones de producción, las condiciones para desarrollar nuestro trabajo, abrir el espectro.
Es una pregunta difícil que requiere de respuestas más allá de la creación (esa corresponde a cada quien o cada grupo), de las propuestas escénicas o de las buenas intenciones; tiene que ver con la políticas culturales y económicas, su modificación y adecuación para dejar de ser una actividad no sustantiva, para poder contar con seguridad social o llegar a un número mayor de espectadores, espacios, convencionales o no, entre otros muchos temas. Requiere aliados, adentro y afuera de la comunidad teatral.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Compromiso, escucha, condiciones laborales a favor.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Estoy sorprendida por las reacciones que han surgido en las redes sociales, las diversas respuestas y maneras de acercarnos ahora que no podemos hacerlo físicamente y cuando nos hemos habituado a comunicarnos por mensajes de texto, imágenes o mensajes de voz, casi sin vernos a la cara en nuestro día a día. La semana pasada en algún comentario de la red, alguien se preguntaba si era el fin del teatro o cómo se modificaría; pienso que nos falta calma, debemos aprender a escucharnos, a entender lo que está sucediendo antes de querer encontrar respuestas, esa manía de querer controlarlo todo nos traiciona, la incertidumbre nos abruma y para mi ahí está la clave: calma. La tierra nos está dando una buena lección y no necesita seres humanos para existir.
Personalmente respiro, pongo orden, ordeno mis ideas, mi hogar, pongo atención a todo lo que no hago por correr.
Deseo que regresemos con una energía renovada, deseo que el grupo de trabajo con el que estoy ahora volvamos a la escena y que nuestros cuerpos estén listos para continuar habitando la ficción desde una realidad más fortalecida.

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Mariana Hartasánchez

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mariana Hartasánchez

43 años / Teatro / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Nací en el seno de una familia conflictiva, en la que la locura definía la realidad cotidiana. Ante la indiferencia y violencia de mis padres, me refugié en los libros y en el teatro, universos a los que accedí gracias a mi abuela materna.
Ingresé al Centro de Arte Dramático, la escuela de Héctor Azar a los catorce años, y por primera vez sentí que tanto como mi cuerpo como mi voz habían encontrado su lugar en el mundo. La ficción me permitía escapar a una realidad asfixiante y me dotaba de una libertad sin precedentes. Desde entonces decidí que quería habitar el escenario como si este fuera un refugio, como un asidero, como una transcripción filosófica de todo aquello que me avasallaba.
La ficción escénica es poesía en movimiento, es una toma de consciencia a través del cuerpo, es discurso y convicción ideológica, es interrogante permanentemente abierta. El teatro no permite absolutos, se abre a la búsqueda y entusiasma a tal grado al que lo asume como profesión, que dota de sentido cada acción, cada pensamiento. No es posible aburrirse (en el sentido peyorativo de un concepto que a veces tiene connotaciones positivas, cuando el aburrimiento conduce a la creatividad) si uno se dedica a la creación escénica.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Considero que el teatro me permite reflexionar activamente sobre todo aquello que me conmueve, me conflictúa y me conmociona íntimamente.
La escena exige del creador la capacidad de comunicar a través de signos accesibles sus emociones y pensamientos. Eso es algo de lo que más disfruto: transformar las ideas en historias. Al lograr concatenar una serie de sucesos ficticios de manera tal que los personajes que habitan una historia se conviertan en seres verosímiles, me siento plena.
Cada vez que siento una punzada en el alma, intento transformarla en una historia para el teatro. Ese vértigo creativo me alimenta, me mantiene viva.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Juego, reflexión y risa.
Intento vincular estrechamente el pensamiento filosófico con la comicidad. Siempre he considerado que la risa es el mejor vehículo con el que contamos para romper el pensamiento rígido de los absolutos. El fascismo, los totalitarismos, las políticas represoras asesinan a los cómicos (a los verdaderos cómicos, no a los burdos repetidores de chistes violentos que se dedican a refrendar la opresión y la desigualdad) porque saben que la visión crítica será siempre fuente de inspiración para la revolución y la disidencia. Los cómicos comentan, analizan, ofrecen alternativas, por eso procuro inscribir acentos fársicos en mi trabajo, para nunca caer en la tentación de creerme superior a los demás.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es vital puesto que nos invita a compartir espacios geográficos comunes. Transforma un lugar de tránsito cotidiano en una ubicación mágica en la que se rompen las normas de la realidad y abrimos las puertas a los imaginarios colectivos, que son los únicos que sostienen la idea de comunidad.
Somos seres de lenguaje, de significaciones simbólicas, es por ello que necesitamos compartir con los otros toda clase de imaginarios. El teatro nos recuerda que no existen verdades absolutas y que todas nuestras certezas dependen de paradigmas creados en colectivo.
En estos tiempos de repuntes fascistas, es importante apropiarnos de los espacios tridimensionales (que oponen resistencia en contra de la vigilancia tecnológica), abrir interrogantes y crear mundos imaginarios que nos ayuden a configurar nuevas posibilidades de convivencia: todo eso lo hace el teatro.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No creo que los cambios puedan inducirse o forzarse. El teatro es orgánico y muy leal. Si nos entregamos generosamente a sus posibilidades, él nos conducirá con delicadeza hacia fuentes de inspiración necesarias y pertinentes.
El problema es forzar los discursos para tratar de brillar como celebridad o como descubridor de «lo nuevo». Aquel que quiere destacar y volverse famoso, no está aprovechando las ventajas de un arte tan genuino como el nuestro.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Plenitud creativa, gozo lúdico y capacidad reflexiva.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La teatralidad cuenta con componentes clave (como lo irrepetible y lo efímero) que nos permiten, aún a la distancia, crear juegos escénicos interesantes (como la interpretación de monólogos personalizados que involucran al espectador activamente), pero una de sus características primordiales es la toma del espacio físico.
La congregación de los cuerpos es necesaria para que se consume plenamente el hecho escénico. Después del confinamiento espero que, hastiados de la tecnología, busquemos con ansias el contacto humano, y no me refiero a los roces de la piel únicamente, sino a las relaciones íntimas que se detonan entre los actores y los espectadores quienes, apoyándose en la intermediación de la ficción, se comunican a niveles muy profundos.
Espero que hagamos más teatro y encontremos nuevas formas de relación que se opongan a un sistema capitalista que nos ha ido arrebatando el sentido y nos ha ido sumiendo en las relaciones utilitarias. El arte rompe las consignas del consumo y nos permite descubrir que importan más los imaginarios compartidos que las ofertas del mes.

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Mariana Villegas

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mariana Villegas

33 años / México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Siempre quise ser actriz y ese deseo me llevó a algo mucho más profundo, el teatro, es decir, la romántica idea de ser actriz se convirtió en algo más complejo y por lo tanto más útil y necesario en la forma de vida que imaginaba.
Entré a los 17 años de edad a la carrera de actuación y por suerte tuve a grandes maestras que me enseñaron la importancia del teatro en la sociedad, la honestidad y voluntad de nuestro quehacer. Al mismo tiempo que conocía una forma convencional de hacer teatro, observaba otras maneras que me parecía que convivían más con mi realidad, en la forma de producir, los temas, el lenguaje, la actoralidad, el discurso, un teatro que hacía más preguntas que respuestas y especialmente la desjerarquización de una estructura teatral, que me habían enseñado como sagrada, cuando un actor o una actriz no sólo pone al servicio su histrionismo sino que se asume creador, me refiero a Lagartijas tiradas al sol mi segunda escuela. En gran parte por ese horizonte, me quedé.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Con el tiempo he entendido que actuar no es un oficio que se sepa como una fórmula. El oficio es hacer.
Pienso que el actor es un vínculo y no una figura, por lo tanto, podría decir que me sigue inquietando: ¿Cuál es el trabajo actoral que nos favorece o nos permite establecer un diálogo en nuestro presente y en nuestro contexto? ¿Cómo actualizamos ese oficio? ¿Qué nos interesa en seguir parándonos frente al otro y de qué maneras? ¿Por qué a la gente debería de importarle nuestro trabajo? ¿Qué hacemos para ello?
Anhelo siempre encontrar lugares y personas a las que les interesen estas preguntas.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Esta necia voluntad.
A veces cambia el necia por necesaria.

 

 

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

He pensado mucho en la simplicidad del hecho teatral: un cuerpo que espera algo de otro cuerpo en un mismo espacio, así inicia y eso es lo que no podemos ahora.
Tal vez este tiempo nos recuerde que nuestro trabajo es la maqueta de un todo, hay que guardar silencio y volver a observar el mundo para saber cómo accionar, cuáles son nuestras preguntas ahora y qué vamos a hacer desde distintos escenarios para generar empatía ante la vulnerabilidad de la condición humana.
El teatro no puede hacer caso omiso de la realidad, esa es la materia prima. Todo lo demás es entretenimiento.
Vamos a volver, pero no iguales.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No creo que exista solamente uno. Todos los modelos tienen que cambiar como cambia el mundo y el teatro no es la excepción.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que se sientan felices por salir de la escuela, agradezcan, valoren todo lo aprendido y se vayan a encontrar su propia poética.
Que formen alianzas en su generación, que se equivoquen, que copien todo lo que les gusta, que resuelvan la fantasía de sí mismos como artistas, que lo intenten, que inventen sus propias reglas, que no esperen a ser validados por todos, que sean autocríticos, que abran sus procesos a las personas que les interesan, que hagan muchas preguntas más que respuestas y que no le llamen chamba al teatro.
Que digan NO muchas veces para encontrar su propio SÍ.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Ahora mismo no debería de estar aquí, pero la vida es mucho más grande que el teatro. Nos lo vuelve a recordar.
Me han pedido adaptar una obra que estrenaría en mayo a una versión online, lo envié como si fuera una última carta a alguien que amo y quisiera volver a ver antes del fin del mundo, ahora espero hacerla.
Tal vez ese sea mi intento porque no muera algo.

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Luisa Pardo Urías

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Luisa Pardo Urías

37 años / Xalapa, Chihuahua, Yuxaxino / Lagartijas tiradas al sol y Proyecto Yivi

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Creo que las fundamentales son quién soy yo y dónde vivo, dónde participo, en qué comunidades, en qué sociedad. Me pregunto mucho sobre la incidencia de mi trabajo en los contextos en que los que lo desarrollo. Me gusta mucho trabajar con Lagartijas, ese es mi anhelo principal, seguir trabajando con/en/para Lagartijas tiradas al sol.

También anhelo seguir viendo crecer a lxs niñxs YIVI, seguir compartiendo con ellxs lo que he aprendido de/sobre la escena y lo que sigo aprendiendo en mi vida profesional. Seguir descubriendo todo lo que ellxs me hacen ver de mí misma, de mi quehacer, de mi historia, de mis decisiones, de mis gustos, de lo que es hacer equipo, colaborar, hacer escena en colectivo y que la escena nos forme como colectivo. Pero también lo que me enseñan de esta otra realidad en la que está inserto el Proyecto YIVI. Me gusta trabajar con ellxs porque me dan mucha luz sobre quién fui, quién soy y quién quiero ser.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Preguntar, investigar, plantas.

Mi forma de habitar el teatro tiene relación directa con mis necesidades profundas, con la sociedad, con la Historia, con la memoria y las preguntas que nos hemos hecho en Lagartijas tiradas al sol. Nos pensamos irremplazables dentro de nuestras creaciones, nos imaginamos las partes de lo creado como un todo que no puede ser escindido fácilmente. Así, nosotras/yo/nuestro contexto no podemos/puedo/puede ser separadas de nuestra creación. Eso es lo singular: nosotras/yo/el contexto ahí dentro, atrás, en medio, alrededor. También que siempre usamos plantas vivas.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

No sé, creo que lo más importante de este momento histórico es que nos tuvimos que replegar y detener en muchos sentidos y que debemos aprovecharlo para mirar profundamente qué hemos hecho, qué estamos haciendo, cómo nos hemos comportado con el mundo, con las demás personas, con nosotras mismas.

El teatro volverá, quizá con mucha más fuerza social de la que ya de por sí estaba conteniendo. No hay que tener miedo. El teatro nunca se va a acabar.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Esta respuesta si se las debo, porque ignoro cuál es nuestro modelo teatral hoy. Pero sí sé que el modelo de los que fueron “mis maestros” ya no es el hegemónico y eso me da muchísimo gusto.

También sé que las formas de producción deben de estar a nuestro alcance, debemos hacerlas nuestras, diseñarlas nosotras, no esperar que nos den dinero, que nos enseñen cómo producir lo que queremos producir.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo poca comodidad, mucha lucidez. Les deseo que disfruten estar sobre la escena e investigarla y crecer en ella, tanto como yo he tenido la oportunidad de hacerlo, y más, que no se cansen. La escena es como un salvavidas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Yo creo que hay muchos artes del encuentro con el otro. Hoy no podemos dar funciones de teatro, pero podemos hacer otras cosas que hemos dejado de hacer.

Enfrento la emergencia con cierta preocupación por las demás personas, sobre todo por las que viven en la línea de tener un poco y luego ya no tener nada, que son la mayoría.

En lo personal me guardé en un lugar en la montaña, mi casa, el lugar en el cual invertí todo lo que tenía y donde he puesto casi todo lo que soy ahora. Hoy me toca vivirlo y hacer que florezca y sembrar y aprender a vivir con otro ritmo, con otro horizonte, con otras ganas, conmigo misma, conociendo y mirando algunos ciclos no humanos. Aprendiendo del campo, pero no estar de vacaciones, sino a trabajarlo, trabajar la tierra. Suena idílico, pero no es nada fácil. Me toca abrirme al encuentro con otra forma de vivir y experiencias bien distintas, agradezco por tener esa oportunidad que, por tener un montón de trabajo fuera, había aplazado.

Deseo que seamos más consideradas con las demás personas y las otras vidas. Deseo que logremos ver lo afortunadas que somos. Deseo que hablemos con sinceridad y alegría. Deseo que dejemos atrás lo que nos duele y que abracemos lo que nos da contento. Deseo que hagamos obras emocionantes, llenas de intensidad y retos.

 

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Cada vez que siento una punzada en el alma, intento transformarla en una historia para el teatro. Ese vértigo creativo me alimenta, me mantiene viva.

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Francisco Javier Loza Becerra

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Francisco Javier Loza Becerra

 

41 años

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Como asistente de dirección. Por ser una actividad que me interesa mucho.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Cómo lograr la integración de los recursos lumínicos y tecnológicos. Me faltan muchos por experimentar.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Responsabilidad, cuidado, arte.
Administración teatral.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Muy importante en la difusión de ideas e información.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Hacemos un trabajo, no somos seres celestiales que merecen ser tratados como dioses.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Trabajo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Dar función.

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Ángel Hernández

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Ángel Hernández

40 años / Tamaulipas

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié siendo parte de un programa de intervención en espacios públicos con el colectivo Asalto Teatro. Lo hice porque me parecía importante que existieran acciones fuera de los circuitos oficiales y que a su vez estas acciones no estuvieran supeditadas a un sistema de autorización para poder ocurrir. Me parecía pues, que el teatro era una forma de autonomía frente al estado, de repensar los espacios y el espacio que somos como ciudad.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Son preguntas que se enfocan principalmente al sentido o la pertinencia que puede tener nuestra práctica en el presente. También al modo en cómo ésta puede sobrevivir o resistir en el contexto crítico de violencia donde ocurre.
Los anhelos, no lo sé, pero sí pienso que es importante mantenernos vivos.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Subvertir la ruina.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La que ha tenido siempre, la de revelarse.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No sé en qué modelo teatral pensar que sea nuestro, pero creo que el cambio es una condición inherente a la práctica teatral. En ese sentido, cambiar los enfoques de la práctica en relación a la condición política por la que atravesamos como sociedad me parece un ejercicio importante.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Viendo como pinta el panorama, que no sean la última generación.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Que haya otras razones para estarlo. Que volver a estar juntos implique un encuentro de voluntades que modifique los circuitos de convivencia a los que nos han destinado o los que hemos creído que son los más favorables. Que otras teatralidades sean también un espacio determinante para ese encuentro.

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Lázaro Gabino

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Lázaro Gabino

36 años / Lagartijas tiradas al sol

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Comencé actuando en el cine cuando era adolescente. Nunca lo consideré una opción profesional real, pero me gustaba estar rodeado de adultos, ganaba algo de dinero y me resultaba más o menos fácil.
Todo cambió cuando en la preparatoria me mandaron a ver «De monstruos y prodigios» de Teatro de Ciertos Habitantes. Esa experiencia me golpeó terriblemente, me generó una fiebre por el teatro, comencé a ver mucho, de todo tipo y fue ahí que empecé a pensar en el teatro como un posible camino de vida. La suerte quiso que un día me encontrara en un pasillo del Centro Nacional de las Artes con Clarissa Malheiros a quien había conocido en una película, le conté que quería hacer teatro y ella me invitó a asistir a Juliana Faesler y a Jesusa Rodríguez, las tres me acogieron y me invitaron a participar en varios proyectos, me enseñaron todo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mi trabajo lo he desarrollado casi por completo en el marco de Lagartijas tiradas al sol, grupo de teatro que iniciamos Luisa Pardo y yo en 2003; y al que se sumaron varias personas en los siguientes años: Francisco Barreiro, Mariana Villegas, Sergio López Vigueras, Carlos Gamboa, Juan Leduc, Marcela Flores y varias personas más.
Nuestras preguntas se han dividido en tres ejes: sobre lo autobiográfico (2003-2011), sobre la historia y el archivo (2006-2015) y sobre el presente (2015-). Sobre estas tres coordenadas y su relación con el teatro mismo hemos organizado nuestro trabajo.
Los anhelos… no estoy seguro. Escribo diarios desde hace unos 20 años. Siempre en el mismo formato y siempre con pluma Bic azul. A veces regreso a ellos y casi siempre me parece risible lo que deseaba, en términos artísticos, casi nunca me identifico con mis deseos del pasado. Así que mi único anhelo es que mis deseos de mañana no sean los que imagino hoy.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No tengo idea.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es un lugar de excepción de la realidad. Es un espacio y un tiempo que existe en la realidad pero que funciona con otras reglas, bajo otra lógica. Me parece que la importancia del teatro hoy reside en que al no ser la realidad, es un espacio privilegiado para pensarla.
La ficción, tradicionalmente, crea un espacio que no tiene un correlato en el mundo real, mi interés está en las ficciones que sí tienen una correspondencia directa con la realidad, pero que siguen sucediendo en ese espacio y tiempo que llamamos teatro.
Dice Fontcuberta que “fotografía manipulada” es una tautología, pienso que pasa lo mismo con el “teatro de ficción”.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No sé cuál es el modelo teatral de México. Supongo que hay muchos modelos que coexisten en el país y no tengo una opinión suficientemente Informada sobre ellos.
Sé que existe un modelo hegemónico de creación artística que tiene que ver con equipos transitorios que se juntan para hacer un proyecto, ganar un apoyo hacer una temporada y luego a lo que sigue. Creo profundamente que ese modelo impide que los proyectos artísticos tengan un fortalecimiento y una cristalización que trascienda las 30 funciones en la UNAM. Ese horizonte cortoplacista explica el lugar que ocupa el teatro mexicano en el mundo.
Las personas que hacemos teatro somos artistas y no tenemos por qué pensar nuestra obra como algo que empieza y acaba en cada proyecto. Me interesa la obra de alguien que hace teatro de la misma manera que me interesa la obra de alguien que pinta, como un todo, un gran gesto que propone una relación del arte con el mundo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Mi maestro Cesar Aira decía que no le gustaba dar consejos, porque no le gustaba recibirlos. Pero que si tuviera que dar alguno, él recomendaba no intentar hacer obras buenas, de las cuales siempre hay demasiadas, sino intentar hacer algo nuevo.
(Por supuesto también recomiendo huir de esas personas que pregonan que no puede haber nada nuevo, que el mundo ya se cerró, que esto es lo que hay, etc. Decía el gran Pascal: Que nadie diga que no he dicho nada nuevo: la disposición de los materiales es nueva).

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La situación por la que atravesamos, me hace pensar en la fragilidad de las cosas y en que muchas veces damos por sentado que las cosas seguirán siendo como son ahora. Pero no tiene por qué ser así, no siempre así.
En Lagartijas tiradas al sol desde hace unos 10 años trabajamos en un contexto internacional, mucho de nuestro trabajo lo producimos con instituciones de otros países.

Actualmente estamos trabajando en un proyecto que dirige Mariana Villegas para Múnich y una co-producción de Lagartijas tiradas al sol con Teatro UNAM y un Festival en Zúrich. Todo ha quedado en veremos, las fronteras están cerradas en muchos países, los teatros cerrados, es un momento para imaginar que otros modelos de producción y circulación podrían existir para un grupo como el nuestro.

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Iker Vicente

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Iker Vicente

45 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

La primera vez que entré a un teatro -para actuar y para ver una obra de teatro- fue por invitación de mi maestro de natación, Paco Bedolla. Él y sus hermanos querían armar una obra que pudiera entrar en la muestra estatal. Yo vivía en León, empezaba la prepa y lo que más me gustaba era dibujar. Pero el teatro me impresionó. Pero la mayor impresión fue cuando Eulalio Nava entro a la prepa a dar el taller de teatro. Se abrió un mundo desconocido para mí y para mis compañeros. Actué con él en la calle, en los teatros de León… hice escenografías y muñecos. Aun así, acabé estudiando artes plásticas, aquí en la ciudad de México, en la Esmeralda. Pero no dejaba de asomarme a la escuela de teatro, todo el tiempo…
Y así seguí, con un pie en las artes plásticas y otro en el teatro. Y vi obras de títeres increíbles que me dejaron claro que ahí era un lugar donde yo quería trabajar. Un mundo mixto, sin una definición absoluta. El mundo de «¿Y si las cosas fueran así…?»

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me pregunto si el teatro de objetos puede ser el lugar para buscar ligas entre la cultura popular, la mecánica, la filosofía, la biología, el animismo, el trabajo intuitivo, el espacio público, la subsistencia, la fiesta…
Trabajar para darles forma concreta a preguntas que no atinan siquiera a nombrarse en la cabeza, donde sólo son una sensación, una incomodidad, una posibilidad. Hay una especie de cinismo que nos permite seguir proponiendo preguntas, en medio del avasallamiento que provoca el exceso de información. Si, en medio de todo, tienes la posibilidad –como Giacometti- de mirar un árbol y decir: sí, sé que han pintado, fotografiado, filmado millones de árboles millones de artistas seguro más sensibles que yo, pero no me satisfacen; sin embargo, hay algo más ahí, que necesito perseguir, necesito dibujar ese árbol que veo ahora.
Valoro el hecho de poder haber armado un espacio propio, La Liga Teatro Elástico, para crear con otr@s con los que congenio, en especial con Jacqueline. Quisiera encontrar que ese espacio se expanda. Quiero explorar un montón de cosas, con tiempo, con profundidad…
El teatro es el lugar donde me encuentro con los otros, y eso me hace crecer. Donde puedo jugar con ellos y lanzar hipótesis totalmente desfachatadas sobre qué es la vida, que relación guardamos una piedra, yo, una lavadora, un pimiento, un procesador de datos y una montaña. Y al mismo tiempo pasar horas enteras luchado con un problema absurdo derivado de mi falta de pericia técnica y que, paradójicamente, hace que me encuentre con una posibilidad fantástica para relacionar la cabeza y el cuerpo de un bicho y hacer que un leve movimiento de ese pedazo de materia estremezca al que lo vea.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Diré lo que me gusta pensar y hacer, más allá si es lo que me distingue de los demás o no:
El arte es un modo de conocimiento.
El material habla. El público actúa. Las cosas están vivas porque están formadas de impulsos, de historias antiquísimas que insisten en seguir. En la materia que nos rodea conviven la voluntad de vivir y la voluntad de pudrirse al mismo tiempo. En medio de eso estamos nosotros, con los mismos impulsos. Me gustaría poder hablar de eso.
Por otro lado, me gusta y me tranquiliza tener la conciencia que lo que yo pueda hacer es gracias a lo que muchos atrás han hecho antes. Sentirme parte de una ola gigante, antiquísima.
Inocentemente quisiera proponer posibilidades nuevas de vida, desde el simple quehacer que significa juntar a unos cuantos amigos, manipular objetos y hacer como que las cosas son de una manera, echando a andar todo con un poco de música.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Ahora el teatro es fundamental porque es algo que sucede aquí, ahora, contigo, conmigo, con esto. Y que puede salir mal, o fantástico. Y eso es precioso.
También es una posibilidad de dotar a la vida de un hueco para el juego, el encuentro con lo desconocido, en colectivo. El rito se refugia en él, esperando buenos tiempos…

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que cuanto más se relacionen las artes entre sí, más se beneficiarán todas en su terreno. Eso incluyendo otras áreas del conocimiento. El teatro es un lugar de relación. Hay que aprovecharlo como tal. Ampliar el fenómeno a lo que sucede antes, durante y después y nunca olvidarse del público. Ni del humor. Ni de la materia.
Preparar el terreno para el trabajo de compañía. Inventarnos -a los que nos interese- un modelo para lograr trabajar mucho tiempo con la misma gente, en un mismo sitio, para producir cosas ingeniosas, capaces de ir de un lado a otro y dialogar con lo que está afuera.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Suerte…
… y la posibilidad de trabajar en compañía. Que las instituciones valoren ese trabajo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Aquí sigo. No he parado, la computadora me demanda un montón de tiempo. Eso me preocupa. De pronto tengo que explicar muchas veces qué es lo que hago.

Lo que quiero es hacer. Espero encontrar la manera de hacerlo dentro de la cuarentena.
¿Qué puedo desear para después? Buscar, en medio del desastre, la desesperanza y el vértigo, los pequeños lugares donde nos podemos encontrar. Cuidarlos, y darles espacio.

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Flavio González Mello

52 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Empecé a actuar en el taller de teatro de mi primaria y luego de mi secundaria. Posteriormente el taller desapareció, de modo que empecé también a escribir y a dirigir obras con mis compañeros.
Algunos montajes alucinantes de creadores como Ludwik Margules, Juan José Gurrola, Luis de Tavira, Hugo Hiriart y otros me convencieron de dedicarme profesionalmente al teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las preguntas no tienen fin, porque son el punto de partida y la materia prima del trabajo escénico. Cada posible respuesta (generalmente, en forma de una escena, un personaje, una obra) plantea a su vez numerosas preguntas nuevas.
En este momento, me pregunto -entre otras cosas- cuál es el futuro del teatro ante la revolución tecnológica que estamos viviendo, qué tanto llegará a arraigarse en nuestra sociedad (y de qué forma), y qué caminos estamos dejando de explorar mientras continuamos enfrascados en la falsa (o, al menos, relativa) disyuntiva entre drama y pos drama.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Seguir el juego.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro siempre ha tenido una importancia limitada a lo que dos horas de experiencia compartida pueden provocar en un puñado de actores y espectadores: no es más que eso; pero tampoco es menos… lo cual no es poca cosa, considerando que esta práctica se multiplica en decenas, centenares o miles de experiencias simultáneas. Lo importante, sin embargo, no está en el aspecto cuantitativo (el teatro es una actividad eminentemente restringida en sus alcances poblacionales) sino cualitativo: se trata de experiencias capaces de cambiar profundamente a quienes las viven.
Por otra parte, en un momento en que nuestra atención y nuestras vidas han sido secuestradas por las redes sociales y la vida virtual, la experiencia presencial del teatro representa una alternativa totalmente diferente (paradójicamente, novedosa) de convivencia.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Nos urgen políticas teatrales que fomenten el desarrollo de grupos sobre el de individualidades. Nos urgen estímulos que vayan más allá del apoyo a un montaje específico, con la subvención de espacios, de compañías, de proyectos de mediano y largo plazo. Nos hace falta dialogar con nuestra tradición dramatúrgica y escénica, que corre el riesgo de convertirse en algo sólo visitado por los investigadores e historiadores del teatro.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que no se dejen sobornar por la visión rígida, solemne y poco imaginativa de ciertas burocracias culturales y académicas que otorgan los apoyos, avales y reconocimientos, y que se manifiesta, entre otros síntomas, en la adopción de un lenguaje pretencioso y vacuo. Que, aunque estén obligados a usar dicho lenguaje para obtener recursos, no lo vuelvan suyo nunca.
Que escuchen a quienes critican su trabajo, antes que a quienes lo alaban; pero que también defiendan su libertad de hacer lo que se les dé la gana cuando estén sobre un escenario, siempre que a ustedes les parezca genuinamente interesante.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

El teatro se hace de muchas maneras, en diferentes etapas: es posible escribir obras o imaginar montajes sin salir de casa. Pero su esencia es presencial y es compartida.
Ojalá las ganas de volver a encontrarse, por parte del público y de quienes hacen teatro, sean equivalentes a la voluntad de nuestros productores e instituciones de multiplicar esos encuentros en sus espacios y con sus recursos.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

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47 años/ Tampico, Tamaulipas

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mi madre solía llevarnos a mirar teatro cuando yo era niña y después a un taller de teatro en una figura ahora extinta en el panorama nacional: el Instituto Regional de Bellas Artes. Sin embargo, hasta antes de los 17 años vi siempre al teatro solo como un juego divertidísimo y mi primera intención fue estudiar periodismo.
Decidí hacer teatro por el resto de mi vida cuando vi en la Ciudad de México una obra que convulsionó mi cuerpo: «Yourcenar, o cada quien su Marguerite». Yo no sabía que el teatro además de ser un juego divertidísimo podía hacerte eso en el cuerpo y en la cabeza al mismo tiempo, que podía atosigarte a preguntas todo el día y no dejarte tranquila hasta que intentaras responder alguna. Que podía darte intranquilidad y paz al mismo tiempo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me pregunto siempre: ¿En dónde estoy parada?¿Por qué como humanidad no hemos aprendido a relacionarnos sin dañar a otr@s? ¿Cómo nos narramos en este presente? ¿Cómo se relaciona mi cuerpo con otros cuerpos?
Anhelo un lugar y un tiempo sobre la escena en donde tod@s podamos divertirnos por igual.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Narro mi Tampico.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Abrir canales para remirar(nos), para reencontrar(nos).

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La unidireccionalidad.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Un espacio abierto, limpio, ilimitado.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Asumiendo que soy parte de una Compañía teatral que ahora más que nunca necesita que nos soportemos entre todos más allá de lo romántico, en lo económico, en lo anímico, en lo académico.
Deseo que cuando volvamos a encontrarnos el viento corra tan libre como nuestros cuerpos y miradas.

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