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Autor: teatrounam

Gabriel Silva

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Gabriel Silva

47 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Hidalgo, Pachuca

Oficio: Creador escénico

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié a la edad de diez años en un taller permanente de artes plásticas en el que realizábamos marionetas con diversos materiales y posteriormente hacíamos pequeños performances con estas. Ya a los dieciocho años colaboré con los Haro Oliva, quienes tenían un grupo de aficionados que hacía presentaciones para escuelas, reclusorios y eventos privados. En este grupo yo hacía iluminación, utilería y escenografía para sus proyectos. Luego cursé la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro en la UNAM y la de Escenografía en la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA. Pero, básicamente es la combinación entre lo visual, lo plástico, el movimiento y el encuentro con el espectador lo que me motivó a dedicarme al teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo generar puentes de comunicación eficaces con el espectador? ¿Cómo transmitir el conocimiento a las nuevas generaciones? Persigo los anhelos de seguir creando, encontrar nuevos públicos, llevar mi trabajo a lugares y sitios que no conozco. De igual forma, renovar mi trabajo con la marioneta y poder experimentar con nuevas formas de llevarla a escena.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Artista-investigador interdisciplinario.
Poner en interactividad a la marioneta con tecnología audiovisual. Reflexionar mi práctica artística, teorizarla y poder compartir los aprendizajes adquiridos.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es un medio idóneo para la reestructuración social. Al ser un trabajo de creación colectivo, en equipo, éste puede ayudar a organizarnos como sociedad. El teatro nos enseña a ser más solidarios y empáticos, algo que es muy necesario para este momento de pausa y de soledad.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Urge descentralizar el teatro. Impulsar el crecimiento de compañías estatales y darles recursos, formación y autonomía creativa.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Más que desearles, es aconsejarles. Que continúen estudiando y preparándose. El teatro y sus diversas manifestaciones necesitan personas con un profundo conocimiento de la escena. Que se alimenten y nutran del conocimiento en otras ramas y áreas artísticas. Que no ambicionen subirse al tren de las modas. Está bien que aprendan, vean y estudien otras poéticas escénicas, pero que intenten generar la propia. Que busquen su propia identidad como artistas de la escena mexicana, descarten imitar modelos europeos o norteamericanos.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Seguimos trabajando a distancia con mi grupo Zona de títeres, buscamos renovar y afinar nuestro trabajo. Tenemos fechas de estreno para finales de este 2021 y aunque trabajamos de manera lenta, este tipo de proceso “destilado”, pausado, nos permite aprender nuevas posibilidades y formas de emprender la creación escénica.
Deseo que el teatro sea un arte necesario para el espectador, que la enorme cantidad de manifestaciones escénicas producidas en video para las redes sociales durante la pandemia, tengan un impacto positivo para todos los realizadores de teatro.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

María Fernanda R. Almela

31 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Gestora cultural

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Empecé a estudiar danza contemporánea cuando tenía 18 años porque desde pequeña me gustaba expresarme a través del movimiento. Me da paz y siento que me explico mejor. Así que los años pasaron y decidí dedicarme a abrir los caminos para la investigación en artes escénicas tanto para los estudiantes de las metodologías, como para los ejecutantes. Y por otra parte, vengo de una familia de actores que siempre ha interpretado la escena como parte de la vida.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

La principal ha sido mi preocupación por los procesos. Siempre que gestiono, investigo o bailo una propuesta escénica me pregunto cómo evidenciar el proceso creativo. Creo que, al hacer partícipe a la audiencia de este, la propuesta se vuelve más cercana, empática y por lo tanto más fácil de apropiarse de ella.
Anhelo tocar y cambiar mis límites expresivos, así como ser cada día más asertiva en la creación escénica. La conexión del cerebro, la sensación y la emoción es para mí la tríada perfecta para la investigación y ejecución.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Oportunidad, investigación, edificación.
Es una práctica singular porque me dedico a observar a la danza como bailarina, intérprete de acciones, pero también como joven investigadora que se dedica a las artes y en todo momento se deja atravesar por el cuerpo creativo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Me parece que es crucial porque en pocas palabras es nuestro reencuentro con la humanidad del ser humano. El teatro, la danza es la conexión con nuestro lado emocional y humano.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los límites. Deberíamos ser cada vez más abiertos a las oportunidades para dar cabida a discursos fuera de lo imaginado y darles las mismas posibilidades de crecer.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Conexión con el presente, fuerza para defender sus inquietudes, sensibilidad para entender la diferencia como oportunidad y creatividad para ir más allá de lo que ya se hizo con sabiduría.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Una explosión de emociones. Deseo que cuando volvamos a la escena, todos podamos compartir la experiencia que nos dejó esta pandemia y logremos que la intimidad se vuelva colectiva y podamos transformar esas emociones en arte para producir nuevos caminos de exploración de lo humano, de lo que significa lo humano.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Julián Reyes Botello

30 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Teatrero

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Son muchas razones, una fundamental, que en su momento me parecía banal y ahora entiendo la enorme carga en mi ser que ésta contiene es una herida: la soledad. Decidí hacer teatro, ese acto humano que es el festejo del convivio porque me daba/da miedo la profunda soledad.
Decidí hacer teatro porque creía que en las múltiples vidas que se viven dentro de la paradoja de la ficción iba a poder anular el dolor que me oprimía.
También tomé ese camino porque quería hacer lo imposible, ahora, esa idea se ha transfigurado en desear lanzarme al abismo de lo insondable, tanto de mi ser como de la realidad. No hay nada que se me haga tan seductor como lo que no entiendo. Y en el teatro se me permite vivir y construir desde ese no entender, desde eso oscuro y enigmático. Desde el laberinto del ser, de la realidad.
Pero, finalmente, la razón guía que me abrió las puertas al espejismo de la escena está en que me enamoré.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Son varias preguntas, me fascina la idea de la duda. Pienso el teatro como un hervidero de preguntas, un espacio donde se puede poner a prueba el ser y la realidad. Así, tengo una primera serie de dudas que están relacionadas con cuestionar lo humano del humano: ¿Qué determina la condición humana? ¿Qué características tenemos en común? ¿Qué nos diferencia de una otra persona? ¿Por qué accionamos de tal manera? ¿Cómo se construyen las relaciones? ¿Qué le pertenece al ser y qué le pertenece a la estructura social? ¿Quién soy? ¿Quién eres? Creo que podría seguirme bastante por esta línea, pero en principio queda claro. Éstas son preguntas que me hacen regresar al teatro, a ponerlas en crisis a través de la experiencia, de la paradoja que implica la escena y el convivio con aquellas personas que espectan.
En segundo lugar, tengo una serie de inquietudes relacionadas al ser mismo del teatro. ¿Qué es el teatro? ¿Qué es el arte? ¿Por qué este fenómeno fue necesario en sus múltiples orígenes alrededor del globo? ¿Cómo la construcción de ese otro universo a través de la poesía es capaz de transformar? ¿Qué posibilidades reales y tangibles tiene en el mundo contemporáneo? ¿Cómo crear nuevos públicos? ¿Cómo dialogar con los públicos de maneras más sensibles y horizontales? ¿Cómo se construye una ética teatral y se puede ser congruente con ésta? ¿Cuál es mi ser dentro del teatro?
Y, finalmente, en tercer lugar, tengo una serie de dudas sobre lo inefable de la experiencia escénica, característica que, considero, nos sigue regresando a ella. ¿Cómo funcionan los elementos de la escena que conectan al espectador con el abismo desde la experiencia escénica? ¿Cómo se construyen los procesos poéticos para llegar a esta conexión? ¿Qué tan profundo puede ser este vínculo? ¿Hasta dónde se dialoga desde lo humano y hasta donde se hace con lo animal de cada persona en el espacio teatral -arriba del escenario y abajo-? ¿Qué tan distorsionado puede ser el espejismo de la ficción para que aún haya vínculos con la realidad? ¿No es la realidad misma lo que forma ese espejismo?
En cuanto a mis anhelos. En primer lugar, anhelo vivir dignamente de hacer teatro. No sólo yo, mis equipos, y la comunidad teatral en general. En segundo lugar, anhelo hacer compañía, regresando a mis razones para hacer teatro y bajo esa etimología de compartir el pan: compañía con la gente con la que se construye la escena y compañía con la gente que está en las butacas. Anhelo ser capaz de mantener proyectos de largo aliento y una compañía que los pueda sostener. Eso es
MoS. En cuanto a anhelos en relación a mi tercer tirada de preguntas: deseo conectar con mi abismo y con el tuyo cuando compartamos el fenómeno escénico. Anhelo construir poesía en escena que dialogue con lo profundamente humano, aquello que no puedes nombrar y que escapa a tu entendimiento, que está en tu risa, tu miedo, tus lágrimas, tu respiración, el palpitar diferente de tu corazón, con ese recuerdo que se te despierta y no sabes porque, con ese profundo deseo de marcarle a alguien saliendo del teatro -o la calle, o el escenario que sea-. Por otro lado, anhelo, con infinita inocencia, que nuestro teatro haga del mundo un lugar un poco mejor. Que algo cambie, que nombre a quien no se nombra. Anhelos tengo muchos, y también podría seguir toda la noche.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Esta pregunta me lleva a dos extremos, por un lado, a pensar que las maneras de habitar la teatralidad son tan variadas como las personas que la habitan, y por otro, a hablar de los procesos y que estos finalmente son los mismos. Quizás parto de estos extremos porque no tengo una certeza absoluta en cuanto a la claridad de la respuesta. Podría ser la relación que establezco entre la experiencia escénica y la experiencia erótica, ese momento donde el sentido del mundo está en el encuentro, en la transgresión. Quizás está en el vínculo con lo ritual a través de la figura de la divinidad animal. Quizás en la pregunta permanente, en un teatro construido desde la duda, o quizás está en la articulación específica de la poesía escénica. O quizás en ninguna de las anteriores. Puede que sea algo aún por descubrir.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Se me hace difícil pensarlo a nivel histórico, ¿Cuál es la importancia del teatro en este nivel en otras épocas? Hubo un tiempo en que era de los pocos divertimentos, otro en que era para mostrar estatus, otro para expresar lo inexpresable. En la actualidad todo esto lo podemos encontrar en otros lugares, pero hay algo propio de la escena que es difícil de vivir en otras experiencias: aquello inefable que ya había mencionado que el convivio, la poesía de la escena, otorgan. Quizás la importancia está en las mismas razones que tuve para hacer teatro: el encuentro, real, humano, fuera del juicio, con un otro ser. Quizás en un mundo hiperconectado a través de la pantalla, lejos de las fiestas y los conciertos, es necesario verificar lo profundamente humano de otro ser en la escena para distinguir lo mío.
Quizás todo lo anterior no tiene sentido o sólo me pertenece a mí y a algunas personas más, quizás la importancia del teatro sólo es en sí misma y no la puedo nombrar, aún.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Lo primero y fundamental es dignificar nuestro quehacer, hablo a nivel económico. Tanto de las instituciones como de la gente que creamos. Encontrar nuevas dinámicas, nuevas maneras de acceder a financiamientos, nuevas posibilidades de hacerlo.
En segundo lugar, aprender a comunicarnos con los públicos, creo que es necesario descubrir qué es eso que tiene vacíos -o llenos siempre de las mismas personas- a los teatros. Dinamizar nuestro entender la escena.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Preguntarse. Mucho. Vivir. Cuestionar todo lo que les digan que es y que no es. Preguntarse. Todo. Ética. Un mejor sistema económico para la gente de teatro. Preguntarse. Todo. Llorar. Amar. Dialogar. Construir. Dignidad en su trabajo. No sentirse profundamente violentadas, violentados por las figuras de poder. Reír. Harto. Soñar. Poetizar.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Lo enfrento aprendiendo, todo lo que pueda, desde la experiencia de otras personas hasta equivocándome muchísimo. He hecho algunas experiencias escénicas virtuales, pero definitivamente no es lo que deseo. La experiencia es otra. Escapa a aquello que para mí configura la esencia del teatro. También he hecho cine, más que antes. Pero no es lo mismo. La experiencia es otra. Me he preguntado mucho y estoy construyendo proyectos a futuro.
Sobre lo que deseo… Deseo que construyamos una mejor comunidad, que aprendamos a vincularnos con la gente que nunca ha ido a un teatro o que sólo fue en la secundaria hace muchos años. Deseo ser capaz de profundizar mucho en mi quehacer escénico, deseo conectar con mi abismo para abrirme al mundo. Conectar. Eso deseo, construir para conectar en la experiencia. Quisiera que lográramos dignificar nuestra labor. Quisiera que
MoS creciera, mucho. Hacer encuentros con otras compañías, de nuevo, conectar. Creo que es: estar juntas, juntos. Sumo a la idea de «de nuevo» aquello que construye otra de las esencias del teatro: la repetición, cada función es única, cada encuentro lo es. «De nuevo» trae consigo la palabra sobre la novedad, sobre lo que no ha sido usado o hecho, y lo sueño con la idea de mejoría. Una vez más, desde una visión profundamente inocente de mi parte. Mis deseos son optimistas, no sé si la realidad que nos está desgarrando desde muchos frentes me lo exige para seguir.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Marysol Cordourier

29 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Investigadora, actriz, titiritera

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mis inicios en el teatro fueron desde la escuela secundaria. Me llamaba mucho la atención la literatura dramática y cómo ésta cobraba vida en el escenario. Cuando ingresé al Colegio de Literatura Dramática y Teatro quise especializarme en dramaturgia, pero los deseos de estar en el escenario representando me llevaron a ser actriz y posteriormente especializarme en el arte de los títeres.
Considero que las artes escénicas conviviales son una manifestación muy rica en lenguajes y discursos en la que convergen in situ, no solo equipos de trabajo dentro del escenario y tras los telones, sino espectadores que desean formar parte de la realización de un fenómeno que sin su presencia no tendría sentido.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las preguntas que alimentan mi quehacer escénico se desdoblan en la creación-investigación, de mi propia praxis y también de la de mis colegas. Me interesa la recuperación de la memoria de teatristas que admiro y cómo es que sus prácticas y reflexiones se encuentran con las mías. En estos momentos me pregunto, ¿Cómo hacer para que nuestras inquietudes y deseos encuentren eco? ¿De qué formas se relaciona el arte teatral con sus discursos y cómo se hibrida conforme avanza la ciencia y la tecnología? ¿Cómo es que nuestras concepciones de teatro -y de mundo- producen conocimiento?
Mi anhelo entonces sería vincular la praxis con la investigación y reflexión, estrechar lazos entre colegas y que estos vínculos respondan de forma responsable y afectiva a un panorama no hegemónico del teatro, es decir, deconstruir los discursos cerrados entre academia y práctica escénica, así como asumirnos desde la pluralidad de discursos y territorios.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Memoria, investigación, objetos.
Me apasiona encontrar la historia que está en los márgenes: las historias de artistas, personajes y objetos. Me dedico a darle vida a estas historias a través de la escritura -investigación- y después llevarlas a un escenario para que «revivan». Abrir un espacio dialéctico donde conviven distintas presencias como las formas animadas (títeres, juguetes, sombras, objetos), nosotras y el público.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El contacto con el otro, la escucha activa y afectiva. No me refiero solamente al convivio, hecho importantísimo para nuestro quehacer, sino a volvernos a encontrar en y con las demás personas. Recuperar el espacio y tiempo que se generan en complicidad. Dar cabida a todas las voces y corporalidades, así como a los discursos y estéticas que proponen. Poder construir tiempo y espacio en comunidad me parece lo más importante.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Las disputas decimonónicas de academia versus práctica. La falta de espacios escénicos que respondan a las territorialidades, así como la carencia de espacios de reflexión y estudio. Los organismos que legitiman quiénes hacen y quienes no, que a su vez son patriarcales y jerárquicos. Nos queda andar un camino que no admita discursos machistas, racistas, homófobos, fascistas o discriminatorios.
Entablar conversaciones desde múltiples puntos de vista, ver más allá de nuestra nariz y poner atención en cada uno de los eslabones, desde lo político, social, pedagógico y artístico hasta la gestión, políticas públicas y culturales.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Nos deseo reencontrarnos con nuestro gremio desde lo profesional y sobre todo, desde lo humano y el respeto. Que el teatro es equipo y que nuestras discrepancias estéticas o estilísticas son muy saludables, y eso no significa que no seamos un gran equipo todos los que pertenecemos a la actividad teatral desde todas sus aristas y que unidos podemos llegar más lejos. Superar el pensamiento dicotómico, cualquiera que este sea: universal-particular, centralizado-marginado, investigación-praxis, entre otros.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Enfrenté la incertidumbre en todos sus aspectos, desde el ámbito privado hasta el laboral. Pero mi equipo de trabajo, Fortuna Colectivo de Creación, y yo, decidimos hacer desde donde nos alcanzara la energía sin poner en riesgo la salud. Comenzamos a ofrecer talleres en línea sobre creación artística, proponiendo nuevos proyectos teatrales y audiovisuales, y sobre todo, reflexionando qué hacer cuando tu eje principal, la presencia, se encuentra suspendido o mediatizado.
Deseo que no abandonemos los esfuerzos y los lazos que se crearon en esta catástrofe: docentes que hicieron lo imposible por atender a su alumnado desde lo virtual, artistas que se apoyaron ante la falta de trabajo, iniciativas culturales que trataron de subsanar la falta de seguridad social de los creadores de arte, proyectos de vinculación que cruzaron latitudes y que de no haber sido por la urgencia, no hubieran surgido, o hubieran tardado más tiempo.
Me gustaría que no olvidemos lo más importante: lo humano, lo vulnerables que somos y lo mucho que nos necesitamos como sociedad. Volver a las salas de teatro, a las plazas públicas, a cualquier lugar y empoderarnos: generar desde el vínculo espacio y tiempo.

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