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Categoría: Instantánea

Bárbara Colio

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Bárbara Colio

50 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Como espectadora. Tenía 5 o 6 años. Electra. Mi primera obra. Con Ofelia Guilmain. Me pareció extraordinario el que tantas personas nos reuniéramos en un mismo lugar, para que nos dejaran entrar a otros mundos. Ver a otros siendo otros, y a la vez, ser nosotros. Sigo siendo espectadora. Luego fui actriz, directora, luego autora, luego todo lo que fuera necesario ser y hacer para crear teatro, ponerlo en pie, echarlo a andar, compartirlo.
Pude haber sido muchas cosas, sé hacer muchas cosas incluso las hice, pero, si le vas a dedicar la vida a algo, decidí dedicárselo a aquello que me hacía sentir plena. No basta solo quererlo, hay que dedicarse, clavarse y hacerlo lo mejor posible, el teatro es rudo, pero si te mantienes a su altura, es también, inconmensurablemente generoso.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Por qué la gente hace lo que hace? ¿Por qué yo hago lo que hago? ¿Por qué tú, haces lo que haces? ¿De qué estamos hechos? ¿Qué hay en la última capa del corazón?
Anhelo no terminar de hacerme preguntas, porque entre que sea así, voy a seguir escribiendo.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Imagino, transformo, toco.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Dicen que la cuarentena servirá para estar con nosotros mismos, para vernos en nuestra real naturaleza, para comprendernos. Eso, el teatro, siempre lo ha hecho, nos ha enfrentado con lo que somos, nos ha activado los mecanismos adormilados o escondidos, y los ha puesto a funcionar a través de ver a otro, haciendo o pensando o deseando lo que nosotros mismos hemos deseado, hecho, pensado.
El teatro nos delata ante lo que somos, nos hace reconocernos secretamente en los personajes, haciéndonos sentir un tanto menos solos. Hablo como espectadora, hoy es tiempo de guarecerse, sabiendo que el mundo entero lo hace también. Pero al cruzar de nuevo la puerta, porque la cruzaremos, cuando volvamos a las calles a estrechar la distancia, a dejar el miedo, sé que volveremos al teatro, porque tendremos la imperiosa necesidad de exhalar, de soltar, de suspirar, de reír, de llorar, de sentir una caricia, de encontrar un canal en el cual podamos encontrarnos, vernos, reconfigurarnos, y poder seguir por este mundo, sintiéndonos, un tanto menos solos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los sistemas de producción. Definitivamente. Los sistemas de producción actuales parecen cada vez más ir en contra de la misma creación, del mismo teatro, de los mismos hacedores.
Habría que replantearse el preguntarle a aquellos encargados de las modificaciones a EFIARTES, a los que diseñan algunas convocatorias, a ciertos programadores, a los que huyen y no pagan y no tratan con respeto a sus creadores, «disculpen, ¿qué es lo que usted cree que es el teatro? ¿por qué lo quiere chingar?»

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que exista. Que sea. Que perseveren. Entre paros, protestas, pandemias y contingencias, la han tenido difícil, pero, que si esto es, que si el teatro ES lo que quieren hacer y lo hacen bien: Lo hagan. Lo hagan.
Siempre deberá existir quien, en la reunión alrededor del fuego, cuente la historia para espantar el miedo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La última palabra de esta pregunta es la respuesta: Juntos. Juntos tenemos que volver a abrir los espacios, convocar al otro, reunir a los que lo hacemos, empatizar con los programadores, echar mano de todo, empujar la rueda con fuerza para que vuelva a girar. El teatro necesita imperiosamente el reunir al que lo hace y al que lo ve en un mismo espacio físico, ESO es el teatro, no ninguna otra cosa. La reunión en el espacio es imprescindible, lo humano con humano, básicamente es lo que es. El teatro toca, y nos toca levantarlo. Por mientras, hay que nombrarlo, hay que seguirlo pensando.



Yo he seguido con mi proyecto de DESCORCHE CASERO para hablar de los procesos teatrales en transmisiones en FB LIVE, hablo con aquellas compañías que se quedaron varadas por la pandemia, compañías que estaríamos ahora en cartelera. Mantener la llama encendida hasta que llegue el momento de avivar el fuego. Son conversaciones donde puedes aprender, descubrir y están en FB: BarcoDrama, y en Youtube: Bárbara Colio

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Alicia Laguna

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alicia Laguna

56 años / Ciudad Valles, San Luis Potosí

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Todas las Semanas Santas que recuerdo de niña y adolescente mi padre nos llevaba a Guanajuato a ver los Entremeses Cervantinos y los Pasos.
Después de la preparatoria en San Luis Potosí capital, me fui a Monterrey a estudiar Historia, a los 3 semestres supe que había una escuela de teatro en la universidad y decidí hacer las dos carreras, al poco tiempo me quedé solo en la de teatro y desde entonces no he hecho otra cosa.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo seguir dialogando con la realidad? ¿Cómo traducir, trasladar, imaginar, pensar, las preguntas de nuestra realidad en algo que se hace o construye para que otros lo vean y lo reflexionen?

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No sé si es distinta, es la que hago y la que puedo hacer o la que deseo hacer.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Podrías resistir la tentación que dan las redes sociales, podríamos callar, podríamos pensar, podríamos introspectar, podríamos simplemente no hacer nada.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Problematizar nuestros formatos, diversificar, ser plurales, no decretar formas de hacer o no, pensar en lo diferente, no estandarizar, ir en contra de la corriente, desobedecer, ser anarquistas por convicción, romper con modelos aprendidos, darle la vuelta a las estructuras rígidas, etc. etc. etc. etc. etc.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que sean valientes.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La enfrento callando, que podamos ver al otro, tocarlo, cruzarlo, pensar en cómo se encuentra, y ver la posibilidad de que las cosas no sean iguales a como las dejamos…

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Mario Marín del Río

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mario Marín del Río

45 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Tuve un acercamiento al teatro desde niño. Pasé de espectador a actor de obras infantiles en el Centro Cultural del Bosque. Años -muchos- después, mientras estudiaba arquitectura, me inscribí al taller de teatro y descubrí que más que actuar, me gustaba diseñar para la escena. Fui escenógrafo y actor amateur otros tantos años hasta que se volvió algo tan vital que me llevó a estudiar en la Escuela Nacional de Arte Teatral…

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Muchas. En estos días, no sé por qué, me interesa mucho el tema de la percepción. Los mecanismos de entendimiento entre diseño y espectador.
¿Por qué son efectivos los modelos y las convenciones paradigmáticas? ¿Cuál es su vigencia, cuál es el efecto artístico de transgredirlas? ¿Qué papel juega la ficción en las nuevas teatralidades? ¿Se puede anular la ficción o solo hay rangos para moverse?
Anhelo desarrollar diseños y proyectos que exploren una teatralidad de riesgo.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Concepto Es Todo.

 

 

 

 

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro, al ser un fenómeno vivo, siempre ha sido potente y particular; pero actualmente es interesante contrastarlo a una realidad en donde hasta las interacciones humanas más básicas se permean de lo digital.
Las artes gravitan a la virtualidad, la tecnología y el registro. El teatro no está atravesado por una pantalla y su crudeza nos muestra, más que nunca, la capacidad del arte para suspendernos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La prisa, la saturación. Los modelos de producción y programación institucionales aparentemente menos rigurosos y arriesgados en lo artístico y cada vez más dependientes de la viabilidad efiteatrera.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que no caigan en el modelo mediático de dirección de arte. Que no sigan las viejas prácticas de quienes los antecedimos y desarrollen visiones nuevas para el quehacer específico del Teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

50% paciencia y 50% frustración. Intentando, en la virtualidad, seguir en contacto con los colegas y con los procesos, aunque sea un gesto más simbólico que efectivo.
Ahorita deseo la simple normalidad. La crisis nos tendría que mover a muchas reflexiones y un sentido de comunidad más genuino. Pero los veintes, creo, me tardarán en caer.

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Alfonso Cárcamo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alfonso Cárcamo

45 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde la infancia participé de muchos eventos escénicos escolares, nadie me obligó; luego, llegando al bachillerato me uní a los talleres de teatro, fue natural y creo que hasta ahí nunca lo reflexioné, solo hice lo que hice. Entrar al Centro Universitario de Teatro y compartir aula con una total diversidad de universos que desconocía hizo que por primera vez tomara conciencia de lo que había venido haciendo, entonces todas las dudas acerca de mi vocación teatral surgieron e hice lo necesario para que me corrieran.
Solo estando fuera del Centro Universitario de Teatro fue que comprendí que eso era lo que quería hacer, expandir mis días en ficciones, entenderme en otros zapatos, poner preguntas en ojos extraños. Entonces regresé a terminar la carrera con la plena conciencia que iba a hacer teatro desde cualquier trinchera, fuera actuando, produciendo, escribiendo o dirigiendo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Los problemas más comunes son mi detonador: ¿Por qué no se pueden llevar bien mamá e hija? ¿Qué dije o no dije a mi amiga más querida que ahora no quiere hablarme? ¿Por qué mi gran amigo se va a divorciar? ¿Cómo se imagina que será la vida cualquier persona luego de que se muera su papá? ¿Cuánto de lo que nos inventamos para sobrevivir en familia nos está alejando de la familia? Y así, cosas muy simples que veo en mi círculo de amigos y familia, cosas que luego conecto con premisas filosóficas o artísticas, estructuro en un discurso y las decanto en un texto dramático o en un concepto de dirección.
Ahora mismo y hacia delante, quiero desarrollar comedia, hendir la piel de los espectadores con temas cercanos a lo cotidiano y que la risa provoque la reflexión de largo aliento.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Observar, sintetizar, expandir.
Mi forma de habitar el teatro es absolutamente móvil y eso me encanta, puedo dirigir o hacer la adaptación de una pieza para una productora privada y al tiempo estar en un proceso de investigación escénica súper clavado, en esencia sigo jugando a expandir mis días a punta de ficciones.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La simpleza. Que una persona que ha entrenado representar una historia pueda mostrarse ante otra con total convicción y que esa persona que observa se entregue a la historia sin mediar ningún artificio, la facilidad con la que el teatro puede acceder a la creación del momento presente basado en un alguien que representa y un alguien que observa.
Ahora esa simpleza del mecanismo esencial del teatro es la ventana de oportunidad.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Expandir a otros espacios distintos del edificio teatral, crear comunidades afines a un discurso y en obediencia a sus inquietudes, poner en juego la creación del instante presente en lugares y momentos donde la inmensa mayoría de las personas jamás imaginarían que podría ocurrir algo teatral.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que su trabajo artístico, su posibilidad de crear piezas escénicas, dependa en el menor porcentaje posible del Estado y en el mayor porcentaje posible del público que han creado con su discurso.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

El escenario más aburrido que visualizo tras la pandemia es que volvamos a lo mismo, de vuelta a hacer teatro dentro del edificio teatral y ahí los mejores presupuestos; volver a armar carpetas y competir; diseñar la pieza correcta para el cliente o insistir en un discurso hasta que pegue en alguna institución. Con base en ese escenario voy enfrentando la emergencia sanitaria, así que estoy desarrollando textos y planificando puestas en escena.
¿Qué deseo? Que mis vecinos toquen a mi puerta y me digan que ya juntaron a 200 personas, que tienen equis cantidad de dinero y que quieren que arme una obra de teatro al respecto de eso que un día charlamos en el pasillo.

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José Alberto Gallardo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

José Alberto Gallardo

42 años / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Diría que la casualidad me llevó a encausar una vocación: Desde niño dibujaba historias, luego fui muy aficionado a los cómics, sobre todo Batman, así que como a los 8 años, ya dibujaba historias alternas de Bruce Wayne, mismas que luego con mis muñecos, «ponía en escena» y las imaginaba en un set de cine, cuyo resultado filmado, habitaba sólo en mi imaginación.
Luego, desde los 13 años, quise ser torero. Debuté como novillero ya grande, a los 20 años. Toreé muy poco, unas 10 – 15 novilladas. En esas andaba en el 97, cuando un grupo de estudiantes de actuación (la primera generación de la Casa del Teatro -Zúñiga, Marina, Roberto Peralta, Claudia Guerrero, Alekseiv Treviño, Mauricio Pimentel, Miroslava Saenz, Lucía Puente, Raúl Méndez, Miguel Cooper, Angélica Andreu y Magaly Sánchez) fue a los Viveros de Coyoacán, donde entrenábamos los toreros y se acercó a un maestro para que les enseñara a usar los avíos de torear para la obra con que se titularían («La suerte suprema» de José Caballero). Yo no estaba presente, pero un amigo mío escuchó todo y siendo habilidoso, me dio el pitazo y nos le «atravesamos» al maestro. Así, dos veces a la semana, comencé a ir con él a la Casa del Teatro a enseñarles a usar los avíos a tan entrañable grupo. No sabía nada de teatro ni me gustaba. Pero ahí comenzó todo. Caballero nos invitó a algunos ensayos. Mi curiosidad creció exponencialmente.
Cuando vi que no podía ser torero y decidí retirarme de eso, le llamé a Caballero para que me aconsejara. Me llevó a San Cayetano unos días. Quedé profundamente impactado. Luego entré a un taller -por mera casualidad, pues ví el anuncio en Tiempo Libre- con Natalia Traven y me abrió el horizonte de manera brutal. Luego entré a la Facultad, cuando recién terminó la Huelga….

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me pregunto desde que comencé acerca de la pertinencia de mi quehacer. Entonces de forma muy naive, que me hizo caer en aposturas de todo tipo. Pero reconozco que a la fecha sigo preguntándome acerca de ella en todo sentido: sobre su relación con la realidad, sobre su relación con la sociedad, su relación con el desarrollo social -lo que sea que eso signifique-, su relación con lo político, su relación con la experiencia estética, su relación con quienes llamamos espectadores, su relación con las teatralidades de otras latitudes y de diversas corrientes…
En fin, anhelo poder ser honesto en relación a esa pregunta ¿cuál es la pertinencia de mi quehacer? y en todo caso, que en mis puestas en escena esté viva esa pregunta. He fracasado continuamente en torno a ello y eso me motiva de forma permanente.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Desde MI incomodidad.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Es una importancia VITAL por tratarse de un «ingrediente» constituyente de la experiencia existencial humana tremendamente escaso: Creo que el Teatro tiene un valor en sí mismo y que actúa a contra corriente de la dinámica de vida que ha impuesto el mercado – capitalismo – neoliberalismo.
Es un espacio para detener la inercia, la prisa y los condicionamientos que la persecución del mercado nos impone, para que todos quienes participamos de ese instante, podamos enfocar nuestra atención, contemplar fuera de las preocupaciones impuestas -o no- de la vorágine y de la narrativa de realidad y entonces, propiciar un auténtico proceso de pensamiento -no sólo de transferencia de información, como decía Deleuze, sino de pensamiento a partir de la libertad que puede propiciar la imaginación-. Y en ese sentido, la sola convención teatral ya es un estímulo para que la imaginación despliegue al pensamiento y ello en un encuentro además colectivo. En suma, es la oportunidad de lo que Chul Han menciona como acto revolucionario: La contemplación.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que nuestro modelo teatral es un rehén. Y como tal, nuestro deber humano es liberarlo. Desde mi punto de vista, la mayoría de nuestras estéticas son rehenes o se supeditan (para ser suaves), al menos a tres factores: El mercado (la comprensión de toda relación humana como un sistema de intercambio mercantil y que ve a la obra como producto y el fin último de modelo teatral en conformarlo como industria), la burocracia (todo sistema burocrático acaba privilegiando el cumplimiento de sus requisitos por sobre los contenidos, tal como ocurre en todas las instancias de todas las instituciones de cultura de nuestro país, aún a su pesar) y el utilitario (suponer que el Teatro debe estar al servicio de algo -un proceso educativo, una causa política, una denuncia social, etc…).
La creación teatral se encuentra rehén de esos tres factores al menos, de modo que, toda obra que como principio no parta de satisfacer a alguno de estos tres secuestradores, difícilmente tendrá lugar. Entonces, ello limita lo que desde mi punto de vista es la génesis de toda obra de arte: la experimentación estética como vía de contemplación -otra vez- de la realidad. Esto nos ha llevado a una repetición y copia de modelos que alimentan este Síndrome de Estocolmo en el que nos hallamos: un buscar satisfacer a los elementos captores para que a su vez nos legitimen.
En resumen, creo que hemos de alimentar el ecosistema de la experimentación. Esto no implica necesariamente sólo subvención. Implica espacios, reflexión – como ésta a la que tan generosamente me invitan- , intercambio con el resto de los habitantes y sí, tiempo, recursos y espacios.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Libertad. Ante todo libertad de pensamiento. Libertad de complejos.
Creo que sólo siendo libres -sobre todo mentalmente-, es que podemos llegar a realmente imaginar y con ello, imaginar las nuevas convenciones, tal como ha ocurrido cada que las teatralidades se expanden. Lo que las contrae, es buscar satisfacer la demanda de intereses opresivos tal como el mercado o la legitimación – consecuencia «de izquierda» de la competencia-.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

He estado triste. Luego, me he visto desenmascarado, he visto cómo he traicionado a lo que creo que el Teatro puede ser. Entonces he buscado reflexionar con colegas y alumnos. Ante todo, creo que es un tiempo de reflexión. La mayor ventaja, creo, sería realmente lograr detenernos, reflexionar, pensarnos -Dubatti lleva la mitad de su vida insistiendo en que es necesario pensarnos como Teatro-.
La inercia teatral es producto de la inercia capitalista, no tengo la menor duda. Resulta paradójico cómo en esta emergencia, han efectivamente «emergido» un sinnúmero de convocatorias para «hacer teatro virtual» en poquísimo tiempo, de forma express para tener videos tan desechables como, desde mi punto de vista, opuestos al instante vivo. Y sin embargo, creo que esto último que escribo no deja de estar condicionado por anhelos que necesitan, efectivamente, expandirse a los medios de relación de la actualidad. Hoy hay muchas relaciones humanas, sentimentales, incluso sexuales, que ocurren más en lo virtual que en la carne. Yo sigo creyendo que hay que privilegiar la carne.
Quisiera que cuando volvamos a estar juntos, nos atrevamos a desterrar tanta sofisticación, tanta producción y tanta burocracia. Volvamos a lo esencial, a lo que este virus nos ha demostrado es necesario: el contacto de las pieles, las pieles expuestas a los fluidos del otro.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Silvia Ortega Vettoretti

48 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Siempre hice teatro, desde niña, en mis juegos y mis lecturas. Cuando crecí estudié una carrera que no me satisfizo y en cuanto la terminé decidí formarme y profesionalizarme en el teatro. El teatro lo siento como una vocación, un llamado a los idealistas.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Yo creo en el potencial del relato, en el arte del actor y el paganismo del ritual previo al drama. Esa combinación me es fascinante. Por eso mis preguntas hoy se centran en la exploración de las estructuras del relato en la escena, su ruptura y reorganización para crear universos simbólicos propios y actuales.
Mis preguntas están también en lograr entramar el sistema nervioso del actor al relato y viceversa para hacer de la escena un sistema orgánico, con un lenguaje cautivante y vivo que emule a la condición humana.
El anhelo está en lograr el vínculo inmediato y profundo con el espectador. Y, como mujer dramaturga y directora, darles una sacudida a los empolvados arquetipos de género.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Arte, transformación, acontecimiento.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Desde mi perspectiva, pienso que el teatro —así sea en su exploración mediatizada— tiende a ser un arte muy honesto ya que, por su carácter efímero, local y colectivo, es más difícil que se infecte de capitalismo y de todos esos intereses mezquinos y retorcidos. Para mi ahí está su relevancia, en la legitimidad de su discurso. Entonces digamos que ante la inmensidad de la geopolítica y la inequidad social, el teatro es contra-hegemónico y, por lo tanto, tan necesario hoy en día como las piedritas que David usó para combatir a Goliat.
Ahora, si hablamos del teatro ante la mirada futurista y catastrófica de la amenaza de los virus, pienso en Artaud… «cuando llega la peste, las formas se derrumban»; así que ante esta visión el teatro tendería a hibridarse totalmente; pero, en el otro escenario, una vez pasada la temporal amenaza viral, el teatro se re-apropiará con mayor pasión de su espacio presencial, vital, carnal y sudoroso. En ambos casos, según yo creo, lo único que el teatro no podría perder y lo que lo hace necesarísimo en este momento histórico de hipótesis distópicas es su carácter contra-hegemónico.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La política cultural que tiende cada vez más a paralizar y precarizar nuestro trabajo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que logren hacer teatro en condiciones estables y dignas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Respondí un poquito allá arriba jugando con escenarios hipotéticos. Sin embargo, pienso que cuando regresemos a estar juntos, la experiencia del COVID-19 sobre todo afectará la profundidad y la complejidad de nuestros contenidos: hay que cambiar los rumbos.
Y como gremio, estoy convencida que saldremos mucho más solidarios y fortalecidos.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Jorge Ballina

51 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde muy niño mis papás me llevaban al teatro, a la ópera y al ballet. También de mi papá heredé el gusto por la arquitectura. Desde adolescente comencé a hacer maquetas de escenografía de mis versiones escenográficas para un teatro de juguete que tenía. Fue una vocación extraña muy temprana. Después estudié arquitectura sabiendo siempre que lo aplicaría profesionalmente a escenografía teatral.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Como escenógrafo, es raro que yo levante los proyectos con obras que quiero hacer. Por lo general me invitan a proyectos elegidos por los directores o los productores.
He aprendido a descubrir en cada proyecto las preguntas. Cada obra y cada equipo creativo plantea cuestionamientos nuevos, problemas nuevos a resolver y soluciones espaciales para esos problemas. No hay manera de repetirse y aburrirse cayendo en fórmulas y recetas personales impuestas como un estilo personal. Cada obra debe ser diferente.
En cuanto a anhelos que tengo por vivir en las artes escénicas: están las ganas de volver a dirigir la escena. Hace más de diez años que no lo hago. Quiero intentar generar mis propios proyectos como algunas veces lo he hecho.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

La frase «Espacio en movimiento» se ha usado algunas veces para describir mi obra escenográfica. Siempre parto de la acción dramática. Comienzo con analizar lo que pasa en escena y hago un espacio para alojar de la mejor manera a cada acción. Y como las acciones suceden en la dimensión tiempo, mis espacios tienden a transformarse mientras las acciones cambian. No como espacios estáticos sino como un continuo que no se detiene. Como música visual que fluye constantemente sin parar. Eso podría definir mi manera de trabajar, aunque cada obra es diferente.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro, como cualquier arte, tiene la función de ayudarnos a entender qué hacemos dentro del mundo. Creamos universos inventados y limitados para poder aprehender la realidad y entenderla. A veces con la cabeza, a veces con los sentidos y las emociones. El teatro sigue teniendo ese objetivo y lo seguirá teniendo. En cualquier momento histórico. El teatro de cada época cambia, pero su sentido fundamental no.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Y no creo que tengamos un solo modelo teatral. Yo trabajo en producciones institucionales, privadas, mixtas, pequeñas y grandes. En México y en el extranjero. Los modos de organización, producción, difusión, etc. son diferentes y todos son perfectibles, pero el proceso creativo, que es el que más importa, es similar en todos los casos.
Creo que el teatro que hacemos en México es en general bastante bueno. A veces nos faltan recursos, a veces difusión, a veces público. Pero creo que pase lo que pase seguiremos encontrando modos de hacerlo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo que encuentren la pasión por hacer teatro. Que sea una necesidad personal de expresión. Es la única manera de hacer buen teatro. Tener equipos creativos y elencos apasionados y entregados.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Es muy fuerte lo que estamos viviendo. Los que hacemos teatro no estamos acostumbrados a trabajar individualmente. Nuestro trabajo depende siempre de otros y es generado en equipo. Es muy frustrante no poderlo hacer o intentar hacerlo a distancia. En estos momentos me gustaría ser pintor, escritor o compositor y poder crear una obra completa yo solo. Pero el teatro no es así. Y ese es justamente su encanto. No partir de una lucha de egos e ideas personales, sino crear un arte dependiente de las ideas de los demás. Que nos trasciende como personas al integrarnos en una totalidad mayor que es la puesta en escena.
Sólo espero que esto acabe lo antes posible para poder seguirlo haciendo y que no nos quedemos sin recursos y público debido a la crisis económica que se avecina.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Stefanie Izquierdo Martínez

Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Cuando tenía 10 años tuve la oportunidad de estar en una compañía teatral y ahí descubrí mi vocación. Porque me dio una adrenalina y un disfrute enorme, un enorme juego y risa y enojo, frustración y esperanza.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Hoy hay teatro? ¿Qué tengo que decir? ¿Qué tipo de teatro quiero hacer o quise hacer? ¿Qué modificaré para poder hacer lo que me gusta?
Me gustaría, si volvemos, no bajarme del escenario y pasar todos los días dialogando con un público. Conocer más teatro de todos los rincones del mundo, conocer los lenguajes en los que coincidimos y en los que no.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Preguntar, accionar, gritar.
Que es muy diversa, vengo de una formación muy clásica (realista), muy posdramática, muy cabaretera, muy clown, muy de comedia, muy grotesca, muy absurda, muy femenina, muy de escritura, muy dramatúrgica, muy literaria, muy feminista y a veces muy enojada, de mucho dolor y en otras ocasiones de mucha risa y de mucha voz, de mucho canto.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Hoy no hay teatro, me parece de lo más fuerte que ha dejado la contingencia, nos dejó sin él, no sé si unos meses, un año, dos, no lo sé.
Creo que hay prácticas escénicas y lo que encuentro esencial es el contenido casi siempre político y profundo; la narrativa con el que se dialoga en presente. Las prácticas que se están realizando ahora tienen que ver con lo vivo, en vivo, por todas las redes se busca el en vivo, el ahora, el presente, aún en la distancia.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No lo sé, creo que el teatro tiene más herramientas para gritar que existe, pero a lo largo de la historia, de las guerras, el teatro ha convivido con la tecnología y es impresionante como la fórmula básica es que el otro vea mientras el otro hace. Hay, o ¿hubo? un teatro muy complejo tecnológicamente y hay o ¿hubo? otro que se sigue haciendo en un espacio vacío sin nada más que la imaginación del que ve y del que hace.


Fui parte del Carro de Comedias en el 2018 y mucha gente que asistía veía por primera vez teatro en su vida. La mirada de los primerizos es indescriptible, la sorpresa, como si fuéramos magos. A la pantalla estamos más acostumbrados, hasta la gente que no tiene muchos recursos sabe mirar el cuerpo dentro de una pantalla. No sé si después de esto abracemos más el teatro porque necesitemos el cuerpo real, del otro.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Soy muy apocalíptica, no lo sé. Ya no hay teatro hoy y para mí el teatro es el presente, si creyera que después habrá…me mentiría porque no lo sé, y no hay manera de saberlo, nadie lo sabe. Sólo confío en el presente y hoy no existe. Pero hace unos meses les desearía, que sigan haciendo lo que les permita expresarse con las herramientas que tienen a la mano.
Yo nunca escribí un texto teatral a máquina, yo creo que si hubiera nacido generación de las máquinas de escribir no hubiera podido ser dramaturga y hubiera optado por otra expresión. Borrar las veces que quiera y sin el ruido de la máquina de escribir es algo por lo que agradezco ser parte de esta generación.
Les deseo que sean arriesgados, que apuesten por nuevos lenguajes, poniendo en jaque todo, el mismo presente del teatro. Necesitamos teatreros que filosofen más acerca de qué es el teatro o qué fue el teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

El en vivo es mi respuesta, siempre buscamos la vida, la vida. Estamos lejos de la gente que queremos, es impresionante que no nos podamos abrazar, es casi como si estuviera cancelado el amor, el teatro es amor para mí, muy cursi, pero compartir es abrazar, es amar. Las plataformas nos dan el en vivo, el en directo, el aquí y ahora, pero el teatro nos regalaba el cuerpo del otro.
Deseo que cuando termine esto podamos abrazar el cuerpo del otro, reflexionar acerca del cuerpo, ponerlo más en jaque, más en cuestión, ¿Qué es el cuerpo? Preguntarnos y hacer obras con montones de cuerpos, de seres humanos juntos. Deseo que no nos de tanta hueva salir de casa, que nos arriesguemos, arriesgarse es la posibilidad de morir, que nos arriesguemos más, porque el teatro es como la vida, y no hay vida si no hay muerte. Y hoy la vida la podemos ver menos y a la muerte nos la recuerdan a cada momento.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Rebeca Bravo

33 años / Teatro UNAM / Coordinadora del Carro de Comedias

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

El teatro me invitó a trabajar. Estudié Ciencias de la Comunicación en la UNAM y llegué a él ayudando con algunas cosas en la obra «Otra vuelta de tuerca» que se presentó en el Teatro Santa Catarina. A partir de ahí no pude dejarlo y aunque me ausenté por un tiempo, me mantuve como espectadora para luego renunciar a mi antiguo trabajo en el ámbito del periodismo y poder regresar.
Ahora tengo la fortuna de ser la coordinadora del Carro de Comedias, un proyecto que me ha dado demasiado y al cual espero poder estar dando lo mejor de mí. No me veo haciendo algo distinto que no tenga que ver con el quehacer teatral.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me gusta pensar hacia dónde está caminando el teatro, hacia dónde lo estamos llevando quienes ahora estamos en él. Me pregunto si lo estamos haciendo bien, anhelando que estemos dando nuestro mejor esfuerzo para que la prioridad sea siempre una calidad impecable, pensando en hacer teatro para quienes no son de teatro, sino para la gente que podría tener un primer contacto con él y que sea suficiente para después tener a esa persona de vuelta en una butaca.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Compromiso, resistencia y satisfacción.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Es complicado responder a esta pregunta ya que los escenarios están vacíos por el momento. Para mí resulta sanador y me levanta el ánimo pensar que esto es pasajero y retomaremos los montajes, recibiremos a nuestros públicos, escucharemos los aplausos, las risas, las reacciones. La importancia del teatro radica en que AHÍ ESTÁ, ansioso tanto como nosotros de que volvamos a estar juntos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que pensar en hacerlo llegar más lejos. Pensar en hacer más teatro fuera de los teatros, es decir, crear espectáculos de calidad para presentarse en patios, plazas, lugares poco convencionales.
En mi tiempo con el Carro de Comedias he sido testigo de la gratitud de los públicos a los que llegamos en lugares lejanos donde abiertamente nos han dicho «yo nunca había visto teatro». Hay que trabajar mucho más para llegar a ellos, es nuestra responsabilidad.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que su amor y compromiso por el teatro nunca termine porque la ausencia de ambos factores es algo que se puede percibir en el trabajo realizado.
Que como gremio se mantengan unidos, buscando siempre apoyar creando redes y generando ideas encaminadas a mejorar. El teatro es un lugar amoroso, si se le trata con respeto, él retribuye.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

No hay teatro si no existe ese encuentro. Enfrento la emergencia manteniéndome informada y ocupada, guardando la calma y manteniendo pensamientos positivos. Deseo con ansias volver a retomar la normalidad, poder estrenar el Carro de Comedias 2020 «El Sendebar: La cruzada de una fémina ilustrada», que el remolque comience a rodar y podamos dar funciones en nuestra casa, la explanada del Centro Cultural Universitario.
Que nuestros teatros retomen la normalidad y el miedo no nos detenga para congregarnos a ese encuentro espectador-creador.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Iona Weissberg

51 años / México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

No lo tengo muy claro. Creo que me interesó el teatro porque me gusta contar historias y me gusta que me las cuenten. Pero siempre que lo pienso llego a un espacio irracional: para mi dirigir teatro es algo instintivo: estar en un espacio de ensayos y construir un cuento con actores o con diseñadores es el espacio en el que me siento en el ecosistema adecuado para mi especie.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mis preguntas cambian todo el tiempo, por ejemplo: ¿Cuál es el lugar del teatro en particular y de las artes en general para las personas? ¿Qué determina que un espectáculo escénico se conecte con su público? ¿Cómo lograr que el teatro que se hace en México (incluido el que yo hago) le interese a los mexicanos (incluyéndome como espectadora)?

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No considero que mi forma de hacer teatro tenga que ser «singular». Creo que el teatro debe ser divertido y conmovedor y emocionante. Creo que es importante respetar su carácter efímero. Y creo que debo trabajar por crear en la escena o a través de los medios escénicos un espacio de comunicación, interacción, empatía y convivencia con el otro. Y eso es lo que me interesa investigar.
Creo que mi labor como profesora me ha permitido ver cómo el teatro ha sido un espacio de transformación, crisis y resiliencia de muchos estudiantes. Eso también es algo que me interesa. El teatro muchas veces permite a las personas abrir una ventana hacia adentro y uno se encuentra con espacios de nuestra casa que desconocía o se había olvidado que ahí estaban.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Con respecto al COVID-19 no lo sé. En cuanto a la realidad que nos rodea creo que el teatro hoy día funciona más como proceso que como resultado: para lo convivencia, para la educación, para otros espacios de entretenimiento, para descargarse, para reírse, para salir de la rutina.
Por otro lado, creo que estamos en un momento de redefinición de paradigmas, ocasionado sobre todo por formas nuevas de procesar las experiencias. Y eso no sé a dónde nos llevará.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que nuestro problema más grande es que no conocemos a nuestro público, ni al que hay ni al que podría haber, que es aún más grave. Los hacedores de teatro damos por sentado qué quiere ver y qué le interesa, sin tener investigaciones sobre los espectadores, sin «dialogar» con ellos e intercambiar opiniones. Creo que esto nos falta.
También nos falta investigar formas de acercarnos al público a través de las obras que hacemos. Y por último, creo que nos falta relajarnos y tomarnos menos en serio.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Mucho trabajo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

No me gusta hacer proyecciones a futuro. Pienso en qué me está enseñando esta crisis y va en dirección opuesta a la pregunta, porque lo que me está enseñando, si tuviera que sintetizarlo, es a vivir en el aquí, en el ahora y a priorizar a las personas que más amo. No a decirlo, realmente a hacerlo.

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