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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Óscar Armando García

62 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Profesor, investigador

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde adolescente comencé mis primeras incursiones en la escena y en su estudio. Primero como actor y luego como director de escena. Me inquietaba mucho cómo el acto teatral era, en realidad, un gran acto de magia, en donde podemos sorprender al público, tanto desde el trabajo actoral como en el diseño de lo que sucede en la escena. El entrenamiento en los cursos con Enrique Ruelas, Héctor Azar, José Luis Ibáñez y Héctor Mendoza me permitieron conocer el amplio espectro y valor del texto con respecto a la acción, pero primordialmente la claridad que el intérprete (o el director) debe ofrecer ininterrumpidamente al espectador, el elemento más importante del hecho teatral. Aprendí que la continuidad en la escena es uno de los valores más importantes de la técnica teatral. Hubo también en el camino mi experiencia en Commedia dell’Arte con Juan Felipe Preciado, donde valoré sin duda el arte del actor y confirmé que es el actor el máximo responsable de la escena, el dramaturgo de su propio oficio. Tiempo después incursioné en la docencia y, finalmente, en la investigación teatral.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Como principal preocupación podría establecer el conocimiento que las nuevas generaciones de estudiantes deben tener del teatro, desde los más remotos testimonios hasta lo que ahora sucede en el teatro contemporáneo, las diversas orientaciones técnicas para su elaboración, sin dejar de lado el vasto panorama de expresiones escénicas con las cuales convivimos en la cultura cotidiana y que, probablemente, no hemos valorado en su justa dimensión (teatro de calle, teatro religioso, danzas dialogadas, teatro comunitario, expresiones performáticas de colectivos políticos y sociales, etcétera).

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Poder habitar un espacio convocado para ofrecer una verdad desde la ficción, difícilmente localizable en el entorno cotidiano.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro siempre se ha desarrollado como un proceso de resistencia, de allí su permanencia. Su singularidad efímera ha sido su mayor fortaleza y, tal vez, su mayor condena. El estado, el poder, difícilmente podrá asirlo en un edicto censurable o en un texto fijo.

El teatro no se ha detenido para rendir ninguna pleitesía a nadie; sigue siendo un reflejo confiable para una comunidad que necesita dialogar con sus propios conflictos representados en escena, como espejo crítico. En la escena se vislumbra la corrupción de manera más diáfana que en cualquier púlpito político, pero también podemos asomarnos a las pasiones humanas, a las contradicciones personales, a las ambiciones del poderoso, a la fuerza de una comunidad, desde los primeros vestigios clásicos hasta las voces contemporáneas.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Si por «nuestro» quiere decir la escena en México, definitivamente democratizar la participación de todas las posibles voces que están en este momento generando teatro y romper estructuras verticales de organización, desde el Estado hasta las comunidades independientes. También fortalecer los estudios teatrales en el nivel superior de manera más horizontal, es decir, romper también con el falso dilema de la «práctica» separada de la «teoría», en momentos en que epistemológicamente esa barrera está ya más que superada.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Atender la voz de la comunidad que los rodea, ser sensible a las necesidades de un público que necesita informarse, ser críticos, divertirse y tener como aliciente un momento de dos horas de su vida cotidiana donde pueden encontrarse universos que no le ofrecen otros medios.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Veo con interés la manera en cómo la comunidad teatral ha desarrollado con imaginación la posibilidad de no perder el contacto con las audiencias, pero al retorno es preciso tener especial cuidado con los nuevos tipos de convocatoria que vamos a articular con nuestros espectadores, quienes han tenido que vivir experiencias de gran violencia, pérdida y aislamiento. Ni ellos ni nosotros seremos los mismos. No es la primera vez que la humanidad vive una circunstancia parecida; la diferencia ha sido la conciencia inmediata y universal del hecho.
¿Ahora qué ofreceremos como material dramático, como narraciones de sucesos, como preguntas, como diversión, como reflexiones desde la escena?

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