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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Gastón Yanes

50 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actor

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié desde la infancia. De manera paralela a mi educación primaria, mis padres me inscribieron en clases de música (piano) y Teatro en la academia DO-RE-MÍ. Tuve la fortuna de formar parte de un pequeño grupo de niños guiados por las visionarias maestras Erika Kubacsek (música) y Susana Wein (teatro), quienes tenían la clara convicción de formar artistas profesionales desde la infancia. Concluí la primaria, secundaria y preparatoria, pero por mi experiencia de niñez, digamos que «el bicho» del teatro ya me había picado de manera contundente y definitiva.
Cursé mis estudios profesionales de Teatro en México (en el Núcleo de Estudios Teatrales) y en Estados Unidos (en Dell’Arte School of Physical Theatre, CA) y si bien he incursionado en otras disciplinas como el video documental y la producción escénica y audiovisual (que también me han dado grandes satisfacciones), es en el teatro donde «me dejo perder» del todo (para bien, por supuesto) y nada más importa.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

El cuestionar «¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica?» da por hecho que tengo dichas preguntas, pero en mi caso no es del todo así. Si bien a lo largo de tantos años de dedicarme a lo que me dedico he adquirido experiencias que me han nutrido y hecho crecer, la realidad es que en cada nuevo proyecto me siento como un cachorro perdido, comenzando de cero. No tengo preguntas del todo claras, y si las tengo no siempre son las mismas, lo que sí tengo son potentes convicciones que me empujan hacia adelante.
¿»Anhelos»? Muchos. Creo que el principal tiene que ver con tener más seguido el privilegio de trabajar en equipo en donde se generen complicidades y hermandades. Es de todos sabido que el fenómeno teatral se da en grupo, todos hablan de la importancia de un «equipo»; lo que también es muy sabido, pero no dicho por todos, es que la cohesión grupal REAL se da muy pocas veces. No nos hagamos tontos: muchos dicen desear trabajar en equipo, pero veladamente el interés particular es brillar o anteponer deseos o necesidades personales desequilibrando las grupales. Adoro trabajar en grupo y en más de 35 años de trayectoria profesional, la auténtica potencia y fortaleza grupal la he sentido poquísimas veces.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Equipo, compromiso, inmersión.
No deseo (ni creo) que mi manera de habitar el teatro haga de mi práctica algo singular o distinta a las demás. Por el contrario, lo que deseo es unificar, encontrar sintonías y resonancias, adaptarnos los unos a los otros, apoyarnos todos, nadie impone nada, nadie copia nada. El cardumen se mueve junto de manera instintiva y reaccionando en bloque al mínimo estímulo.
Al escuchar la palabra «habitar» el teatro, invariablemente me remito a las veces que el personaje ha habitado en mis entrañas, ese delicioso instante, casi inasible, en el que uno se pierde controladamente, enloquece con cordura, acaricia con fuerza y golpea con delicadeza. El lograr «habitar» es lo que hace que todo haya valido la pena.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Las artes en general son fundamentales para generar cultura en los pueblos. Un pueblo inculto es un pueblo ciego, un pueblo ciego es un pueblo peligroso. El teatro es un diente más en el engranaje artístico, y por ende, cultural.
El teatro en particular es importante en todo momento histórico, lo es siempre.
Pero hoy vivimos con paranoia y aprehensión, han logrado meternos en la cabeza el miedo, nuestra maldita nueva normalidad es pariente cercana de la desconfianza. El teatro, hoy, es de valientes, tanto de artistas como de público. La paranoia, el miedo y la desconfianza también son enfermedades, se propagan más rápido que cualquier virus. Por extraño que suene, estoy convencido que la magia del teatro también genera anticuerpos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Es una pregunta amplísima, con miles de vertientes y ramificaciones y que también tiene que ver con modelos culturales y de educación en general a nivel nacional que, a mi juicio, deberían de cambiar. Pero intentaré mantenerme en el ámbito teatral, aunque me vienen a la cabeza muchos temas, abundaré sólo en uno:
Partiendo de la base de la importancia de «trabajar en equipo», pienso que dicho equipo va mucho más allá de los creativos y actores; incluye también a funcionarios, técnicos, seguridad y un muy largo etcétera. Regresando a los anhelos de preguntas anteriores (casi utopías) me permito hablar de niveles de sentidos de compromiso con el quehacer artístico que son muy dispares entre sí, alejados de objetivos comunes, o incluso inexistentes. No hay equilibrio.
¿Que «qué debería cambiar en nuestro modelo teatral?» A riesgo de parecer que estoy pateando un avispero (¡pero no lo estoy haciendo!), abiertamente pienso que los sindicatos se han desvirtuado de su sentido original de defensas laborales y han llegado al extremo de lastrar y lacerar proyectos enteros y estructuras completas. Sin duda existen derechos a cuidar y defender, soy el primero en pedir cosas justas, pero justas para todos por igual (y en congruencia con realidades nacionales) y no sólo para algún gremio u otro olvidándose por completo que forman parte de un todo. Se han desangrado a instituciones generando desbalances por exigencias que nada tienen que ver con la realidad. Muchos de los que exigen no predican con el ejemplo y, sobre todo, no dan a cambio desempeños laborales acordes a lo que dicen defender. Buscan y logran beneficiarse a la gandalla amparados por la impunidad que un poderoso sindicato «intocable» les otorga.
¿Qué debería cambiar en nuestro modelo teatral? Acabar con miles de absurdos y sinsentidos provocados por años de anquilosados vicios sindicales y generar un ambiente laboral sano, sumamente creativo, justo, lógico, congruente, eficiente, perfecto, luminoso, sin quejas, en el que TODOS estemos de acuerdo, gozosos y satisfechos con lo que nos toca hacer y lo que recibimos a cambio. ¿Utopía? Sí, sin duda, pero hablo de anhelos alcanzables.
No se me mal entienda, estoy hablando de algo bueno para todos, sindicalizados o no. Hay mucho por hacer.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que nunca dejen de soñar. Me lo desearon a mí en mi juventud y me ha servido, lo sigo haciendo. Lo sigo gozando.
Les deseo fuerza y sentido de colaboración. Que sepan que la potencia de la juventud es fuente de inspiración y también de enseñanza para «generaciones anteriores».
Pero, por arriba de todo, deseo que se sumen al equipo, al gremio; que se suban al barco y borren brechas generacionales.
Cuando actúo y conecto, a mis 50 me siento como de 20: en ese sentido, me gusta pensar que todos somos una única gran generación.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por supuesto que lo enfrento con toda precaución, cuidándonos entre todos pero sin miedo. El teatro sólo es teatro cuando A acude a ver presencialmente a B. Hay mucho de lo que ocurre hoy en día en línea que es muy bonito, valioso y emocionante, lleno de esfuerzos y logros atractivos (unos más que otros); tienen elementos teatrales adecuados al trabajo tras improvisadas pantallas caseras, pero no es televisión, mucho menos cine y por supuesto tampoco teatro, es otra cosa, digital, virtual y muy valiosa también, pero no es teatro. Eso está más que dicho por todas partes.
Lo enfrento haciendo lo que sé y amo hacer: dar funciones (actualmente con
Fariseos en el Centro Nacional de las Artes) sin miedo. Predicando con el ejemplo. Agradeciendo la presencia del respetable y valiente público que hace que la ecuación mágica del teatro se dé.
Cuando volvamos a estar juntos, deseo la existencia de multitud de proyectos luminosos que nos inviten a reír, reflexionar, llorar y colaborar con el país.
Que así sea.

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