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Categoría: Instantánea

Isael Almanza

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Isael Almanza

35 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

En gran medida siempre he creído que el teatro me llamó desde que estudiaba el bachillerato de Artes y Humanidades (cedartiano de cuna). Nunca fui un gran estudiante en los grados anteriores, y cuando empecé a tomar clases de teatro, me di cuenta que podía pasar muchísimo tiempo haciéndolo sin que lo sintiera, ni me pesara y, sobre todo, donde encontraba un refugio a mi imaginación.
Lo puedo nombrar con mayor claridad al paso del tiempo, el teatro es aquel lugar de mi juventud que pasó de ser una materia, a querer tomarla con mayor seriedad. Desde ese momento siempre pensé como algo increíble dedicarme a hacer teatro durante mucho tiempo, “Vivir haciendo lo que amo es increíble” me decía. Por eso disfruto tanto hacer, crear teatro, o todo lo relacionado a la creatividad; la latencia de convivio con el espectador, o en el mejor de los casos, con el cómplice.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Cada uno de los procesos tienen nuevas preguntas en todo momento, pero las que hoy día viven en mi cabeza, tiene que ver con la recepción de la narrativa ¿en dónde trasciende la historia? ¿Por qué la narrativa se pierde en la manufactura? ¿Hasta dónde se vuelve más un regodeo del dolor propio? ¿Para qué y quiénes contar historias?
Pensar no tanto si es una nueva ola de creación, o un nuevo formato, sino en la recepción de la anécdota, la experiencia a partir de convivir con el espectador, y en ese sentido hay tantas formas, que lo que me interesa es ver cuál es la “indicada”, la “mejor” al contar lo que quiero narrar. Si habláramos de un juego de cartas, yo siempre juego con las cartas abiertas, desde ahí empezar la comunicación escénica. Todo lo que hay es teatro, convenciones, experiencias, y aun así ver la posibilidad de creer que es verdad, y en otros casos real.
Otro tema que me conmueve, es observar cómo la realidad se expande a la ficción y la ficción a la realidad, la convierte en un tsunami de recuerdos. Me reconozco como un turista de la vida escénica, así que pensar en los lenguajes múltiples me apasiona, cómo la ópera, la danza, el performance, aquello que contacta conmigo y el otro.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Horizontalidad, pluralidad y complicidad.

Creo que la singularidad en este caso puede sonar hasta un tanto redundante, ya que actualmente es tan diverso, tan grande en el arte, que nutrirme de eso como espectador hace que me llene e inspire. Lo que sí es mi convivio con el equipo de creación, ya que considero que de la forma en que se habita el proceso, será la manera, y por ende la profundidad con la que llegará a habitarla el espectador. Es pensar en grupo, en cómo crear un nuevo juego, luego compartirlo, nutrirnos de ese otro punto de vista, el que lo complementa y lo intensifica (espectador y cómplice).
La mirada con la que abordo el hacer escénico es pragmático, me gusta saber más qué necesita cada montaje que imponerle una fórmula, así siempre me la paso increíble, sintiendo que voy descubriendo con todos algo en común. Soy un obsesivo de la narrativa, así que hago todos los detalles que singularicen cada historia. Pensarla como un ente vivo que respira a cada momento.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La importancia es muy relativa, no a todos les importa qué se está haciendo en las artes escénicas, de hecho la supervivencia es más importante para muchos, así que creo que el teatro con su capacidad primaria de adaptabilidad, tendría que fomentar un espacio de convivio y contención, un espacio donde se vuelva también un refugio, capaz de empatizar con los dolores íntimos y expresarlos.
De alguna manera dejar de ser el centro de atención (como artistas), para ser el facilitador de las emociones de un grupo determinado. Su importancia es más social que egocéntrica. El refinamiento de este arte para el acercamiento y el contacto no necesariamente físico. El arte escénico se encuentra constantemente en crisis y por lo mismo no le es ajeno el momento. También pensar que, de las catástrofes, nacen las revoluciones.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Hay tantas cosas que se necesitan reformular en el modelo teatral, que voy a mencionar algunas de las que no termino por empatizar, por ejemplo: que las temporadas sean cada vez más invasivas, a tal grado que no se puedan arraigar y generar identidad con un público. Lo hablo desde el ámbito privado como en el institucional; el que tiene poco hace poco, el que tiene lo tiene que repartir en muchos, y termina siendo poco para muchos.
Hay una voracidad por presentar y estar permanentemente en vitrinas de exposición artística y cultural, que los creadores terminan haciendo más una técnica de gestión, de logística, que realmente una creación artística. Parece un sistema de pegarle a la piñata; quien la rompa y se aviente primero, se queda con lo mejor; todo esto está claramente alejado de lo anteriormente mencionado como un valor estético y ético.
Por otro lado la adaptabilidad a la precariedad. Fomentar convocatorias o becas que no son dignas para realizar proyectos creativos. Y así una cantidad infinita de detalles relacionados con la dignificación del artista. Por último, el oportunismo del discurso de parte de las instituciones; creo que ese es un cáncer que se moldea para atraer y abanderar una apariencia de comprensión artística, convirtiéndolo en oportunismo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo a los hacedores de la siguiente generación que su necesidad de subsistir y de reconocimiento no le gane a la necesidad de compartir un momento, en donde se detenga el tiempo y se empatice.

Que no haya institución alguna que determine si se está haciendo o no teatro, si pueden o no actuar, cada uno tiene esa decisión, que aunque parece obvia, no siempre se ve así.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

El encuentro con el otro existe, aún a la distancia. Así como en el teatro se generan convenciones y se les saca el mejor provecho, así la emergencia sanitaria en la vida. No estamos pegados el uno al otro, pero ¿quién ha dicho que esa es la única manera de hacer encuentro?
Siento que esta crisis hace que la necesidad del encuentro con uno mismo y con el otro sea profunda, selectiva, de mayor calidad (tal vez sí, o tal vez no). Pero si tomo que el encuentro se da únicamente a través del contacto, también podría decir que el teatro se volverá un eje revolucionario o anárquico de nuestra sociedad. Y se tendrá que voltear a ver.
Así que eso mismo deseo, que se voltee a ver por poner en crisis la forma en la que se realiza el encuentro, cuerpo a cuerpo y mirada con mirada.

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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Bruno Zamudio

23 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Decidí dedicarme a ella por lo poderosa que me resultó la imagen de una quetzal y un xoloitzcuintle dialogando entre ellxs en una obra de la compañía Dislexia-Teatro que escribió Josefina Álvarez Aguilar. Yo tenía nueve años y distinguí que esos dos animales estaban representando a dos humanos que tenían algo que decir, pero que como humanos no eran escuchados en la realidad. Me pareció algo brillante la posibilidad de entender la humanidad a través de dos personajes que no eran propiamente humanos. Creo que sin darme cuenta, el poder de la representación fue lo que me atrajo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cuál es la historia que tengo a partir de mi identidad de género y mi identidad sexual? Por haber sido nombrado homosexual desde mi niñez hasta mi adolescencia sin yo haberlo nombrado y la Historia ahora que soy una persona homosexual declarada ¿cuáles son las consecuencias y cicatrices que ambas experiencias me han dado? ¿Tenemos la capacidad crítica suficiente para poder desarmar la información que recibimos sin los absolutos? ¿Qué oportunidades nos dan y qué censuran los absolutos? ¿Qué tanto aporta esto a la urgencia ecológica que nuestro planeta tiene? ¿Estoy aminorando a alguien con el discurso que ofrezco? ¿Enuncio o denuncio?
Anhelo que las mujeres sean reconocidas por la grandiosa labor que han hecho durante toda la vida. En cualquier área. Anhelo que dejen de ser violentadas, acosadas, violadas, censuradas, abusadas y maltratadas. Lo mismo anhelo para la comunidad LGBTTIQA. Anhelo que nos escuchemos, que permitamos el diálogo, que valoremos lo valiosa que puede ser la figura del o la dramaturgista para la revisión de nuestros procesos de creación escénica, para la mediación, la investigación, la mayéutica, la resonancia.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

«Amorosamente te escucho» o «Perdón, soy cáncer».

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Ay, ay, ay, ya no sé cuántos momentos históricos estamos atravesando en el momento en el que respondo estas preguntas, pero pensaré cuál es la importancia del teatro en este momento histórico de los momentos históricos.
Creo que es importante porque nos recuerda la subversión, de cualquier estilo, la subversión a partir de nuestros afectos, nuestras manifestaciones, nuestras integraciones al sistema para poder cambiarlo desde dentro (aunque muchas veces esto pareciera que es legitimarlo, creo que el aspecto crítico es sumamente importante aquí para la posibilidad de crear nuevas redes de trabajo y que esta creación implique la destrucción de otras ya inútiles e inservibles), la subversión de lo que posteamos en redes socio digitales y la subversión TAMBIÉN al cuestionar interminablemente las formas en las que el teatro existe, es importante que sea una disciplina cuestionante y cuestionable en sí misma.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Valorar el discurso juvenil. No quería decir juvenil porque cada quien tiene su propia relación con la juventud, pero creo que es necesario que dejemos de aminorar la participación de la gente recién egresada de las escuelas superiores de teatro o las personas jóvenes que hacen teatro y que no estudiaron en ninguna escuela superior, pero que tienen preguntas al modelo teatral al que nos integramos cuando lo hacemos de manera profesional. Ya no estamos para sólo escuchar el discurso que lleva más de 45 años funcionando, legitimado por una sociedad patriarcal sin la búsqueda de la justicia que el feminismo ha demandado en el mundo.

Creo que mi generación podría verse más integrada en la discusión de políticas culturales, que entendamos que el teatro no sólo se hace con la participación de lxs artistas escénicxs, también es posible gracias al diálogo o a la exigencia o demanda a otras estructuras de la polis, pero también creo que corresponde a las personas con más experiencia invitarlas a participar de esta construcción y este diálogo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que escriban su nombre,
en sus cuadernos escolares,
en su pupitre,
en los árboles,
en las páginas leídas,
en las páginas vírgenes,
en la piedra la sangre y las cenizas
escriban su nombre
y que por el poder de una palabra
vuelvan a vivir
que hayan nacido para conocerla
para cantarle
a la libertad.
Deseo esto pensando y «reescribiendo» el poema Liberté de Paul Éluard.
Que nunca falte la poesía, que nunca falte la poesía.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Encontrándome a mí y encontrando a lxs otrxs de otras maneras. Buscando qué otras formas tenemos de encontrarnos y qué formas distintas de sentirnos nos revelan. En el tema financiero es muy complicado, pero he buscado la forma de sobrevivir más en el trabajo cultural que en el trabajo teatral, lamento darme cuenta que la intermitencia de nuestro trabajo es un problema cuando no se tiene una beca o algún ingreso económico constante. He buscado sobrevivir trabajando como agente cultural y no como agente teatral. Creo que también enfrento la emergencia aceptando la diferencia y la emergencia, asumiendo que no puedo hacer todo lo que quisiera, que muchas veces mi campo de acción es menor de lo que yo quisiera. Ser consciente de lo que está en mis manos y trabajar con ello.
Deseo que cuando volvamos a estar juntxs tengamos la apertura de entender que las condiciones mundiales están fuera de nuestras manos, que el ritmo probablemente será lento, que aceptemos que durante un buen tiempo el teatro tendrá que ser diferente, en algunos casos más diferente de lo que ya se intentaba. ¡Que se nos curen nuestros ojos de tantas horas frente a la laptop y el celular!
Que no se nos olvide la Tierra, que la visitemos y la cuidemos, que la sigamos descubriendo, que nos demos el tiempo de vivir ecosistemas que no hemos vivido. Probablemente un día, a alguna generación, le tocará que el exterior sea prohibido. Las plantas probablemente no existirán, las flores dejarán de florecer y lxs humanxs dejarán de beber y sentir el agua como nosotros lo hacemos hoy.

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Regina Quiñones

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Regina Quiñones

49 años / Facultad de Filosofía y Letras, Colegio de Literatura Dramática y Teatro, UNAM

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié por la risa y me quedé por necia. En la preparatoria un grupo de amigos y yo preparamos una obra con un texto de Héctor Mendoza, la intención primera fue divertirnos y después surgió la oportunidad de presentarla en el Festival de Teatro Universitario. Aunque mi participación era pequeña, cada vez que interactuaba con mis compañeros me resultaba imposible aguantar la risa, me suplicaban antes de cada función que por favor me contuviera, yo prometía lo propio, aunque me fue imposible cumplirlo. Estuve preocupada porque no entendía cómo ellos podían «tomárselo en serio» y yo no. Cada vez que terminaba la función, la mayoría de mis compañeros hablaba de las experiencias místicas que había experimentado en la escena. Yo, no. Nada. Sólo balbucear el texto entre risas.
Esta experiencia desencadeno mi curiosidad, busqué e inicié mis estudios, me volví más observadora y entendí que lo que me daba risa era la forma en que cambiaban su actitud mientras actuaban, se volvían forzadamente solemnes. No éramos profesionales, llegamos a lo que llegamos por imitación. Durante la carrera tuve experiencias similares, a veces en las aulas (donde imparto clase) vuelven a ocurrir, mi necedad es tirar esas «formas impuestas» de «hacer teatro», encontrar los espacios donde la operación mental de los actores y actrices se modifique sin recurrir a las tristes imitaciones, que falsifique pero que falsifique en buena lid con la libertad de tomar decisiones en escena.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Qué quiero decir? ¿Para qué? ¿Desde dónde? ¿Por qué me importa?
Anhelo.. que las preguntas no se sosieguen para mí y para todos mis compañeros.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Docencia, dirección, sueños.
Que soy yo y mis preguntas, no hay hilo negro.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Que se vuelva a preguntar ¿Qué es teatro? y ¿Cuál es su objetivo?

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Aceptarlo como modelo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que logren desarrollar un lenguaje propio y que su curiosidad sea del tamaño de su ambición.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

El teatro es el arte del encuentro, pero el encuentro requiere comunicación ¿Qué nos queremos comunicar frente a esta emergencia sanitaria? ¿Cómo logramos que las herramientas que hacen funcionar el hecho escénico desarrollen cualidades casi anfibias para lograr la comunicación de forma virtual?
Iniciemos/ iniciamos el diálogo con la construcción de posibilidades transversales y virtuales, como un boomerang ante un silencio aparente, que nace de preguntas y reflexiones (en la mayoría de los casos) que tardará en regresar, que conocerá desprecios y amorosas acogidas, es un espejo que ojalá aprendamos a mirar antes de quedar convertidos en piedra.
Deseo eso, estar juntos editando la experiencia y construyendo una nueva.

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Carlos Sergio Guízar Cosío

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Carlos Sergio Guízar Cosío

65 años / Morelia, Michoacán

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Descubrí el teatro muy niño y mi interés creció al integrarme a estudiar actuación.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cuál será la próxima obra?
Quiero descubrir el enjambre de secretos que esconde la escena, con 40 años de experiencia todavía me falta descubrir muchos.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Transformación, efecto óptico.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Primordial porque estamos en confinamiento, el teatro tiene la virtud de liberar la mente, es indispensable para todos nutrirse con arte.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Las perspectivas simplonas y el teatro al vapor (hecho sin suficiente proceso).

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Una vida plena de sorpresas y descubrimientos escénicos, mucho público y buenos ingresos.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La mejor manera de enfrentar el COVID-19 es con paciencia y siguiendo las indicaciones inteligentes.
Cuando volvamos a estar juntos espero puestas en escena alentadoras y alegres, nada de quejas escénicas, propuestas de trabajo e ingresos dignos a la experiencia y el currículum.

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Verónica Langer

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Verónica Langer

66 años / Buenos Aires, Argentina

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Me inicié en Buenos Aires, Argentina con Raúl Serrano, un gran maestro de allá. Empecé como hobby pero, en cuanto puse un pie arriba del escenario, supe que ya no me iba a bajar de allí. No sé la razón, simplemente sentí que era a lo que me quería dedicar.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me sigue motivando la necesidad de expresarme, de conocer a los seres humanos a través de los personajes, a jugar a ser otros para ser yo misma.
Sigo teniendo anhelos, muchos, cada personaje es un viaje.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

La búsqueda de la identidad individual y colectiva.
No sé si mi práctica es singular, simplemente trato de ser honesta con mis personajes y conmigo misma.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro, y el arte en general, son herramientas que sirven para reflexionar, comprender y también sanar.
Tenemos la necesidad de vernos reflejados en un escenario o en una pantalla para entender quiénes somos.
En este momento, ante la crisis por la que atravesamos, se vuelve crucial.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Debería llegar a ser autosuficiente. No depender de los cambios sexenales.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que nuestro teatro (y nuestro cine) encuentren a su público y sea apreciado en su enorme valor.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Con la profunda esperanza de que nuestros espacios escénicos se puedan reabrir, repensando el teatro, compartiendo algunos poemas con quien quiera oírlos en las redes sociales.
Me gustaría que la gente hubiera sentido en este encierro la profunda necesidad de que nos volvamos a reunir, que se vuelque a los teatros con alegría y que los teatros estén llenos.

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Alejandra Ballina

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alejandra Ballina

42 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde siempre he estado vinculada al teatro de alguna forma: mi abuela paterna era bailarina de ballet, mi padre arquitecto, mi madre escritora y mi hermano desde niño sabía que iba a ser escenógrafo… así que desde siempre.
Aunque en realidad estudié comunicación… yo decía que era Teatrera “de closet” y cuando terminé la carrera tuve mi primer trabajo en teatro y de ahí no he parado…

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me gusta la docencia, la producción y sobre todo lo que más me apasiona es la dirección. Contar nuevas historias y ver cómo otros las cuentan a su manera.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Directora, observadora, productora.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Que va a ser la forma en la que podamos hacer catarsis y contar nuestras historias para acomodar, entender y asimilar lo que está sucediendo.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La forma de llegarle a la gente. Acostumbrarlos a que el teatro es valioso.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que encuentren las razones correctas por las cuales se cuentan historias, se hace teatro, se trabaja en equipo… dejando vanidades y egos de lado.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Que seamos más fuertes y que sobrevivamos a todo esto.
Que le lleguemos a la gente y que nos necesiten tanto como
nosotros a ellos.

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Mireille Bartilotti

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mireille Bartilotti

47 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde que tengo uso de razón he estado inmersa en las artes escénicas. Mis padres siempre han estado ligados a estas y nos inculcaron el arte de amar la escena. Además de lo anterior, siempre me gusto ser “ajonjolí de todos los moles” como me dice una amiga y esto me llevo a estudiar comunicaciones. Era la única carrera que me podría acercar a la producción y a la escena, desde el ojo de “afuera”, es decir, “tras bambalinas” y cuando caí en cuenta ya estaba yo produciendo todo lo que se me ponía enfrente.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Por qué no ser los mejores? Las artes escénicas tienen la base del acto “en vivo” uno frente al otro, dar y recibir. Lo que hoy no se hace, ya no se podrá hacer mañana… tienes que dar el 100% y un poco más hoy!
Quiero seguir generando, viendo y viviendo ese “algo especial” que se queda en la cara de todos los que participamos en la escena: artistas, creadores, técnicos, acomodadores, gente de limpieza y por supuesto ¡El Público! Cuando escuchas entrepiernas o entre pasillos los comentarios con respecto a lo que acaban de ver… siempre me ha hecho sentir viva, útil y ¡querer más!

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

¡Dejar la piel!

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

¡El Teatro siempre ha estado en los momentos históricos! ¡Y hoy no deja de ser la excepción!
El anhelo de todos por pisar de nuevo los escenarios es grande y se alimenta día a día; sin embargo, hay que generar nuevos estilos de quehacer escénico. No se puede llamar Teatro, ¡porque el teatro es intangible! Sólo se vive y se siente…

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Sigo con la idea de la respuesta anterior. Hay que reinventarse en el quehacer escénico. Generar sensaciones vivas, ¡de aquí y ahora! Pero no llamarlas “Teatro”.

Debemos ser incluyentes… ahora que las redes sociales y el internet han cobrado una “vida” debemos tener la capacidad de: 1) entenderlas, 2) incluirlas en nuestro quehacer y 3) regalarlas a la comunidad. Generar estilos de expresión que salgan del cotidiano; atraer al lente de la cámara, al micrófono y a la pluma y convertirlos en cómplices de nuestro arte; salir del cotidiano y común.
¡Es momento de reinventarnos y crecer!

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

¡Que dejen volar a su imaginación! ¡El tope o límite nos lo ponemos nosotros mismos! Vivimos las experiencias a modo de “copia” del anterior o del vecino o ¡del extranjero!
Somos grandes como Raza (humanos) y, sin embargo, no sé si por miedo o por flojera mental, nos es más fácil replicar lo ya visto… y, sin embargo, como Raza (mexicanos) tenemos una capacidad infinita de crear… ¡es cuestión de creer!

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La emergencia nos agarró a todos ¡con las manos en la puerta! Sin aviso alguno… y así es como las especies evolucionan.
Deseo que cuando volvamos a estar juntos, seamos más grandes por dentro; más abiertos a la vida que es la mejor enseñanza; que hayamos tenido el tiempo suficiente para aprender y aprehender a ser mejores y más grandes, sin perder el piso.
No debemos regresar al día en que entramos en confinamiento y esperar a que todo siga su curso. Es momento de Crecer. De respetarnos los unos a los otros y de sumar esfuerzos.
Si este regreso nos va a llevar a tener 5 espectadores en vivo y 100 vía streaming… que sea igual de valioso a que tuviéramos la sala llena.
Es un momento de generar nuevos espacios, nuevos modos de nuestro quehacer y sobretodo de dar cabida a nuevos espectadores, que por su condición (física, mental o social) no puedan acudir a los recintos.

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Natalia Goded

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Natalia Goded

32 años / Pátzcuaro, Michoacán

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mis papás son unos amantes del arte y desde chica me acercaron a todo tipo de expresión artística, desde casa y desde la escuela que ellos tienen y a la que fui de pequeña.
De pequeñita quería ser titiritera porque mi mamá me hacía títeres y el día que descubrí que yo podía hacer en persona lo que hacía con los títeres algo en mi mente explotó y quedé profundamente enamorada de la práctica actoral. Decidí dedicarme a esto porque es lo que más me divierte hacer en la vida y, para mí, la vida es para disfrutarse.
Elegí una carrera en la que me pagan por imaginar, por crear, por comunicarme, por transformar-me, por cuestionar, por conocerme cada día más… ¡qué dicha!

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mis preguntas suelen ser bastante prácticas, tienen que ver con el cómo hacer teatro y para quién, me pregunto constantemente qué hacer para que el teatro llegue al público.
Creo que vivimos en un país donde el arte se ha centralizado muchísimo y se ha hecho poco por procurar que exista en los confines más remotos o ni siquiera tan remotos. Vivimos en un país donde no hemos sabido procurar la existencia y crecimiento del espectador y consumidor de arte.
Pareciera de pronto que los artistas nos preocupamos más por sobrevivir en el día a día que por crear alternativas para que nuestros proyectos y visiones encuentren paraderos fértiles donde nuestro quehacer descubra las miradas de quienes están ávidos de toparse con el arte en todas sus posibilidades. Lo digo porque lo he visto. Lo digo porque he presenciado estas posibilidades. Sería maravilloso que el arte en este país se manifestara en ese sentido, que se revele en contra de la comodidad que ha encontrado y que resulta ser, en muchos casos, una comodidad bastante pobre.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Irreverente, sencilla, valiente.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Éste es un momento crucial de la historia, tenemos frente a nuestras narices la posibilidad de revelarnos contra un modo de vida mediocre, cruel y al punto del colapso (hablo de la economía, de las relaciones humanas, de la relación con la naturaleza, de todo). En ese sentido, es un maravilloso momento histórico si se sabe ver con valentía y se asume con congruencia la responsabilidad gigante que debemos asumir como seres humanos (y como artistas), cada uno, individualmente, sí, pero también colectivamente.
Una de las cosas que hacen SER al ser humano precisamente es la capacidad creativa. Crear es saber amar. Y el teatro congrega a la gente a imaginar junta, a saber ver las posibilidades amorosas. Por eso lo extrañamos tanto en este encierro, nos urge el encuentro y estoy segura de que muchos creadores se estarán preguntando si el arte es necesario o no y qué implicaría ser de verdad imprescindible para las vidas de todos en este mundo que de pronto parece que se nos cae a pedazos.
La verdad es que el arte es imprescindible porque la belleza y la rabia necesitan encontrarse y oponerse a toda la pestilencia que hemos permitido pondere a nuestro alrededor.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que no hay un modelo de hecho y eso me gusta, he visto tantas variantes y tantas posibilidades de teatralidades como extenso es nuestro país.
Vivimos en un país realmente teatral y no estoy segura de sí lo hemos sabido ver y aprovechar a nuestro favor desde nuestro quehacer como artistas.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que sus procesos creativos sean amorosos, valientes y rebeldes. Se necesita un teatro combativo con urgencia, así que deseo llenemos las arcas de creadores apasionados.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Deseo un escenario revolucionado, donde esta idea de vivir confrontando a la muerte cobre sentido, donde el Teatro sea un arte de valientes y arrojados que no temen cambiar al mundo.
Desde mi quehacer en específico haré más comedia que nunca, más irreverente que nunca y a gozar el encuentro como si de verdad se nos fuera la vida en ello, porque ya vimos que sí se nos va… ¿qué no?

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Verónica Bujeiro

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Verónica Bujeiro

43 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Para mí es importante mencionar que empecé como espectadora, porque así fue. Mi mamá solía llevarme al teatro a regañadientes, pero un día vi «Lo que cala son los filos» de Mauricio Jiménez y todo cambió. Puedo afirmar que mi deseo por hacer teatro vino de ahí y de algunas obras igual de deslumbrantes que he visto a lo largo de mi carrera como espectadora. Debo de aceptar que algunos años le fui infiel al teatro con el cine, porque pensé que ahí estaba mi profesión, pero al estudiar guión en el Centro de Capacitación Cinematográfica el teatro se me volvió a imponer, ahora a través de la dramaturgia. Por algunos años vacilé entre ser también guionista, como hacen muchos colegas, pero no siento que pertenezca a la tribu del cine, el teatro es mi casa, es el lugar en donde soy más libre y más feliz. No sólo porque me permite enunciar y dar una realidad a las cosas que tengo en la cabeza, sino también porque me permite entender el mundo, a los seres humanos. El drama está en todo lo que hacemos, crea sentido.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

No sé si sabría enunciar concretamente las preguntas que me rondan, pero sí estoy muy enfocada en explorar territorios que escapan a mi zona de confort en cuanto a lo creativo.
En este punto en mi vida personal y profesional hay obviamente un bagaje, pero aunque no me lo proponga siento que siempre parto de cero. Después de haber recorrido el género de la farsa como mi estandarte, ahora me encuentro desarrollando un proyecto híbrido entre dramaturgia y ensayo literario por el que tengo igual cantidad de entusiasmo que de miedos y dudas.
Yo pienso que habito el teatro desde la investigación exhaustiva de un tema y la apuesta es siempre convertir eso en un drama que pueda pararse en un escenario. Me cuesta mucho trabajo, pero en cada obra hay un proceso de aprendizaje importante y una fascinación mayúscula por el modo en el que construimos y justificamos nuestra existencia a través de actos y relatos.
Lo que anhelo realizar desde hace tiempo es una pieza puramente sonora para el teatro, no para el radio, sino en presencia del espectador. Hay propuestas de arte sonoro que se acercan mucho a eso, pero me gustaría ver si puede funcionar como un acto escénico.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Dramaturga farsante que ensaya.
Son cuatro, lo siento.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Nunca pensamos estar en una crisis en la que la presencia y el contacto nos pusieran en riesgo y el teatro al ser un arte que requiere de estos dos factores nunca se ha visto más vulnerable.
Ha sido muy interesante ver el debate a nivel mundial de qué es lo que va a pasar en el futuro inmediato porque justamente ha evidenciado las carencias que a nosotros nos son conocidas, pero ya empiezan a ser parte de una discusión que involucra a más agentes. A través de esos debates y el inminente riesgo en el que se encuentra el teatro, se está generando una conciencia sobre el presente que espero nos ayude a vislumbrar un horizonte de posibilidades creativas y económicas inéditas.
La crisis es ineludible, sin duda, pero ha sido hermoso constatar la tenacidad y resiliencia que están detrás de la maquinaria humana que sostiene el arte teatral.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La rotación artística es sin duda un punto neurálgico para apuntar a un cambio, porque tenemos muchas instituciones que están formando artistas escénicos, pero ningún espacio en donde presentarse o ensayar sus inquietudes.
Como pasa en muchas artes tendemos a confundir lo que tiene éxito o lo que se presenta recurrentemente como un modelo a imitar y es muy triste ver la carencia de un desarrollo de poéticas.
Ya hay esfuerzos por parte de la institución para dar visibilidad a nuevos talentos, que entre la cantidad de personas que somos en el gremio sigue siendo muy poco, pero el gesto me parece significativo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Las nuevas generaciones deben de confiar en sí mismas y no perder conexión con la realidad fuera de los escenarios, comprometer su punto de vista a sus pasiones íntimas, pero también a lo que está pasando afuera.
El teatro no se crea a través de una poética endogámica, hay que estar empapados de todo lo que se pueda. Les recomendaría salir del teatro y volver a él para ver qué traen de vuelta.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

A raíz de un taller que acabo de impartir en línea ésta emergencia me ha permitido entender que pese a las pantallas y las distancias se pueden establecer vínculos humanos importantes.

Y al menos en mi caso este “tiempo fuera” me ha dado espacio para la reflexión y la posibilidad de concentrarme en cosas que había dejado de lado por la enajenación cotidiana. Es una pausa llena de ansiedad e incertidumbre por lo que viene, pero he estado recobrando fuerzas que tenía perdidas.
Pienso que si algo nos dejó en claro esta crisis es que no podemos dar por sentado la presencia del otro. Volver a los teatros nos hará más patente esta importancia.
Espero que estar sentados en proximidad de los otros dentro de una sala vuelva a ser el acto significativo e importante que es.

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Diego Montero

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Diego Montero

31 años / Michoacán (residente actual de la Ciudad de México)

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Por causalidad, diversión y por felicidad.
Cuando tenía 16 años hice mi primera obra de teatro en la preparatoria, por invitación de mi profesor de literatura misma que disfruté enormemente; el proceso y la experiencia en sí. Al egresar de la prepa yo quería ser músico, ya era oyente de un grupo de guitarra clásica en un Centro de Educación Artística y mi entonces objetivo era estudiar en el renombrado Conservatorio de las Rosas en Morelia, sin embargo, era muy costoso y ni mis padres, ni yo por supuesto podíamos pagarlo.
Por razones geográficas de mi ciudad, el Conservatorio y la Escuela Popular de Bellas Artes son divididas por un par de calles. Camine a la segunda con la opción de estudiar música ahí, ya que ésta pertenecía a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo que es pública. Después de pedir informes y saber que la carrera en Bellas Artes consistía de 9 años más la titulación, comencé a desestimar esa opción como una carrera a elegir, me espantó tanto tiempo de estudio (sin duda no tenía la vena, pasión y el rigor que se necesita para estudiar música de manera profesional). Tomé un par de trípticos y salí de ahí algo desanimado. Uno de esos trípticos era la oferta académica de la escuela que incluía todas las carreras en artes y sus características. Ahí se encontraba la Licenciatura en TEATRO ¿Teatro? ¿Eso se estudia? (pensaba yo) también pensaba y recordaba la experiencia en la prepa y me dije: «Yo arriba del escenario me DIVERTÍ enormemente y fui FELIZ, si eso se puede estudiar, es una carrera, yo quiero estudiar algo que me divierta y me haga feliz».
Causalidad y diversión.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Ser teatrero es ya un acto político y de resistencia (se ha discutido mucho al respecto) y difícilmente uno se mete a estos terrenos si no se tiene un gen o una chispa de compromiso con la sociedad o su entorno. Sigo pensando en mi quehacer como una práctica de la otredad, ese otro que me conforma como ser humano integral que se congrega en comunidad.
Llevo 15 años haciendo teatro, 9 de egresado y profesional (por así decirlo). Estos nueve años todas mis preguntas o anhelos tienen que ver con confrontar/compartir con un público al que pocas veces le llega el teatro, pensar en el ciudadano de a pie, el del barrio, de la comunidad rural, en la gente de «verdad». Lo digo sin intentar caer en soberbios conceptos, pero pienso que hay mucho de fantasía sobre lo que somos y sobre el «público» de teatro. Sobre todo un pensamiento centralista, muy de la capital mexicana, en fin, tal vez esa es una discusión aparte.


He disfrutado enormemente ir, presentarme y compartir mi trabajo escénico (obras o impartiendo talleres) en lugares en verdad recónditos de algunos estados: Puebla, Guerrero, Oaxaca, Querétaro, Nayarit, Sinaloa, Guanajuato… y he visitado muchos de los municipios de Michoacán.
Ahora viviendo en la Ciudad de México he encontrado una mezcla de experiencias, desde el enorme y bonito Centro Cultural del Bosque hasta poder presentarme en Milpa Alta o Nezahualcóyotl, o con mi amado grupo de la tercera edad de San Lorenzo Tezonco en Iztapalapa.
Finalmente me pregunto desde «el otro» que a su vez es preguntar «desde mí». Las preguntas cambian, pero en verdad todas confluyen en buscar el bienestar mental, espiritual o social, en algunas extirpar aquello que nos desmorona, como la violencia y la falta de seguridad.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No creo que me hagan diferente o distinto, simplemente son en las que baso mi trabajo: Ética, compromiso y ser rudimentario.
Describo un poco:
Ética: -El deber ser- como un filosofía de vida. Transparencia de procesos creativos, de producción, de carácter económico y artístico, reconociendo la labor del otro, siempre.
Compromiso: Con el equipo creativo, el espectador, conmigo mismo. Una férrea disciplina a los acuerdos y al tiempo de las personas.
Rudimentario: Parto de lo sencillo, común, lo palpable, inmediato incluso, lo humilde, lo pedestre, lo bucólico. Hay dentro de mí una fascinación por el universo de lo rural, que es muy complejo. Parto mucho de mi infancia y mis referentes familiares para entender el fenómeno escénico, parto de mis recuerdos, todo ese mix-folklore que la conforma y me conforma ahora como un «adulto».

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Tengo más dudas e incertidumbre que respuestas a eso. Tal vez eso a lo que más temo sea en el fondo el deseo de que algo importante perdure para que el TEATRO exista.
Ojos que miran Ojos / Voces que cuentan y oídos que escuchen / Risas que dialoguen con historias irreales que cuenten cosas que parecen reales, pero que no lo sean y que nos hagan pensar en la verdadera y cruda realidad o fugarnos de ella por un instante.
Demasiada virtualidad, videos por aquí, por allá, demasiada discusión sobre lo que es y no es, pero quiere serlo.
Tal vez la importancia del teatro sea la Espera. La Calma. Y estar sanos para volver al convivio, al fenómeno aurático del aquí y el ahora.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Romper con la invisibilidad.
Somos invisibles para las instituciones.
Somos invisibles para la mayoría de la población en nuestro país.
Somos invisibles entre nosotros.
En tanto no tengas un asterisco, premio, reconocimiento, diploma, sello de abejita trabajadora o cualquier otro invento para «reconocer» tu trabajo, sigues siendo invisible.
Cuando eso se logre tendremos dignos y verdaderos contratos, acceso a derechos laborales más justos, sueldos acordes a los tiempos que corren y la sociedad nos demandará producciones de calidad y hemos de responderle con compromiso y buena hechura.
Mucho de la invisibilidad es responsabilidad nuestra, al no romper con esquemas y costumbres que nos han llevado a la precariedad.
Al día de hoy las instituciones que demandan nuestros servicios culturales y/o artísticos siguen pensando que nos «favorecen» al «contratarnos», el tema económico asfixia nuestra poca sustentabilidad y nuestros emprendedores proyectos muchas veces fracasan en una cadena de esperanza y falsa ilusión.
Lo anterior nos lleva a vicios o triquiñuelas, al canibalismo teatral, al caza-becas, al sabotaje mediático del que «por primera vez se gana algo» «Sí, seguramente fue por ser el /primo-del-amigo-del-sobrino-del-secretario-bla-bla-bla/» y es que también: «la burra no era arisca» Si bien puedo decir que en mi experiencia los procesos de selección, contrato, subvenciones o apoyos al arte han sufrido mucho saneamiento, debemos seguir exigiendo a nuestras autoridades la transparencia absoluta de cualquier proceso que genere opacidad.
Por otro lado pienso que los hacedores debemos realizar mayores alianzas y buscar rutas de otra iniciativa; la privada, las A. C., o incluso esquemas de cooperativas artísticas que no dependan siempre y únicamente del apoyo del Estado (otro vicio más que arraigado).
Hacer teatro con, sin, o a pesar de las instituciones públicas.
(Nota: Pero la verdad, sí está muy cabrón.)

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Tengo casi 32 años, soy relativamente joven (eso digo yo). No pretendo lanzar una lección o un deseo propiamente, tal vez una sugerencia y sería que por más que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y puedan realizarse maravillas o espantosos intentos de, que sigan pensando que el teatro se hace entre personas, pocas o muchas, se hace como un juego, como un ritual.
Que no olviden cierto origen, que se piense en el «fuego y la historias que se contaron al momento de danzar alrededor de él»
Podemos usar mil proyectores, hologramas, circuitos cerrados o lo que sea, pero si no hay «un fuego» si no «danzamos con el otro», «si no lo sentimos», «si no lo vemos directo a los ojos». Eso nuevo que nacerá será una realidad distinta, que no rechazo, pero…
…eso no es este juego al que yo aprendí a jugar, el convivio del Teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Con mucha frustración, tristeza y enojo. Sobrevivo a mi insomnio y la depresión no con la esperanza del regreso, sino con la nostalgia del pasado, eso me salva, el recuerdo (sé que no suena muy positivo que digamos).
Tratando de entender la fiebre de «producir, producir, producir» / Grábate actuando / Grábate jugando / Grábate pensando (o haciendo que piensas) / haz
Tik Tok’s y te ganas un «apoyo», etcétera. En fin… Sigo digiriendo la necesidad, el objetivo y los por qué de cada cosa, puesto que existen muchos matices en el asunto.
-Deseo que no hubiera pasado. Pero ya pasó.
-Deseo que los Teatros no estén llenos de gel anti-bacterial y la gente tome un lugar a cada tres butacas con la ahora llamada «sana distancia».
-Deseo no ver cubre bocas mientras busco a un espectador para comentarle un diálogo o guiñar con su complicidad.
-Deseo que la gente vaya al teatro sin temor.
-Deseo que mis compañeros (como yo) repongamos el ánimo y la estabilidad en todos sentidos.
-Deseo que regresemos verdaderamente convencidos de regresar y que no sea la asfixia de la «economía global» la que empuja al ya vapuleado capitalismo sin importar la salud.
Pero eso difícilmente sucederá…. Y habrá gel, cubre bocas por doquier, butacas vacías cada cierto espacio, etcétera. Y es que nos acabamos un mundo, uno que llegó a su límite, uno que contaminamos, que no respetamos y que sí, suena a cliché, pero nos pasó la factura.
Pero bueno, como diría un gran maestro de teatro y lo dice Freud, «somos todo deseo». Y debemos encontrar el equilibrio para no desbordarnos, eso es lo que nos queda.
Ya lo dijo el Oráculo de Delfos: «Conócete a ti mismo y encuentra la medida».
Mi pesimismo no es más que una optimista postura basada en la razón de querer que todo mejore, a pesar de las evidencias, y eso puede ser muy doloroso. Gracias por las preguntas.

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