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Nuestro hogar

Si apagara las luces
se llenarían los platos de recuerdos
y en cada cucharada
me faltarían tus señas
como falta la sal, el agua o la ternura.
No habría ningún rincón para la noche
y tu silencio
-ese animal salvaje-
me comería por dentro.

Ángel Vargas



Un departamento pequeño. A través de la sala observamos la cocina.

___________________________________

1

Poco a poco, irá anocheciendo. Fran cubre una charola con aluminio para meterla al horno. Vala está desparramada en una silla; se levanta desesperada, se vuelve a sentar. Se acerca a la ventana, está por abrirla pero…

Vala: Pues no voy a estar en la ventana. Ni siquiera voy a abrirla. No confío en esa familia de palomas que vive enfrente.

Fran: Tú les debes dar más miedo de lo que ellas a ti.

Vala: ¿Nunca has escuchado lo sucias que son? Como ratas con alas.

Fran: Qué falta de respeto que las juzgues sin antes conocerlas.

Vala: Yo no las quiero, ellas no me quieren. Es mutuo, pero nos tenemos que tolerar. Que te baste con eso.

Fran: Ni siquiera son de la misma especie.

Vala: ¿Tenías que prender el horno precisamente hoy que amanecimos como a veintinueve grados?

Fran: Eres la reina de los panchos. Mejor ven y ayúdame. Quiero intentar llevar la cosa lo mejor posible.

Vala: Asarme en casa no es la idea que tengo sobre llevar bien las cosas. Te estás vengando.

Fran: No seas infantil. Ya casi está el horno y después de eso son cuarenta minutos.

Vala: ¿Quieres que te pida disculpas, verdad? ¿Si te las pido puedes dejar eso y pedimos una pizza o nos hacemos unas sincronizadas? ¿Quieres? Por favor dime que eso quieres.

Fran: Quiero que te sientes, te tomes un vasito de agua para refrescarte, y dejes que te consienta. También tengo calor, pero esto es importante.

Vala: ¡Ya te rompiste! Tu termostato interno se fue al caño.

Fran toma la charola y la mete a un horno eléctrico.

Fran: Ya está. Sólo hay que esperar. No sé por qué te pones así. Ya lo habíamos alargado bastante.

Vala: (Mirando a la ventana) Desgraciadas. Esa no deja de verme. ¡Ah! ¿Qué me ves? Ya nos perdieron el miedo, Fran, y cada vez son más y más. Un día van a meterse.

Fran: Hay que aprender a vivir con la naturaleza y aceptar que llegaron aquí antes que nosotros.

Vala: ¿Seguro que no te reclutó Green Peace? Esas cosas no llegaron antes que nosotros. Si ya estaban, yo no me acuerdo. Cuando estoy contenta esas cosas no me importan.

Fran sólo resopla. Silencio.

Fran: ¿Me vas a extrañar?

Vala: Pues no, fíjate.

Fran: (Intentando enternecerla) Yo también.

Vala: No empieces a querer hacer de esto un momento de escucha y entendimiento. Mírame toda sudada y pegajosa por tu chistecito. Esto no está siendo romántico. Viste muchas telenovelas de niño. Aquí todo va a seguir igual cuando te vayas. Lo único que va a cambiar son esas pinches palomas que cada semana van a ser más y más hasta que no haya un solo minuto sin escucharlas.

Quiero que te lleves ese pinche horno.

Fran: ¿Qué?

Vala: No lo quiero aquí.

Fran: ¿A dónde quieres que me lo lleve?

Vala: Allá vas a tener mucho tiempo para usarlo.

Fran: Ahí ya hay horno … ¿Estás terminándome?

Vala: ¡No! No… no, no, no. Sólo quiero que te lleves tu horno. ¿Sabes cuántas veces lo he usado yo? Exacto.

Fran: ¿Tienes idea de cuánto va a costar subirlo al avión?

Vala: Ese no es mi problema.

Toma el celular y comienza a ignorar a Fran.

Fran: No puede ser, me casé con una niña chiquita. ¿Cuántos años tienes? ¿Quince? Creo que es ilegal salir con menores de edad.

Vala: No te va a funcionar. Vivir juntos o lo que sea que hagamos aquí no es igual que estar casados.

Fran: Entonces puedo quitarme esto (hace el ademán de quitarse un anillo).

Vala: (deja el celular) ¡Fran! Te están viendo. Soy yo quien se va a quedar con ellas juzgándome. No les voy a dar el gusto de ver el inicio de nuestra decadencia. Quítatelo ya que estés lejos.

Fran: ¿Y si te digo que no me lo voy a quitar ni cuando esté allá?

Vala: Entonces voy a empezar a pensar que eres un mentiroso.

Fran: ¿Ni siquiera fantaseas con que así sea?

Vala: Mis fantasías están muy, muy, muy lejos de eso.

Fran: Y no te pones celosa. ¿Por qué no te pones celosa? Deberías ponerte celosa.

Vala: Estás medio malito de tu cabeza.

Fran: En el fondo sí lo estás.

Vala: Sí, celosa de todo aquél que disfruta de un poco de frescura en este momento.

Fran: ¿Entonces por qué te enoja que me vaya?

Vala: No es en lo que habíamos quedado.

Fran: Nos quedamos sin pretextos. Todo se adelantó.

Vala: No, nada se adelantó, sólo no quieres pensar en una buena excusa.

Fran: Van a dejar de creerme y después va a ser más difícil poder llegar.

Vala: Estúpido fin del mundo.

Fran: No es el fin del mundo. … ¿Tú ves a más gente cuando me voy?

Vala: No voy a responder a eso.

Fran: Entonces sí.

Vala: Si te digo que sí, vas a empezar a molestar y si te digo que no, no me vas a creer.

Fran que se había acercado vuelve molesto a la cocina y continúa preparando la cena.

Vala: (sin moverse de donde está) No veo a nadie.

Fran: Okey.

Silencio.

Vala: También la cafetera.

Fran: ¿Qué? ¿Quieres café?

Vala: No. Que también quiero que te lleves tu cafetera. No quiero verla.

Fran: Y aquí vamos otra vez.

Vala: No voy a vivir con tus cosas, que te quede claro. Necesito mi espacio. Tú tomaste tu decisión de irte y mientras vuelves yo tomo la mía de no estar rodeada de objetos que no uso.

Fran: Entonces regálale nuestras cosas a alguno de tus amantes.

Vala entorna los ojos y pone los ojos en el celular.

Vala: Qué grande está el hijo de tu hermana. Mira cómo se pinta la cara, ¿no andará como drogándose con punks y eso?

Fran: No hables así de mi sobrino, gracias.

Vala: Francisco Mariano, ya por favor apaga ese horno.

Fran: No puedo apagarlo. Está cociéndose con su propio jugo. Cuando quede listo me lo vas a agradecer y vas a tener que pedirme una disculpa.

Vala: ¿Sabes qué? Tu sobrino también es el hijo de mi mejor amiga, así que puedo hablar de él.

Fran va al horno, lo abre, saca el plato y pica el interior con un cuchillo.

Vala: ¿Ya? ¡Gracias! ¡Al fin!

Fran: Está quedando seco. (Pone agua en una jarra eléctrica) Hay que echarle agua.

Vala: Échale el agua así, ¿para qué necesitas que hierva? Ya estamos en un sauna.

Fran: Perdón, chaparra, pero tiene que ser agua caliente. Es un tip que me enseñó MI hermana.

Vala: ¿Y tú qué le haces caso a esa engendra punks?

Fran: Ya no voy a discutir contigo sobre mi cena. Si quieres pelear, pelea sola, histérica.

Vala: Histérica tú.

Fran: Tienes razón, debería pensar en ir a terapia, ¿no?

Vala: No necesito terapia.

Fran: No, yo lo decía por mí.

Vala: No me trates como tonta.

Fran: Nunca lo haría. ¿Con qué cara? Si yo aquí soy el que está preocupado por unas palomas en la ventana.

Vala se enoja, va por la jarra y, todavía conectada, tira el agua, sobre el horno. Una explosión en la jarra. Chispas del horno. Se va la luz.

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2

Una hora más tarde. Ya anocheció. Vala le sostiene una linterna a Fran que intenta arreglar la caja de fusibles. Por la ventana se ve la luz de la calle.

Vala: Perdón, yo qué iba a saber.

Fran: Es un horno eléctrico.

Vala: Bueno ya… discúlpame. Ya sabes que no me gusta que me digan loca.

Fran: Pues no actúes como loca. Se chingaron los fusibles. A ver si no te jodiste toda la instalación.

Vala: Hay que llamar a alguien para que lo arregle.

Fran: ¿A esta hora? ¿Con las cosas como están?

Vala: Pues sí, tú mismo dijiste que no es el fin del mundo.

Fran va al horno.

Fran: Alúmbrame aquí. Voy a tener que terminar de cocerlo en la estufa.

Busca entre los trastes.

Fran: ¿Viste el sartén?

Vala: Sí. Bueno. Me enojé cuando me dijiste que te ibas a tener que ir y lo aventé por la ventana. ¿Qué?

Fran: ¿Y tienes el descaro de pedir que no te llamen como te llaman? Loca. Estás loca.

Vala: Loca, pero al menos no reprimo mis emociones. Es un arrebato que a cualquiera le puede suceder.

Fran: Pudiste matar a alguien.

Vala: Hubiera sido selección natural.

Fran: Hubiera sido homicidio.

Vala: Bueno, nadie murió. Sólo el sartén.

Fran: ¿Y en dónde se supone que voy a terminar de cocer esto?

Vala: Por ahí todavía teníamos el comal.

Fran: Todo un perro día de trabajo en esto tirado a la basura.

Vala: No te enojes conmigo. Ya sé, podemos terminar de cocinarlo y no sé, poner musiquita…

Fran: No hay velas, así que no empieces.

Vala: Bueno, pongo… pongo el celular. Y cenamos a la luz del celular.

Fran: No hay electricidad para poner música.

Vala: Tú a todo le encuentras un “pero”.

Fran: Va a quedar todo revuelto. Si hubiera querido picadillo, hubiera cocinado picadillo.

Silencio.

Vala: Creo que no estamos aprovechando bien el momento. Hay que ver en esto una oportunidad, no una desgracia.

Fran: El grupo de apoyo emocional es del otro lado de la calle, no sé si sabías. Les va a encantar tu frase.

Vala: A lo que me refiero es que, ya que estamos a oscuras, tú y yo, solos. ¿Nunca has escuchado acerca del sexo con un poco de odio?

Fran: El odio y el hambre no son buenos acompañantes.

Vala: El sexo es como la sal. Va bien con todo.

Fran: Qué bueno que renunciaste a cocinar.

Silencio.

Fran: Es más fácil pedir disculpas con palabras que intentando seducirme. Ya me debes dos.

Vala: Si no es competencia.

Fran: Primero me dices lo que me dices en la mañana. Y ahora esto.

Vala: Está bien. Perdón. Perdón por decirte lo que no quieres escuchar y perdón por arruinar tu cena.

Higo: Val, no es mi culpa que se haya parado todo. Si todo está detenido, no tengo excusa y debo volver. Así funciona.

Silencio.

Después de la cena quería hacerlo. Como marranos. Toda la noche. Quería despedirme bien de ti. Pero ahora no sé cómo arreglar esta cosa para no dormirnos con la panza vacía.

Vala: Déjalo así, hacemos unos sándwiches y mañana arreglamos lo de la luz.

Fran: ¿Ajá? ¿A qué hora? (Abre el refrigerador) ¡ME LLEVA EL DIABLO!

Vala: ¿Qué?

Fran: A ver si con la descarga no se chingó el refri. Ni que los regalaran.

Vala: Fuiste tú el que insistió en comprarlo, yo no lo quería.

Fran: Y nos ha servido de mucho.

Vala: También nos las habríamos arreglado sin él.

Fran: Es que tú no quieres nada, no quieres horno, no quieres refri, parece que no quieres que nuestra casa sea normal.

Vala: Por supuesto que quiero que nuestra casa sea normal pero la mitad del tiempo no estamos aquí.

Fran: Pues cuando estamos es nuestra. Si de verdad no querías todo esto, me hubieras dicho.

Silencio. Vala deja la lámpara y se acerca a la ventana. La luz del exterior le da en la cara. Se queda viendo hacia afuera durante todo el siguiente diálogo.

Vala: Vete a dormir si quieres. Yo mañana busco a alguien para que arregle todo.

Fran: Yo puedo. Antes de irme voy al super a comprar fusibles. No te voy a dejar así.

Vala: Las odio tanto. De día se la viven de un edificio a otro y por la noche se adueñaron de los rincones del edificio. Lo peor va a ser cuando empiecen a tener crías. Entonces no va a haber vuelta atrás. Van a esparcirse e inundar el lugar hasta que consigan corrernos. Un día no vamos a poder regresar por su culpa. Sus gorgojeos se me olvidan a ratos pero siempre vuelven, siempre hay un momento en el que me acuerdo que ahí están. No se callan ni en la madrugada, ni cuando todo está más oscuro. Sólo bajan el volumen pero si prestas atención, ahí sigue su prrr… prrr…

Fran se acerca y la separa de la ventana.

No quiero que tengan crías. No deberíamos dejarlas invadir la casa.

¿Por qué es tan importante para ti comprar cosas?

Fran: No es importante.

Vala: Siempre que llegamos dices que algo falta. El primer año fue el horno. El segundo llegaste con una cafetera. Después la televisión. El refri. El escurridor. Siempre hay una pieza que falta.

Fran: No es que falte.

Vala: Sólo que no es suficiente, ¿no? Aquí siempre hay algo incompleto.

Silencio.

Fran: Hay que usar el espacio. ¿Te imaginas que estuviera todo vacío?

Vala: Sería más fácil limpiarlo.

Fran: Pero no sería nuestro hogar.

Vala: Eso sí me gusta. Tener algo nuestro. “Nuestro hogar”. Ya no es “tu” casa, “mi” trabajo, “tu” hermana, “mi” amiga. “Tu…” ya sabes. A veces pienso que llenas de cosas todo porque quieres que aquí sea igual a tu otro sitio.

Fran: Claro que no.

Vala: Cuando compramos el refri dijiste que esta marca salía muy buena. ¿Es la misma que tienen allá?

Fran: …

Vala: No me voy a traumatizar si me dices, ya somos adultos.

Fran: Puede ser.

Vala: Pues si se jode nada más por un corto circuito, no va a ser tan buena. ¿Quieres un sándwich?

Fran: (señalando la charola de aluminio) Me da miedo que esto se eche a perder.

Vala: ¿Se puede comer crudo?

Fran: ¿No?

Vala: Bueno, podía ser. Mételo al refri.

Fran: Con este calor y sin funcionar no sé si dure.

Vala: Ah, pero no hacía calor.

Fran: Ya me lo pegaste. Es contagioso.

Vala: Ya guárdalo, payaso.

¿Cuándo vamos a volver aquí?

Fran: Cuando reinicien mis cosas del trabajo, puedo darme otra escapada.

Vala: ¿Y si dices que te tienes que quedar aquí? Que te necesitan para afrontar el fin del mundo.

Fran: Tengo que volver, ya sabes.

Vala: Sí, bueno, tenía que intentarlo.

Fran: ¿Tú? ¿A quién de tus novios vas a ir a visitar?

Vala: Me voy a quedar aquí.

Fran: ¿Sola?

Vala: Mejor sola que mal acompañada. ¿O qué? ¿Ahora quieres que traiga a alguien precisamente aquí?

Fran: Entonces mañana sí hay que ir a conseguir unos buenos fusibles.

Vala: Yo me encargo. Llevo años arreglándomelas sola, qué voy a estar necesitándote. ¿A qué hora sale tu vuelo?

Fran: A las doce.

Vala: Tenemos todavía unas horas para desquitar todo el tiempo que no vamos a poder vernos.

Fran: ¿Cuarto?

Vala: Come algo rápido y te espero allá adentro.

Fran: ¿Sí? ¿Y para qué?

Vala: Voy a enseñarte unas cositas.

Ella entra al cuarto. Él toma algo del refrigerador que come velozmente y se va también al cuarto.

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3

A la mañana siguiente. Hay varias cosas cubiertas con bolsas negras. La cafetera, el horno. Fran sale del cuarto y la ve.

Fran: ¿Qué estás haciendo?

Vala: Guardo cosas.

Fran: No me las voy a llevar. ¿En serio? Creí que anoche/

Vala: Nada más las voy a guardar.

Fran: ¿Para qué o qué?

Vala: Ya te dije que no quiero verlas.

Fran: ¿Qué? ¿Las vas a tirar?

Vala: ¿No escuchas? Voy a guardarlas en el clóset.

Fran: Yo. Es. Bueno. Pero. Ni sé qué decirte.

Vala: Hasta que no vuelvas, esta nada más es mi casa.

Fran: Yo también pago las cuentas.

Vala: Ajá, sí, está bien.

Fran: No puedes guardar mis cosas.

Vala: Me roban aire. Guardan polvo. No las quiero.

Fran: Por respeto a mí podrías dejarlas en su lugar. Al menos te hubieras esperado a que me fuera.

Vala: No. Si quieres que las saque, vas a tener que volver tarde o temprano.

Fran: Bueno, es que no sabemos cuándo se va a poder. Puede ser en seis meses o en ocho años.

Vala: Cruzando la calle, hay un grupo de apoyo, a lo mejor te convendría pedir ayuda con el optimismo.

Fran: ¿Y qué si no vuelvo?

Vala: ¿No vas a volver?

Fran: No es que no quiera. Es que no sabemos qué va a pasar.

Vala: ¿Con el fin del mundo o con tu vida?

Fran: Con todo.

Vala: Ya sé que cuando llegas allá y te quitas mi anillo dejas de pensar en mí. Yo también lo hago a veces.

Fran: Val/

Vala: Está bien. Es lo mejor. Allá no faltan muebles, no hay que acondicionar todo. Allá es más real.

Fran: No, no es lo mismo.

Vala: Tu hermana me ha contado. “No tienes idea, Fran cada vez está más feliz, yo creo que el ya pronto se avientan a tener un hijo, ay ojalá le dieran un primo a Fredito”. Este año no hubo mueble nuevo. No trajiste. Estás dejando de encontrarte aquí.

Fran: No es así.

Vala: No quiero explicaciones. Ya sabíamos. Yo me voy a quedar aquí. Si vuelves o no, ya tú sabrás.

Fran: ¿Y si no volviera?

Vala: Pues viviría sola. Hasta que esas cerdas de allá afuera llenen todo de mierda y me vaya. (Va a la ventana) Cada vez son más. Y la gente llega a alimentarlas. Malas mañas, la verdad. ¿Por qué alimentan esas cosas? ¿Qué les enternece de ellas? No hay nada bonito: sus ojos son horribles, sus plumas grises y sucias, sus patas de tres dedos. ¿Por qué alguien querría cuidar un ser así? … Pero mientras se sobrelleven… van a seguir dejándolas hasta que se vuelvan una molestia.

Fran: No guardes mis cosas. Voy a regresar.

Vala: ¿Es que, qué quieres? ¿Que me quede aquí con ellos? ¿Qué voy a hacer cuando te vayas? Van a estar persiguiéndome. (Se va hacia la cocina) Tu horno va a estar ahí recordándome que yo no sé hacer otra cosa que no sean sándwiches. Y la cafetera va a estar apestando a ti. Cuando te vayas y apague las luces en la noche, el ruido del pinche refrigerador va a estarme recordando que estás en ese otro sitio. Yo no quiero eso. No quiero que me faltes como falta la sal o el agua tibia. Necesito que, hasta que vuelvas, este sea mi sitio. Dedicarme sólo a mí, a mi trabajo con mi computadora, con mis propias preocupaciones. Normalmente no me molesta imaginarte allá… pero… últimamente creo que me empieza a importar en serio. Me doy asco. Ya de por sí es duro vivir no siendo una belleza mítica y ahora tengo que tolerar vivir siendo estúpida.

Fran: Es “nuestro”. Existe “tu” casa. “Mi” familia. “Tu” trabajo. Pero esto. Aquí. Es nuestro. ¿Sí? Puedes trabajar en nuestro lugar y yo tarde o temprano voy a volver.

Silencio.

Vala: ¿Sabes qué aparato sí es una hija de puta? La impresora.

Fran: Esa la compramos juntos.

Vala: Por eso no voy a guardarla. Además, la uso más que tú. ¿Ya hiciste la maleta?

Fran: No.

Vala: Métete a bañar, se te va a hacer tarde. Ay, ya, no es un entierro. Te digo que viste muchas telenovelas, todo para ti es una tragedia.

Fran: Estamos bien, ¿no?

Vala: Sí.

Fran: ¿Segura?

Vala: Que sí, caray.

Fran: ¿Te vienes a bañar conmigo?

Vala: Ve abriendo el agua caliente.

Fran sale hacia el baño.

Vala abre el refrigerador, saca la charola de aluminio. La huele y la tira a la basura. Se acerca a la ventana.

Fran: ¡Apúrate!

Vala: ¡Ya voy!

Se queda mirando fijamente por la ventana. Hace una mueca de asco. Una paloma vuela cerca.

A mi casa no, cerda.

Fran vuelve con la toalla envuelta.

Fran: Ya deja de ver a esas cosas.

Vala: ¿Puedo usar tu licuadora después?

___________________________________

4.

Vala sentada frente a la ventana abierta. A un lado de la puerta un par de maletas medianas. Fran lleva un traje y Vala ropa para dormir. Él está en la cocina.

Fran: ¿Llamaste al electricista?

Vala: Antes de que despertaras.

Fran: ¿A qué hora viene?

Vala: Ya casi. No te preocupes, ya estarás camino al aeropuerto.

Fran: Val, ¿y la charola?

Vala: Tú la guardaste.

Fran: La dejé en el refrigerador y no está. Quiero ver si se puede rescatar. Al menos eso quiero hacer antes de irme.

Vala: Mejor ya vete, no vayas a perder el vuelo.

Fran: ¿Dónde está?

Vala: Si la dejaste ahí, ahí debe estar.

Fran: Pues no está.

Vala: Yo no sé.

Fran: Val, ¿qué le hiciste?

Vala: Que yo no hice nada.

Fran: No soporto tu inmadurez a veces. ¡Y voy a quitar estas bolsas de mis cosas!

Vala: Busca en la basura.

Fran: ¿Por qué hiciste eso?

Vala: Apestaba. Se pudrió.

Fran abre el cesto de basura. De inmediato se echa para atrás de un susto y un mal olor.

Fran: Vala, ¿de qué se trata esto?

Vala: Perdón.

Fran: ¿Te estás burlando de mí?

Vala: ¿Qué sucede?

Fran mete la mano al cesto de basura y saca una paloma muerta de él. La toma del pescuezo y la pone frente a Vala. Ella grita del susto y se aleja.

Vala: ¿Por qué me haces esto?

Fran: ¿Por qué me lo haces tú a mí?

Vala: ¡Déjala ya!

Fran: Esto es demasiado. Deberías de conseguirte un terapeuta en cuanto me vaya.

Vala: Fran, no tengo ni idea de dónde salió eso.

Fran: ¡Y quita estas bolsas de mis cosas!

Fran quita la bolsa de la licuadora y dentro de ella está el cadáver de una paloma.

Vala: ¡Fran!

Fran: Val, por favor. Tengo tiempo aún antes de irme. Lo único que quería era cocinarte. Hacerte el amor.

Vala: Arrójalas por la ventana. Que caigan los cadáveres junto a todas las otras.

Fran deja caer la bolsa y la charola al piso. Se sienta en el comedor. Mira sus maletas.

Fran: Otra vez estoy aquí, Val. Mírame con mi traje, con mis maletas junto a la puerta. ¿Cuántas veces se ha repetido esta escena? Cada vez que me voy, cada vez que estoy allá, observo mi casa. Miro los aparatos y las cosas que ocupan el espacio. Miro el refrigerador y me pregunto cuántas veces lo habrás abierto durante ese día. Cuando veo la televisión, a veces tengo la esperanza de que estemos sintonizando el mismo canal. Cuando vengo aquí de vuelta, traigo un pedazo de mí en cada nueva cosa que ocupa el piso desnudo. Tú solo te encargas de envenenarlo.

Vala: Era cuestión de tiempo para que nuestro hogar quedara infestado.

Fran: Esto no tenía que ser así.

Vala: ¿Y de quién es la culpa, Fran?

Fran: No tengo tiempo para esto, me voy ya.

Vala: ¿De quién es?

Fran: Preguntatelo a ti misma.

Vala: Si cada vez que vienes, traes un nuevo recuerdo, una nueva pieza de ti que me acompañe en la estúpida soledad.

Fran: No hay estúpida soledad, Val. No podría creer que tú estuvieras sola un solo minuto.

Vala: ¿Con qué derecho me reclamas no querer estar sola? ¿Con qué derecho crees que cuentas para mirarme a los ojos y decirme esto? Es verdad que sería yo muy tonta como para dejarme acompañar solo por los arrullos de las palomas.

Fran: Te prefiero tonta.

Vala: Me prefieres sola. Me prefieres esperando, sentada junto a la ventana cuando no estoy en el trabajo. Usando los muebles y las cosas que impusiste en nuestro espacio. No sabes cuántas veces quise tirar el refrigerador por la ventana.

Fran: Pues hazlo, entonces. Hazlo, Val. ¡Ahora!

Vala: Lo haré en cuanto te vayas, te lo juro.

Fran: ¿Y qué más vas a tirar?

Vala: ¡Todo!

Fran se levanta y abre el horno eléctrico. Dos palomas muertas salen de su interior. Lo mismo sucede con el microondas. Observa el refrigerador y retrocede. Vala mira por la ventana. De pronto, la electricidad vuelve. Se escucha el motor del refrigerador.

Vala: Las detesto… cómo las detesto.

Fran: Espero que estés contenta cuando no me encuentres y te tropieces con el piso lleno de cadáveres.

Vala: No voy a tropezar, Fran.

Fran: Lo harás.

Vala: ¿No tienes un vuelo que tomar?

Fran: Quiero verte tirar mis cosas de una vez por todas.

Vala: Entonces sí son tus cosas. Siempre han sido tuyas.

Fran: Es nuestro hogar.

Vala: Es el mío y son tus cosas. Y me invaden, me infestan como las palomas han infestado el edificio de enfrente. Quiero mi lugar, Fran. Quiero mi hogar contigo, pero no lo quiero intermitentemente. Quiero pensar que existirá un día en que vuelva a casa del trabajo y te pueda encontrar aquí. No quiero más maletas ni vuelos de avión. No quiero acostumbrarme a solo escuchar el arrullo de las palomas por las noches.

Fran: Vala, este es nuestro hogar.

Vala: ¿Y qué lo hace nuestro?

Fran: No pensé despedirme así de ti.

Vala: Nunca has tenido que despedirte realmente. Te despides porque no sabes hacer otra cosa.

Fran: Este es nuestro hogar.

Vala: Hay quienes viven despidiéndose toda una vida y nunca se van.

Fran: Mi vuelo espera.

Vala: Ve.

Fran: Te veré cuando vuelva.

Vala: Solo sal por la puerta.

Fran: Esperaré que las cosas sigan donde están. No me quitaré mi anillo.

Vala: Espera lo que quieras.

Fran: Bésame.

Vala: Fran, solo toma tus cosas y sal por la puerta. Lo has hecho tantas veces, ¿ahora te parece complicado?

Fran: Es la primera vez que me voy con temor.

Vala: Todos tenemos miedo a algo.

Fran se acerca a Vala y la besa. Parece que ella le corresponde a momentos.

Fran: Por favor, Val.

Vala: Salúdame a tu hermana.

Fran: Volveré, lo juro, tan pronto como pueda.

Vala: Aunque fuera la próxima semana, Fran.

Fran: ¿Te gustaría que fuera antes?

Vala: Tu avión…

Fran: Podría perderlo. Ya nada me importa.

Vala: ¿De verdad podrías?

Silencio. Fran la mira detenidamente y luego al espacio, a los muebles, a los aparatos. Mira la ventana, se dirige hacia ella y la cierra. El sonido de las palomas disminuye. Mira las palomas muertas en el piso, a Vala por una vez más y luego toma sus maletas y sale por la puerta.

Vala: ¿Cuántas de esto es mío?

Quita lentamente las bolsas de cada uno de los electrodomésticos de la cocina.

Vala: No se puede vivir de ilusiones y recuerdos.

Mira las palomas muertas.

Vala: Vivir así es morir lento. Es agonizar todos los días. No sé si vale la pena.

Se dirige al refrigerador. Lo desconecta.

Vala: Malditas cerdas. Se lo dije. Crecerían y serían tantas que algún día llegarían hasta acá. Estuvieron aquí incluso antes que nosotros. Si me voy, ¿qué harán con este lugar?

Vala abre el refrigerador. Una paloma sale volando de él. Se posa en el alféizar de la ventana mirando hacia el interior del departamento. Observa a Vala. Ella se dirige a la ventana y la observa fijamente también.

Vala: Si me voy… Podrían tener un hogar aquí.

Oscuro.

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