En este momento me cuestiono e investigo mucho acerca de nuestro instrumento actoral ¿Qué tanto lo conocemos? ¿Lo utilizamos a nuestro favor o en nuestra...
Leer másInstantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.
David Olguín
57 años / México, Ciudad de México
Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México
Oficio: Dramaturgo, director de escena
¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?
En la preparatoria, tras haber sido un espectador voraz de teatro universitario y de la Compañía Nacional de Teatro de entonces, fundé un grupo teatral que abordaba temas políticos que eran de nuestro interés.
En el teatro descubrí una plataforma de exploración personal que me ayudaba a entender mejor la vida. Fui aceptado al Centro Universitario de Teatro y, para mi enorme fortuna, me encontré con Margules y Tovar.
Como al viajar en los ríos salvajes y profundos, todo fue seguir una corriente donde dejé de saber cuándo remaba yo mismo porque quería llegar a ese destino y cuándo las propias corrientes me llevaban hacia donde me encuentro ahora.
¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?
El teatro es mi herramienta para entender la complejidad del comportamiento humano y para transitar de una manera más amable, para mí y para los que tengo cerca, esta ocasión única, esta hora que me ha tocado agitarme en el gran teatro del mundo, este transcurrir en el tiempo y lugar que me tocó. Y aún, por fortuna, me hago preguntas que me dejan asombrado ante la grandeza del arte escénico, de su poderosa tradición de siglos, de su permanente condición efímera e inacabada.
¿Ambiciones? A medida que me descubro con más saberes en mi oficio, aspiro a serle lo más fiel posible a la compleja sencillez de pulsar fibras emocionales, carga de humanidad, tanto en mi escritura como en mi trabajo escénico. Y eso sin considerar que siempre hay preguntas técnicas por resolver.
Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?
Tradición y novedad.
La hace singular la frecuentación de un teatro de autor. Mis textos son resultado intrínseco de habitar la escena y mi visión escénica está profundamente ligada a mi ambición dramatúrgica.
¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?
Es un tema muy vasto que he tratado en dos ensayos a los que invito a dar lectura:
https://www.milenio.com/cultura/laberinto/teatro-vs-coronavirus-futuro-artes-escenicas
Estamos en un momento crucial para la vida humana, único para el teatro en términos del aislamiento en el que estamos inmersos y, en última instancia, estamos ante grandes desafíos que nos hacen cuestionarnos el futuro de nuestro arte pero, ante todo, la necesidad de grandeza ante el reto que significa el presente: ¿Hacer o no hacer? ¿Arte de la presencia?
Escribir teatro se hace bajo cualquier circunstancia, pero el arte de la acción solo florece en medio de la grey. Como afirma Chejov en La gaviota: “no es posible vivir sin teatro” y la escena está allá afuera, lejos de la isla y con enormes dificultades para refrendarnos la idea de que “navegar es necesario”. Un puñado de conjurados lo sabemos porque en la escena se miran sueños colectivos, porque los hacedores sueñan despiertos por la comunidad y se atreven a hacer y decir lo que otros en el cotidiano no podemos o no nos atrevemos a pensar o sentir.
En el fondo de nuestros corazones, la gente de la escena se hermana como una secta sin más patria que los teatros del mundo entero, es incómoda y heterodoxa, capaz de hacer bullicio –aunque sean bullicios en sordina en sus espacios de cámara– pero bullicio comunitario, juntos, cuerpo a cuerpo –ese valor tan necesario de mirar una y otra vez en un siglo que viene de aquel que despreció la vida al punto del exterminio planificado en campos de concentración–, cuerpos vivos en un país de desaparecidos y que sigue siendo una fosa común con sus tres mil homicidios mensuales, en un presente rodeado de cuerpos de mujeres ultrajadas, de infancias violentadas o traficadas, de hombres y mujeres que precisamente desprecian sus cuerpos y de una pandemia que nos fragiliza y nos da la posibilidad de pensar, desde la isla solitaria, sin prisas, en el cuerpo; revalorar la ciencia y el arte; apreciar las bondades de la naturaleza sin nuestra destrucción cotidiana.
Pensar, a fin de cuentas, en la concordancia del uno con el todo, y en la posibilidad de una reorganización comunitaria porque de otra manera no podremos ser.
¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?
Mucho, demasiado y que le entré al tema, con más tiempo y vehemencia, en el concurso La necesidad de una pausa que organizó la UNAM.
Pero entre tanto, me conformo con que pudiéramos fortalecer, de manera radical, iniciativas que multipliquen la organización colectiva y grupal en el terreno del teatro de arte.
¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?
En el Decamerón, rodeados de la peste, un grupo de jóvenes se reúnen a escuchar y contar historias. Hay humor de por medio y, por tanto, inteligencia. El espíritu humano construye diques contra la destrucción de todas las cosas, aún en las condiciones más adversas.
Como los mandalas, el arte escénico encierra una extraordinaria sabiduría de vida: te invita a un viaje aparentemente inútil, vives aventuras, aprendes de ti y de la vida, te conmueves, discutes, tocas –así sea con tus neuronas espejo y acariciando con los ojos– y la experiencia solo queda en tu memoria. No te llevas más que eso y parafraseando a Cavafis, si el viaje te defraudó no es culpa de Ítaca, ella solo te ofreció un viaje.
Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?
Escribo, le doy forma a mi angustia, verbalizo mi nostalgia de escena, reorganizo mi futura acción, trato de ser solidario con mi gente de la escena, batallo por sostener nuestro Milagro, me abro al mundo desde mi viaje sedentario, y vuelvo a escribir y re imaginar un teatro posible.
Y se amotinan los deseos y uno, en especial, se abre paso: abrazarte, espectador, simplemente eso, colega, abrazarte.
Más participantes
Gabriela Pescador Hernández
Anhelo seguir teniendo la pasión por hacer teatro, que los problemas de la vida cotidiana no me detengan, que lo que haga sirva para alguien...
Leer másDidanwy Kent Trejo
Alimentan mi práctica muchas preguntas, actualmente sobre todo las que se enuncian desde el territorio de las relaciones vibratorias entre los distintos planos de la...
Leer másRocío Carrillo
¿Es posible comunicar emociones y símbolos universales prescindiendo de la palabra? ¿Puede el mito a través del teatro crear conciencia y alentar un cambio de...
Leer más