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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mahalat Sánchez

45 años / México, Baja California, Mexicali

Lugar principal de trabajo: México, CDMX

Oficio: Actriz y directora

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Creo que fui una niña muy observadora y mi infancia estuvo llena de contrastes, de tragedias, de surrealismo, de sueños, de monstruos, de personajes excéntricos. Mi padre Jesús Sánchez era el alma de las fiestas, un histrión, mi madre Refugio Benítez, una mujer luchadora y de carácter muy complejo. Un tanto excéntrica en varios aspectos. Gente de frontera. Quizás la arquitectura del paisaje forma parte de nuestro mundo sentimental. Digamos que fue el impacto de distintos ámbitos los que tejían entre causas y azares un camino teatral. Pero la primera vez que fui al teatro, lo recuerdo perfecto, vi a mi hermana Lucila actuar en La Fábrica de los juguetes, de Jesús González Dávila. Ella formaba parte del grupo de teatro de la Normal Fronteriza y recuerdo muy bien ese instante de perplejidad ante el escenario y lo que en él sucedía.

Recuerdo también que en las tardes calurosas de Mexicali, iba al grupo de teatro con un maestro muy apasionado, Emeterio Méndez, y con mis compañeros compartía esa gran necesidad de expresarnos y de contar historias. Fue muy importante para mí aquél espacio artístico, donde me sentía aceptada y la creatividad se exploraba. Más adelante, acabando la prepa, llegó la pregunta mas formal ¿Y dónde puedo estudiar Teatro? Pues muy lejos, en la Ciudad de México. Entonces esa decisión fue muy difícil y tenía muchas implicaciones. Aún hoy me lo sigo cuestionando, a veces desde la ligereza y otras desde la intensidad.

Fue tras ingresar al Centro Universitario de Teatro de la UNAM que todo tomó forma y fondo. La ruta se fue nutriendo gracias a mis compañeros de generación del CUT, la verdad es que ellos para mí son fundamentales en los primeros pasos, en los primeros ejercicios, en los primeros acercamientos, las ficciones primigenias, los primeros intentos de generar «verdad». Me acuerdo y me da nervios. A ellos les debo mucho y, claro, a los maestros tan maravillosos que tuve.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Muchas cuestiones emergen de la simbiosis del proceso artístico y del momento de vida en el que estás. Hay temas que siempre vuelven para ser desentrañados desde otras perspectivas, como el miedo a la locura, el significado de nuestra existencia, la muerte, el vacío, el tiempo, los afectos, la memoria, etc.

Siempre se anhela que llegue a nuestras manos una buena escritura para la escena, un desarrollo que nos permita vivir ese momento místico en dónde aparecen imágenes extraviadas de nuestra psique, o ese instante donde experimentamos el soplo divino, sentirnos vivos, sentir el orden de la naturaleza. Navegar sobre Luz y Oscuridad. El intento de comprender la condición humana. Creo que cuando hay una búsqueda profunda nos conectamos todos como humanos; espectadores y creadores.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Intuición, comunión, diversidad.

Agregaría autoconocimiento. No soy de grandes ambiciones en el sentido de tener perfecta claridad de lo que se quiere alcanzar en un proceso o al finalizar una obra. Veo más bien que es un camino de la mano de los compañeros. Tengo presente siempre las enseñanzas que me ha dado cada unx de las directoras y directores con los que he trabajado y cada actriz o actor con los que he compartido el escenario, la generosidad de los que miran directo a los ojos para ver su alma. Se va labrando en conjunto y que requiere muchísima humildad, apertura, libertad creadora y honestidad porque siento que lo que abunda son manifestaciones individualistas, de yo estoy protestando, yo estoy diciendo, yo estoy proponiendo, y ese perro hambriento y rabioso que es el ego, obstaculiza mucho el flujo creativo. No sé, siempre intento vigilar eso como actriz y como directora. Quizás siempre estoy buscando esa fotografía del «ser» en escena, ese «ser» que expone abiertamente sus huellas, sus cicatrices, su historia y sus encuentros con todos los seres que le han precedido.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Quizá deberíamos dejar pasar unos cincuenta años. La distancia nos da esas claridades. Me parecen tiempos muy confusos aún.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Diversificar y aumentar los subsidios. Re-inventar nuevas políticas culturales. Que haya más inversión desde diversas esferas. Vivimos entre la espada y la pared. La angustia es la constante al hacer teatro en México. Y por otro lado debemos generar nuevos públicos: ¿Cómo podríamos hacer para que las personas sientan un gran deseo y necesidad de ir al teatro?

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que sean las mujeres quienes tomen las historias para contarlas, actrices, mujeres de teatro, mujeres dramaturgas, mujeres directoras, mujeres productoras, apoyos a mujeres, perspectivas de mujeres. Nos falta escuchar el eco de más mujeres en el teatro.

Y claro, a las nuevas generaciones: mayor posibilidad de llevar a cabo proyectos, así como dignificar nuestro trabajo en términos económicos.}

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

He pasado por varias etapas, la verdad la pandemia me ha llevado a conclusiones y reflexiones muy polarizadas. Un día pienso que el teatro por Zoom es pésimo y después soy testiga y he participado de alguna propuesta interesante que me hace cambiar de opinión. No sé, es como si no estuviéramos colectivamente en terreno sólido. El mundo al que pertenecemos hoy día, ha deconstruído todos nuestros paradigmas.



Al final extraño ese abrazo, ese consuelo que solo el Teatro presencial, es decir sin intermediarios, nos regala.

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