¿De qué depende que nos conmovamos frente a la obra de arte? ¿Sigue siendo el teatro el lugar para la verdad? ¿El teatro se disipa...
Leer másInstantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.
Anabel Caballero
33 años / México, Ciudad de México
Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México
Oficio: Productora teatral
¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?
Desde que estaba en la prepa empecé a sentir interés por el teatro, aunque no me gustaba actuar. Cuando entré a la Facultad una de las primeras cosas que hice fue inscribirme al taller de teatro, y a mitad de la carrera Mauricio Garmona -que era quien impartía el taller- me invitó a trabajar con Tapioca Inn, compañía con la que colaboraba. Desde entonces me he dedicado al teatro, me olvidé del resto de los planes que tenía cuando empecé la universidad. Siempre me voy a sentir muy afortunada por haber empezado mi carrera con Hugo Arrevillaga y Boris Schoemann, yo no estudié teatro y ambos fueron grandes maestros y cómplices, mucho de lo que sé y ahora comparto como productora y docente lo aprendí trabajando con ellos.
¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?
La pregunta que intentó nunca perder de vista es: ¿Para qué desarrollar un proyecto? ¿Cuál es la pertinencia del mismo en el contexto actual mexicano?
Creo que si un proyecto no dialoga con su entorno entonces se están desperdiciando recursos de todo tipo, empezando por el tiempo.
Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?
Que no hay rutinas.
Que en la producción la consigna principal es resolver problemas con los recursos que tenemos y que en todo momento estamos trabajando con personas, mismas a las que hay que procurar y cuidar.
¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?
El teatro nos ofrece la oportunidad de ser partícipes de un ritual en el que por un corto periodo de tiempo nos olvidamos del celular, de la lista del súper y los trates sucios; nos da la posibilidad de reunirnos con un grupo de gente que al igual que nosotros va a mirar a otro grupo de gente recrear una historia y presentarnos una serie de dilemas y emociones que de otra manera nos serían ajenas.
En ese sentido volver al teatro nos dará la posibilidad de exteriorizar todas las emociones que llevan meses dormidas, o que simplemente no hemos podido expresar, está de más decir que esto mismo no sucede viendo una pantalla y que hoy más que nunca estamos ávidos de que suceda: de olvidarnos de nosotros mismos por un rato y meternos en la piel de los personajes que están frente a nuestros ojos.
¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?
Se deben integrar nuevas temáticas y formas de colaboración, hoy día se habla mucho de la inclusión sin que se aplique del todo en la práctica; también es necesario dar cabida a las nuevas generaciones de creadores, y trabajar de manera conjunta para que las condiciones laborales mejoren para todos los que trabajamos en el teatro, esto es fundamental.
Por último, considero que debe modificarse la percepción de que las instituciones y los artistas son antagonistas, ambos tienen objetivos en común y creo que trabajar con esa consigna puede hacer grandes diferencias.
¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?
Que no pierdan de vista al público y las necesidades que tienen en cuanto a contenidos y la calidad de los mismos, y que no se olviden de que el teatro se hace con disciplina y compromiso. Las nuevas generaciones están tendiendo a simplificar los procesos, pero el teatro nunca será simple.
Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?
Como respuesta a la pandemia diversos creadores hemos ofrecido distintos contenidos en formato digital, creo que afirmar que esos contenidos no son teatro distraen la atención de lo realmente importante que es la posibilidad de resignificar las pantallas y explorar las posibilidades de este nuevo encuentro.
Llevábamos mucho tiempo diciendo que éramos una sociedad altamente digitalizada (más allá de las carencias o poca pericia de algunos sectores) y descubrimos que no, abrirnos a estas posibilidades que además son una alternativa laboral para muchos colegas, es lo que nos toca mientras sigamos en periodo de emergencia.
Y para el regreso, deseo que tanto los espacios escénicos como las producciones y el público asuman cada uno las responsabilidades que le tocan, para que todo marche de la mejor manera y en un futuro no tan lejano podamos volver al formato íntimo y cercano al que estamos acostumbrados.
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