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Día: 12 de agosto de 2020

Tengo sueño, acabo de comer pasta y un guisado hecho con soja.

La misma ventana, no llueve pero el día ha estado gris, tampoco hoy hay Chavela Vargas


Tengo sueño, acabo de comer pasta y un guisado hecho con soja

Bitácora

 

AM (Antes de Meliá)

El tío nos convocó en medio de la pandemia para hacer este proyecto, tuvimos una junta con él y con la tía. Expuso el proyecto y me gustó mucho. En realidad hace varios años ya lo estaba pensando y me lo contó casi igual, la vez que grabamos unas escenas en su casa para un ejercicio de Dania. Ese día Paty se fue antes, no recuerdo la razón y yo me quedé con ellos comiendo hamburguesas de portobello y tomando cervezas. El proyecto se guardó durante casi un año y en esta ocasión nos reunimos en medio de esta pandemia, con el pretexto de la convocatoria de teatro la capilla, que cerraba a finales de julio. Pensar volver a trabajar con el mismo equipo me entusiasmo mucho, sumergirme en el laboratorio y experiencias escénicas de investigación. Pensábamos armar el proyecto para presentarlo en el año 2021 y tomarnos un buen rato de investigación, vernos una vez por semana e ir cocinándose lentamente. Raúl nos presentó el referente de Forensic Architecture que es un colectivo que trabaja sobre escenas de crímenes reales y desde dispositivos tecnológicos reconstruyen las escenas y dan su versión de los hechos. El objetivo de la obra era aproximarnos a lo que ellos proponen pero sobre la obra de Otelo, en particular la escena del asesinato de Desdémona, una reconstrucción de ese momento desde diferentes perspectivas. Empezamos trabajando sobre escritos, diferentes perspectivas de la escena, enfocado más a lo forense que a lo dramático. Mi proceso de escritura empezó desde el enfoque médico, le pregunté a mi amiga Alejandra que qué es lo que le pasa al cuerpo cuando te asesinan y te suicidas, hice una mirada forense y poco a poco me fui encaminando hacia lo lírico, el resultado fue un texto híbrido entre forense, rítmico y lleno de momentos poéticos. La tranquilidad de pensar que es una obra que se iba a estrenar en varios meses me tenía situado en una especie de estancamiento poético: sabía que íbamos a llegar a un lugar pero no teníamos prisa por hacerlo.

PM (Post Meliá)

La noticia fue mucha electricidad al proyecto. Nunca desees algo porque se puede hacer realidad. Yo estaba un poco deprimido la verdad, porque ningún proyecto artístico que planeaba sucedía. Entonces un día Paty nos dice que hay un proyecto con teatro UNAM y quiso meter este proyecto; Los pros: honorarios, fechas de estreno, plataforma, estar haciendo algo creativo en medio de este caos; Los contras: acelerar el proceso, que tal vez Raúl y Dania ya tenían apartadas estas fechas y esto los agarró por sorpresa, entender nuevos procesos de trabajo, planear en sistemas audiovisuales que no son el teatral (no sé si este es contra, creo que es pro). En fin, tuvimos junta con Meliá nos dio luz verde y ¡Ámonos!

Lo primero fue entender que el proyecto podría ser más grande y más complejo. La invitación a dar funciones virtuales era la entrada a un territorio que no había pensado explorar antes ¿Por qué el teatro virtual si existe el cine? Pensar en la virtualidad es pensar en territorios que no habíamos imaginado para este proyecto, como el anarquismo en el internet, lo fugaz, el movimiento de datos, qué es lo íntimo y lo privado en la era virtual y qué pasos está dando lo escénico. Sumergirnos a este proceso nos va a llevar por nuevos caminos y me gusta.

 

Araceli Rebollo

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Araceli Rebollo

46 años / México

Lugar principal de trabajo: Ciudad de México

Oficio: Directora de escena, académica

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Profesionalmente inicié a los 19 años, creo que antes sólo lo hacía por diversión. Empecé con el pie derecho, por una parte pertenecía a un grupo que se presentaba en zonas marginadas del entonces Distrito Federal y por otro lado participaba en el montaje de La vida es sueño en el Teatro Juan Ruíz de Alarcón, también hice teatro de calle y circo y eso me permitió tener un panorama muy amplio de lo que es hacer teatro como oficio, como profesión y desde el ámbito académico.
La verdad lo decidí por instinto, tenía el pase reglamentario de la prepa de la UNAM, así que, a una persona de entregar mi registro, cambié el orden de mis opciones y eso cambió mi camino. Mi papá es un amante de la historia y el arte, mi mamá ama la música y por ella estaba siempre en los festivales escolares y demás actividades artísticas al alcance para una niña de «provincia».
Los libros, el circo y el cine estuvieron siempre cerca como entretenimiento, así que creo que la selección de estudiar la licenciatura fue instinto natural. Sigo hasta ahora gracias a las enseñanzas de mis maestros, ellos me dieron las bases para poder llevar a cabo los estudios y las tareas de este oficio. Mi elección se ha ido reforzando gracias a ellos, mis compañeros y mis alumnos. Aprendo mucho compartiendo con otros creadores escénicos y descubriendo con mis alumnos nuevos caminos y formas.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

En realidad son muchas y persistentes. El ser humano es un universo interminable, mostrar a profundidad cada parte de él sería algo muy deseable. Las preguntas son muchas y por un tiempo una se manifiesta más que otras y es así que surge un montaje o un proyecto. Además de preguntas creo que tengo una gran necesidad de compartir las respuestas que logro vislumbrar y que estas se conviertan en nuevas preguntas para mí o para otros.
Un anhelo es que ver a todos mis alumnos haciendo lo que les gusta, que encuentren su propia voz. Otro es saber que el teatro puede cambiar el pensamiento de las personas y estas a su vez pueden mejorar el mundo. Una utopía, más que un anhelo, es que seamos capaces de ser una comunidad a través del reconocimiento y respeto por el trabajo del otro.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Intenso, complejo, apasionante.
Soy de una generación donde los modos de producción no eran reconocidos como necesarios. La idea del arte por el arte permeaba gran parte de la enseñanza. Inicié en el teatro como actriz, pero poco a poco me fui interesando por la producción y la dirección. Mi formación como directora fue a través de grandes personalidades (Mendoza, Margules, Ibáñez, Ruíz, Valencia, Castillo) que levantaban proyectos desde su visión de vida.
La figura del director era hegemónica, a pesar de eso conocía pocas mujeres que se dedicaran a la dirección. La historia del teatro en México ha dado prioridad a figuras masculinas y creo que mi generación es un parteaguas en ese sentido.
La producción y la gestión la sigo aprendiendo sobre la marcha.
Con respecto a mi trayectoria y trabajo personal en mis montajes siempre encontrarás música, danza y versos. Me gusta jugar con la tradición y encontrar la conexión de textos clásicos con formas y modos contemporáneos. Y más recientemente intento que los proyectos como festivales, coloquios y demás lleguen gratuitamente a muchas personas y que su encuentro con el teatro sea pleno y honesto, no importa si es desde lo escénico, lo académico o el mero entretenimiento.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro cobra relevancia en tanto dejamos que él sea el que se manifieste, no sólo como arte, sino como medio de comunicación y fenómeno social. El espectador cautivo buscara su encuentro, regresará a su butaca ya sea presencial o virtualmente en tanto nosotros seamos capaces de brindarle ese espacio de reconocerse en nuestras historias, montajes, propuestas.
El teatro siempre será sinónimo de encuentro con el otro, si no lo olvidamos, puede ser también un medio de sanación. Pienso que esa es la importancia no sólo del teatro sino de las artes en general.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que el teatro siempre encuentra su lugar y forma en cada época y lugar. Ahora nos preocupa la apertura de los grandes teatros, pero fuera de las grandes instituciones el teatro no ha parado, se sigue manifestando desde las aulas y los intentos de llegar a través de las pantallas a las casas de los espectadores con compañías independientes.
También pienso que una vez que tengamos un conocimiento más profundo y amplio de la cultura digital el teatro tendrá nuevas herramientas para manifestarse dentro y fuera de los escenarios y las pantallas.
Tal vez es momento de transformar la caja negra en un espacio abierto, libre, con un espectador que se acerca por curiosidad y se queda por necesidad.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que encuentren su voz y su modo de hacer teatro. Que piensen en lo que les dejamos como herramientas para labrar su propio camino y no necesariamente seguir el nuestro. Que vean al teatro como una forma de vida y no sólo como una profesión. Y que confíen en que lo que hacen siempre será lo mejor, pues sale desde su impulso creativo, si nace desde la honestidad el espectador estará ahí siempre. Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte, así que espero verlos más fuertes y plenos.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Pues no la enfrento, la vivo, la acepto y busco las herramientas necesarias para adaptarme a ella. Ahora ensayo un montaje por video llamada y no avanzamos a la velocidad que el capitalismo exige, pero el trabajo se hace y puedes extrañar el contacto físico, pero el encuentro se da.
Creo que este virus nos mueve de nuestra zona de confort y eso no nos gusta, pero a la larga nos dará la experiencia para enfrentar cualquier cosa, como teatristas y seres humanos. Nos está cambiando la mirada y eso a mí me gusta.
Por otra parte a nivel de proyectos también cambiamos la programación del
Festival de Teatro Clásico MX y vamos a experimentar con otros medios. No sabemos si será bueno o malo, pero será, es nuestra primera emisión en medio de una pandemia, así que sólo nos resta dar lo mejor. El Coloquio de teatro y fútbol espera la luz verde en Monterrey para llevarse a cabo en las condiciones que sean posibles, así que seguimos trabajando.
El teatro también es transformación.
Como todo reencuentro después de mucho tiempo creo que estará lleno de sentimientos encontrados, así que espero que sea con dudas pero amorosamente, que este lleno de sorpresas por la transformación ocurrida de ambas partes (teatro y espectador), pero también con aceptación mutua. Sin duda será un reencuentro lleno de vida.

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Mónica Hoth von der Meden

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mónica Hoth von der Meden

61 años / México, Ciudad de México, Mixcoac

Lugar principal de trabajo: México, Guanajuato
Ciudad de México

Oficio: Dramaturga, gestora cultural

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mi primer acercamiento al teatro como creadora fue a través del teatro de títeres de sombras y decidí dedicarme al teatro porque en él encontré un medio para expresarme y llegar a un público amplio.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me interesa llegar a públicos más amplios y lograr que se encuentren en algún reflejo de la escena.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Busco que el teatro sea una experiencia significativa para el público mexicano contemporáneo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Creo que en este momento histórico los teatreros debemos reflexionar sobre la función social y estética de nuestro oficio.
Su importancia actualmente me es el recuerdo del convivio y la aspiración al mismo.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Encuentro que hay varios modelos teatrales, entonces desconozco a cuál se refieren, pero sí creo que debemos fomentar más el teatro para públicos jóvenes, ¡para no extinguirnos en el camino!

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que gocen su práctica y que produzcan obras significativas. Que sus palabras y sus imágenes sean poéticas y potentes, que tengan algo que decir, y si es algo que pueda hacernos mejores personas, ¡¡mejor!!

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Como dramaturga estoy muy acostumbrada a trabajar en soledad, pero no deja de afectarme la crisis que estamos viviendo.
Cuando volvamos a estar juntos espero que seamos más sencillos y más sensibles al otro.

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Amanda Schmelz

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Amanda Schmelz

50 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: México, Ciudad de México

Oficio: Actriz, diseñadora de caracterización

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Estudiaba arqueología y un día mi hermana -que me veía atribulada con las tareas- me preguntó qué quería ser «como cuando éramos chiquitas», me dijo, “actriz de teatro”, le respondí. Cambié de carrera y encontré mi lugar, mi país.
Y aunque he tenido momentos difíciles en los que he pensado en el auto-exilio de este arte ancestral y siempre complejo desde su presente constante y exigente, no puedo del todo -nunca- y afortunadamente, dejar de ver la vida desde este nicho que me ha cobijado, dado cabida y comprensión del mundo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Dónde están los límites de lo que pensamos que podemos ser y hacer? ¿Hasta dónde podemos llegar con nuestra imaginación y nuestro deseo?
Pienso que en el teatro tenemos la posibilidad de indagar muy lejos sobre la condición humana y liberar los candados que como sociedad nos hemos impuesto. Particularmente me interesa indagar en nuevas narrativas, cómo podremos salirnos del cajón del patriarcado y contar otras historias de maneras distintas. Siempre hay una vuelta más que darle a la tuerca.

Mis anhelos tienen que ver con articular mi propio discurso como creadora escénica. Tengo proyectos que concretar en dramaturgia y dirección. Quiero generar y ser parte de procesos de creación colectiva, seguir trabajando en compañía(s).
Me interesa crear enlaces entre distintas disciplinas artísticas. La idea de poner en movimiento piezas pensadas para estar fijas en un museo, siempre me ha atraído especialmente.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Salto sobre mi sombra (son cuatro palabras).
Juego, arrojo, disciplina.
Escucha, descubrimientos, renuncias.
Mi voz, que soy yo y me desnuda.
La visión que tengo de la escena desde la caracterización, esa manera de entender cómo habitar otra piel y hacerla tuya.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Siempre se ha cuestionado la función del teatro, del arte en general. Frente al hambre y la precariedad de lo que –nos han instruido- es lo indispensable para estar vivos, el arte parece perder importancia, vigencia, urgencia e incluso justicia proletaria y universal. Pero permanece, sin embargo, se mueve. No está en la canasta básica y para el mercado dominante que todo lo acapara y lo coopta, se convierte en producto de consumo superfluo para las masas manipulables.
El teatro me ha enseñado que la masa y el público son términos completamente opuestos. El público es un ente activo, intrínseco al hecho teatral, se sabe indispensable; transforma y es transformado (esa es la aspiración, al menos). Los espectadores están haciendo el teatro con nosotros en el entrecruzamiento de un espacio con otro: construimos un algo nuestro que es efímero pero, con suerte, eterno. No conozco nada más excitante. Trabajamos mucho antes de que lleguen, siempre deseosos de que en ese momento el juguete funcione, que el duende baje y el milagro se produzca. No siempre sale… somos terriblemente falibles, humanos al fin.
El teatro es un espacio en el que se crean narrativas, se rompen paradigmas; es un portal que abre infinitas posibilidades… y vamos a necesitar reinventarnos. Es una herramienta única para visitar otros mundos y tocarse entre seres humanos sin moverse de lugar. Y vamos a necesitar esos viajes y tocarnos de otras maneras.
A través del teatro se puede decir no a la corrupción, a las dictaduras, al olvido de la memoria colectiva. “Un pueblo sin teatro es un pueblo sin verdad”, dijo Usigli.
El teatro es un espacio para dialogar(nos), interrogar(nos), reconocer(nos), entender(nos), reflexionar sobre lo que somos, y vamos a necesitarlo para sublimar tanta tristeza, frustración y violencia acumuladas.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Pienso en la importancia de la renovación del lenguaje, de cómo hay que buscar constantemente maneras nuevas para decir lo mismo y para decir lo que no se ha dicho.
Creo que debemos tener mucho cuidado para no permitir que el teatro se parezca cada vez más a otros medios, con alfombras rojas y marquesinas con nombres de “artistas de la televisión”. Cada vez vemos más estas obras hechas con “fórmula de éxito” y producción en serie y eso va en detrimento del apoyo a proyectos de experimentación y bajo perfil donde el diálogo del teatro tiene lugar realmente. Hay que preguntarse muchas cosas y deshacer todo modelo único por definición.
Me gustaría que se entienda al teatro como un educador potencial, una herramienta magnífica para crear seres libres y pensantes que tengan confianza en sí mismos y derecho a soñar.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que fracasen muchas veces y se vuelvan a levantar.
Que nos sorprendan, que nos enseñen; que refresquen el lenguaje ahí donde nosotros nos hemos estancado.
Que recorran el camino siempre con el deseo explícito de arriesgarse y que no quiten nunca el dedo del renglón; que no cedan ante los engaños del ego y la fama; que sean solidarios entre ellas y ellos y no permitan en sus prácticas más inequidad de género, racismos y homofobias, ni se dejen determinar por nadie.
Pero que estudien mucho, entrenen duro, que sean tan disciplinados como apasionados.
Y que no pierdan nunca el interés.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por alguna razón que todavía tendré que seguir indagando, la metáfora del barco me ha acompañado poderosa, insistentemente, durante toda la cuarentena (cuareterna). Desde luego no es una metáfora mía ni una particularmente original, pero ha sido para mí una tabla de salvación para transitar en el desasosiego de esta época extraña y ominosa, con una bandera de esperanza.
La idea de tener un vehículo cuyo objetivo siempre es llegar a un puerto, un ancla que tirar a un fondo reconocible y una tripulación en quienes apoyarse en el trayecto, es lo más parecido a tierra firme por ahora. Mi barco es el teatro. Es como la isla flotante de la que habla Eugenio Barba: “el terreno incierto que puede desaparecer bajo los pies, pero que puede permitir el encuentro, la superación de los límites personales. Pero, más allá de las islas flotantes, ¿qué es lo que existe? ¿qué y quién se encuentra?”
Es en este pequeño terruño, mi parcela personal, en la que he estado labrando; el jardín interior que nada ni nadie puede quitarme. Me he aventurado a realizar pequeños proyectos frente a la cámara, de los cuales algunos son más logrados que otros, pero de los que atesoro la experiencia obtenida y el arrojo y disciplina que me han requerido para concretarse. Gracias a esto he descubierto que mi inquietud artística no se detiene y que, por el contrario, es el asidero de mi sanidad.
Ha sido un tiempo de reacomodos, de reflexión y de pausa. De siembra, de depuración y por supuesto, de resiliencia. Lo que hemos aprendido durante estos meses es inconmensurable y sé que todavía nos traerá muchas enseñanzas y sorpresas, así como grandes desafíos.

Para mí, hoy, más que nunca, las posibilidades infinitas, lúdicas y perpetuamente humanas del teatro, constituyen las puertas, puentes y pasadizos de salida y entrada, de entrada y salida y vuelta de nuevo a la vida; al mundo -aunque herido, aunque perdido (porque no hay regreso, sólo reinvención)-.
Hay mucho qué rescatar del trabajo que hemos estado realizando desde nuestras casas y a través de medios digitales. Esto nos ha obligado a desarrollar habilidades creativas y técnicas desconocidas hasta el momento y que serán de gran utilidad cuando volvamos a los escenarios, porque habrán surgido nuevas formas y nuestra necesidad de reconocernos y cosechar lo que en estos tiempos hemos sembrado, será infinita. Serán los frutos de la reflexión, del autoconocimiento. Pero habrá también retazos y escombros y deberemos rescatarnos entre nosotros porque la crisis económica será devastadora.
Ya ha pasado antes, durante la Segunda Guerra Mundial hubo gente que sobrevivió a los campos de concentración gracias a que en su interior tenían piezas de arte que los transportaban a otros mundos y ayudaban a otros a hacerlo, brindándoles belleza y alegría en medio del horror. Esa es la fuerza del arte.
La próxima vez que tenga la oportunidad de entrar en un teatro, de encontrarme con mis compañeros para escribir o analizar un texto, para ensayar y tender puentes en el vacío frente a un público presente; como nunca antes voy a valorar cada instante sabiendo que es irrepetible, como cada cosa, cada momento y cada persona.
Tendremos revancha. Tendremos teatro.

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Luisa Huertas

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Luisa Huertas

69 años / San Salvador, El Salvador, Centro América
MEXICANA por naturalización

Lugar principal de trabajo: Ciudad de México

Oficio: Actriz, docente

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié como estudiante en el Taller de Teatro Infantil del INBA en 1963 ya que desde muy pequeña tuve la certeza de que quería ser actriz. Después ingresé a la carrera en la misma Escuela de Arte Teatral, generación 1967-1969 en donde terminé mi tercer año con Héctor Mendoza. Luego de 5 años de trabajo profesional en teatro, 2 giras internacionales (Colombia, España) algo de televisión y radio, sentí la enorme necesidad de seguir preparándome, acudí a consultar al Maestro Mendoza y me invitó a ingresar al Centro Universitario de Teatro de la UNAM (recién transformado por él en un centro de formación actoral) de 1975 a 1977.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Tantas preguntas sobre el ser humano, como seres humanos hay reflejados en obras de teatro. Tantas preguntas como cada proceso que inicia me las vuelvo a hacer como actriz para construir un personaje.
En esta etapa mi principal anhelo es volver a pisar el escenario y estar en contacto con el público. Otro anhelo es seguir aprendiendo todo lo posible sobre las artes escénicas.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

IMPORTANTE COMO RESPIRAR.

La energía compartida con mis compañeros de escena y de nosotros con el público, el pulsar, el latido de cada ensayo y luego de las funciones, siempre diferentes.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Como desde siempre lo ha hecho: reflejar los procesos de la realidad, de su entorno cercano y del que no lo es tanto, de las preguntas, la incertidumbre, el miedo al contacto, al contagio, a la carencia que se vive actualmente, carencia desde afectiva hasta económica.
Colaborar desde nuestro arte para que se comprendan los estadios personales y colectivos, para preguntarnos qué sigue y qué queremos como especie. El teatro contiene el sentir colectivo y es capaz de hacer que la gente participe activamente, se integre incluso al hecho teatral mismo… por lo pronto con «sana distancia».

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los presupuestos de las producciones: Podrían ser mucho más sencillas en todos sentidos para que se privilegiara la movilidad, la capacidad de llegar a más lugares y de poder adaptarse a diversos formatos, ámbitos y horarios.
Se debe privilegiar el bienestar creativo y económico de los actores.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que se formen en la mística del teatro, tomen la estafeta de nuestra mejor tradición y que puedan hacer teatro en contacto directo con el público por poco que este sea.
Que tengan amplias posibilidades de prepararse para ser creadores.
Que tengan las condiciones laborales de ciudadanos de primera y no como en la actualidad, en que nuestro gremio no cuenta con los derechos que tienen el resto de los trabajadores: servicios de salud, aguinaldo, vacaciones pagadas, posibilidad de ser sujetos de crédito y demás.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por lo pronto utilizando los medios electrónicos para estar al menos en contacto «en vivo» con la gente, estar presentes ante el público y ofrecer experiencias diversas como charlas sobre nuestro quehacer, entrevistas, lecturas y cuanto juego creativo sea posible como lo mostró la obra sobre los leprosarios que, aunque era grabada, nos hablaba de una realidad poco conocida para el público y experimentaba con una forma específica de interpretación que lograba atrapar al espectador.
Lo que deseo cuando volvamos a estar juntos es que el teatro siga cuestionando, conmoviendo, agitando conciencias; que siga haciendo pensar, divertirse, enojarse o llorar al que asista, sean pocos, sean muchos, estén cerca o estén lejos. Eso deseo y eso ocurrirá porque el teatro no ha muerto por siglos y ha resurgido luego de pestes, pandemias, guerras.
El Teatro vive y vivirá mientras haya un actor y un espectador que complemente el rito.

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Humberto Busto

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Humberto Busto

42 años / Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: México

Oficio: Actor, director, gestor

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Soy egresado del Centro Universitario de Teatro de la UNAM. Desde entonces he trabajado como actor en puestas en escena dentro y fuera del país. Sin embargo, en los últimos años he ampliado mi actividad profesional a la gestión de proyectos artísticos de convergencia y una investigación sobre las artes escénicas pos-dramáticas en Alemania.
Decidí dedicarme a esto porque me ha parecido siempre la forma más afín, profunda y sincera para analizar mi entorno, cuestionarme a mí mismo y comunicarme con otros.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

En este momento, sin lugar a dudas, la pregunta fundamental que está sobre la mesa es el desafío de las artes escénicas frente a esta etapa tan compleja tanto sanitaria como económicamente hablando (y que golpeará particularmente a nuestra herida Latinoamérica).
En ese sentido, me alimento de la mayor cantidad de referencias actuales alrededor de la teatralidad en distintos países, así como de las convergencias inevitables con las artes digitales. El espacio del tiempo no tiempo que habitamos obliga necesariamente a repensar el acercamiento a la escena de una manera conscientemente antropológica y esencial. Es importante en este momento accionar y crear, al mismo tiempo que reflexionar sobre el discurso. Equilibrar los contenidos con las posibilidades reales de ausencia.
Anhelo que el teatro resurja como una actividad de resistencia, de atrevimiento frente a la pandemia, de cierto grado de disidencia, como acto fundamental para reiterar en el espectador su capacidad sanadora en un ambiente de tanta desconfianza.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Camino personal, empatía y exploración.
Pertenezco a una comunidad artística que intenta equilibrar el arte y el comercio. Busco desarrollar o participar en proyectos que puedan servir a un público más amplio sin perder de vista el discurso.
Trabajar, por ejemplo, en la resignificación de un espacio social como es el Planetario de Bogotá con un montaje que combina el trabajo de artistas audiovisuales y un texto conocido como es «Constelaciones» de Nick Payne. O bien, gestionando con el Goethe-Institut y Cátedra Bergman un proyecto escénico que combina en laboratorio el trabajo de bailarines,
performers y actores mexicanos a través de un análisis corporal de los espacios históricos, como fue el caso del proyecto Antiformalismo-Ein Mexorcismus para Kampnagel en Hamburgo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Como decía anteriormente, me parece que tiene que ser uno de los mayores terrenos de resistencia frente a las dinámicas de control, temor y desconfianza que la pandemia y sus contradicciones genera a cada paso.
Actualmente, con la Compañía de Teatro El Guetto hemos iniciado una serie de acciones en el espacio público, cubiertos por una esfera de acrílico, que contiene la idea de sentirnos extranjeros en la propia tierra. En ese contexto, entregarle una flor a una persona en el metro, por ejemplo, ya adquiere una significación más grande aún que antes del Covid. En la toma de esa flor, se vuelve a establecer también un acto de fe por ambas partes. Y aunque parezca algo muy sencillo, en realidad está siendo un acto profundo (¿Teatral?… Sí) de reconexión con los otros, que necesitamos obligadamente ahora para hacer equilibrio con los retos trastocados de la distancia social.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Toda esta situación por la que estamos atravesando provocará los cambios inevitables, tanto en modos de producción, creación y difusión. En ese sentido, estar despiertos y tomar decisiones a cada paso está resultando fundamental. Debajo de eso, me parece que es una buena oportunidad para ser honestos en nuestra necesidad de «producir», dándole nuevamente importancia a lo que siempre ha sido lo fundamental.
Hace unos días, viendo la proyección vía
streaming por primera vez en la historia de «Los Persas» de Esquilo en el Epidauro no pude dejar de sentirme trastocado por la fuerza vital del escenario. Ahí está nuevamente nuestro origen del teatro en el mundo futuro que habitamos. Es un «reset» de alguna manera y puede provocar más profundos contenidos que apelen a aquello que trasciende tiempo y espacio.
Lo que nos conecta, lo que nos duele, lo que nos hace humanos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Riesgo absoluto. Y antorchas de fe en el corazón.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La enfrento respetando mi propia susceptibilidad. Revalorando la capacidad de crear con lo que está en tus manos realmente y hasta donde tu capacidad emocional y mental pueda llevarte en esta difícil situación.
Haber colaborado con otros artistas para la creación de «La última función» en Teatro UNAM fue un bálsamo en todos sentidos. Cada quien puede tener su perspectiva sobre lo que está ocurriendo, pero por algún momento el luto temporal por el teatro y las artes en general fue extremadamente doloroso. Siento que después de ese trabajo de transmutación, puedo ser capaz de pensar un poco más con claridad sobre algunas posibles soluciones para atravesar esta crisis.
Ahora es tiempo de seguir para adelante y encontrar los mecanismos y medios más adecuados para ir recuperando terreno. Convertir el desastre en belleza, sigo creyendo, es nuestro deber.

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40 años / Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: Ciudad de México

Oficio: Actriz, directora, dramaturga

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Crecí viendo las obras de títeres que hacían mis tías Raquel y Rocío Bárcena. Supe que quería hacer teatro alrededor de los 6 años. Estudié en la Escuela Nacional de Arte Teatral, mi primer maestro fue Adam Guevara, él terminó de enamorarme del teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Adam Guevara me dio la lección que determinó mi quehacer teatral: Antes de subirte a un escenario, antes de aprender a hablar, antes de dominar la actuación, es indispensable tener la urgencia de decir algo. Esas son las preguntas que activan mi creatividad. A la manera de Facebook: ¿En qué estás pensando? ¿Qué es eso que da vueltas en tu cabeza? ¿Qué es lo que te urge gritar, resolver, cuestionar? Cuando es honesta la urgencia se hace indispensable el proceso creativo y va adquiriendo forma y ritmo.
En este momento anhelo volver a levantar el telón sin miedo al contacto, anhelo llevar a escena los proyectos gestados durante el confinamiento. Pero más allá de la pandemia que estamos viviendo, anhelo que Puño de Tierra, compañía de la que soy cofundadora, tenga un espacio propio. Un lugar de experimentación, ensayo y presentación, multifuncional, amplio, céntrico y con estacionamiento. Es verdad que es un anhelo desvergonzado, pero un anhelo al fin.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Dignidad, empatía, búsqueda.
Hacer teatro para mí es crear mundos a partir del juego y la diversión. Es un juego que me tomo muy en serio e inevitablemente la diversión interviene. Amo esa palabra, diversión. Las partes que la conforman describen mi manera de habitar la escena. En latín
divertere “dar un giro en dirección opuesta”, y qué es el teatro sino eso, detenerte y cambiar de rumbo, tomar un camino distinto. Diversión es también divergencia, separación múltiple, diferentes opciones, muchas respuestas a una misma pregunta.
Me gusta partir de la incertidumbre y la búsqueda. Los procesos flexibles y abiertos. Lo único a lo que renuncié cuando me titulé como actriz fue al sufrimiento. A mí nunca me funcionó para crear, es una herramienta que decidí jamás utilizar, antes de salir egresada le dejé en un casillero olvidado… espero que nadie la haya encontrado.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Hay un antes y un después de la pandemia. Dejando de lado por un momento este confinamiento que me tiene escribiendo desde mi cama en pijama a las 4 de la tarde; el teatro logra separarnos de las pantallas durante unas horas.
Es muy difícil encontrar el presente, un espacio en el que un grupo de personas decidan vivir la misma historia aquí y ahora. Eso distingue a las artes escénicas y las hace sobrevivir a la televisión, al cine y a las plataformas virtuales. Regresando a la pandemia, ha quedado más clara que nunca la necesidad de la presencia.
Más allá del entretenimiento, el teatro es identificación y catarsis. A través del teatro expreso lo que no puedo expresar, a través de la ficción veo la realidad. En este momento, como en muchos otros, el teatro es reivindicación social, feminismo, denuncia.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que el principal problema del teatro en nuestro país es la accesibilidad. Está centralizado como el resto del país y acceden a él muy pocas personas. Mientras el Estado no vea al teatro como un derecho fundamental, seguirán faltando apoyos para llegar a toda la población.
EFIARTES, que por un lado le ha proporcionado apoyo económico a muchos proyectos que de otra forma no habrían podido ver la luz, también ha dejado fuera a las compañías que no tienen contacto empresarial. Creo que es un error grave que la responsabilidad de entablar relación con los aportantes recaiga en los creadores, porque esto crea figuras intermediarias (
brokers) que terminan decidiendo cuál proyecto es viable y cuál no y no precisamente por la pertinencia del discurso o la calidad artística. Creo que el apoyo fiscal debería ser una bolsa común y la decisión debería de recaer en un jurado especializado.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo una educación en espacios seguros y equidad de oportunidades.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Como parte de la compañía Puño de Tierra, he logrado encontrar nuevos espacios y caminos de expresión teatral. Hemos utilizado diferentes plataformas virtuales para exponer nuestro trabajo de confinamiento. Particularmente me siento muy satisfecha por el proyecto audiovisual “Mujeres decididas e insistentes que lavan y remiendan sus propios calzones”, que apoyado por la UNAM y la Compañía Nacional de Teatro, pudo ver la luz. En este proyecto utilizamos todas las herramientas teatrales con las que contábamos y logramos un proyecto audiovisual con olor a teatro.
Creo que ha quedado claro que la cultura es una actividad indispensable. Ha sido, a la distancia, un salvavidas durante el confinamiento. Estoy convencida que el regreso a la nueva normalidad estará permeado por la urgencia del arte presencial.

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Reflexión

Sentada en mi habitación escuchando música

Reflexión

Pienso que este proyecto puede ser un espacio para visibilizar, no sólo los feminicidios, sino la violencia de género desde una perspectiva en general. Estaba buscando un contabilizador de feminicidios en todo el país, pero sólo encontré uno de Puebla, necesito nadar un rato en la red. Un feminicidio cada dos horas. Me lo repito tantas veces porque me parece atrevidamente impresionante. Es momento de ponerme a producir el material que se necesita, resolver problemas técnicos. Seguir imaginando. Escribir se ha vuelto una tarea imprescindible.

Para que no se nos olvide.

En la cocina, haciendo el desayuno

Para que no se nos olvide

“Woke up this morning blues around my head

No need to ask the reason why

Went to the kitchen and lit a cigarette

Blew my worries to the sky”

https://www.youtube.com/watch?v=kPhNC9ermgU

11:27

En el comedor de C.L.

            Los días grises son los que más me gustan. Es la mejor manera de describir lo que en mi encierro personal (no el virtual ni el pandémico) siento. El proyecto expuesto detona la necesidad de sobrevivir a la extinción. Hoy es un día para definir la forma.

            Seremos Otelos y Desdémonas.

            O seremos alguien más.

            Seremos un cadáver que se expone

            Una imagen que se despliega

            Una ilusión digital

            Desapareceremos

            Sin dejar rastros

            más que huellas digitales

            https://qodeinteractive.com/catalog/tetsuo/

            https://iad-lab.ch/

 

Recorriendo la escena del crimen con el scroll del mouse.

https://dvein.com/

Recorrer un mapa durante la navegación… escenas del crimen…. escenarios posibles…

cadáveres…. un cadáver exquisito que surge en un universo suspendido en la red.

 

Una página para que no se nos olvidé.

https://violenceisnotmyculture.com/