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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Silvia Peláez

Ciudad de México / Cuernavaca, Morelos

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mis inicios.
Descubrí el teatro desde la actuación en los relatos que hacía mi padre cuando, en su juventud, participó como actor en los primeros entremeses cervantinos, y en obras como «Las cosas simples» de Héctor Mendoza. Gracias a mi padre también conocí y memoricé el monólogo de Emilio Carballido «La Selaginela». Entonces estudiaba yo primero de secundaria y muy cerca de mi casa estaba el Instituto Regional de Bellas Artes. Ahí fui aceptada en el grupo que dirigía el maestro Raúl Moncada Galán y a mis 12 años empecé a estudiar actuación y obtuve un papel en la obra «Anastas Rey o el origen de la Constitución» de Juan Benet. Me acerqué a teatro desde la pasión, el anhelo de conocimiento, la actoralidad, la escena. Seguí estudios de preparatoria, intérprete-traductor, comunicación. Cuando estaba ya en la universidad, estudiaba actuación con Soledad Ruiz quien al terminar el curso, me sugirió que me pusiera en contacto con José Luis Ibáñez con quien estudié de 1983 a 1997 tanto en su estudio y como invitada en la Facultad de Filosofía y Letras. Con él aprendí el oficio de la actuación como una profesión compleja, profunda, divertida y transformadora. Puedo decir que de él aprendí mucho de lo que sé de la disciplina teatral, de trabajar en un grupo, en equipo, del compromiso de una función y de la maravilla del arte teatral. Sin embargo, en 1989 terminé mi primera obra teatral titulada «La espera». La envié al concurso de Juegos Florales del Estado de Guerrero y ganó el primer lugar. Para mí, eso fue una buena señal y desde entonces he seguido escribiendo para la escena, como una necesidad, con una gran pasión, con una relación con el teatro como la de un eterno amante, que te sorprende y desafía, que te moldea e invita a seguir conociéndolo y a comprenderte como ser humano. Una vez que decidí ser dramaturga, me preparé con lecturas, cursos, talleres y críticas de tutores y colegas. Entre mis maestros, haya tomado clase con ellos o no, más memorables e influyentes en mi proceso están: Alí Chumacero, Carlos Montemayor, Emilio Carballido, Jesús González Dávila, José Sanchis Sinisterra, Luis de Tavira, María Irene Fornés. También he aprendido de los directores con quienes he trabajado y de los colegas con quienes he reflexionado sobre el teatro y la dramaturgia; de la productora Marisa de León con su visión crítica; y de los numerosos alumnos que he tenido a lo largo de 20 años de dar clase. He cumplido 30 años de escribir historias para la escena, durante los cuales he concluido 50 obras de teatro hasta hoy, con diversidad de temas, personajes, estructuras, siempre escuchando lo que la historia por contar me propone. También en los años recientes he escrito libretos para ópera.
Decidí dedicarme a la disciplina del teatro porque me define como artista, me desafía en todo sentido ya que para mí hacer teatro es configurar al mundo; escribir para la escena es contribuir a dar sentido al mundo, desde una visión subjetiva y personal que se vincula con lo colectivo y social. Me dedico al teatro porque me alimenta tanto en lo que yo escribo, al crear esos mundos posibles, como en lo que vivo al involucrarme en un proceso creativo como dramaturga o directora.

Aprendo mucho y aprehendo el mundo cuando escribo teatro, cuando hago teatro, cuando soy teatro. Escribir para el teatro es una forma de arte muy especial por lo que tiene de ritual, de colectivo, de social, de irreverente, de poderoso, de profundo, de divertido, de relevante para dialogar con nuestros contemporáneos y con las distintas épocas.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Entre las preguntas que me surgen antes de escribir están: ¿Qué historias contar hoy? ¿Cuáles son los desafíos para el arte teatral en la actualidad? ¿Cómo no ser complaciente con la propia escritura? ¿Cómo contar esta historia de la mejor manera en la escena? ¿Dónde poner el énfasis en esta historia? ¿Por qué en este momento hay que hablar de este tema o de este personaje? ¿A quién le voy a hablar con esta obra? ¿Qué quiero que sienta el público cuando vea esta obra? ¿Cómo vincular mi quehacer con el de mis colegas en los distintos campos del teatro, y con otras disciplinas? ¿Cómo avanzar en el campo de la interdisciplina? ¿Qué propone nuestro teatro hoy con respecto de lo que está ocurriendo en el mundo? ¿Cómo seguir cuestionando a nuestras sociedades complejas en estos tiempos desde la teatralidad?¿Quién soy yo hoy en relación con el teatro y la dramaturgia? ¿Cómo involucrarme en proceso de creación que implique la actoralidad, o el trabajo con una compañía?
Dadas las condiciones de producción de nuestro teatro, mis anhelos tienen que ver con la relación entre lo que escribo y el tiempo que puede tardar una obra en llegar a la escena. También me interesa colaborar como una dramaturga en residencia con alguna compañía para propiciar y participar en diálogos creativos, que conduzcan a la creación de obra significativas y diferentes en el universo de posibilidades dramatúrgicas, escénicas y performáticas. También anhelo vincularme con creadores de otras disciplinas artísticas y aun científicas, además de involucrarme en procesos transdisciplinarios. Anhelo ser cada día una mejor dramaturga.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Riesgo. Poético. Multiplicidad.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro sigue y seguirá siendo importante en nuestra sociedad por la intensidad al contar historias en tiempo real; por esa energía que emana al estar en presencia de la historia en que se sumerge el espectador; porque toca temas que reverberan en la sociedad o por propiciar la conciencia acerca de algunas situaciones; porque es un arte rebelde; por su capacidad de cimbrar al público y porque es un arte que se apropia del contexto, sean situaciones, temáticas y tecnologías, lo que le permite conservar su sentido ritual originario al tiempo que se adapta al momento presente. Es el arte que puede decirlo todo.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que actualmente no hay un solo modelo teatral. Por un lado, se ha desarrollado una variedad de dramaturgias y procesos de creación escénica, alejados de los cánones y paradigmas del teatro del siglo XX en México. Se sigue escribiendo dramaturgia de texto, con valor artístico y autoral, al mismo tiempo que se crean dramaturgias desde las propias necesidades actorales y de grupos. Es decir, el abanico de la creación se ha complejizado, lo cual no ha ocurrido de igual manera con los modelos de producción de la misma manera.
Sería interesante cuestionar los modelos de producción y prácticas que se han venido repitiendo durante decenios, la vocación de los espacios escénicos convencionales disponibles, y las posibilidades de los espacios no convencionales. Considerar que existen tanto propuestas de grupo como propuestas de autor; que existe una gran demanda de recursos para la producción y no suficientes recursos financieros y espaciales por lo que se precisa de un diseño imaginativo y desafiante para la programación de los espacios y la asignación de los diversos recursos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo que sigan creando, que cuestionen sus saberes para no estancarse, que conozcan la genealogía del teatro mexicano para seguir del presente hacia el futuro. Deseo que sorprendan, fascinen, cuestionen y desafíen a sus públicos, lejos de las modas y tendencias. Que escuchen su propia voz y se alejen del deseo de copiar a otros. Que se vinculen con profundidad con otras artes y saberes. Que amplíen su horizonte de experiencias, temáticas, historias. Que se afanen en su arte más que en la carrera por la fama, las becas, el prestigio que llegarán si no son complacientes con su obra. Que perduren. Que haya mucho teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

El encuentro en persona con el otro es sustancial al teatro. El otro-colega, el otro-creador, el otro-público. Hoy nos separamos y es dolorosa esa distancia por lo que implica, pues, precisamente, se trunca la naturaleza del teatro. Confiada en que los tiempos de cambios por venir vuelvan a abrir los teatros, los escenarios, los espacios donde se hace teatro, deseo que se recuperen las obras que ya estaban en escena, que se sienta la ciudad, el país, vibrante de teatro que conecta con el espectador; de obras y propuestas escénicas significativas y poderosas, con multiplicidad de temas. Que veamos la obra de dramaturgos también a los grupos y sus propuestas. Deseo que nos veamos con menos egoísmo y más empatía. Sigamos haciendo teatro juntos.

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