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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Luisa Pardo Urías

37 años / Xalapa, Chihuahua, Yuxaxino / Lagartijas tiradas al sol y Proyecto Yivi

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Creo que las fundamentales son quién soy yo y dónde vivo, dónde participo, en qué comunidades, en qué sociedad. Me pregunto mucho sobre la incidencia de mi trabajo en los contextos en que los que lo desarrollo. Me gusta mucho trabajar con Lagartijas, ese es mi anhelo principal, seguir trabajando con/en/para Lagartijas tiradas al sol.

También anhelo seguir viendo crecer a lxs niñxs YIVI, seguir compartiendo con ellxs lo que he aprendido de/sobre la escena y lo que sigo aprendiendo en mi vida profesional. Seguir descubriendo todo lo que ellxs me hacen ver de mí misma, de mi quehacer, de mi historia, de mis decisiones, de mis gustos, de lo que es hacer equipo, colaborar, hacer escena en colectivo y que la escena nos forme como colectivo. Pero también lo que me enseñan de esta otra realidad en la que está inserto el Proyecto YIVI. Me gusta trabajar con ellxs porque me dan mucha luz sobre quién fui, quién soy y quién quiero ser.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Preguntar, investigar, plantas.

Mi forma de habitar el teatro tiene relación directa con mis necesidades profundas, con la sociedad, con la Historia, con la memoria y las preguntas que nos hemos hecho en Lagartijas tiradas al sol. Nos pensamos irremplazables dentro de nuestras creaciones, nos imaginamos las partes de lo creado como un todo que no puede ser escindido fácilmente. Así, nosotras/yo/nuestro contexto no podemos/puedo/puede ser separadas de nuestra creación. Eso es lo singular: nosotras/yo/el contexto ahí dentro, atrás, en medio, alrededor. También que siempre usamos plantas vivas.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

No sé, creo que lo más importante de este momento histórico es que nos tuvimos que replegar y detener en muchos sentidos y que debemos aprovecharlo para mirar profundamente qué hemos hecho, qué estamos haciendo, cómo nos hemos comportado con el mundo, con las demás personas, con nosotras mismas.

El teatro volverá, quizá con mucha más fuerza social de la que ya de por sí estaba conteniendo. No hay que tener miedo. El teatro nunca se va a acabar.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Esta respuesta si se las debo, porque ignoro cuál es nuestro modelo teatral hoy. Pero sí sé que el modelo de los que fueron “mis maestros” ya no es el hegemónico y eso me da muchísimo gusto.

También sé que las formas de producción deben de estar a nuestro alcance, debemos hacerlas nuestras, diseñarlas nosotras, no esperar que nos den dinero, que nos enseñen cómo producir lo que queremos producir.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo poca comodidad, mucha lucidez. Les deseo que disfruten estar sobre la escena e investigarla y crecer en ella, tanto como yo he tenido la oportunidad de hacerlo, y más, que no se cansen. La escena es como un salvavidas.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Yo creo que hay muchos artes del encuentro con el otro. Hoy no podemos dar funciones de teatro, pero podemos hacer otras cosas que hemos dejado de hacer.

Enfrento la emergencia con cierta preocupación por las demás personas, sobre todo por las que viven en la línea de tener un poco y luego ya no tener nada, que son la mayoría.

En lo personal me guardé en un lugar en la montaña, mi casa, el lugar en el cual invertí todo lo que tenía y donde he puesto casi todo lo que soy ahora. Hoy me toca vivirlo y hacer que florezca y sembrar y aprender a vivir con otro ritmo, con otro horizonte, con otras ganas, conmigo misma, conociendo y mirando algunos ciclos no humanos. Aprendiendo del campo, pero no estar de vacaciones, sino a trabajarlo, trabajar la tierra. Suena idílico, pero no es nada fácil. Me toca abrirme al encuentro con otra forma de vivir y experiencias bien distintas, agradezco por tener esa oportunidad que, por tener un montón de trabajo fuera, había aplazado.

Deseo que seamos más consideradas con las demás personas y las otras vidas. Deseo que logremos ver lo afortunadas que somos. Deseo que hablemos con sinceridad y alegría. Deseo que dejemos atrás lo que nos duele y que abracemos lo que nos da contento. Deseo que hagamos obras emocionantes, llenas de intensidad y retos.

 

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