La pregunta por el Ser que se fragmenta en tantas personalidades como hay nombres y circunstancias. Anhelo siempre esa intensa conexión con el alma del...
Leer másInstantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.
Edith Ibarra
México, Ciudad de México
Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México
Oficio: Dramaturga, investigadora teatral, directora, profesora
¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?
Cuando era estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM participé en un café concert en la clase de francés. Todo se me hizo maravilloso. Ensayar en las tardes, repetir y repetir las rutinas de los payasos (yo era uno de los payasos), mirar lo que hacían los demás, tener mi propio vestuario, ayudarnos entre bambalinas, a cambiarnos, a pasarnos la utilería: esa experiencia me cambió la vida. Ya no quise estudiar biología. Yo quería seguir sintiendo esa unidad, esa camaradería, esa vida fuera de horarios convencionales.
¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?
Me interesa pensar la representación de los cuerpos y los modos en que estos se representan bajo las lógicas de dominación y sometimiento. No es casual que a lo largo del tiempo la dramaturgia presenten cuerpos situados en el margen de lo que se reconoce como vida.
Me ocupo en estudiar la dramaturgia que el androcentrismo ha hecho que “aparezca” como falta, como vacíos de la representación hegemónica y no como la experiencia vital y compleja de los cuerpos subalternizados como es la dramaturgia que nombraron «femenina».
No quiero vivir dentro de las artes escénicas. Desde hace tiempo mi interés se centra en visitar otras disciplinas, en poder migrar para no pensar lo mismo.
Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?
Investigo, escribo, dirijo y doy clases, y cada una de estas actividades tienen su propio derrotero. A veces se cruzan, otras no, pero no me preocupa que no lo hagan porque cada una de ellas da cuenta de mí.
¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?
No puedo contestar esta pregunta en esos términos. Yo sigo escribiendo, pero sé que por el momento no está el espacio social para mostrar lo que hago. Tengo un montaje en pausa porque justo requiere de la comunidad para ser presentado. Doy clases por Zoom y me conmueve el desaliento de lxs estudiantxs porque no está el mundo al que estaban habituados. Vivo en un pueblo en el que lo que menos les importa es el teatro.
¿El teatro importa cuando no hay comida en tu mesa? ¿El teatro importa cuando se muere tu madre y dos hermanos por COVID? ¿El teatro importa cuando no te quieres ni levantar? Sin embargo, el montaje en vivo transmitido por Zoom de uno de mis textos me impresiona, me rebasa. Mirar el modo en que Rocío Carrillo y sus actrices resisten me conmueve.
¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?
Justo eso, que se presenta como modelo y por más que intente apropiarse de formas «vanguardistas», «contemporáneas», «rebeldes» no pierde el carácter de simulacro, de copia que se impone y con las que varios simuladores circulan.
¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?
Que sobrevivan a la pandemia.
Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?
Me parece que encontrarnos con eso que llamamos el otro no es «un arte»; de hecho, la categoría arte está en crisis porque genera, entre otras cosas, lógicas de exclusión. Por otro lado, aunque suena bonito eso de «estar juntos», la pandemia ha hecho evidente que no estábamos tan bien ni tan juntos. Me gusta ver cómo se fracturan estos lugares comunes porque posibilitan el reconocimiento de otro tipo de experiencias.
No puedo estructurar de manera clara un deseo porque vivo este momento con mucha incertidumbre. Sigo escribiendo, como dije anteriormente, sigo investigando, sigo dando clases en este espacio que ya casi me sé de memoria. Debo cocinar y lavar enormes pilas de trastes que nunca se terminan. El terror a enfermar va y viene. Tengo amigos que han enfermado y han sobrevivido, pero tengo alumnos que han perdido familiares y que a pesar de eso intentan seguir con su vida. Me queda claro que mi fantasía de ver la vida como un lago apacible se esfumó.
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