Cada vez que siento una punzada en el alma, intento transformarla en una historia para el teatro. Ese vértigo creativo me alimenta, me mantiene viva.
Leer másInstantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.
Emmanuel Lapin
26 años / Ciudad de México
¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?
Originalmente quería ser músico y el plan maestro era profesionalizarme como violinista o pianista en el Conservatorio Nacional de Música, pero mi primera maestra de teatro en la preparatoria, Brisa Rossel, me dijo que era «carne de escenario» y me cambió la vida.
Yo no entendía muy bien la expresión, pero le hice caso y continué estudiando Teatro profesionalmente.
Soy teatrero pero la música nunca me deja.
¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?
¿Quién es el otro? ¿Quién soy frente al otro? ¿Cómo escuchar en escena? ¿Cuál es el ritmo de la escena?
Con los años he descubierto que las preguntas más sencillas son las más difíciles de responder y eso funciona como catalizador en mi actividad como creador, un investigador nunca deja de preguntarse. No hay certezas para actuar (ni arriba ni abajo del escenario) sin embargo el escenario, como una lupa, revela y amplifica nuestros deseos y dolores más profundos. Y eso es bello e importante.
Definitivamente anhelo crear en comunidad, con equipos de trabajo que disfruten de estar ahí y sepan que amar es justamente su potencia creadora.
Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?
¿Tres nada más?
¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?
El teatro nos revela, aunque no queramos ver, aunque queramos esconder la verdad, aunque queramos trastocarla o negarla. Los griegos sabían que el teatro era el espacio idóneo para contemplarse.
Actualmente estamos alejados de ser una sociedad con la capacidad de mirarse, sobre todo por la sobre estimulación a la que estamos acostumbrados, pero justamente, y en contraste, el teatro surge con potencia a partir de una palabra, una mirada o una respiración.
El arte del encuentro no desaparece pese a lo fortuito e impersonal de nuestras relaciones actuales. Tampoco quiero sonar como un detractor de nuestra actualidad, ya que soy un hijo de este tiempo y creo que hasta en la virtualidad la ficción encuentra la manera de aparecer e inesperadamente revelarnos.
Cuando pienso en el teatro y lo virtual me sorprendo pensando: «¡Es 2020, tenemos internet y hablamos de teatro!» Probablemente lo más punk y outsider que alguien puede hacer en estos tiempos. Que nunca muera esa conversación.
¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?
Me cuesta trabajo pensar en un solo modelo teatral en México porque he visto muchos, desde el que produce sin un peso hasta los que producen con mucho y aspiran a un teatro que se parezca más a un concierto de Madonna que a una obra de teatro.
Creo que debería cambiar la inequidad, los discursos de poder que legitiman a dos o tres y especialmente los prejuicios que se siembran desde las escuelas de teatro, esto se conecta de nuevo con los discursos de poder absurdos que generan seguidores, no creadores.
¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?
Deseo que sus hermanos mayores del teatro no les hagan bullying, esto traducido en que si acaso hay muchas cosas para desmotivarse no sea lo único a tomar en cuenta en el panorama actual de nuestro teatro.
Les deseo condiciones favorables de parte del gobierno y sus instituciones culturales.
Les deseo inspiración, profundidad y preguntas que enriquezcan su arte.
Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?
Son tiempos extraños, pero todo lo que nos saca de nuestra zona de confort nos sirve para reestructurar nuestros sistemas de pensamiento. Tengo la fortuna de poder quedarme en casa y darme el tiempo de pensarme a partir de lo doméstico, a lo cual no estaba muy acostumbrado.
Reflexiono sobre mi salud física y mental y leo libros atrasados, escucho mucha música y fantaseo en que todo lo aprendido en esta cuarentena tendrá efecto en el teatro que vendrá.
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