El hecho teatral en sí, sobre todo ahora, en ausencia durante tantos meses. El que a la primera oportunidad, pese a los riesgos ahí estuvimos,...
Leer másInstantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.
Ana Graham
54 años / Ciudad de México
¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?
Me inicié como actriz en el cine. A los tres años participé en el largometraje “La muñeca perversa” bajo la dirección de Rafael Baledón, continué trabajando en cine, en algunas obras de teatro infantil y posteriormente en televisión, en donde conocí y trabajé con Julio Castillo en una serie titulada “Cuidado con los niños”; esto es relevante porque en aquel tiempo Julio Castillo estaba también dirigiendo “El pájaro azul”, una obra para niños pero con un montaje enloquecido y maravilloso, yo nunca había visto algo así, recuerdo haber pensado que ese era el tipo de teatro que yo quería hacer.
Mi carrera de niña actriz terminó cuando cumplí diez años y mis padres me enviaron a estudiar a un internado en Inglaterra, en donde -entre otras materias- estaba la de teatro. Cuando regresé a México decidí estudiar mercadotecnia, pero en cuanto conseguí mi primer trabajo supe que eso no era lo que me hacía feliz. Localicé a Julio Castillo, quien me invitó a tomar un curso de perfeccionamiento actoral con él en el Núcleo de Estudios Teatrales.
Yo no sabía nada, no tenía un entrenamiento formal y en el grupo había actores increíbles como Alejandro Reyes y Daniel Giménez Cacho, quienes realmente estaban perfeccionando su técnica actoral. La intensidad del trabajo me asustó, después de la tercera clase le dije a Julio que creía que eso no era para mí, pero él opinó lo contrario, me dijo que solo tenía miedo y que no hay que tomar decisiones por miedo, que él creía en mí y que me tocaba pasar a hacer mi ejercicio al día siguiente. Por supuesto que Julio tenía razón, una vez superado el miedo tuve la absoluta certeza de que mi lugar en el mundo era el teatro. Tristemente ese fue el último curso que Julio Castillo dio antes de abandonar este mundo. Yo me inscribí a la carrera de teatro en el Núcleo de Estudios Teatrales.
¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?
Cada vez que me enfrento a un nuevo proceso como actriz me pregunto si seré capaz de crear un personaje. Como directora me pregunto si seré capaz de imaginar el montaje.
En general me pregunto si seré capaz de inyectar vida a una historia que logre por unos minutos tocar la vida de algún espectador de la misma manera que algunas obras y algunas actuaciones han tocado mi vida.
A nivel intelectual sé que tengo las herramientas y la experiencia de los procesos anteriores para hacerlo, pero mi sensación al enfrentarme al texto es siempre la misma. El reto de transformar palabras en algo vivo es enorme y el resultado incierto pero la posibilidad de lograrlo me apasiona.
Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?
Una sola palabra: Pasión.
No pienso que mi forma de habitar el teatro sea singular, creo que todos los que realmente habitamos el teatro lo hacemos de la misma manera: desayunamos, comemos y cenamos teatro. Hacemos teatro, vemos teatro, hablamos de teatro (debe ser insoportable para los demás). No es que nuestra vida sea solo el teatro, pero la única manera de habitarlo es pasando la mayor parte de nuestras vidas en él; en tiempos buenos vivir del teatro y en tiempos malos invertir nuestro trabajo, nuestro dinero y nuestra energía para mantenerlo vivo.
Supongo que hay por ahí unos cuantos turistas que disfrutan de su belleza, de sus atracciones turísticas, que lo visitan cuando el clima es templado pero se alejan cuando ven venir la tormenta, esos son los que no echan raíces y no conocen esos lugares secretos, porque esos lugares secretos están reservados para los que lo habitamos todos los días.
¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?
Considero que debido a las características específicas de este momento histórico que tiene bajo amenaza de muerte a la humanidad, el teatro, como arte vivo y colectivo, se encuentra incapacitado para cumplir su función. Podemos distraer la mente un rato transmitiendo obras grabadas, incluso transmitir en tiempo real creaciones escénicas que no impliquen mayor producción, pero no podemos percibir la energía colectiva del público o atestiguar su emoción al final de la función.
La importancia del teatro vendrá después cuando volvamos a estar juntos. Cuando este momento histórico haya pasado, el teatro abrirá nuevamente sus puertas para celebrar la vida, mitigar el dolor, aumentar la moral, inspirar y cuestionar el intelecto; para contar historias que nos recuerden quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes queremos ser.
Mientras tanto dejemos que los dramaturgos trabajen en soledad y que otras artes, como el cine y la música, alimenten el espíritu de la sociedad. Dejemos los aplausos y los bravos para los doctores, las enfermeras, los que limpian los hospitales, los que mantienen la cadena alimenticia y todos los trabajadores esenciales que arriesgan sus vidas para que la humanidad sobreviva.
¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?
Nuestro modelo teatral institucional -que supongo que es del que estamos hablando- no es en sí mismo un mal modelo, por el contrario, considero que es un modelo estupendo: los apoyos y espacios institucionales son fundamentales para la exploración y el desarrollo del lenguaje teatral, son los apoyos que nos permiten y los espacios en donde podemos tomar riesgos, probar nuevas tecnologías, hablar de lo que queremos, de la forma en que queremos y colaborar con quién queremos, (a diferencia de las otras formas de financiamiento que hoy día tenemos a nuestro alcance como EFITEATRO y la inversión privada, que de una forma u otra comprometen el discurso estético, pues tenemos que hacer concesiones para obtener esos apoyos. He de decir que no estoy en contra de EFITEATRO, es una forma de financiamiento importante, pero hay cierto tipo de proyectos que nunca tendrán acceso).
El problema es que ese maravilloso modelo teatral envejeció, se lleno de vicios y de enfermedades y que a pesar de todas las mesas de discusión tituladas «¿Qué le duele al teatro mexicano?» en donde se menciona hasta el cansancio que el presupuesto es insuficiente, que los espacios son pocos, que están sobreexplotados, que las temporadas son demasiado cortas, que los tabuladores están bajos, que no se desarrollan públicos, que los sindicatos no cooperan, etc., etc. No hemos logrado rehabilitarlo y estamos divididos y paralizados, atestiguando su lenta muerte y cuando finalmente desaparezca lo vamos a extrañar.
Sabemos qué es lo que tenemos que hacer, tenemos que defenderlo y rescatarlo; lo único que nos falta es ponernos de acuerdo en cómo.
¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?
Deseo que sean felices haciendo teatro. Que puedan vivir de hacer teatro. Que disfruten cada función en vez de estar preocupados por un trabajo futuro que no saben si tendrán o por el otro trabajo que tuvieron que rechazar.
Que no les tome muchos años darse cuenta que el teatro puede ser parte fundamental de su vida pero que hay muchas cosas más importantes que el teatro en la vida. Que aprovechen cada proyecto para aprender pero sobre todo para hacer buenos amigos, porque el teatro es un muy buen lugar para hacer buenos amigos.
Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?
La enfrento tratando de darle su justa dimensión tanto a la emergencia como al teatro. Estoy encerrada en casa para evitar el contagio, viviendo un día a la vez, ocupándome de lo que está bajo mi control y aceptando que hay cosas que no puedo controlar. Trato de distraerme pero no demasiado para no desconectarme de la realidad. Trato de aprovechar el tiempo para resolver pendientes, inventar nuevos proyectos y explorar maneras de generarlos pero acepto que me es difícil enfocarme. Me asomo por la ventana, me paro junto a la ventana para que me dé el sol, hago un poco de ejercicio, me mantengo en contacto con mi familia y amigos. Trato de compartir mis sentimientos y de ser empática con los sentimientos de los demás.
Cuando volvamos a estar juntos deseo abrazar a mis seres queridos, estrenar la obra de teatro que se quedó en pausa, generar trabajos pagados para los colaboradores de Por Piedad Teatro, deseo que el público llene los teatros.
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