Los anhelos te mantienen vivo para la escena, y entre ellos, siempre hay un personaje soñado, una obra soñada para actuar o dirigir, algunos actores...
Leer másInstantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.
Darinka Ramírez
33 años / México, Jalisco, Guadalajara
Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Chiapas, San Cristóbal de Las Casas
Oficio: Artista escénica: directora, narradora oral
¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?
Inicié bailando. Para mí ahí comenzó todo. Así empecé a descubrir el ritmo, la conciencia del movimiento, el otro, la magia del espectador, el espacio, las luces, la escena, la presencia. Después vino el teatro a inundarlo todo. Mi maestra Dora Arreola, se había formado con Jerzy Grotowski; ella fue para mí quien me inició. Cuando llegué a ser su alumna, sabía que había encontrado mi sitio.
Dora viajaba una vez al mes de Massachusetts a Tecate -mi pueblo- para enseñarnos ‘teatro’ a un grupo de adolescentes apasionados. Después me invitó a ser parte de Mujeres en Ritual, lo que me llevó a temprana edad a viajar y trabajar de manera más profesional en el teatro. De ella aprendí la disciplina, el teatro-danza, profundizar el trabajo con y desde el cuerpo, mirar desde la esquina norte de México.
El teatro te escoge, y no hay más salida. Aunque uno pase la vida intentando más cosas, siempre vuelvo al teatro, como mi velero por el mundo.
¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?
El universo infinito del cuerpo y de sus posibilidades, me fascina. En torno a él giran muchas de mis preguntas y aspiraciones. Trabajar de adentro hacia afuera. Una pequeña caja de Pandora.
Intento buscar que las preguntas que se albergan en mis entrañas sean honestas con lo que me atraviesa en ese momento; procuro lanzarme a encontrar y a hacer lo que intuyo, que no tengo mucha certeza de que resulte. A veces su dimanar es bellísimo, otras veces no; pero sigo intentando y buscando.
Yo deseo hacer teatro y danza, siempre. Ese es mi anhelo ahora. Volver a las tablas y estar.
Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?
Búsqueda, intuición, movimiento.
¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?
Los hacedores de teatro traemos las raíces de nuestros ancestros teatreros, aferrados como hierba silvestre en los campos, por los tiempos de los tiempos.
Creo que el teatro siempre ahí está, siempre ha estado; en sus múltiples dimensiones y formas. Para mí es importante ahora porque es vida, respira, habla, siente, sobrevive la vida. Hace que lata el corazón, que estemos «a live«.
El teatro es un pequeño aliento de vida, chiquititito, pero hace que el pabilo de la existencia se agite.
¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?
Pff… depende de cuál hablamos y desde dónde. Yo, al estar en las periferias de la escena en México (Chiapas o Baja California), me permito reflexionar en cada trabajo que hago, el sentido que tiene en este contexto, a quién voy dirigida, si realmente algo les dice, algo les mueve.
Aquí en Chiapas las prioridades son otras. El teatro busca sus espectadores en otros espacios. Yo sólo intento hacerlo lo más honesto y mejor que puedo. Me encantaría que no estuviera todo tan centralizado y se viera más la polifonía y las formas tan diversas que se tienen para vivir y hacer teatro. Eso de que hay una forma, un modo, unos códigos tan deíficos, no me resuenan.
¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?
Que pudieran tener una vida digna viviendo del teatro, para poder crear y vivir de ello, para tener seguridad social.
Por otro parte, que resistan, que se aferren, que se escuchen. También que dialoguemos como los pocos que somos, no como titanes en combate.
Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?
Invernando ideas, creando desde las montañas con la sutileza del tiempo de diente de león; viendo y respirando. Cuestionándome a veces, y otras, observando la vida y la vida que descubren los ojos de mi cría.
Busco estar PRESENTE, si bien no se puede en escena estoy en el día a día. Aprendiendo qué posibilidades escénicas me da este tiempo.
Y con harta esperanza, de ver a los ojos, de respirar al otro, de apagar las luces, y de dar tercera llamada.
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