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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Luisa Huertas

69 años / San Salvador, El Salvador, Centro América
MEXICANA por naturalización

Lugar principal de trabajo: Ciudad de México

Oficio: Actriz, docente

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié como estudiante en el Taller de Teatro Infantil del INBA en 1963 ya que desde muy pequeña tuve la certeza de que quería ser actriz. Después ingresé a la carrera en la misma Escuela de Arte Teatral, generación 1967-1969 en donde terminé mi tercer año con Héctor Mendoza. Luego de 5 años de trabajo profesional en teatro, 2 giras internacionales (Colombia, España) algo de televisión y radio, sentí la enorme necesidad de seguir preparándome, acudí a consultar al Maestro Mendoza y me invitó a ingresar al Centro Universitario de Teatro de la UNAM (recién transformado por él en un centro de formación actoral) de 1975 a 1977.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Tantas preguntas sobre el ser humano, como seres humanos hay reflejados en obras de teatro. Tantas preguntas como cada proceso que inicia me las vuelvo a hacer como actriz para construir un personaje.
En esta etapa mi principal anhelo es volver a pisar el escenario y estar en contacto con el público. Otro anhelo es seguir aprendiendo todo lo posible sobre las artes escénicas.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

IMPORTANTE COMO RESPIRAR.

La energía compartida con mis compañeros de escena y de nosotros con el público, el pulsar, el latido de cada ensayo y luego de las funciones, siempre diferentes.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Como desde siempre lo ha hecho: reflejar los procesos de la realidad, de su entorno cercano y del que no lo es tanto, de las preguntas, la incertidumbre, el miedo al contacto, al contagio, a la carencia que se vive actualmente, carencia desde afectiva hasta económica.
Colaborar desde nuestro arte para que se comprendan los estadios personales y colectivos, para preguntarnos qué sigue y qué queremos como especie. El teatro contiene el sentir colectivo y es capaz de hacer que la gente participe activamente, se integre incluso al hecho teatral mismo… por lo pronto con «sana distancia».

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los presupuestos de las producciones: Podrían ser mucho más sencillas en todos sentidos para que se privilegiara la movilidad, la capacidad de llegar a más lugares y de poder adaptarse a diversos formatos, ámbitos y horarios.
Se debe privilegiar el bienestar creativo y económico de los actores.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que se formen en la mística del teatro, tomen la estafeta de nuestra mejor tradición y que puedan hacer teatro en contacto directo con el público por poco que este sea.
Que tengan amplias posibilidades de prepararse para ser creadores.
Que tengan las condiciones laborales de ciudadanos de primera y no como en la actualidad, en que nuestro gremio no cuenta con los derechos que tienen el resto de los trabajadores: servicios de salud, aguinaldo, vacaciones pagadas, posibilidad de ser sujetos de crédito y demás.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por lo pronto utilizando los medios electrónicos para estar al menos en contacto «en vivo» con la gente, estar presentes ante el público y ofrecer experiencias diversas como charlas sobre nuestro quehacer, entrevistas, lecturas y cuanto juego creativo sea posible como lo mostró la obra sobre los leprosarios que, aunque era grabada, nos hablaba de una realidad poco conocida para el público y experimentaba con una forma específica de interpretación que lograba atrapar al espectador.
Lo que deseo cuando volvamos a estar juntos es que el teatro siga cuestionando, conmoviendo, agitando conciencias; que siga haciendo pensar, divertirse, enojarse o llorar al que asista, sean pocos, sean muchos, estén cerca o estén lejos. Eso deseo y eso ocurrirá porque el teatro no ha muerto por siglos y ha resurgido luego de pestes, pandemias, guerras.
El Teatro vive y vivirá mientras haya un actor y un espectador que complemente el rito.

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