Gabriela Román

“PUTA

Puta 

Dice mi madre mitad preocupación, mitad enojo.

Aunque no lo diga así

PUTA

Con sus cuatro letras

P

U

T

A

Lo esboza en el ceño fruncido mientras pregunta:

¿Qué hacías ahí?

Se refiere al crucero donde convergen las únicas avenidas de la ciudad

Fuimos a comprar la guitarra de/

¿Frente al hotel?

Interrumpe

¿Cuál hotel?

Te haces

No me hago. No sé a qué se refiere. En el crucero no hay ningún hotel.

¿Cuál hotel?

Te haces.

Y ríe. Con esa mueca tan detestable que finge ser una sonrisa, pero es solo un gesto que le apantana el rostro de desprecio.

El que está por el crucero

¡Ah, ya!

¿Qué hacían ahí?

Dimos vuelta enfrente. 

¿Dieron vuelta?

Repite esa maldita mueca que apantana su rostro de incredulidad.

Sí, ves que tiene una como bahía para que puedas dar vuelta

De nuevo la mueca. 

Estaban saliendo del hotel

Un pantano de reprobación

¿Cómo del hotel?

Salías del hotel con dos hombres.

Por supuesto que no. Dábamos la vuelta.

PUTA

Grita sin decir palabra, solo con ese ceño fruncido y esa mueca.

¡Mamá! ¿Por qué dices eso? ¿Cómo se te ocurre?

Un pantano denso de odio.

Sólo digo que una señorita… una…

¿PUTA?

Salir de un hotel con dos hombres a mitad del día, no es…

Y calla

Unas ganas terribles de llorar quebrarle ese su ceño fruncido hacerla añicos correr a la calle subirme al primer auto lleno de hombres de pase y cogérmelos a todos una y otra vez una y otra vez hasta que toda yo sea un pantano de fluidos de

Puta

P

U

T

A

Pero mi rostro solo replica esa su mueca

Y no digo nada más

Y algo en mí se seca

para siempre.“