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Mi cuarto

Último empujón

Cada vez que quiero escribir me cuesta poner el nombre de Otelo

y termino poniendo el de Toño,

porque me es urgente escribir cómo estoy,

escribir en esta bitácora se ha vuelto esencial,

no sé si alguien la lea,

o siga este proceso,

pero plasmar en un lugar lo que me pasa,

y no solo quedármelo en la cabeza,

es hasta terapéutico.

 

Se me antoja una malteada.

 

Me fui desde el sábado al festival Cervantino,

y ahí estuve haciendo una obra con Teatro Línea de Sombra.

Se supone que me iba a encontrar a Raúl,

íbamos a tomar una chela,

y hablar de esto…

digo se supone,

porque no fue…

 

Platiqué mucho con Chucho,

no le conté de lo que pasó,

pero por alguna razón él me empezó a contar de Amarillo,

y de la amistad que tiene con Raúl,

sus giras,

y luego pensé que, si no hubiera conocido a Jorge Vargas en el CUT,

y si no hubiéramos tenido esa reunión donde invitamos a Jorge, Malcom y Raúl al depa,

tal vez no estaríamos haciendo esto,

de esta forma,

pienso en todo lo que ha pasado y qué rumbo tendría esta pieza si Raúl no se hubiera ido…

En el Budismo se dice que el hubiera no existe,

que las cosas que pasan son las que tenían que pasar,

así estaba escrito,

ese era el camino natural de la obra.

 

Han hecho muchas cosas mientras no he estado:

pintado el departamento,

cosas de arte,

cosas de cámara.

Érika jugó con unas fotos del storyboard

y mandó dos,

una donde está Paty tras el plástico del baño,

y otra en la que está tirada,

quedaron muy padres,

me gustan las dos,

creo que si la foto donde está en el piso tuviera más plantas en lugar de sangre sería más buena…

 

El viernes pasado tuvimos charla con Toño rojas,

los más ñoños, Érika y Toño,

me gustó mucho la charla.

 

En fin, pasamos a la semana de ensayos generales

tenemos tiempo,

tenemos tiempo

y un gran equipo.