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Sentada frente a la ventana que da hacia la casa de los vecinos

Síntesis del proceso de trabajo realizado hasta ahora

Cadáver palabra

Empezamos un 10 de julio a hablar sobre una idea que rondaba en la cabeza de Raúl y Dania: adaptar Otelo desde una mirada forense.

Dado que estábamos en encierro, (y lo seguimos estando) creímos que era un buen momento para empezar a pensar tranquilamente en un proyecto.

El arriesgue del grupo fue descolocar la mirada que el autor propone, partiendo de la última imagen que ofrece con la muerte de Desdémona y el suicidio de Otelo. Raúl propuso partir de ahí, de esa última impresión para adoptar una mirada desde el punto de vista forense. Nos trajo un referente claro de cómo quería empezar a elaborar el proyecto, y empezamos a ver el material de Forensic Architecture. El trabajo de investigación que emplean ellos, es un punto de referencia que nos ayuda a elaborar un criterio para trazar la ruta de nuestro proyecto.

Y es que, aplicar otra técnica para crear hipótesis respecto a lo que sucedió con la tragedia de Shakespeare, servirá para que sea espejo de otras tragedias que suceden día a día en nuestro entorno social, atravesado cada vez más por la violencia.  

Los días siguientes nos reunimos para compartir diversos ejercicios escritos. Algunos abordaban diversas hipótesis acerca de lo que le pudo haber ocurrido a Desdémona. Toño proponía la ficción como una “verdad histórica”, aquello que se sabe, aquello que se nos ha dicho. Pero ¿qué pasa si cuestionamos la verdad de Shakespeare, para revelar otros motivos que llevaron al asesinato de Desdémona por parte de Otelo?

Al hacerlo se abrieron otros imaginarios que develaban otras posibilidades. Pensar no sólo la muerte como el hecho en sí, sino atravesar el hecho desde la convención. Y es que en nuestras posibilidades para entender el hecho criminal, también es posible que den testimonio los muertos, o se devele algo al repetir como un loop el acontecimiento, o sólo enfocarnos en la acción de las manos que asesinan a Desdémona y después dan muerte a su propio agresor.

Hasta este punto, el juego con las posibilidades para abordar el hecho criminal, hacían que no sólo nos enfocáramos en la visión forense, sino también entretejer desde lo poético para encontrar otras formas.

Hemos llegado en conjunto, a conclusiones y otras cuestiones. Empezamos a visualizar el cómo, el por dónde, aunque sigamos investigando desde otras técnicas.

Finalmente dimos un giro en la creación del cadáver exquisito. Creamos un cadáver exquisito hecho por texto, imágenes, secuencia de imágenes y sonidos. En una sesión larga donde nos propusimos hacer rounds con distintas ordenes de participación. En un primer round que duró diez minutos, elaboramos un documento algo tímido. Luego fuimos agarrando ritmo, y había fragmentos que fluían en torno a distintos temas como la muerte, los sueños, lo femenino; pensamiento interno o súplicas a un dios.

Fue interesante la interacción por medio de Zoom y a través de un drive, quedó como consigna final releer el documento hecho.

Más tarde el mismo día

Reuniones con Teatro UNAM para realizar el proyecto Cadáver Palabra

La invitación por parte de Teatro UNAM llegó en un momento inesperado. En primer lugar, hubo que reestructurar la dirección del proyecto para enfocarnos en la logística del mismo y repensarlo desde la propuesta de Teatro UNAM: exponer el proceso creativo a público.

Todos nos cuestionamos sobre cómo podíamos hacer eso, ya que los procesos creativos suelen ser celosos en ese aspecto. El público acude al evento hasta que ya está terminado, antes sería violentarlo, o modificarlo en torno a la mirada. Pero el reto está ahí, abrir el armado del proceso para que el público conozca qué es lo que se hace. Evidentemente, llegamos a la conclusión de que no todo sería expuesto, pero al menos sí un gran porcentaje del mismo. Eso nos puso a pensar sobre las implicaciones, ¿qué sentiríamos si alguien ve cómo se hace algo? Pensamos en la vulnerabilidad a la que nos somete la idea, esa vulnerabilidad de pensar que nos expondremos a los comentarios del público, al ojo de quien sea testigo de ello.

En una primera junta con Juan Meliá y Alicia Martínez, Raúl y yo planteamos el proyecto que decidimos nombrar Cadáver Palabra, expusimos los objetivos del mismo y las sugerencias de las salidas a público. Juan nos mostró a su vez los objetivos de lo que él llamó “proceso expuesto”; Alicia armó otro documento, con las mismas consignas, llamado “vitrina escénica”. Siguieron los mismos puntos sobre el armado de un proyecto de manera presencial y con base a eso fuimos modificando algunos puntos y sobre todo las salidas a público.    

Hay algo importante a resaltar en estas juntas que se han tenido hasta ahora, y es que nunca me había topado con el nivel de involucramiento con el que está el equipo de Teatro UNAM, es una colaboración muy enriquecida en muchos sentidos. Tanto de nuestro lado como del suyo hay flexibilidad y diálogos interesantes para armar algo en una plataforma desconocida para todos.

Juan planteó la necesidad de adentrarnos a esta forma de trabajar por ahora, y de explorar este terreno virtual que se ha vuelto cada vez más necesarios para seguir teniendo contacto con el mundo exterior. El objetivo de todos es armar un proyecto (llámese experiencia tecnovivial o arte vivo grabado), que pueda ser mostrado de modo virtual, pero previo a eso, abrir el proceso del armado al público.

Y es que estamos en un momento donde el convivio que ofrece el teatro, ha tenido que ser cancelado por la pandemia. La manera de resistir de la comunidad teatral es encontrando nuevas formas de crear aún desde la virtualidad. En lo personal ha sido un reto, no sé a qué me enfrento. Antes de aceptar participar en un proyecto como este, no hubiera imaginado hacerlo, me resistía. Tal vez mis miedos van de la mano de ese desconocimiento. Y es que no sabemos a qué nos enfrentamos, pero sí sabemos que las ganas de hacerlo están ahí, las ganas de comunicarle algo al espectador (que ahora hemos decidido llamarlo usuario) están ahí.