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A lado del altar de muertos

Segunda semana de funciones

Fue la segunda semana de funciones, y creo que hubo grandes avances respecto a la primera. Ha habido avances respecto a lo técnico, la coreografía con las cámaras es más limpia y precisa, pero siempre hay algún error, siempre pasa y es parte de hacerlo en vivo.

Al ver las repeticiones de las transmisiones, me di cuenta de que el tiempo para hacer algo así, tiene que ser otro. Más tranquilo, más taimado.

Es curioso cómo sucedieron las dos funciones de esta semana, porque la del viernes pareciera que no estaba pasando nada, había más tiempo, estábamos dándonos más tiempo con todo: los movimientos, el trazo, los textos, la música, etc. Pero a nivel personal sentía que no estaba sucediendo como hubiera querido. En la función del sábado ocurrió otra cosa, la energía que se desplegaba en la casa se sentía en otro lugar, había derroche de energía y estábamos más conectados, creo que estaba sucediendo, pero no funcionó de la misma manera para la cámara.

Stefanie Weiss vio las dos funciones y ayer que platicábamos justo me decía que le había gustado más la función del viernes porque estaban sucediendo más las cosas, había más sorpresa incluso para los actores, y que en la función del sábado estábamos tratando de llegar a algún lugar.

Es curioso, porque en lo personal yo me dejé llevar por lo que sentía el sábado, y el viernes tenía la sensación de que no estaban pasando las cosas. Pero tal vez ocurrió de modo contrario. Es interesante este tipo de reflexión y el ojo externo, para dar referencia de lo que está sucediendo en este tipo de experiencia virtual, que cada vez creo más se parece a la del cine. En lo personal no he hecho tanto cine, Toño sí y tiene más entendido el lenguaje visual. Lo veo cuando está frente a la cámara, a mí me pasa que tengo que estar bajándole a la proyección, pero eso no quita que las cosas estén sucediendo.

Juan Pablo nos dijo que le había gustado más la función del sábado. Y es que creo que, si el público hubiera estado el sábado, hubiera sentido nuestra energía, que no sé si ocurrió de la misma manera en lo virtual.

No se puede hacer lo mismo, eso está claro.

 

Esta es la última bitácora que escribo para que sea publicada, ha sido un gran viaje el poder registrar todo lo que sucedía. Ha sido una gran aventura y un proceso con muchos matices. Ocurrió todo lo que realmente ocurre en un proceso de creación como este, sólo que esta vez estábamos en una situación extraordinaria: la pandemia.

 

Evidentemente esto no es teatro, el teatro se hace de forma presencial, pero a toda costa sigue operando bajo las leyes de la ficción, y la salida ha sido de modo virtual. Nos adaptamos y eso funcionó.

 

Gracias Teatro UNAM por la oportunidad, gracias Juan Meliá por confiar en las nuevas generaciones, gracias Alicia por ser un cómplice y abrazar y apoyar nuestras locas ideas y darnos eje, gracias Fausto por auxiliarnos y confiar, gracias al equipo de difusión por descolocarse y por ir juntos, gracias a Elizabeth por acompañarnos; y me faltan muchos a los cuales agradecer: gracias Miriam, Ricardo, Erika, por ser partidarios de esta aventura y dejar volar su imaginación en épocas de crisis, por abrazar un proyecto en condiciones extrañas y resistir; gracias Juan Pablo por estar tan loco y bañarnos con tu música cada función, gracias Adrián por aguantar a tanta gente en tu casa y por sumarte al proyecto de manera generosa.

Gracias Otelo, gracias Desdémona, gracias a Stef, Itzel, Susana, Toño Rojas, Pamela, Alex, Luis Arturo, Didanwy, Rosa, Zavel, Cinthia, Jacobo, Alberto, Camilo, Ramona.

Gracias a todos los espectadores.

Pero sobre todo, gracias Toñito, gracias por seguir siendo mi amigo aunque hayamos tenido ganas de jalarnos los cabellos, gracias por dejarme ver que el teatro se hace en complicidad, confiando y entregándose de la manera en cómo lo haces tú; eres un gran actor y sobre todo eres mi amigo.

 

Por menos crímenes, por más teatro.

¡Viva el teatro!

¡Viva la vida!