En la sala de mi casa, en una mesa que da frente a una pared blanca
Reflexionar acerca de la muerte
¿Qué es la muerte? ¿Qué significa para mí?
Es una experiencia que me ha atravesado poco. La he experimentado con familiares, y con gente de mi edad. La más reciente fue la de una amiga que sufrió un accidente automovilístico. Era joven, la última vez que la vi, estaba sonriente.
La muerte es algo en lo que no me gusta pensar. Porque si lo pienso me sacude. A veces se me atraviesa como un pensamiento imprevisto, que me dice que yo también voy a morir. Y en un arrebato egoísta digo: para qué todo esto. Es un pensamiento existencialista que se abre ante la inutilidad de la vida misma: ¿para qué?
Somos seres frágiles que pueden morir en cualquier momento. Un virus que anda por ahí, puede matar a quienes tienen la vida más endeble que uno. Y pega directamente con la ley del más fuerte.
Perder a alguien… algo que puede suceder en cualquier momento. Llorar la pérdida de alguien y que venga la culpa por no haber estado con esa persona.
¿Pero no será que morimos a diario? Hablo de la muerte parcial, la muerte de células, la muerte de ideas, la muerte de sueños, la muerte de objetivos. Algo muere en mí, cada vez que pienso en la inutilidad de algo, de mí misma.
En este momento la vida peligra, estamos inmersos en un momento de demasiada precaución donde la vida está en riesgo, la vida de los otros.
El otro día, soñé con un cadáver. Era el cadáver de mi madre… cuando me acercaba a ella, empezaba a moverse. A surgir de entre la muerte. Pero algo se había perdido, algo estaba ajeno ya. En la lógica del sueño, donde todo es posible, los muertos vienen y hablan. ¿Será entonces la realidad del sueño un refugio entre vivos y muertos? un lugar donde estar y donde permanecer para no perecer.