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En el escritorio, casi siempre en el escritorio

Los limites laborales

Estoy frita, tengo mucho sueño. Las dos últimas semanas han sido hardcore. No he podido dedicarle tiempo a mi cuerpo, que es algo sagrado para mí. Le he dedicado hasta 12 horas al día a este proyecto, sin días de descanso, en su mayoría haciendo cosas que no estaban contempladas desde un inicio que son de tareas de diseño gráfico y producción audiovisual. Tenía la ilusión de estar en un proyecto en donde el equipo de difusión y el de creación escénica estuvieran retroalimentados unos a otros. Era un terreno laboral que desconocía y estaba emocionada, pensaba que había mucho por aprender y aprendí pero de una manera muy agria.

Siempre he pensado que una pieza escénica debe tener un público definido,

porque pasa que a veces solo va al teatro la familia, los amigos y los colegas. El arte no mueve masas, pero debería. ¿Por qué es que no sucede? 

Evidentemente no puedo asegurar si lo que propongo es una respuesta, pero hay que intentarlo. Estudiar el concepto de la pieza a fondo y crear campañas estratégicas que le lleguen al público deseado. Porque el arte se expresa pero el diseño y la publicidad comunica. ¿Hacemos escena para sensibilizar, para conmover, para imaginar, para cuestionarse? Cada vez me surgen más preguntas en esta residencia expuesta.

Me hubiera gustado que la experiencia de equipo mixto hubiera sido más rica pero sobre todo con compromiso y vocación. Entonces me pongo a pensar porqué hacemos las cosas, porqué hacemos lo que hacemos sea lo que

sea que hagamos. 

El desarrollo de la creación escénica se ha visto perturbado por las tareas que deben hacerse para el lanzamiento de una página web, que también me hubiera gustado fuera interactiva porque era un objetivo del proyecto antes de recibir el apoyo de Teatro UNAM. Pero no me desanimo, una vez me dijo un profesor: los proyectos son para hacerse. Y seguro que así será, viene la calma en mí.

No queda más que confiar. 

Todavía falta desarrollar la pieza, veremos qué pasa.