En el comedor
La crisis
Qué es la crisis en este momento. A qué nos orilla, ¿a repensar las cosas? ¿a planear desde otro lugar?
El teatro como se venía haciendo ¿funcionaba?
No soy partidaria de incendiar todo, ni de quemar lo ya hecho, ¿para qué? ¿qué ganaría?
Pertenezco a una generación que alzó la voz, pero también le gusta estar en un lugar cómodo y tener muchos likes. ¿Por qué?
Hay una gran contradicción en ello.
No queremos vivir mal, de eso estamos seguros. Pero tampoco estamos seguros de dónde pasaremos nuestra vejez. No hay plan a futuro.
Pertenezco a una generación que vive al día.
Y ahora, en medio de la crisis, ¿es posible seguir haciendo teatro de la misma manera?
¿Se puede eso?
Tengo miedo de no encontrarme con el otro.
¿Dónde lo encuentro?
¿Es posible hacer teatro desde casa?
Alguien me dijo que el teatro estaba dentro de uno.
Vive dentro de uno.
Se trata de expresarse.
De crear.
De sobrevivir.
De seguir viviendo de esto.
Uno de los primeros impulsos para hacer este proyecto, era para sostenernos, mantener el ánimo.
A veces siento que me pierdo.
Y es que no estoy en mi zona de confort. A diario se mueve. Me descoloco.
A diario trato de tener una rutina de trabajo para encontrar al personaje.
Leo a Shakespeare y me sumerjo en alguna grieta que haya para encontrar otras cosas que peguen con la actualidad. Recurrir a los clásicos será siempre una buena medicina para esta enfermedad social.
Lo que más me llamó la atención fue la analogía que había entre la tormenta y los personajes. Los grandes dramaturgos siempre recurren al paisaje para expresar el mundo interno del personaje.
¿Será que nuestra pandemia es el reflejo de una sociedad enferma?
Así como Edipo liberó de la peste a Tebas, estamos esperando a que alguien nos libere a nosotros por medio del hallazgo de una vacuna.
¿Qué está mal en nuestra sociedad?
El bien y el mal, es un término occidental que nos obliga a ver las cosas de una forma u otra, el arte se encarga de ver los tonos que hay en medio de esa claridad y esa oscuridad.
La complejidad.
¿Dónde está la belleza en la muerte de Desdémona?
¿Dónde radica esa complejidad?
A veces creo que ella pudo haberse salvado, si se hubiera amado más a sí misma.
Porque ella ya se había dado cuenta de lo que estaba a punto de pasarle.
No era tonta, aunque a primera vista así lo pareciera.
Ella presentía las cosas.
Y no hizo caso de su propia Casandra, negando lo que a sus ojos parecía ser evidente.
Ella como Edipo quiso liberarse de la propia peste que los carcomía a ambos, pero lo único que logró fue evadir el verdadero oráculo. Caminó hacia otro lugar.
Estoy en ese punto donde defiendo al personaje, siempre se pasa por ahí.
¿Qué hay de mí en Desdémona?
Lo evidente:
Carismática, bella, de alma noble, ama con todo su ser a un hombre, y es capaz de dejarlo todo por él. Tan así que es capaz de traicionar a su padre. Migra de una figura paternal a otra. infantil.
Lo íntimo:
intuitiva, perspicaz, tierna, voluntariosa, su virtud y su defecto es querer enmendar los problemas de los demás, querer el bien para todos, sin embargo se da cuenta cuando algo no está bien.
No creo que Desdémona sea tonta.
Eso es lo que se piensa de muchas mujeres que tuvieron un trágico final y pudieron haberlo evitado.
Y es que nadie sabe en qué tipo de relación destructiva se está hasta que te distancias.
Ella no tuvo la oportunidad de distanciarse.
Desdémona: no se culpe a nadie de mi muerte. Ahora mismo sé que puedo causar mucho dolor a quienes creen que cometí el peor de los crímenes, haber amado. Sin embargo, no desearía que a nadie le pasara lo que a mí me pasó. ¿Volvería a amar de la misma forma? Claro que sí. Y es que eso me hizo darme cuenta que lo que realmente pasó no pasó por nadie. ¿A quién engaño? Los muertos no hablan.
Hoy leí el manifiesto Dada que nos mandó Juan. Me parece que podríamos armar nuestro propio manifiesto respecto a lo que estamos haciendo. No sé, puede ser interesante.
Me preocupa que no tengamos unidad, que por estar creando cada quien desde casa, no encontremos un punto de unión.
Me digo a mi misma que hay que confiar.
Confía, me decía Laura cuando nos daba clase.
Luego yo le decía al maestro Luis que confiara, porque habíamos estado trabajando mucho.
Entonces hay que confiar, que no es lo mismo que confiarse.
Confiar en el otro.