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Categoría: Instantánea

Juan de Dios Barrueta Rath

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Juan de Dios Barrueta Rath

47 años / Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: Yucatán

Oficio: Creador escénico

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Como a los trece años vi una obra de teatro que me gustó, un hermano mayor me llevó a ver «Ubu Rey» con un grupo brasileño que andaba de gira en México. Luego cuando estudié la prepa entré a un taller de teatro y comencé a colaborar con algunos grupos amateurs y tomando talleres en la Casa del Lago. Al ingresar a la universidad me decidí por estudiar la Licenciatura en Teatro. Vi algunas obras que me animaron a ello como «La pasión de Pentesilea», «Yourcenar o cada quien su Marguerite», «Ubu Rey», «Jacques y su amo», entre otras. Me fascinó poder hacer y decir tales cosas en el escenario.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las preguntas que el teatro me ha permitido hacerme van todas en relación a la condición humana.
Al principio trataba de comprenderme un poco mejor a mí mismo porque mi personalidad era tímida y muy contenida. Emocionalmente tenía problemas con mis padres, con el mundo, era algo violento y autodestructivo. El teatro me hizo saber que las metáforas sirven para la vida, para vivirla más plenamente, para saber que no estamos solos y que otros han enfrentado dilemas parecidos a los nuestros o han fracasado o se han enamorado o se han visto en todo tipo de situaciones límite frente a las cuales han tenido que decidir comprometiendo todo su corazón y su ser en esas decisiones.

Las preguntas van por ahí, especialmente en cuanto a que el teatro sirve para la vida. Produce conocimiento. ¿Para qué sirve el teatro? Creo que revela cosas de uno mismo y de los otros, cosas que son vitales, importantes para vivir o al menos para no morir.

Me encantaría difundir más el teatro, no solamente como práctica colectiva y pública, sino también como hábito de lectura y compartirlo con otros, con gente que nunca ha leído teatro o que nunca ha ido al teatro. Quisiera que descubrieran el placer de imaginar que están en una situación creada por Lope de Vega o Calderón o Shakespeare o Molière o Carballido o Chías y que responden a lo que sucede en ella. Que la gente común descubra en su propio cuerpo y voz la maravilla del teatro.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Produce conocimiento para la vida.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Es vital porque es un mecanismo de descubrimiento del ser. Es revelador. El teatro habilita a las personas, las vuelve maliciosas en el mejor sentido de la palabra, es decir, les despierta sus mentes y les hace ver cuán ridículos o cuan sublimes pueden llegar a ser en ciertas situaciones.

Es un conocimiento que el teatro revela de un modo especial, así como la música es vital o las otras artes, el teatro hace lo suyo y genera otro tipo de comunicación, de intercambio intersubjetivo como dirían los doctos.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Nuestro modelo teatral responde a un modelo social y económico. A uno muy desigual, por cierto.

El modelo oscila entre el dominio pleno del mercado y sus reglas y por otra parte, el de los derechos sociales entre los cuales la cultura es uno de los más importantes. La revolución mexicana propició un modelo de sociedad en el cual los conceptos de educación, de cultura y de bienestar estaban fuertemente vinculados para formar una base social más articulada y homogénea que la que existía a principios del siglo XX.

Los rituales cívicos escolares que nos llegaron a resultar tan reiterativos y huecos, para ciertos grupos sociales significaron una forma de integrarse a una nación, a veces para bien y a veces no tanto, pues tenían que dejar de lado matrices culturales propias como la lengua y las costumbres en aras de alcanzar cierta movilidad social. Esa articulación hizo posible que las artes y la cultura fueran considerados derechos sociales y se crearon instituciones públicas que brindaban educación y cultura a las masas.

Actualmente habitamos las ruinas de ese modelo, cuyas instituciones han sido desmanteladas o privatizadas o abandonadas. El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes ha sido una especie de parche o remiendo de un modelo de arte y cultura pública que se dio el lujo de tener instituciones como el Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos de América Latina o la Red Nacional de Teatros del Instituto Mexicano del Seguro Social y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, la Universidad, los teatros de Bellas Artes, los Centros de Iniciación Artística, en fin, una estructura de derechos sociales que fue destruida.

Los creadores necesitamos articular de nuevo los campos de la educación, la cultura y las artes. Entrar a las escuelas, propiciar presencia e intercambios con pueblos originarios, extender el concepto de cultura mediante prácticas transdisciplinarias, que flexibilicen las fronteras entre disciplinas artísticas, sociales y científicas. Las culturas comunitarias, las artes populares, las prácticas parateatrales deben ser recuperadas. Formas de teatralidad popular que se han ido muriendo porque no se les presta atención, se las ningunea porque el modelo actual concibe el arte y la cultura como un espacio estrecho donde se necesita estar legitimado por un aparato, tan estrecho como la academia, cuyas brillantes propuestas tienen relativamente escaso impacto en la sociedad.

Se necesita un mayor flujo intercultural, una mayor habitabilidad del espacio público y una mayor apropiación del discurso público por parte de todos los sectores de la sociedad. Lo público, lo que es de todos, así como lo fue el río para el pueblo y la ciudad en el pasado, la fuente, la iglesia, el manantial, la cueva, el cielo, el mar, todo eso que se ha ido privatizando y parcelando con los miserables límites impuestos por los «dueños» de las cosas y de los saberes.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que sean más humildes y francos, que se animen a recorrer el país, que sean más solidarios con los compañeros, que tengan más espacios y apoyos públicos, que sean más considerados socialmente, que asuman que lo que producen es un conocimiento valioso sobre el ser humano.

Mayor autonomía y autogestión mediante leyes más justas de mecenazgo y valoración pública de las artes y la cultura. Que se abran los espacios educativos a la presencia de los artistas como mentores y no solamente como entretenedores.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por el momento, aislado y recluido trato de ser paciente, de cuidarme, de conectar conmigo y con los otros por los medios digitales, esperando que algún día volvamos a estar juntos.
Desearía que todos tuviéramos mayor conciencia de lo valioso que es encontrarnos, de la gran ocasión que representa poder tocarnos y abrazarnos una vez más. Quisiera que esa conciencia posibilitara la prevención y el cuidado de todos hacia todos, la consideración y el cuidado hacia los que tienen capacidades diversas, hacia los ancianos, hacia los niños, conciencia del silencio que se produce cuando estamos reunidos y contemplamos algo que nos emociona.

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Las preguntas que alimentan mi práctica vienen del vínculo con el espectador, de entender lo que hago como un servicio al otro, de la mirada...

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Ariadna Medina

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Ariadna Medina

46 años / Mérida, Yucatán, México

Lugar principal de trabajo: Mérida, Yucatán

Oficio: Directora y productora

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde niña participé en todas las actividades artísticas de mi escuela. Fue gracias a mi maestra de literatura en la preparatoria, quien se preocupó por llevarnos a ver varias obras al teatro El Tinglado, que tuve mi primer contacto serio con el teatro. “Hecuba” me hizo pensar que lo mío era ser actriz.

Luego de trabajar con diversas compañías escénicas a lo largo de quince años, surgió en mí la necesidad de enriquecer mi formación para hacer un teatro más comprometido con lo social. Esto me llevó a fundar junto con Juan de Dios Rath en diciembre del 2008 Murmurante Teatro, un proyecto cultural ubicado en Mérida, Yucatán que cuenta con un foro de pequeño formato. Las acciones del grupo están encaminadas a la exploración del sentido del teatro contemporáneo y en los mecanismos de intercambio con otras disciplinas, tanto artísticas como científicas, en el ámbito nacional e internacional.

Como creadora, considero que el teatro, más allá del divertimento, debe tener el propósito de recuperar la sensación de la vida, de hacer que el espectador se cuestione su posición ante los problemas sociales que permean su entorno y que no sea el mismo al salir de la sala. Creo en un teatro sensible, íntimo, transformador, capaz de hablarle al oído al espectador

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Constantemente estoy buscando nuevas estrategias para atraer al público y hacerle ver que existe un teatro diferente con un lenguaje poderoso que va más allá de lo comercial.

Entre las preguntas que me inquietan están: ¿Cómo competir con la televisión y las redes sociales para atraer a las audiencias jóvenes? ¿Qué problemáticas quiero abordar? ¿Cuál es mi compromiso con la sociedad a través de mi trabajo? ¿Qué lugar ocupa el activismo en mi quehacer teatral? ¿Hasta dónde me comprometo como persona y creadora? ¿Qué propone el teatro que hago para hacer la diferencia con las demás ofertas del gremio? ¿Cómo salir de mi zona de confort? ¿Cómo vincularme con otras disciplinas?

Debido a que soy directora y productora de Murmurante Teatro mis anhelos se enfocan en cómo afianzar la estabilidad económica y creativa del grupo. A corto plazo me gustaría concretar una red de colaboración con preparatorias y universidades, tal como la que impulsé recientemente con la Universidad Modelo donde se vinculó a los jóvenes creadores a los procesos artísticos de Murmurante Teatro.

También me interesa concretar residencias con creadores nacionales e internacionales que propicien el enriquecimiento de los lenguajes artísticos del grupo y que contribuyan a perfeccionar nuestro lenguaje documental.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Innovación, resistencia, redes.

Me veo como creadora e investigadora teatral y por ello me resulta importante establecer canales de comunicación transversal con sociólogos, médicos, psicólogos, criminólogos, trabajadores sociales, historiadores, activistas y expertos en temas de género, así como también artistas de otras disciplinas como la comunicación social, la creación sonora y audiovisual en distintos formatos multimedia, así como el cine documental.

En Murmurante Teatro no siempre sabemos lo que vamos a encontrar en cada proceso. No hay hipótesis previas sino que se van descubriendo en la medida en que profundizamos en la investigación

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es un vehículo idóneo para acercarnos al espectador con el fin de provocarlo y concientizarlo.

Es momento de atrapar a través de plataformas virtuales a ese espectador distante que por alguna circunstancia no ha podido acercarse a nuestro trabajo. El teatro es una experiencia que solo se puede disfrutar en todo su esplendor en la presencia. Los grupos que tenemos la fortuna de contar con materiales audiovisuales en este momento podemos aprovechar las herramientas digitales y acercarnos a nuevos públicos.

Es una oportunidad para que al abrirse nuevamente las puertas de los espacios escénicos podamos recibir más espectadores. No hay que ceder ante las circunstancias adversas, hay que reinventarse. Y esperar nuestro regreso al escenario. Ahí donde la magia del teatro sucede

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los modelos de creación y producción actuales son muy diversos. Considero que es importante abrir nuestra mirada hacia los grupos y espacios independientes y descubrir su pertinencia en el fortalecimiento del tejido social.

Es importante que el Estado se comprometa porque la cultura es un derecho que está establecido en la Constitución mexicana. Los grupos artístico somos aliados culturales, de tal forma que el Estado al invertir en cultura procura ciudadanos incluyentes, sanos y críticos con su entorno.

Deberían de existir más apoyos de producción y generación de proyectos independientes que, finalmente, son los que pueden provocar un cambio real en la sociedad.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que sea una generación crítica, comprometida y generosa con el quehacer teatral. Que escuchen su propia voz y que no se dejen seducir por la fama fácil. Que tengan un compromiso auténtico con su público. Que se cuestionen constantemente sobre su oficio y que no olviden la esencia del teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

En Murmurante Teatro la práctica de generar materiales audiovisuales para llevar un registro de nuestros procesos de trabajo se ha consolidado como una línea estética del grupo. Considero que es una fortaleza en este momento en que la actividad del teatro en presencia se ha detenido. Por lo anterior estamos realizando una programación de eventos por medio de la plataforma ZOOM en la cual pretendemos acercar al espectador a nuestro trabajo.

Deseo que nuestro encuentro sea entrañable y que no olvidemos la importancia de convivir y compartir el hecho escénico. El teatro es físico y presencial, esa es la cualidad que marca una diferencia con el resto de las artes. Ojalá que tanto creadores como público nos demos la oportunidad de volvernos cómplices.

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Darinka Ramírez

Intento buscar que las preguntas que se albergan en mis entrañas sean honestas con lo que me atraviesa en ese momento; procuro lanzarme a encontrar...

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Mis preguntas cambian todo el tiempo, por ejemplo: ¿Cuál es el lugar del teatro en particular y de las artes en general para las personas?...

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Tatiana Olinka Maganda

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Tatiana Olinka Maganda

55 años / Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: Ciudad de México

Oficio: Productora

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicie estudiando actuación, con la mira de ser directora. Mi abuela sembro en mi la semilla del teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Siempre me enfrento a nuevos retos y busco la forma en que los procesos sean cada vez mejores, alcanzar la excelencia.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Organización, emoción y acción.

Es parte fundamental de mi razón de ser y estoy convencida de que cada día se aprenden cosas nuevas que implican nuevos retos.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La forma en que se manifiesta el pensamiento y emociones en respuesta a la experiencia actual.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Deberían profesionalizarse los productores y creativos; así como una revisión a los procesos creativos para eficientarlos en beneficio de la puesta en escena. Buscar nuevas formas de financiamiento.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que tengan la creatividad, la inteligencia y la fortaleza para seguir haciendo teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?



Han sido meses de reflexión y revisión de lo que hemos hecho hasta ahora en nuestro día a día, a nivel personal y en colectivo.

Desearía que regresáramos con la actitud y creatividad necesaria para enfrentar los retos que vienen; seguir haciendo el teatro que nos gusta.

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Boris Schoemann

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Francia Castañeda

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José Uriel García Solís

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

José Uriel García Solís

28 años / Chilapa de Álvarez, Guerrero

Lugar principal de trabajo: Toluca de Lerdo, Estado de México

Oficio: Director

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Nací y crecí en un pueblo del sur, donde casi todos los días se convive con la teatralidad; desde las fiestas hasta los entierros. Todo entre música, danzas, procesiones, misas, limpias y demás rituales. De ahí mi concepción. El gusto y apreciación se me dio por añadidura.

De adolescente pasé por una compañía que me dejó la espinita y cuando tuve que elegir qué estudiar, opté por el Teatro. Así migré a Toluca, casi por arrebato de pasión, rebeldía e ignorancia, pues no sabía a qué tipo de vida me enfrentaría.

Realicé mis estudios universitarios en la Universidad Autónoma del Estado de México donde me formé e inicié mi carrera profesional con hacedores teatrales que marcaron significativamente lo que ahora soy.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Las mismas todo el tiempo: ¿Por qué hacer Teatro? ¿Para quién? ¿Con quién? ¿Dónde? ¿Es indispensable? ¿Qué puede aportar?

En ocasiones y por momentos, creo que tengo las respuestas, luego se esfuman y ya no hay. Tengo que volver a formularlas, a veces es para reafirmar otras, para obligarme a encontrar nuevas respuestas. Hay que decirlo, va de la mano con los años y las experiencias que me toca vivir. Tiempo atrás tenía una tremenda prisa por devorarme el mundo, ahora pido paciencia para tratar de comprenderlo y comprenderme a mí mismo.

En el Teatro mi anhelo es incidir.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Memoria, territorio, honestidad.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Arropar a la humanidad, ser consuelo, dotar de belleza, esperanza y, como me lo dijo Saúl Ordoñez, mostrar el horror para sacudirnos, porque también es necesario.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Se debe erradicar cualquier tipo de violencia. Se deben de descentralizar las instituciones y sus programas, la mirada debe de estar presente de manera equitativa para cada rincón.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Rebeldía, empatía y resistencia.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Procuro sobrellevar este duelo, cuidarme y cuidar la salud de mi familia, atender a mi Padre y a mis hermanas, mantener comunicación con mis seres queridos. Apoyarnos en los momentos de mayor crisis.

Deseo que lleguemos los más posibles, que ganemos esta batalla. Que el aprendizaje nos permita renovarnos. Que el encuentro nos permita llorar y reír para exorcizar esta peste.

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Me considero una militante de la educación artística: Confío que introducirse en cualquier expresión artística hace a las personas más íntegras, más solidarias y más...

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La Compañiasauria

Tal vez nuestro anhelo más grande es hacer del teatro (más en sus procesos que sus resultados) un lugar para ensayar la existencia, para configurar...

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Alejandra Díaz de Cossío Salinas

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Alejandra Díaz de Cossío Salinas

55 años / Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: México, Morelos, varios municipios de Quintana Roo, Playa del Carmen y Mérida, Yucatán

Oficio: Directora de teatro, actriz y Narradora Oral escénica

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Jugué mucho en mi infancia, tomé clases en el Centro de Arte Dramático y mis padres nos llevaban a muchos espectáculos de ballet, danza contemporánea, música y teatro, me encantó siempre el escenario.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo encontrar lenguajes nuevos donde actores y espectadores vivan una experiencia en conjunto?

Quiero que sea más incluyente y que llegue a más población, que realmente se vuelva una práctica artística que muchas personas puedan experimentar, que no solo se quede en los grandes escenarios. Que con su gran poder para comunicar emociones y sensaciones provoque en el espectador una motivación.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Teatro para niños o familiar, es un teatro artesano, construyo cada elemento del espectáculo.

Me gusta usar diferentes técnicas escénicas sobretodo de títeres, objetos y pop up. También investigar sobre nuestra riqueza cultural y natural para trabajar temas poco o aún no explorados.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Conciencia colectiva, laboratorio para construir metáforas, espacio de reflexión y creatividad, espacio para exponer discursos

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Debe ser menos elitista, debe ser más incluyente. Tiene que ser más arriesgado, seguir buscando una identidad más auténtica, proponer una estética original a través de nuestra diversidad y riqueza cultural.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que descubran más su país, que trabajen más con la riqueza cultural que tenemos, que vean otras maneras productivas de cultura en países latinoamericanos.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La emergencia está siendo devastadora en muchos aspectos, no me gustaría que se recurriera a lo virtual como la «solución para todo» el teatro es encuentro, dialogo, energía y comunicación.

Deseo que estos meses de encierro de verdad nos hagan replantearnos nuestra existencia en el planeta y seamos más sensibles y cuidadosos, todos necesitamos de todos.

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Valentina Sierra

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Valentina Sierra

40 años / Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: Ciudad de México

Oficio: Actriz, directora, dramaturga

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Crecí viendo las obras de títeres que hacían mis tías Raquel y Rocío Bárcena. Supe que quería hacer teatro alrededor de los 6 años. Estudié en la Escuela Nacional de Arte Teatral, mi primer maestro fue Adam Guevara, él terminó de enamorarme del teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Adam Guevara me dio la lección que determinó mi quehacer teatral: Antes de subirte a un escenario, antes de aprender a hablar, antes de dominar la actuación, es indispensable tener la urgencia de decir algo. Esas son las preguntas que activan mi creatividad. A la manera de Facebook: ¿En qué estás pensando? ¿Qué es eso que da vueltas en tu cabeza? ¿Qué es lo que te urge gritar, resolver, cuestionar? Cuando es honesta la urgencia se hace indispensable el proceso creativo y va adquiriendo forma y ritmo.
En este momento anhelo volver a levantar el telón sin miedo al contacto, anhelo llevar a escena los proyectos gestados durante el confinamiento. Pero más allá de la pandemia que estamos viviendo, anhelo que Puño de Tierra, compañía de la que soy cofundadora, tenga un espacio propio. Un lugar de experimentación, ensayo y presentación, multifuncional, amplio, céntrico y con estacionamiento. Es verdad que es un anhelo desvergonzado, pero un anhelo al fin.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Dignidad, empatía, búsqueda.
Hacer teatro para mí es crear mundos a partir del juego y la diversión. Es un juego que me tomo muy en serio e inevitablemente la diversión interviene. Amo esa palabra, diversión. Las partes que la conforman describen mi manera de habitar la escena. En latín
divertere “dar un giro en dirección opuesta”, y qué es el teatro sino eso, detenerte y cambiar de rumbo, tomar un camino distinto. Diversión es también divergencia, separación múltiple, diferentes opciones, muchas respuestas a una misma pregunta.
Me gusta partir de la incertidumbre y la búsqueda. Los procesos flexibles y abiertos. Lo único a lo que renuncié cuando me titulé como actriz fue al sufrimiento. A mí nunca me funcionó para crear, es una herramienta que decidí jamás utilizar, antes de salir egresada le dejé en un casillero olvidado… espero que nadie la haya encontrado.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Hay un antes y un después de la pandemia. Dejando de lado por un momento este confinamiento que me tiene escribiendo desde mi cama en pijama a las 4 de la tarde; el teatro logra separarnos de las pantallas durante unas horas.
Es muy difícil encontrar el presente, un espacio en el que un grupo de personas decidan vivir la misma historia aquí y ahora. Eso distingue a las artes escénicas y las hace sobrevivir a la televisión, al cine y a las plataformas virtuales. Regresando a la pandemia, ha quedado más clara que nunca la necesidad de la presencia.
Más allá del entretenimiento, el teatro es identificación y catarsis. A través del teatro expreso lo que no puedo expresar, a través de la ficción veo la realidad. En este momento, como en muchos otros, el teatro es reivindicación social, feminismo, denuncia.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que el principal problema del teatro en nuestro país es la accesibilidad. Está centralizado como el resto del país y acceden a él muy pocas personas. Mientras el Estado no vea al teatro como un derecho fundamental, seguirán faltando apoyos para llegar a toda la población.
EFIARTES, que por un lado le ha proporcionado apoyo económico a muchos proyectos que de otra forma no habrían podido ver la luz, también ha dejado fuera a las compañías que no tienen contacto empresarial. Creo que es un error grave que la responsabilidad de entablar relación con los aportantes recaiga en los creadores, porque esto crea figuras intermediarias (
brokers) que terminan decidiendo cuál proyecto es viable y cuál no y no precisamente por la pertinencia del discurso o la calidad artística. Creo que el apoyo fiscal debería ser una bolsa común y la decisión debería de recaer en un jurado especializado.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo una educación en espacios seguros y equidad de oportunidades.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Como parte de la compañía Puño de Tierra, he logrado encontrar nuevos espacios y caminos de expresión teatral. Hemos utilizado diferentes plataformas virtuales para exponer nuestro trabajo de confinamiento. Particularmente me siento muy satisfecha por el proyecto audiovisual “Mujeres decididas e insistentes que lavan y remiendan sus propios calzones”, que apoyado por la UNAM y la Compañía Nacional de Teatro, pudo ver la luz. En este proyecto utilizamos todas las herramientas teatrales con las que contábamos y logramos un proyecto audiovisual con olor a teatro.
Creo que ha quedado claro que la cultura es una actividad indispensable. Ha sido, a la distancia, un salvavidas durante el confinamiento. Estoy convencida que el regreso a la nueva normalidad estará permeado por la urgencia del arte presencial.

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Humberto Busto

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Humberto Busto

42 años / Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: México

Oficio: Actor, director, gestor

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Soy egresado del Centro Universitario de Teatro de la UNAM. Desde entonces he trabajado como actor en puestas en escena dentro y fuera del país. Sin embargo, en los últimos años he ampliado mi actividad profesional a la gestión de proyectos artísticos de convergencia y una investigación sobre las artes escénicas pos-dramáticas en Alemania.
Decidí dedicarme a esto porque me ha parecido siempre la forma más afín, profunda y sincera para analizar mi entorno, cuestionarme a mí mismo y comunicarme con otros.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

En este momento, sin lugar a dudas, la pregunta fundamental que está sobre la mesa es el desafío de las artes escénicas frente a esta etapa tan compleja tanto sanitaria como económicamente hablando (y que golpeará particularmente a nuestra herida Latinoamérica).
En ese sentido, me alimento de la mayor cantidad de referencias actuales alrededor de la teatralidad en distintos países, así como de las convergencias inevitables con las artes digitales. El espacio del tiempo no tiempo que habitamos obliga necesariamente a repensar el acercamiento a la escena de una manera conscientemente antropológica y esencial. Es importante en este momento accionar y crear, al mismo tiempo que reflexionar sobre el discurso. Equilibrar los contenidos con las posibilidades reales de ausencia.
Anhelo que el teatro resurja como una actividad de resistencia, de atrevimiento frente a la pandemia, de cierto grado de disidencia, como acto fundamental para reiterar en el espectador su capacidad sanadora en un ambiente de tanta desconfianza.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Camino personal, empatía y exploración.
Pertenezco a una comunidad artística que intenta equilibrar el arte y el comercio. Busco desarrollar o participar en proyectos que puedan servir a un público más amplio sin perder de vista el discurso.
Trabajar, por ejemplo, en la resignificación de un espacio social como es el Planetario de Bogotá con un montaje que combina el trabajo de artistas audiovisuales y un texto conocido como es «Constelaciones» de Nick Payne. O bien, gestionando con el Goethe-Institut y Cátedra Bergman un proyecto escénico que combina en laboratorio el trabajo de bailarines,
performers y actores mexicanos a través de un análisis corporal de los espacios históricos, como fue el caso del proyecto Antiformalismo-Ein Mexorcismus para Kampnagel en Hamburgo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Como decía anteriormente, me parece que tiene que ser uno de los mayores terrenos de resistencia frente a las dinámicas de control, temor y desconfianza que la pandemia y sus contradicciones genera a cada paso.
Actualmente, con la Compañía de Teatro El Guetto hemos iniciado una serie de acciones en el espacio público, cubiertos por una esfera de acrílico, que contiene la idea de sentirnos extranjeros en la propia tierra. En ese contexto, entregarle una flor a una persona en el metro, por ejemplo, ya adquiere una significación más grande aún que antes del Covid. En la toma de esa flor, se vuelve a establecer también un acto de fe por ambas partes. Y aunque parezca algo muy sencillo, en realidad está siendo un acto profundo (¿Teatral?… Sí) de reconexión con los otros, que necesitamos obligadamente ahora para hacer equilibrio con los retos trastocados de la distancia social.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Toda esta situación por la que estamos atravesando provocará los cambios inevitables, tanto en modos de producción, creación y difusión. En ese sentido, estar despiertos y tomar decisiones a cada paso está resultando fundamental. Debajo de eso, me parece que es una buena oportunidad para ser honestos en nuestra necesidad de «producir», dándole nuevamente importancia a lo que siempre ha sido lo fundamental.
Hace unos días, viendo la proyección vía
streaming por primera vez en la historia de «Los Persas» de Esquilo en el Epidauro no pude dejar de sentirme trastocado por la fuerza vital del escenario. Ahí está nuevamente nuestro origen del teatro en el mundo futuro que habitamos. Es un «reset» de alguna manera y puede provocar más profundos contenidos que apelen a aquello que trasciende tiempo y espacio.
Lo que nos conecta, lo que nos duele, lo que nos hace humanos.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Riesgo absoluto. Y antorchas de fe en el corazón.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La enfrento respetando mi propia susceptibilidad. Revalorando la capacidad de crear con lo que está en tus manos realmente y hasta donde tu capacidad emocional y mental pueda llevarte en esta difícil situación.
Haber colaborado con otros artistas para la creación de «La última función» en Teatro UNAM fue un bálsamo en todos sentidos. Cada quien puede tener su perspectiva sobre lo que está ocurriendo, pero por algún momento el luto temporal por el teatro y las artes en general fue extremadamente doloroso. Siento que después de ese trabajo de transmutación, puedo ser capaz de pensar un poco más con claridad sobre algunas posibles soluciones para atravesar esta crisis.
Ahora es tiempo de seguir para adelante y encontrar los mecanismos y medios más adecuados para ir recuperando terreno. Convertir el desastre en belleza, sigo creyendo, es nuestro deber.

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Luisa Huertas

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Luisa Huertas

69 años / San Salvador, El Salvador, Centro América
MEXICANA por naturalización

Lugar principal de trabajo: Ciudad de México

Oficio: Actriz, docente

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié como estudiante en el Taller de Teatro Infantil del INBA en 1963 ya que desde muy pequeña tuve la certeza de que quería ser actriz. Después ingresé a la carrera en la misma Escuela de Arte Teatral, generación 1967-1969 en donde terminé mi tercer año con Héctor Mendoza. Luego de 5 años de trabajo profesional en teatro, 2 giras internacionales (Colombia, España) algo de televisión y radio, sentí la enorme necesidad de seguir preparándome, acudí a consultar al Maestro Mendoza y me invitó a ingresar al Centro Universitario de Teatro de la UNAM (recién transformado por él en un centro de formación actoral) de 1975 a 1977.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Tantas preguntas sobre el ser humano, como seres humanos hay reflejados en obras de teatro. Tantas preguntas como cada proceso que inicia me las vuelvo a hacer como actriz para construir un personaje.
En esta etapa mi principal anhelo es volver a pisar el escenario y estar en contacto con el público. Otro anhelo es seguir aprendiendo todo lo posible sobre las artes escénicas.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

IMPORTANTE COMO RESPIRAR.

La energía compartida con mis compañeros de escena y de nosotros con el público, el pulsar, el latido de cada ensayo y luego de las funciones, siempre diferentes.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Como desde siempre lo ha hecho: reflejar los procesos de la realidad, de su entorno cercano y del que no lo es tanto, de las preguntas, la incertidumbre, el miedo al contacto, al contagio, a la carencia que se vive actualmente, carencia desde afectiva hasta económica.
Colaborar desde nuestro arte para que se comprendan los estadios personales y colectivos, para preguntarnos qué sigue y qué queremos como especie. El teatro contiene el sentir colectivo y es capaz de hacer que la gente participe activamente, se integre incluso al hecho teatral mismo… por lo pronto con «sana distancia».

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Los presupuestos de las producciones: Podrían ser mucho más sencillas en todos sentidos para que se privilegiara la movilidad, la capacidad de llegar a más lugares y de poder adaptarse a diversos formatos, ámbitos y horarios.
Se debe privilegiar el bienestar creativo y económico de los actores.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que se formen en la mística del teatro, tomen la estafeta de nuestra mejor tradición y que puedan hacer teatro en contacto directo con el público por poco que este sea.
Que tengan amplias posibilidades de prepararse para ser creadores.
Que tengan las condiciones laborales de ciudadanos de primera y no como en la actualidad, en que nuestro gremio no cuenta con los derechos que tienen el resto de los trabajadores: servicios de salud, aguinaldo, vacaciones pagadas, posibilidad de ser sujetos de crédito y demás.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por lo pronto utilizando los medios electrónicos para estar al menos en contacto «en vivo» con la gente, estar presentes ante el público y ofrecer experiencias diversas como charlas sobre nuestro quehacer, entrevistas, lecturas y cuanto juego creativo sea posible como lo mostró la obra sobre los leprosarios que, aunque era grabada, nos hablaba de una realidad poco conocida para el público y experimentaba con una forma específica de interpretación que lograba atrapar al espectador.
Lo que deseo cuando volvamos a estar juntos es que el teatro siga cuestionando, conmoviendo, agitando conciencias; que siga haciendo pensar, divertirse, enojarse o llorar al que asista, sean pocos, sean muchos, estén cerca o estén lejos. Eso deseo y eso ocurrirá porque el teatro no ha muerto por siglos y ha resurgido luego de pestes, pandemias, guerras.
El Teatro vive y vivirá mientras haya un actor y un espectador que complemente el rito.

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Amanda Schmelz

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Amanda Schmelz

50 años / México, Ciudad de México

Lugar principal de trabajo: México, Ciudad de México

Oficio: Actriz, diseñadora de caracterización

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Estudiaba arqueología y un día mi hermana -que me veía atribulada con las tareas- me preguntó qué quería ser «como cuando éramos chiquitas», me dijo, “actriz de teatro”, le respondí. Cambié de carrera y encontré mi lugar, mi país.
Y aunque he tenido momentos difíciles en los que he pensado en el auto-exilio de este arte ancestral y siempre complejo desde su presente constante y exigente, no puedo del todo -nunca- y afortunadamente, dejar de ver la vida desde este nicho que me ha cobijado, dado cabida y comprensión del mundo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Dónde están los límites de lo que pensamos que podemos ser y hacer? ¿Hasta dónde podemos llegar con nuestra imaginación y nuestro deseo?
Pienso que en el teatro tenemos la posibilidad de indagar muy lejos sobre la condición humana y liberar los candados que como sociedad nos hemos impuesto. Particularmente me interesa indagar en nuevas narrativas, cómo podremos salirnos del cajón del patriarcado y contar otras historias de maneras distintas. Siempre hay una vuelta más que darle a la tuerca.

Mis anhelos tienen que ver con articular mi propio discurso como creadora escénica. Tengo proyectos que concretar en dramaturgia y dirección. Quiero generar y ser parte de procesos de creación colectiva, seguir trabajando en compañía(s).
Me interesa crear enlaces entre distintas disciplinas artísticas. La idea de poner en movimiento piezas pensadas para estar fijas en un museo, siempre me ha atraído especialmente.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Salto sobre mi sombra (son cuatro palabras).
Juego, arrojo, disciplina.
Escucha, descubrimientos, renuncias.
Mi voz, que soy yo y me desnuda.
La visión que tengo de la escena desde la caracterización, esa manera de entender cómo habitar otra piel y hacerla tuya.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Siempre se ha cuestionado la función del teatro, del arte en general. Frente al hambre y la precariedad de lo que –nos han instruido- es lo indispensable para estar vivos, el arte parece perder importancia, vigencia, urgencia e incluso justicia proletaria y universal. Pero permanece, sin embargo, se mueve. No está en la canasta básica y para el mercado dominante que todo lo acapara y lo coopta, se convierte en producto de consumo superfluo para las masas manipulables.
El teatro me ha enseñado que la masa y el público son términos completamente opuestos. El público es un ente activo, intrínseco al hecho teatral, se sabe indispensable; transforma y es transformado (esa es la aspiración, al menos). Los espectadores están haciendo el teatro con nosotros en el entrecruzamiento de un espacio con otro: construimos un algo nuestro que es efímero pero, con suerte, eterno. No conozco nada más excitante. Trabajamos mucho antes de que lleguen, siempre deseosos de que en ese momento el juguete funcione, que el duende baje y el milagro se produzca. No siempre sale… somos terriblemente falibles, humanos al fin.
El teatro es un espacio en el que se crean narrativas, se rompen paradigmas; es un portal que abre infinitas posibilidades… y vamos a necesitar reinventarnos. Es una herramienta única para visitar otros mundos y tocarse entre seres humanos sin moverse de lugar. Y vamos a necesitar esos viajes y tocarnos de otras maneras.
A través del teatro se puede decir no a la corrupción, a las dictaduras, al olvido de la memoria colectiva. “Un pueblo sin teatro es un pueblo sin verdad”, dijo Usigli.
El teatro es un espacio para dialogar(nos), interrogar(nos), reconocer(nos), entender(nos), reflexionar sobre lo que somos, y vamos a necesitarlo para sublimar tanta tristeza, frustración y violencia acumuladas.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Pienso en la importancia de la renovación del lenguaje, de cómo hay que buscar constantemente maneras nuevas para decir lo mismo y para decir lo que no se ha dicho.
Creo que debemos tener mucho cuidado para no permitir que el teatro se parezca cada vez más a otros medios, con alfombras rojas y marquesinas con nombres de “artistas de la televisión”. Cada vez vemos más estas obras hechas con “fórmula de éxito” y producción en serie y eso va en detrimento del apoyo a proyectos de experimentación y bajo perfil donde el diálogo del teatro tiene lugar realmente. Hay que preguntarse muchas cosas y deshacer todo modelo único por definición.
Me gustaría que se entienda al teatro como un educador potencial, una herramienta magnífica para crear seres libres y pensantes que tengan confianza en sí mismos y derecho a soñar.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que fracasen muchas veces y se vuelvan a levantar.
Que nos sorprendan, que nos enseñen; que refresquen el lenguaje ahí donde nosotros nos hemos estancado.
Que recorran el camino siempre con el deseo explícito de arriesgarse y que no quiten nunca el dedo del renglón; que no cedan ante los engaños del ego y la fama; que sean solidarios entre ellas y ellos y no permitan en sus prácticas más inequidad de género, racismos y homofobias, ni se dejen determinar por nadie.
Pero que estudien mucho, entrenen duro, que sean tan disciplinados como apasionados.
Y que no pierdan nunca el interés.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por alguna razón que todavía tendré que seguir indagando, la metáfora del barco me ha acompañado poderosa, insistentemente, durante toda la cuarentena (cuareterna). Desde luego no es una metáfora mía ni una particularmente original, pero ha sido para mí una tabla de salvación para transitar en el desasosiego de esta época extraña y ominosa, con una bandera de esperanza.
La idea de tener un vehículo cuyo objetivo siempre es llegar a un puerto, un ancla que tirar a un fondo reconocible y una tripulación en quienes apoyarse en el trayecto, es lo más parecido a tierra firme por ahora. Mi barco es el teatro. Es como la isla flotante de la que habla Eugenio Barba: “el terreno incierto que puede desaparecer bajo los pies, pero que puede permitir el encuentro, la superación de los límites personales. Pero, más allá de las islas flotantes, ¿qué es lo que existe? ¿qué y quién se encuentra?”
Es en este pequeño terruño, mi parcela personal, en la que he estado labrando; el jardín interior que nada ni nadie puede quitarme. Me he aventurado a realizar pequeños proyectos frente a la cámara, de los cuales algunos son más logrados que otros, pero de los que atesoro la experiencia obtenida y el arrojo y disciplina que me han requerido para concretarse. Gracias a esto he descubierto que mi inquietud artística no se detiene y que, por el contrario, es el asidero de mi sanidad.
Ha sido un tiempo de reacomodos, de reflexión y de pausa. De siembra, de depuración y por supuesto, de resiliencia. Lo que hemos aprendido durante estos meses es inconmensurable y sé que todavía nos traerá muchas enseñanzas y sorpresas, así como grandes desafíos.

Para mí, hoy, más que nunca, las posibilidades infinitas, lúdicas y perpetuamente humanas del teatro, constituyen las puertas, puentes y pasadizos de salida y entrada, de entrada y salida y vuelta de nuevo a la vida; al mundo -aunque herido, aunque perdido (porque no hay regreso, sólo reinvención)-.
Hay mucho qué rescatar del trabajo que hemos estado realizando desde nuestras casas y a través de medios digitales. Esto nos ha obligado a desarrollar habilidades creativas y técnicas desconocidas hasta el momento y que serán de gran utilidad cuando volvamos a los escenarios, porque habrán surgido nuevas formas y nuestra necesidad de reconocernos y cosechar lo que en estos tiempos hemos sembrado, será infinita. Serán los frutos de la reflexión, del autoconocimiento. Pero habrá también retazos y escombros y deberemos rescatarnos entre nosotros porque la crisis económica será devastadora.
Ya ha pasado antes, durante la Segunda Guerra Mundial hubo gente que sobrevivió a los campos de concentración gracias a que en su interior tenían piezas de arte que los transportaban a otros mundos y ayudaban a otros a hacerlo, brindándoles belleza y alegría en medio del horror. Esa es la fuerza del arte.
La próxima vez que tenga la oportunidad de entrar en un teatro, de encontrarme con mis compañeros para escribir o analizar un texto, para ensayar y tender puentes en el vacío frente a un público presente; como nunca antes voy a valorar cada instante sabiendo que es irrepetible, como cada cosa, cada momento y cada persona.
Tendremos revancha. Tendremos teatro.

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Mónica Hoth von der Meden

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mónica Hoth von der Meden

61 años / México, Ciudad de México, Mixcoac

Lugar principal de trabajo: México, Guanajuato
Ciudad de México

Oficio: Dramaturga, gestora cultural

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mi primer acercamiento al teatro como creadora fue a través del teatro de títeres de sombras y decidí dedicarme al teatro porque en él encontré un medio para expresarme y llegar a un público amplio.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Me interesa llegar a públicos más amplios y lograr que se encuentren en algún reflejo de la escena.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Busco que el teatro sea una experiencia significativa para el público mexicano contemporáneo.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Creo que en este momento histórico los teatreros debemos reflexionar sobre la función social y estética de nuestro oficio.
Su importancia actualmente me es el recuerdo del convivio y la aspiración al mismo.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Encuentro que hay varios modelos teatrales, entonces desconozco a cuál se refieren, pero sí creo que debemos fomentar más el teatro para públicos jóvenes, ¡para no extinguirnos en el camino!

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que gocen su práctica y que produzcan obras significativas. Que sus palabras y sus imágenes sean poéticas y potentes, que tengan algo que decir, y si es algo que pueda hacernos mejores personas, ¡¡mejor!!

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Como dramaturga estoy muy acostumbrada a trabajar en soledad, pero no deja de afectarme la crisis que estamos viviendo.
Cuando volvamos a estar juntos espero que seamos más sencillos y más sensibles al otro.

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