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Categoría: Instantánea

Omar Esquinca Sánchez

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Omar Esquinca Sánchez

29 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

En la secundaria en el taller de teatro. Luego entré a estudiar Literatura Dramática y Teatro a la UNAM. Me apasionó desde entonces. Mi hermano es actor y también veía sus obras. Siempre me gustó.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Por qué hacer teatro? ¿Para qué hacer teatro? Creo que son las esenciales y continuas preguntas. ¿Cuál es nuestro rol e importancia para la sociedad?
Anhelo que volvamos a los escenarios. Todos. Que redescubramos el teatro como un espacio colectivo y vital.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Trabajo, compromiso, riesgo.
Creo que todos los que nos dedicamos al teatro sabemos lo que es arriesgar mucho con pocas posibilidades de éxito. El trabajo y la disciplina son sumamente importantes. También el permanecer abierto a nuevas experiencias y corrientes.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

El teatro es el arte de estar en presencia del otro. Eso nos lleva a cuestionarnos qué es la presencia y quién es el otro. El otro soy yo. Es un espacio vital para la sociedad donde podemos reunirnos a contemplarnos, conocernos, reírnos y vulnerarnos. No debemos olvidar eso porque si lo hacemos, habremos perdido un trozo de nuestra humanidad.
Acaso la tarea de lxs hacedorxs de teatro es no olvidar que el teatro es vital, aunque por el momento todo nuestro quehacer como lo conocemos esté suspendido.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Estamos en un momento en el que tenemos que reinventarnos. Pensar nuevas formas más horizontales y comunitarias de pensar y hacer el teatro.
Sabemos que tenemos las herramientas y experiencia para llevar a cabo grandes proyectos.
Puede ser la oportunidad para mirar al otro de una forma diferente.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que las oportunidades sean para todes y en igualdad de condiciones. Que dimensionemos la importancia del teatro en el mundo. Que hagan todo el teatro que nosotros no llegaremos a imaginar.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Todos los proyectos teatrales se encuentran detenidos o pospuestos. Por el momento estamos repensando cómo volveremos a los escenarios. Así, estudiando, reflexionando y resignificando el papel del otro en el teatro.
Rescato todas las iniciativas que han surgido a partir de nuestro acceso a la tecnología, eso ha abierto muchas otras preguntas que hay que hacernos.
Desearía ver mucho teatro de calle.

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Lorea Montemayor

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Lorea Montemayor

28 años / Querétaro / Ciudad de México

 

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Cuando me preguntaban ¿Qué quieres ser de grande? en automático decía Actriz o Monja supongo que buscaba algo de mística en mi vida. Tomaba talleres escolares de teatro e iba a misa a la par. Era una intuición.
A los 19 años en un país lejano me di cuenta que si me hacía monja sería por miedo a dejarme ver tal cual era y tomé el otro camino. Entré a la carrera de actuación y decidí dedicarme a ella pues sentí pertenencia y me emocionaba conocerme más a mí y al mundo que me rodea a través del teatro.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

En este momento me cuestiono e investigo mucho acerca de nuestro instrumento actoral ¿Qué tanto lo conocemos? ¿Lo utilizamos a nuestro favor o en nuestra contra? ¿Cómo podemos corporeizar las imágenes y vivencias para la creación del personaje? Además de las preguntas que me genera cada obra o personaje acerca del mundo en el que vivo y el mundo en el que vivían ellos y ellas.
Anhelo poder trabajar con diferentes directores y directoras para alimentarme de diferentes perspectivas del teatro y la actuación, poder girar a otros países con teatro mexicano es también un anhelo que espero cumplir.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Generoso, sensual, honesto.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Creo que ahora el teatro es importante como herramienta de expresión de todo lo que nos está pasando y un intento por conectar humanamente con el otro que está sintiendo cosas similares a mí.
El aislamiento contiene todas las emociones y experiencias en un mismo lugar, por lo tanto, hacer teatro o ejercicios teatrales permite salir del encierro y experimentar sensaciones que ayudan a cambiar la perspectiva.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Cuando leo esta pregunta pienso en dos cosas principalmente: La primera es tratar a los miembros del equipo como trabajadores con beneficios y obligaciones, procurar para cada área las condiciones necesarias para que nuestro trabajo sea digno y seguro, me refiero a seguro médico, protección contra accidentes y cumplimiento de pagos según lo establecido en los contratos.
La segunda es la alternancia de compañías para los espacios teatrales, oportunidad para nuevos directores, actores y creativos así como mayor transparencia en los procesos de selección de obras y equipos de trabajo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo el reconocimiento de su labor como eje de transformación para nuestro país y la posibilidad de poder llegar a más lugares en la República, con esto me refiero a la posibilidad real de no tener que migrar para que su trabajo sea valorado y remunerado.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Creo que el teatro como la vida se trata de encuentros, un maestro hacía el símil con dos miradas que se encuentran y se quedan mirando. Yo en particular pienso que el contacto es necesario para estar sanos y podernos desarrollar adecuadamente, por lo tanto, me ha sido difícil lidiar con no poder ir ni hacer teatro, abrazar a mi abuela, conocer a mi sobrina y la idea de que soy peligrosa para el prójimo, ir al súper y pensar dos veces antes de mirar a los ojos a la cajera y agradecerle por su trabajo porque quizá no estoy cumpliendo el distanciamiento social.
Yo pienso que si hay distanciamiento físico, no debe haber distanciamiento emocional así que procuro ser amorosa, cercana, hacerle saber al otro que me importa, leer, bailar, moverme, ver teatro en línea, tocar música para enfrentar esta emergencia con compasión, arte y tranquilidad.
Deseo que nos veamos como apoyo y no como peligro.
Deseo que no sea tan tortuoso recuperarnos económicamente.
Deseo que estemos ávidos de encuentros personales y teatrales.
Deseo dar y recibir muchos abrazos.

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Álvaro Cerviño

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Álvaro Cerviño

60 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Necesidad. Teníamos que montar una obra en la secundaria, de lo contrario reprobaríamos. No sabíamos nada. Montamos y destrozamos algo de Tirso de Molina mezclado con rock. Los maestros nos odiaron, la comunidad nos amó. Sacamos 6. Siempre he amado ese momento.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Qué quiere ver el público? ¿Qué puedo mostrarles?
Mi anhelo imposible: una réplica del Corral de Comedias de Almagro en México y montar todos los clásicos del mundo sin parar un solo día.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Desparpajado, irreverente, sagrado.
Mi hija actriz dice que mis obras y montajes son muy «mensos», que tienen un humor muy ocurrente. Es el mejor halago.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Cuando hay temporal somos los primeros a los que echan del barco como lastre inútil (acaba de sucederme), pero cuando la mar está en calma somos los primeros en abordar. Paradoja.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Eliminar las becas a gente que vive del presupuesto, que hace proyectos que a nadie interesan y que muchas veces presentan de manera vergonzante. Becas solo a estudiantes CON NECESIDAD. Los creadores graduados, todos, si no son suficientemente solventes y generadores de recursos mediante su propio oficio, que se dediquen a otra cosa y no a ser parásitos y a ocupar salas vacías.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que hagan teatro para el público, no para sus amigos y compañeros. Que cobren bien por ello y que sean visibles ante la sociedad, con los mismos derechos laborales que cualquiera.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Lo enfrento trabajando, escribiendo y tratando de encontrar un hilito que lleve a una posible respuesta. Trato de no caer en la fiebre de los»webinars» que, en términos teatrales es como dar clases de buceo en la banqueta.
Quiero que el teatro resurja y quede claro a TODA LA SOCIEDAD que quienes los estamos manteniendo cuerdos, estimulados y entretenidos durante esta larguísima pausa hemos sido los hippies, greñudos, vagos y apestosos teatreros que tanto desdeñan en la normalidad.

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Pablo Iván Viveros

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Pablo Iván Viveros

28 años / Ciudad de México / Xalapa, Veracruz

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Inicié cuando estaba en la preparatoria, había materias que podíamos tomar de manera optativa y una de estas era teatro. La primera vez que pisé un escenario fue en esa época, en el 2007, con un monólogo de Sabina Berman llamado «Un actor se repara». Hice unas cuantas obras más bajo la dirección de Héctor Martínez -un maestro de Xalapa- pero decidí estudiar profesionalmente después de un intento fallido de ser ingeniero.
En el 2011 entré a estudiar a la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana… ¿Por qué? Siempre digo que, por adrenalina, no dimensionaba realmente el mundo del teatro, pero esas primeras experiencias en la prepa me marcaron y seguí mi intuición.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Dónde estoy parado? ¿Cuál es mi origen? ¿Qué puedo aportarle al mundo? ¿Cómo puedo beneficiar a más personas a partir de lo que hago? ¿Qué es lo nuevo? ¿Cómo me adapto? ¿De verdad soy las historias que me he contado de mí mismo? ¿Por qué el teatro? ¿Por qué no?
Anhelos… Hacer teatro en todos los rincones del mundo que pueda habitar, llegar a viejo y decirle a algún compañerx de generación «te acuerdas cuando …» reír de la anécdota y pisar el escenario en la tercera llamada.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Versatilidad, colectivo, intensidad.
Me interesa mucho explorar lo que no está en el teatro pero que me devela algo que puedo llevar a escena: hago yoga, tengo un proyecto que incluye algo de boxeo, la cultura
ballroom (voguing) me interesa mucho y en general la diversidad sexo-genérica y todas sus posibilidades de expresión; me interesa trabajar con las infancias.
Toco el clarinete, he explorado el clown, el
drag, el cabaret, pero me ha surgido una necesidad muy potente de regresar al realismo, me ando clavando con Strasberg… en fin… soy un estuchito de monerías.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La indagación de la presencia.
Hoy más que nunca, se nos devela una profunda necesidad de estar presentes, de contenernos y cuidarnos emocionalmente como humanidad. El teatro es el arte de la presencia y en esa indagación radica su importancia. No concibo la vida sin el contacto humano y no concibo el mundo sin el teatro así que, pase lo que pase, el teatro se adaptará como organismo vivo que es, ha sido y será.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No lo sé, creo que el teatro cambia según la sociedad que lo hace… los cambios radicales que se generen socialmente, en consecuencia cambiarán los modelos teatrales y esos modelos teatrales cambiaran las mentes de quienes sean sus partícipes y así… es un ciclo interdependiente como todos los fenómenos… Nada existe de manera aislada.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que no se desanimen… a muchos nos ha costado lidiar con la decisión de elegir este camino. A mí me costó al inicio la aprobación de mis padres, de mis maestros, del gremio… uno a veces se clava con eso, con ser validado… como actor joven pasa y puede llevarte a estados depresivos porque tus emociones se vuelven GIGANTES en el proceso de asumirte como artista.
La vida profesional es dura pero llena de dicha… en resumen es eso: no tirar la toalla, seguir la pasión y la voz interna. Y VER EL MUNDO DE FRENTE, ASUMIR EL RETO.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Encontraremos un mundo, en el mejor de los casos, en proceso de regenerarse a sí mismo… Hago lo mejor que puedo con las herramientas que tengo y no dejo de creer en el trabajo en equipo. Siempre trabajar colectivamente porque las circunstancias nos orillan a la soledad (que es bonita) pero el trabajo es para y con lxs otrxs.
Lo que deseo que ocurra… deseo que cada instante se dilate porque ahora sí, vamos a valorar más que nunca las caricias, los abrazos, las fiestas, los besos, las miradas, los aplausos, los escenarios…

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Thania Luna

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Thania Luna

32 años / Culiacán, Sinaloa

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Aunque desde chica me gustaba asistir a todas las actividades artísticas a las que me llevaban, comencé a interesarme de manera profesional en el teatro en el año 2009, creo que lo que descubrí en esta disciplina con las clases a las que me invitaron mis amigas no lo encontraba de la misma manera en otras artes. La interacción y la comunicación que sostenía con mis compañeros en aquellas aulas hubiera sido imposible sin aquellas herramientas teatrales. Me motivó mucho la investigación del funcionamiento de la vida misma y la infinita posibilidad de contar historias a través de la mente, la voz y el cuerpo.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Con cada proceso existe una nueva investigación, un nuevo universo y sumergirme en ese nuevo aprendizaje es lo que le da sentido a esa etapa.
Hoy en día me acechan un sinfín de cuestiones sobre cómo hacer teatro en estas circunstancias, o en tiempos venideros, creo que todos los artistas estamos viviendo momentos difíciles y es por eso que mis anhelos en este momento son poder volver a escena en el formato más antiguo: actor-espectador compartiendo el mismo espacio vital y no virtual.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Irónico, enérgico y lúdico.
Trato de que este combo me acompañe en todo lo que hago.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Definitivamente es un punto de quiebre, ya que se nos ha desaparecido el contacto con el otro. Lejos del cuadro de prohibición y el teatro como rebelión parece inalcanzable el sueño de volver a encontrarnos en esa comunión.
La importancia la tenemos en cuenta, es primordial para el desarrollo como seres humanos conscientes, un espejo de la realidad, un escape para otros tantos pero lamentablemente en este momento solo nos queda esperar y ver qué se genera de estos diálogos virtuales en pos de un futuro reflexivo hacia las tablas.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Lo que sea que ayude a que los nuevos realizadores no desistan por la precariedad de algunos sistemas para la difusión y el financiamiento de sus creaciones.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Larga vida a sus proyectos, que encuentren satisfacción en cada emprendimiento, voluntad y que conserven su curiosidad ante todo.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Trato de vivir la interacción a través del monitor, es temporal, es lo de hoy.
Deseo que podamos regresar más sensibles a nuestro quehacer cultural, más receptivos, que estos tiempos sirvan para respetarlo y valorarlo como a quien le devuelven sus permisos cuando lo han castigado.

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Mario Medina

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mario Medina

25 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Comencé a alimentar mi ser creativo desde los cuatro años cuando inició mi formación musical. El día que cumplí catorce tuve mi primer taller de teatro, al cual llegué porque mi padre consideró que era de esas actividades que me hacía falta probar. Desde que presenté mi primera obra en dicho taller tuve un flechazo por el teatro; fue evidente que tenía que dedicarle mi vida.
La verdad es que fue una gran influencia de los maestros de teatro que tuve antes de la carrera, que me mostraron que el escenario podía ser mi refugio de libertad al que valía la pena dedicarle sudor y sangre.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Cómo puedo modificar al otro? ¿Cómo puedo lograr que alguien se divierta, pensando en el divertimento como la capacidad de atrapar la atención y la conciencia del otro, y que al mismo tiempo logré pensar y reflexionar? ¿Cómo puedo ser más generoso en mi labor? ¿Dónde está mi esperanza?
Mi joven experiencia en este efímero quehacer me ha hecho darme cuenta que efectivamente no hay (ni debería) una fórmula ni una receta a la hora de crear. Cada obra es un mundo y cada función es distinta.
Lo que más anhelo es estar en activo. Trabajando. Aprendiendo del otro. Arriesgándome.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

LABORATORIO de FANTASÍA SOCIAL.
Este concepto que retoma Heiner Müller es algo que busco aplicar siempre. Y que consiste en movilizar la fantasía del otro, es decir, que cuando un espectador escucha un diálogo pueda formular a su vez otro. Es una tarea titánica, pero para ello busco ahondar en mi propia fantasía. En maneras distintas de HACER y de SER en escena.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

He visto mucho teatro grabado, nacional y extranjero, el cual no podría haber visto de otro modo por el sencillo hecho de que sus temporadas acabaron. Y he invitado a mis seres queridos a verlo conmigo.

Creo que todos están compartiendo sus archivos, y eso significa que varios artistas y productores entienden la importancia de que el arte es para todos y que hay que seguir dando funciones a como dé lugar.
Es importante que muchos colaboradores se animan a crear con las herramientas que tienen a la mano. Ya sea por ocio, por alguna convocatoria o porque les da la gana.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Hay que descentralizarlo. Seguir acercando el teatro al barrio y a los pueblos. Obligar a todas las escuelas a llevar al menos una vez al año a sus niños al teatro. Y obligarnos a que reciban obras de buena calidad.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Les deseo mucha valentía y que no se dejen amargar por la vida que se puede traducir en familiares, maestros, parejas y mundo laboral. Mantengan su esperanza. Jueguen mucho, lean mucho, vivan mucho. Aliméntense de grandes experiencias.
La vida pega duro a veces, pero no por eso hay que soltar. Les deseo que busquen ser éticos en su trabajo y si quieren corregir, corríjanse a sí mismos, porque con el otro solo van a desperdiciar energía (además esa es la labor del director). Les deseo que sean revolucionarios, (sería contradictorio a su condición juvenil), sin embargo, he aprendido que las revoluciones que convienen más a un ser creativo son las que se tienen en sí mismo. En la mente, en el cuerpo y en el espíritu. Esas pequeñas revoluciones que haces diario te pueden llevar a cambiar el mundo, y si no al menos el tuyo. (Este texto también va dirigido a mí.)

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Por suerte me encuentro acogido por un par de grupos teatrales con los cuales he podido seguir creando pequeñas cosas que nacen de la creatividad. Por suerte yo en mi soledad no puedo estar quieto y sigo creando cosas que espero puedan tomar más forma cuando volvamos a encontrarnos.
Aunque lo cierto es que la mayor parte de mi tiempo la he dedicado a estar con mi familia, a jugar con ellos, a respirar profundo y a limpiar. A descansar. A aceptar que, si el teatro es un mundo, hoy me toca ser espectador.
No necesito desearlo, sé que cuando volvamos a estar juntos, vamos a romperla en esos escenarios.

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Diego Montero

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Diego Montero

31 años / Michoacán (residente actual de la Ciudad de México)

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Por causalidad, diversión y por felicidad.
Cuando tenía 16 años hice mi primera obra de teatro en la preparatoria, por invitación de mi profesor de literatura misma que disfruté enormemente; el proceso y la experiencia en sí. Al egresar de la prepa yo quería ser músico, ya era oyente de un grupo de guitarra clásica en un Centro de Educación Artística y mi entonces objetivo era estudiar en el renombrado Conservatorio de las Rosas en Morelia, sin embargo, era muy costoso y ni mis padres, ni yo por supuesto podíamos pagarlo.
Por razones geográficas de mi ciudad, el Conservatorio y la Escuela Popular de Bellas Artes son divididas por un par de calles. Camine a la segunda con la opción de estudiar música ahí, ya que ésta pertenecía a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo que es pública. Después de pedir informes y saber que la carrera en Bellas Artes consistía de 9 años más la titulación, comencé a desestimar esa opción como una carrera a elegir, me espantó tanto tiempo de estudio (sin duda no tenía la vena, pasión y el rigor que se necesita para estudiar música de manera profesional). Tomé un par de trípticos y salí de ahí algo desanimado. Uno de esos trípticos era la oferta académica de la escuela que incluía todas las carreras en artes y sus características. Ahí se encontraba la Licenciatura en TEATRO ¿Teatro? ¿Eso se estudia? (pensaba yo) también pensaba y recordaba la experiencia en la prepa y me dije: «Yo arriba del escenario me DIVERTÍ enormemente y fui FELIZ, si eso se puede estudiar, es una carrera, yo quiero estudiar algo que me divierta y me haga feliz».
Causalidad y diversión.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Ser teatrero es ya un acto político y de resistencia (se ha discutido mucho al respecto) y difícilmente uno se mete a estos terrenos si no se tiene un gen o una chispa de compromiso con la sociedad o su entorno. Sigo pensando en mi quehacer como una práctica de la otredad, ese otro que me conforma como ser humano integral que se congrega en comunidad.
Llevo 15 años haciendo teatro, 9 de egresado y profesional (por así decirlo). Estos nueve años todas mis preguntas o anhelos tienen que ver con confrontar/compartir con un público al que pocas veces le llega el teatro, pensar en el ciudadano de a pie, el del barrio, de la comunidad rural, en la gente de «verdad». Lo digo sin intentar caer en soberbios conceptos, pero pienso que hay mucho de fantasía sobre lo que somos y sobre el «público» de teatro. Sobre todo un pensamiento centralista, muy de la capital mexicana, en fin, tal vez esa es una discusión aparte.


He disfrutado enormemente ir, presentarme y compartir mi trabajo escénico (obras o impartiendo talleres) en lugares en verdad recónditos de algunos estados: Puebla, Guerrero, Oaxaca, Querétaro, Nayarit, Sinaloa, Guanajuato… y he visitado muchos de los municipios de Michoacán.
Ahora viviendo en la Ciudad de México he encontrado una mezcla de experiencias, desde el enorme y bonito Centro Cultural del Bosque hasta poder presentarme en Milpa Alta o Nezahualcóyotl, o con mi amado grupo de la tercera edad de San Lorenzo Tezonco en Iztapalapa.
Finalmente me pregunto desde «el otro» que a su vez es preguntar «desde mí». Las preguntas cambian, pero en verdad todas confluyen en buscar el bienestar mental, espiritual o social, en algunas extirpar aquello que nos desmorona, como la violencia y la falta de seguridad.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

No creo que me hagan diferente o distinto, simplemente son en las que baso mi trabajo: Ética, compromiso y ser rudimentario.
Describo un poco:
Ética: -El deber ser- como un filosofía de vida. Transparencia de procesos creativos, de producción, de carácter económico y artístico, reconociendo la labor del otro, siempre.
Compromiso: Con el equipo creativo, el espectador, conmigo mismo. Una férrea disciplina a los acuerdos y al tiempo de las personas.
Rudimentario: Parto de lo sencillo, común, lo palpable, inmediato incluso, lo humilde, lo pedestre, lo bucólico. Hay dentro de mí una fascinación por el universo de lo rural, que es muy complejo. Parto mucho de mi infancia y mis referentes familiares para entender el fenómeno escénico, parto de mis recuerdos, todo ese mix-folklore que la conforma y me conforma ahora como un «adulto».

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Tengo más dudas e incertidumbre que respuestas a eso. Tal vez eso a lo que más temo sea en el fondo el deseo de que algo importante perdure para que el TEATRO exista.
Ojos que miran Ojos / Voces que cuentan y oídos que escuchen / Risas que dialoguen con historias irreales que cuenten cosas que parecen reales, pero que no lo sean y que nos hagan pensar en la verdadera y cruda realidad o fugarnos de ella por un instante.
Demasiada virtualidad, videos por aquí, por allá, demasiada discusión sobre lo que es y no es, pero quiere serlo.
Tal vez la importancia del teatro sea la Espera. La Calma. Y estar sanos para volver al convivio, al fenómeno aurático del aquí y el ahora.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Romper con la invisibilidad.
Somos invisibles para las instituciones.
Somos invisibles para la mayoría de la población en nuestro país.
Somos invisibles entre nosotros.
En tanto no tengas un asterisco, premio, reconocimiento, diploma, sello de abejita trabajadora o cualquier otro invento para «reconocer» tu trabajo, sigues siendo invisible.
Cuando eso se logre tendremos dignos y verdaderos contratos, acceso a derechos laborales más justos, sueldos acordes a los tiempos que corren y la sociedad nos demandará producciones de calidad y hemos de responderle con compromiso y buena hechura.
Mucho de la invisibilidad es responsabilidad nuestra, al no romper con esquemas y costumbres que nos han llevado a la precariedad.
Al día de hoy las instituciones que demandan nuestros servicios culturales y/o artísticos siguen pensando que nos «favorecen» al «contratarnos», el tema económico asfixia nuestra poca sustentabilidad y nuestros emprendedores proyectos muchas veces fracasan en una cadena de esperanza y falsa ilusión.
Lo anterior nos lleva a vicios o triquiñuelas, al canibalismo teatral, al caza-becas, al sabotaje mediático del que «por primera vez se gana algo» «Sí, seguramente fue por ser el /primo-del-amigo-del-sobrino-del-secretario-bla-bla-bla/» y es que también: «la burra no era arisca» Si bien puedo decir que en mi experiencia los procesos de selección, contrato, subvenciones o apoyos al arte han sufrido mucho saneamiento, debemos seguir exigiendo a nuestras autoridades la transparencia absoluta de cualquier proceso que genere opacidad.
Por otro lado pienso que los hacedores debemos realizar mayores alianzas y buscar rutas de otra iniciativa; la privada, las A. C., o incluso esquemas de cooperativas artísticas que no dependan siempre y únicamente del apoyo del Estado (otro vicio más que arraigado).
Hacer teatro con, sin, o a pesar de las instituciones públicas.
(Nota: Pero la verdad, sí está muy cabrón.)

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Tengo casi 32 años, soy relativamente joven (eso digo yo). No pretendo lanzar una lección o un deseo propiamente, tal vez una sugerencia y sería que por más que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y puedan realizarse maravillas o espantosos intentos de, que sigan pensando que el teatro se hace entre personas, pocas o muchas, se hace como un juego, como un ritual.
Que no olviden cierto origen, que se piense en el «fuego y la historias que se contaron al momento de danzar alrededor de él»
Podemos usar mil proyectores, hologramas, circuitos cerrados o lo que sea, pero si no hay «un fuego» si no «danzamos con el otro», «si no lo sentimos», «si no lo vemos directo a los ojos». Eso nuevo que nacerá será una realidad distinta, que no rechazo, pero…
…eso no es este juego al que yo aprendí a jugar, el convivio del Teatro.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Con mucha frustración, tristeza y enojo. Sobrevivo a mi insomnio y la depresión no con la esperanza del regreso, sino con la nostalgia del pasado, eso me salva, el recuerdo (sé que no suena muy positivo que digamos).
Tratando de entender la fiebre de «producir, producir, producir» / Grábate actuando / Grábate jugando / Grábate pensando (o haciendo que piensas) / haz
Tik Tok’s y te ganas un «apoyo», etcétera. En fin… Sigo digiriendo la necesidad, el objetivo y los por qué de cada cosa, puesto que existen muchos matices en el asunto.
-Deseo que no hubiera pasado. Pero ya pasó.
-Deseo que los Teatros no estén llenos de gel anti-bacterial y la gente tome un lugar a cada tres butacas con la ahora llamada «sana distancia».
-Deseo no ver cubre bocas mientras busco a un espectador para comentarle un diálogo o guiñar con su complicidad.
-Deseo que la gente vaya al teatro sin temor.
-Deseo que mis compañeros (como yo) repongamos el ánimo y la estabilidad en todos sentidos.
-Deseo que regresemos verdaderamente convencidos de regresar y que no sea la asfixia de la «economía global» la que empuja al ya vapuleado capitalismo sin importar la salud.
Pero eso difícilmente sucederá…. Y habrá gel, cubre bocas por doquier, butacas vacías cada cierto espacio, etcétera. Y es que nos acabamos un mundo, uno que llegó a su límite, uno que contaminamos, que no respetamos y que sí, suena a cliché, pero nos pasó la factura.
Pero bueno, como diría un gran maestro de teatro y lo dice Freud, «somos todo deseo». Y debemos encontrar el equilibrio para no desbordarnos, eso es lo que nos queda.
Ya lo dijo el Oráculo de Delfos: «Conócete a ti mismo y encuentra la medida».
Mi pesimismo no es más que una optimista postura basada en la razón de querer que todo mejore, a pesar de las evidencias, y eso puede ser muy doloroso. Gracias por las preguntas.

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Verónica Bujeiro

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Verónica Bujeiro

43 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Para mí es importante mencionar que empecé como espectadora, porque así fue. Mi mamá solía llevarme al teatro a regañadientes, pero un día vi «Lo que cala son los filos» de Mauricio Jiménez y todo cambió. Puedo afirmar que mi deseo por hacer teatro vino de ahí y de algunas obras igual de deslumbrantes que he visto a lo largo de mi carrera como espectadora. Debo de aceptar que algunos años le fui infiel al teatro con el cine, porque pensé que ahí estaba mi profesión, pero al estudiar guión en el Centro de Capacitación Cinematográfica el teatro se me volvió a imponer, ahora a través de la dramaturgia. Por algunos años vacilé entre ser también guionista, como hacen muchos colegas, pero no siento que pertenezca a la tribu del cine, el teatro es mi casa, es el lugar en donde soy más libre y más feliz. No sólo porque me permite enunciar y dar una realidad a las cosas que tengo en la cabeza, sino también porque me permite entender el mundo, a los seres humanos. El drama está en todo lo que hacemos, crea sentido.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

No sé si sabría enunciar concretamente las preguntas que me rondan, pero sí estoy muy enfocada en explorar territorios que escapan a mi zona de confort en cuanto a lo creativo.
En este punto en mi vida personal y profesional hay obviamente un bagaje, pero aunque no me lo proponga siento que siempre parto de cero. Después de haber recorrido el género de la farsa como mi estandarte, ahora me encuentro desarrollando un proyecto híbrido entre dramaturgia y ensayo literario por el que tengo igual cantidad de entusiasmo que de miedos y dudas.
Yo pienso que habito el teatro desde la investigación exhaustiva de un tema y la apuesta es siempre convertir eso en un drama que pueda pararse en un escenario. Me cuesta mucho trabajo, pero en cada obra hay un proceso de aprendizaje importante y una fascinación mayúscula por el modo en el que construimos y justificamos nuestra existencia a través de actos y relatos.
Lo que anhelo realizar desde hace tiempo es una pieza puramente sonora para el teatro, no para el radio, sino en presencia del espectador. Hay propuestas de arte sonoro que se acercan mucho a eso, pero me gustaría ver si puede funcionar como un acto escénico.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Dramaturga farsante que ensaya.
Son cuatro, lo siento.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Nunca pensamos estar en una crisis en la que la presencia y el contacto nos pusieran en riesgo y el teatro al ser un arte que requiere de estos dos factores nunca se ha visto más vulnerable.
Ha sido muy interesante ver el debate a nivel mundial de qué es lo que va a pasar en el futuro inmediato porque justamente ha evidenciado las carencias que a nosotros nos son conocidas, pero ya empiezan a ser parte de una discusión que involucra a más agentes. A través de esos debates y el inminente riesgo en el que se encuentra el teatro, se está generando una conciencia sobre el presente que espero nos ayude a vislumbrar un horizonte de posibilidades creativas y económicas inéditas.
La crisis es ineludible, sin duda, pero ha sido hermoso constatar la tenacidad y resiliencia que están detrás de la maquinaria humana que sostiene el arte teatral.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

La rotación artística es sin duda un punto neurálgico para apuntar a un cambio, porque tenemos muchas instituciones que están formando artistas escénicos, pero ningún espacio en donde presentarse o ensayar sus inquietudes.
Como pasa en muchas artes tendemos a confundir lo que tiene éxito o lo que se presenta recurrentemente como un modelo a imitar y es muy triste ver la carencia de un desarrollo de poéticas.
Ya hay esfuerzos por parte de la institución para dar visibilidad a nuevos talentos, que entre la cantidad de personas que somos en el gremio sigue siendo muy poco, pero el gesto me parece significativo.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Las nuevas generaciones deben de confiar en sí mismas y no perder conexión con la realidad fuera de los escenarios, comprometer su punto de vista a sus pasiones íntimas, pero también a lo que está pasando afuera.
El teatro no se crea a través de una poética endogámica, hay que estar empapados de todo lo que se pueda. Les recomendaría salir del teatro y volver a él para ver qué traen de vuelta.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

A raíz de un taller que acabo de impartir en línea ésta emergencia me ha permitido entender que pese a las pantallas y las distancias se pueden establecer vínculos humanos importantes.

Y al menos en mi caso este “tiempo fuera” me ha dado espacio para la reflexión y la posibilidad de concentrarme en cosas que había dejado de lado por la enajenación cotidiana. Es una pausa llena de ansiedad e incertidumbre por lo que viene, pero he estado recobrando fuerzas que tenía perdidas.
Pienso que si algo nos dejó en claro esta crisis es que no podemos dar por sentado la presencia del otro. Volver a los teatros nos hará más patente esta importancia.
Espero que estar sentados en proximidad de los otros dentro de una sala vuelva a ser el acto significativo e importante que es.

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Natalia Goded

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Natalia Goded

32 años / Pátzcuaro, Michoacán

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mis papás son unos amantes del arte y desde chica me acercaron a todo tipo de expresión artística, desde casa y desde la escuela que ellos tienen y a la que fui de pequeña.
De pequeñita quería ser titiritera porque mi mamá me hacía títeres y el día que descubrí que yo podía hacer en persona lo que hacía con los títeres algo en mi mente explotó y quedé profundamente enamorada de la práctica actoral. Decidí dedicarme a esto porque es lo que más me divierte hacer en la vida y, para mí, la vida es para disfrutarse.
Elegí una carrera en la que me pagan por imaginar, por crear, por comunicarme, por transformar-me, por cuestionar, por conocerme cada día más… ¡qué dicha!

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

Mis preguntas suelen ser bastante prácticas, tienen que ver con el cómo hacer teatro y para quién, me pregunto constantemente qué hacer para que el teatro llegue al público.
Creo que vivimos en un país donde el arte se ha centralizado muchísimo y se ha hecho poco por procurar que exista en los confines más remotos o ni siquiera tan remotos. Vivimos en un país donde no hemos sabido procurar la existencia y crecimiento del espectador y consumidor de arte.
Pareciera de pronto que los artistas nos preocupamos más por sobrevivir en el día a día que por crear alternativas para que nuestros proyectos y visiones encuentren paraderos fértiles donde nuestro quehacer descubra las miradas de quienes están ávidos de toparse con el arte en todas sus posibilidades. Lo digo porque lo he visto. Lo digo porque he presenciado estas posibilidades. Sería maravilloso que el arte en este país se manifestara en ese sentido, que se revele en contra de la comodidad que ha encontrado y que resulta ser, en muchos casos, una comodidad bastante pobre.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Irreverente, sencilla, valiente.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

Éste es un momento crucial de la historia, tenemos frente a nuestras narices la posibilidad de revelarnos contra un modo de vida mediocre, cruel y al punto del colapso (hablo de la economía, de las relaciones humanas, de la relación con la naturaleza, de todo). En ese sentido, es un maravilloso momento histórico si se sabe ver con valentía y se asume con congruencia la responsabilidad gigante que debemos asumir como seres humanos (y como artistas), cada uno, individualmente, sí, pero también colectivamente.
Una de las cosas que hacen SER al ser humano precisamente es la capacidad creativa. Crear es saber amar. Y el teatro congrega a la gente a imaginar junta, a saber ver las posibilidades amorosas. Por eso lo extrañamos tanto en este encierro, nos urge el encuentro y estoy segura de que muchos creadores se estarán preguntando si el arte es necesario o no y qué implicaría ser de verdad imprescindible para las vidas de todos en este mundo que de pronto parece que se nos cae a pedazos.
La verdad es que el arte es imprescindible porque la belleza y la rabia necesitan encontrarse y oponerse a toda la pestilencia que hemos permitido pondere a nuestro alrededor.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Creo que no hay un modelo de hecho y eso me gusta, he visto tantas variantes y tantas posibilidades de teatralidades como extenso es nuestro país.
Vivimos en un país realmente teatral y no estoy segura de sí lo hemos sabido ver y aprovechar a nuestro favor desde nuestro quehacer como artistas.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Deseo que sus procesos creativos sean amorosos, valientes y rebeldes. Se necesita un teatro combativo con urgencia, así que deseo llenemos las arcas de creadores apasionados.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Deseo un escenario revolucionado, donde esta idea de vivir confrontando a la muerte cobre sentido, donde el Teatro sea un arte de valientes y arrojados que no temen cambiar al mundo.
Desde mi quehacer en específico haré más comedia que nunca, más irreverente que nunca y a gozar el encuentro como si de verdad se nos fuera la vida en ello, porque ya vimos que sí se nos va… ¿qué no?

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Mireille Bartilotti

Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Mireille Bartilotti

47 años / Ciudad de México

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Desde que tengo uso de razón he estado inmersa en las artes escénicas. Mis padres siempre han estado ligados a estas y nos inculcaron el arte de amar la escena. Además de lo anterior, siempre me gusto ser “ajonjolí de todos los moles” como me dice una amiga y esto me llevo a estudiar comunicaciones. Era la única carrera que me podría acercar a la producción y a la escena, desde el ojo de “afuera”, es decir, “tras bambalinas” y cuando caí en cuenta ya estaba yo produciendo todo lo que se me ponía enfrente.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

¿Por qué no ser los mejores? Las artes escénicas tienen la base del acto “en vivo” uno frente al otro, dar y recibir. Lo que hoy no se hace, ya no se podrá hacer mañana… tienes que dar el 100% y un poco más hoy!
Quiero seguir generando, viendo y viviendo ese “algo especial” que se queda en la cara de todos los que participamos en la escena: artistas, creadores, técnicos, acomodadores, gente de limpieza y por supuesto ¡El Público! Cuando escuchas entrepiernas o entre pasillos los comentarios con respecto a lo que acaban de ver… siempre me ha hecho sentir viva, útil y ¡querer más!

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

¡Dejar la piel!

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

¡El Teatro siempre ha estado en los momentos históricos! ¡Y hoy no deja de ser la excepción!
El anhelo de todos por pisar de nuevo los escenarios es grande y se alimenta día a día; sin embargo, hay que generar nuevos estilos de quehacer escénico. No se puede llamar Teatro, ¡porque el teatro es intangible! Sólo se vive y se siente…

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

Sigo con la idea de la respuesta anterior. Hay que reinventarse en el quehacer escénico. Generar sensaciones vivas, ¡de aquí y ahora! Pero no llamarlas “Teatro”.

Debemos ser incluyentes… ahora que las redes sociales y el internet han cobrado una “vida” debemos tener la capacidad de: 1) entenderlas, 2) incluirlas en nuestro quehacer y 3) regalarlas a la comunidad. Generar estilos de expresión que salgan del cotidiano; atraer al lente de la cámara, al micrófono y a la pluma y convertirlos en cómplices de nuestro arte; salir del cotidiano y común.
¡Es momento de reinventarnos y crecer!

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

¡Que dejen volar a su imaginación! ¡El tope o límite nos lo ponemos nosotros mismos! Vivimos las experiencias a modo de “copia” del anterior o del vecino o ¡del extranjero!
Somos grandes como Raza (humanos) y, sin embargo, no sé si por miedo o por flojera mental, nos es más fácil replicar lo ya visto… y, sin embargo, como Raza (mexicanos) tenemos una capacidad infinita de crear… ¡es cuestión de creer!

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

La emergencia nos agarró a todos ¡con las manos en la puerta! Sin aviso alguno… y así es como las especies evolucionan.
Deseo que cuando volvamos a estar juntos, seamos más grandes por dentro; más abiertos a la vida que es la mejor enseñanza; que hayamos tenido el tiempo suficiente para aprender y aprehender a ser mejores y más grandes, sin perder el piso.
No debemos regresar al día en que entramos en confinamiento y esperar a que todo siga su curso. Es momento de Crecer. De respetarnos los unos a los otros y de sumar esfuerzos.
Si este regreso nos va a llevar a tener 5 espectadores en vivo y 100 vía streaming… que sea igual de valioso a que tuviéramos la sala llena.
Es un momento de generar nuevos espacios, nuevos modos de nuestro quehacer y sobretodo de dar cabida a nuevos espectadores, que por su condición (física, mental o social) no puedan acudir a los recintos.

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