En Réquiem para las debutantes los temas centrales son el par conquista-colonia, por un lado y el capitalismo por el otro, como las fuentes originadoras de las narrativas contemporáneas con respecto a la nación, la patria, las problemáticas de género, la familia, la maternidad, el clasismo, el racismo (una rebaba de nuestro sistema de castas) y la cultura. Se aborda cómo se han politizado y han servido como estrategias socioeconómicas estas nociones a través de los discursos que las sustentan y cómo estos inciden en la construcción de la identidad nacional.

Las debutantes a las que se refiere la obra son las princesas y personajes de algunos cuentos como Blancanieves, la Bella durmiente, la Madrastra, la Sirenita, pero también están Iztaccíhuatl, Lucha Reyes y las Jackies (que vienen del texto de Jelinek): Jackie Bouvier, la soltera; Jackie Kennedy Onassis, la figura pública y matrimoniada, y Jacket, la ausencia de carne. En esta obra, la anfitriona de este réquiem es la patria, simbolizada en La llorona, figura que ha ido transformándose a lo largo de los siglos, desde que le dio voz a la conquista hasta convertirse en la mujer histérica que se aparece a la gente. Su gran compañero es la muerte, el personaje del Limpiador, el que añora un cuerpo para devenir. Está el personaje del Lobo, quien divide las cosas y crea las fronteras: el verdadero colonizador. También tenemos al Cazador, un personaje que, aparentemente, representa todo el discurso de lo masculino, pero que al conocer algo que no puede nombrar, busca cambiar y fracasa, pues no hay lenguaje que posibilite ese cambio en el discurso occidental.

Réquiem (del latín “descanso”), es un cuento para dormir a las debutantes. El proyecto civilizatorio occidental y el capitalismo son esos cuentos. Soñamos con lo que prometen: felicidad, éxito, progreso; deseamos lo que nos procuran: amor, trabajo, seguridad, pronunciamiento… Hasta que nos despertamos y todo queda fuera de nosotrxs en el simulacro de un nosotrxs; un vacío, una necesidad de llenar, algo que no se sacia. El canto se vuelve un lamento, de ahí el título.