Una reflexión sobre la tristeza, un western conmovedor y un viaje musical. En el momento más desesperanzador del encierro consecuencia de la pandemia, Ana Graham y Antonio Vega se propusieron contar una esperanzadora historia sobre la depresión. Sin salir de su departamento, reciclaron materiales para construir escenografías, reutilizaron objetos y transformaron un escritorio de cristal en el escenario para crear varios mundos; desde una cabaña en medio del bosque hasta un océano donde los protagonistas conviven con una ballena azul. Exploraron distintas técnicas, como el teatro en miniatura, títeres de mesa y el teatro de sombras y grabaron la historia con un teléfono celular, mientras que en su propio departamento, Cristóbal MarYán, compuso e interpretó la música que acompaña a esta esperanzadora historia sobre la depresión, la amistad y la compasión.