El 4 de julio Didanwy Kent y Rosa María Gómez conversaron, con la directora y actrices, sobre su experiencia al entablar comunicación telefónica con los espectadores para crear y entretejer un texto ficcional.
Desde hace ya casi dos siglos el teléfono desafía los límites de la distancia para acercar la voz que está lejos. El hilo de un cable invisible por el que fluyen de un lado y del otro del auricular las voces, con todas sus cargas emotivas, efectos y afectos, para llegar al “menos movedizo” de nuestros órganos sensoriales, el oído, lugar del secreto y la intimidad; pareciera a ojos de nuestro presente un sistema de comunicación casi superado. Pero ¿qué es eso que solo la voz, y nada más que ella es capaz de producir en el cuerpo? ¿qué hace tan singular esa espera en la que “retorcemos el cable entre los dedos” ante la llamada de una voz desconocida?
Pentimento, apuesta por la performatividad de la voz y del encuentro, “pone en línea” con su teatro telefónico la posibilidad de pensarnos voces que acompañan, se ríen, consuelan y bailan el tiempo compartido: “Si siguiéramos hablando podríamos ser amigos”. A través de sus cuatro capítulos No hay futuro posible nos convoca a la escucha sensible del encuentro, en la sencillez de las conversaciones entre dos personas que se escuchan por primera vez se trenza la complejidad de lo humano. Nos volvemos escuchas silenciosos, “intervenimos” la línea telefónica para oír, entre las ondas vibratorias de dos voces, una historia capaz de fundar un espacio de ficción.