Ocho jóvenes concluyen o han concluido sus carreras universitarias, inician o confirman sus carreras laborales. Corren en el parque. Mientras corren se piensan, se recuerdan y se planean. En común todos tienen prisa, todos temor a perder. Son tres parejas establecidas, evidentemente sin futuro; otra circunstancial, obviamente también sin futuro. Sus historias se entrecruzan teniendo como eje la pareja de dos mujeres a quienes la posibilidad de la maternidad empieza a inquiertar. Los ocho son observados por el hombre del silbato, les marca tiempos. Mas que historias de amor son historias de pequeños poderes y dinero, un poco de corrupción seguramente y ya. Digamos, una obra cotidiana.

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Teatro Horizontal es prácticamente un anhelo personal que ahora trato de alcanzar con este grupo de jóvenes actores, a quienes me unieron nexos académicos y hoy nos conectan relaciones profesionales y amistosas. Juntos percibimos los datos duros de nuestro tiempo: índices de desempleo, caída del producto interno bruto, deserción escolar, mortandad por enfermedades curables, inseguridad y otros etcéteras. Queremos expresar sus efectos proporcionales en la subjetividad de los mexicanos. Vemos los estados ordinarios: ansiedad, temor, individualismo extremo y, para el caso que nos ocupa, la imposibilidad de establecer relaciones amorosas que se acerquen a la dicha. De manera progresiva toda noción de bienestar cruza por el poder y el dinero, por lo tanto hay que obtenerlos de cualquier forma; esto nos enferma. Los alivios, que no la sanación, también los ofrece nuestro tiempo: el gym, el terapeuta, la industria farmacéutica y las industrias del ocio o los mal vistos: el alcohol y las drogas. ¿Estamos completos o mejor corremos?