(1933 – 2020)
Su calidad humana y generosidad, su disciplina, rigor académico, memoria prodigiosa y lo que parecía ser una sabiduría infinita hicieron de José Luis Ibáñez un maestro entrañable, el más elocuente conversador y un pilar del teatro mexicano. Decir que era conocedor del Teatro Clásico es decir poco, y quizá cualquier cosa que pueda decirse del también director escénico lo sea, pero si hay algo que definió el carácter del maestro es su capacidad de poner en duda, de cuestionar, de sorprenderse, de preguntarse si eso que se hace vale la pena o no. Contrario a lo que el maestro decía, no dejó damnificados sino una honda huella entre quienes vieron sus obras y tomaron sus cátedras.
Foto: Christa Cowrie