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Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.

Carolina Politi

51 años / Argentina, Buenos Aires

Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): México, Ciudad de México

Oficio: Actriz

¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?

Mi padre era actor y los recuerdos de mi primera infancia giran en torno a lo expresivo, la música, el teatro. Su presencia me resultaba avasallante, magnífica. Era una especie de gigante que donde se paraba ofrecía intensidad y alegría. Instantes magnéticos que sin saberlo diseñaron preguntas y ganas. Él murió cuando yo tenía diez años y creo que en el intento por traerlo de regreso, empecé a sentir que el escenario era también mi lugar, me sentí autorizada por ser su hija. Así fue como empecé a hacer teatro y a descubrir mi propia relación con él, más allá de mi papá.
Diré que como inicio profesional considero el momento en que hacer teatro me trajo preguntas concretas sobre cómo dar forma a lo que imaginaba. Fue en el año 89, cuando estrenamos una obra en el foro del Centro Universitario de Teatro,
La noche del naufragio, dirigida por Hugo Hiriart. No recuerdo el todo sino las partes, los breves cruces de situación que me hacían sentir viva, la necesidad de acción frente a la mirada del otro. La responsabilidad de estar ahí. No sabía cómo hacía lo que hacía pero amaba, como hasta ahora, ir al encuentro del otro y jugar a saber lo que no sabía.

¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?

La posibilidad de activar el presente en escena es siempre un acertijo a resolver. Es mi resistencia y mi fascinación. Cuando el presente se activa en ese encuadre que habitamos, los hechos trascienden la anécdota y asistimos a una experiencia irremediablemente humana.
El presente es algo inasible, que viaja a velocidad, no se dibuja previamente y desaparece justo después de suceder. Con los años los actores contamos con una experiencia que casi siempre resulta estorbosa, lo digo por esa adquisición inevitable de supuestas certezas que limitan el juego vital en el escenario. Por eso se ha ido volviendo importante para mí, descreer de la resolución que tengo a la mano y abrirme a lo que no conozco de aquello que pretendo activar. ¿Cómo se hace eso? Esa es la pregunta que cada vez alimenta mi práctica.
Mi anhelo en las artes escénicas es seguir probándome en ese acertijo, cada vez con mayor libertad.

Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?

Lo que ha ido haciéndose una constante (cada vez más consciente) en mi trabajo, es eso que el cuerpo cuenta del personaje y que no está escrito en el texto. Mi cuerpo resuena y es mucho más fiel al tránsito que el intelecto. Mi cuerpo asimila el conflicto más integralmente y no puede evitar modificarse llegado el momento. Mi cuerpo es la manera con la que reconozco el encuadre que tengo que habitar en escena y es mi posibilidad más plena para contar lo que cuenta mi parte. Exploro entonces lo que lo activa, asumiendo al texto como pista e intento, nunca resolución, porque las personas siempre vamos de camino, aunque creamos haber llegado.
No sé si esto hace mi practica singular y distinta, finalmente -cada uno siendo quien es- resulta singular y distinto; solo hay que insistir en el despliegue cada vez más pleno de lo que cada uno trae.

¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?

La importancia del teatro es siempre la misma: discutir lo que nos desconcierta, lo que no encuentra respuesta. Es una herramienta de conocimiento del ser humano. Una herramienta que pide no solo presencia y contacto sino distancia de mirada del creador para no quedar tomado por la experiencia y poder ir más allá de lo evidente. El teatro es una mirada para mirar, que antes que nada necesita haber mirado.
Lo que pasa es que en este momento no sabemos dónde estamos parados ni sabemos qué es lo que realmente nos está pasando. ¿De qué y cómo podemos decir algo? Muchos somos los que hemos intentado generar proyectos de teatro en pandemia. Pero en mi experiencia, no termina de suceder. Querer hacer teatro como lo hemos hecho en este momento es negar lo que sucede. Y el teatro se rebela cuando algo de la realidad no es incluido en la experiencia. Aclaro que no estoy diciendo que haya que hacer una obra sobre la pandemia. Hablo de que tenemos que integrar la transformación que estamos viviendo para descubrir el teatro que necesitamos hacer. Eso toma tiempo.
Tal vez la importancia del teatro en este momento pudiera ser contribuir a ese cierre de ciclo que la humanidad vive. Volviendo a contar lo contado con los ojos del que ya no encuentra sentido.

¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?

No sé cuál es el modelo teatral al que se refiere la pregunta. Solo diría que me gusta más el teatro como arte que como producto.
Espero del teatro una activación profunda de mis lugares más aquietados, muchas preguntas, muchos inicios. El producto se agota pronto, el arte es una fuente interminable que nos interconecta. El arte desactiva la separación, la trampa, el cuento de la víctima y el victimario. El producto es solemne, se mira a sí mismo. El arte es incorrecto y se ríe.

¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?

Que descrean, que duden, que puedan volver a empezar, siempre.
Que se atrevan al abismo. Que no quieran llegar aun llegando. Que permanezcan abiertos y sensibles.

Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?

Enfrento esta situación con paciencia y curiosidad. Me acompaño y reorganizo “la casa”. La Covid-19 puso en primer plano la muerte y nos obliga a mirar. Considero este momento como una oportunidad. Habrá un tiempo donde creamos que volvemos a estar juntos pero como ya no seremos los mismos, tal vez ahora si podamos ser fieles al encuentro.
Espero que ya no podamos evitar lo que se nos juega en una mirada. Espero que estemos disponibles a la vida como nunca antes, sin anteponer el reclamo ignorado de siglos, porque adentro nos estamos ya encargando. Comunicación insospechada, conciencia expandida, aliados a nuestro cuerpo desenmascarado.

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