¿Por qué seguimos haciendo teatro? Esa pregunta me parece la que resume mejor todas mis otras preguntas particulares. En la era de la (sobre) información,...
Leer másInstantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren.
Josafat Aguilar Rodríguez
38 años / Ciudad de México
Lugar principal de trabajo (País, estado, ciudad): Ciudad de México
Oficio: Director, productor teatral
¿Cómo iniciaste dentro de la disciplina teatral? ¿Por qué decidiste dedicarte a ella?
En la preparatoria, cuando uno tiene que decidir lo que va a estudiar de manera profesional y a su vez, a lo que uno se va a dedicar el resto de su vida, tenía muy «claro» el querer estudiar biología con una especialidad en fauna marina. Poco después vino la huelga de 9 meses en la UNAM y mi vida cambió. Durante ese tiempo, tomé talleres de fotografía, guión cinematográfico y narrativa. Eso me dejó claro que la biología no era a lo que me quería dedicar el resto de mi vida. Sabía que me gustaba contar historias y estar envuelto permanentemente en procesos lúdicos y creativos rodeado de otras personas y donde el fin utilitario no fuese necesariamente primordial. Aunque las primeras opciones eran la fotografía y el cine había algo que no me terminaba de atrapar en ellas.
Tiempo después tuve conciencia que el proceso creativo «en vivo» -de jugar- donde estuvieran incluidas muchas personas (espectador-público) era lo que me gustaba. Así como, igualmente fascinante, la posibilidad que te da el Teatro de volver a vivir lo mismo cada función y quizá hacerlo mejor o menos mal.
Me dedico al teatro de manera profesional porque creo que en el entorno actual donde la sociedad está «alienada» y profundamente automatizada, sobre todo por la fuerza de control que ejercen los medios audiovisuales que constantemente nos bombardean el sentido de la vida y el oído, el Teatro se vuelve necesario, refrescante y vital para «desintoxicar» la percepción y construcción permanente de la sociedad. Tanto a nivel individual como colectivo.
En un entorno donde la inteligencia artificial, la realidad inmersiva y virtual, el Teatro no quedará en el olvido ni será obsoleto, todo lo contrario, la estima y valoración del ser humano para poder realizar el suceso escénico será cada vez más valorado.
¿Qué preguntas siguen alimentando tu práctica? ¿Qué anhelos tienes por vivir dentro de las artes escénicas?
En tanto que el teatro termina de suceder siempre y en todo lugar en el espectador, mi práctica escénica se alimenta al tratar de ser lo más asertivo posible en torno a qué estímulo visual y sonoro y qué convención ficcional escoger en una creación escénica determinada.
Me cuestiono permanentemente durante todo el proceso, incluso después del estreno, si será adecuada tal convención teatral para un espectador que está sobrestimulado en términos visuales y sonoros para poder captar francamente sus sentidos y poder transmitir algún discurso en específico que le ayude a «des-automatizarse» como individuo y a conectar más allá del hecho de comportarse como un ser autómata que sólo genera deuda monetaria por el placer insaciable de consumir y consumir vorazmente.
Anhelo que la sociedad valore más el esfuerzo creativo que implica presentar un hecho efímero y lúdico que busca desautomatizar la realidad en pro del bien común.
Describe tu quehacer teatral en tres palabras. ¿Qué hace de tu forma de habitar el teatro una práctica singular y distinta a las demás?
Desautomatizar, efímero, compartir.
¿Cuál consideras que es la importancia del teatro en este momento histórico?
La importancia del hecho teatral en el contexto actual es que nos hace recordar cognitiva y sensitivamente que somos materia, espíritu, finitos y que necesitamos del contacto con el otro humano. Por otro lado, no considerar menor una de las más complejas características de nuestro espectador.
Estamos ante uno acostumbrado a una narrativa visual vertiginosa. Si ese elemento uno lo omite al realizar una puesta en escena, puede pagar caro porque si no está sincronizado con esa cualidad de percepción, puede simplemente no conectar con el público. Y no porque no sea pertinente el discurso o el enunciado escénico, simplemente porque no llegó.
Otro elemento es el tipo de síntesis al cual está acostumbrado el espectador. No es el mismo tipo de síntesis la de un meme, que la de una escena teatral. En esta realidad construida por nuestra sociedad que cada vez está más circunscrita a una pantalla de celular, tableta, computadora o pantalla inteligente, el Teatro desautomatiza y nos vuelva a recordar que somos materia.
¿Qué crees que debería cambiar en nuestro modelo teatral?
1. La sociedad no es una en su totalidad, es sólo una abstracción. Hay muchas micro sociedades que la conforman. En ese sentido, nos hace falta «hacer un estudio de campo» más asertivo para conocer, por un lado, a cual nos interesa dirigirnos y por otro, saber con cual nos interesa construir un diálogo.
2. Tengo la impresión de que muchas veces, el creador escénico genera su impulso creativo y de contacto con el público desde la premisa aleccionadora de que el creador teatral sí sabe, conoce la realidad y de lo que adolece y lo que hay que cambiar. Lamentablemente esa actitud, un tanto soberbia, lo aleja del público.
3. En torno a la educación, la profesionalización teatral es muy asimétrica en el país. Es necesario fomentar una mayor profesionalización.
4. Fortalecer las redes y la movilidad de las puestas en escena. En un país tan grande y diverso, mientras tenga un rigor de calidad la puesta en escena, tiene cabida casi cualquier discurso.
¿Qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales?
Deseo que no dejen de cuestionarse todo lo que conforma la visión de mundo de la realidad que les tocó vivir. Así como que no olviden, que la parte lúdica y de contacto con el otro, es lo más importante para el hecho escénico.
No dejar de intentar conectar con el otro porque en la convivencia es que se concreta y toma sentido nuestra realidad, nuestro día a día.
Una vez que pasemos el problema del confinamiento, que no se les ocurra hacer obras de teatro sobre el encierro. Se necesitará algo lúdico, ligero y esperanzador con mucha luz.
Si el teatro es el arte del encuentro con el otro ¿cómo enfrentas la emergencia que vivimos ante el COVID-19? ¿Qué deseas que ocurra cuando volvamos a estar juntos?
Antonin Artaud asevera: «La confusión es el signo de todos los tiempos». En ese sentido, somos testigos y parte del advenimiento de una nueva sociedad. Una nueva era que traerá nuevos retos. Somos «afortunados» de vivir la transición. Eso lleva de la mano la responsabilidad, es decir, responder con habilidad ante los nuevos retos que eso conlleva.
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